Los vuelos internos los reservamos todos con Viva Air porque tenían los mejores precios y los horarios nos cuadraban bastante bien, el problema de estas compañías low cost es que te cambian o cancelan los vuelos con bastante frecuencia, nos pasó con el vuelo de vuelta de San Andrés que nos lo reprogramaron y tuvimos que cambiar reservas de hoteles y volver a estructurar los días, pero no tuvimos que pagar diferencia de precio, ni nada que no tuviera solución así que seguimos recomendando está compañía.
Con los cambios el vuelo a Cartagena salía por la tarde, así que aprovechamos la mañana para despedirnos de la playa de San Andrés y luego recogimos las mochilas y fuimos caminando al aeropuerto.
Llegamos a Cartagena sobre las 5 de la tarde, cogimos un Uber del aeropuerto al alojamiento que estaba en el barrio Getsemaní, el tráfico en Cartagena es terrible, la distancia no era mucha pero tardó bastante en llegar por las colas.
El hostel no tenía lujos pero estaba muy bien ubicado a 50 metros de la plaza y la iglesia del barrio más turístico de Cartagena. Salimos a dar una vuelta y a cenar, justo en la plaza que estaba ahí al lado era donde se concentraba casi toda la gente, habían muchos carritos con comida, cócteles, música callejera y hasta la misa de fondo, todo lo que te puedas imaginar lo encontrabas en esa plaza.

Las calles de los alrededores son muy bonitas todas decoradas, llenas de murales, bares con mesas en la calle y gente por todos lados, la noche de Cartagena era la que tenía más ambiente sin duda de todas las ciudades en las que habíamos estado.

Nosotras estábamos un poco cansadas así que solo dimos una vuelta de reconocimiento, cenamos algo en un bar, nos bebimos un mojito en la plaza y disfrutamos un rato de ese ambientazo, pero nos fuimos a dormir pronto, ya que con la reprogramación de nuestro itinerario al día siguiente teníamos que salir temprano para ir a la isla Barú y no teníamos muy claro cómo llegar hasta ahí, luego de Baru ya tendríamos tiempo para dedicarle a Cartagena.
