La meta de todos los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela es visitar la tumba del Apóstol, que se encuentra en la Catedral, cuya fachada occidental o del Obradoiro presenta un aspecto magnífico, ya sin andamios, tras haber sido sometida a unos trabajos de restauración que han durado años. Esta impresionante fachada, enmarcada por las Torres de las Campanas y de la Carraca, data de 1738 y es de la que se llevan en sus fotos casi todos los visitantes de la capital compostelana. Sin embargo, por su portada no se puede acceder al templo.

También se concluyeron en el siglo XVIII la fachada norte o de la Azabachería, que da a la Plaza de la Inmaculada, y el cierre de piedra de la Cabecera del Templo, tras el cual se halla buena parte de la estructura original, con las Puertas Real, Santa y de los Abades, que dan a la Plaza de Quintana.


La única fachada románica que se conserva casi tal como se edificó es la sur o de las Platerías, con el único añadido a ambos lados de la Torre del Reloj y la Fachada del Tesoro.



El acceso al interior de la Basílica es gratuito y libre, excepto cuando se está dando Misa, que se reserva exclusivamente a los fieles que la están oyendo. Está permitido tomar fotos. Tanto la Basílica como el Sepulcro del Apóstol se encuentran abiertos todos los días desde las 07:00 a las 21:00, siendo la entrada por la Puerta de las Platerías. No obstante, al ser año santo, pudimos acceder por la Puerta Santa o del Perdón, como se puede apreciar en una de las fotografías de más arriba.


La Basílica tiene forma de cruz latina con tres naves, la central de 22 metros de altura cubierta por una bóveda de cañón, mientras las bóvedas de las laterales son de aristas de estilo románico. La primera vez que entré, a media mañana, ni que decir tiene que el templo estaba repleto, hasta el punto de que costaba trabajo moverse entre la gente.



Capilla Mayor y detalle.


Teniendo en cuenta que en el exterior estaba diluviando, aquello se convirtió en un auténtico caos. En un momento dado, anunciaron que debían abandonar el templo todas las personas que no fuesen a asistir a la Misa que comenzaría unos minutos después. De modo que si es posible, mejor evitar el horario de mañana, que es cuando hay más afluencia. Volví por la tarde y todo estaba bastante más despejado, así que aproveché para pasar por el Sepulcro del Apóstol. Tuve que ponerme en la cola, pero no había mucha gente y apenas tarde unos cinco o seis minutos.






En la Catedral de Santiago hay otras cosas que ver aparte de la Basílica. Claro que esas visitas, generalmente, ya son de pago y algunas requieren reserva previa. Pueden ser guiadas o no. En la página web de la Catedral lo explican todo muy bien. Yo quería visitar el Pórtico de la Gloria, que me imaginaba luciría magnífico después de su restauración. Hay invitaciones gratuitas, pero no conseguí ninguna, así que tuve que pasar por caja. Entre las múltiples opciones que hay de visitas combinadas, encontré una que incluía Pórtico de la Gloria, Torre de la Carraca, Cubiertas y Museo. su precio, 20 euros. Sin embargo, el proceso de compra es un tanto enrevesado, y hasta proporcionan un manual online para hacerlo correctamente, ya que hay que escoger los horarios cuidando de que exista más de una hora entre la visita del Pórtico y la de las Cubiertas. Un poco lioso, la verdad.
El Palacio de Gelmirez está a la izquierda y la entrada al Museo a la derecha.


La primera visita fue al Pórtico de la Gloria. Se accede por la entrada del Palacio de Gelmírez, que también se visita, pero sin horario prefijado. Así que aproveché para verlo antes de entrar al Pórtico. Luego, pasé con el grupo de mi hora (hay aforo de personas) a ver el Pórtico. Te proporcionan una audioguía. Y también se dispone de un folleto-resumen. Estuvimos unos veinte minutos. Me pareció magnífico. No se permite hacer fotos ni en el Palacio ni en el Pórtico.
Tenía hora para visitar las Cubiertas a la una, pero el asunto no estaba nada claro por la lluvia. Afortunadamente, en el momento preciso de empezar no caía ni una gota y la guía no nos quiso privar del evento. Y es que, naturalmente, la visita es guiada por motivos de seguridad.


Fuimos subiendo poco a poco mientras recibíamos información, lo que hizo menos cansado el ascenso. También pudimos ver la Catedral desde una perspectiva única y diferente, desde las alturas, con la gente del tamaño de pequeñas motas desde arriba.



Al fin, salimos a las Cubiertas (el tejado de la Catedral), que se han rehabilitado no hace mucho, y sobre las que se camina por lo que parecen escalones. No es peligroso, pero hay que moverse con cuidado. No sé cómo lo llevaría una persona con vértigo. Según nos dijeron, los miradores de las balaustradas están a unos 50 metros de altura.
Se camina por esos escalones, dando toda la vuelta a la Catedral por sus cubiertas.






Afortunadamente, había dejado de llover y pudimos movernos sin mayores sobresaltos en tanto escuchábamos las estupendas explicaciones de la guía.





A pesar de lo oscuro del día, pudimos contemplar unas panorámicas magníficas. Las cámaras de fotos echaban humo. Lo malo fue que tardé un buen rato en darme cuenta de que tenía una gota en la lente de la cámara de fotos, así que varias de las que pongo están tomadas con el teléfono, ya que quedaron mejor, sin aquel molesto pequeño borrón en el centro.

En este recorrido, Santiago de Compostela aparece casi entero bajo tus pies y parece que puedes tocar los tejados de sus casas con la punta de los dedos. Bueno, y las campanas también. Espectacular.




La traca final de la visita es la subida a la Torre norte o de la Carraca, situada al lado izquierdo de la fachada del Obradoiro, que se construyó a mediados del siglo XVIII. La actual "carraca" data de 2010, habiéndose hecho una copia fiel de la original, que no fue posible restaurar.



Lo cierto es que terminamos "casi" secos la visita de las Cubiertas, pero cuando nos dirigíamos a la Torre, nada más entrar en ella, ya resguardados, comenzaron a caer chuzos de punta. ¡Madre mía si nos pilla unos minutos antes en medio de las Cubiertas...! Por fortuna, el Apóstol nos echó un capote...

Por ahí habíamos estado caminando.







Hubo quien no quiso subir a la Torre. Los que lo hicimos nos encontramos con un auténtico vendaval que arrastraba la lluvia sobre nuestras caras cuando pretendíamos asomarnos al exterior. Las vistas eran fantásticas, pero las adversas condiciones no nos permitieron entretenernos demasiado. Aún así, alguna foto salió. En particular, las vistas sobre la Plaza del Obradoiro eran de escándalo.


Pese al mal tiempo, me encantó este "paseo por las alturas". Siempre que están disponibles, me apunto a este tipo de visitas, pero creo que, entre las que conozco, esta ha sido una de las que me ha brindado mejores perspectivas. Si alguna vez vuelvo a Santiago, la repetire... si no llueve, claro está


Por la tarde, fui a ver el Museo, que incluye la visita del Claustro de la Catedral, del que tomé algunas fotos.






Y también es posible asomarse a los balcones, desde los que se obtienen unas bonitas vistas de la Plaza del Obradoiro y alrededores. Por cierto, que caía agua a chorros, como no podía ser menos.





Y ya tocaba despedirse de Santiago de Compostela y de su Catedral, de la que recordaré sobre todo aquella fantástica vista desde el Parque de la Alameda.
