Como habíamos visto que en las gasolineras solía haber zona para desayunar, decidimos ir a la gasolinera de Ballyvaughan. Aunque tiene una máquina de café autoservicio no fue un sitio bueno para desayunar. El café no estaba bueno, algo que era lo habitual en Irlanda, pero lo peor fue que no había donde sentarse. Como llovía nos fuimos al coche a desayunar. Eso si las magdalenas de limón estaban riquisimas.
A las 10:30 comenzamos la ruta dirección Adare. Paramos a ver el dolmen funerario neolítico de Poulnabrone, que se encuentra a unos 15 minutos de Ballyvaughan.



Dimos un paseo por el pueblo visitando el parque, la Trinitarian Abbey, los cottages y la Augustinian Friary. Luego elegimos The Arches Restaurant, donde pudimos probar el shepherd´s pie (estofado de carne picada) y las Bangers and mash (salchichas con puré de patata) con unas pintas de cerveza (51€).

Eran las 16h y anochecía tarde en agosto, pero el problema fue la lluvía, al estar tan nublado, no se pueden disfrutar las vistas. La verdad que si lo hubieramos sabido, en vez del anillo, habríamos ido a disfrutar el parque nacional de Killarney esa tarde.
La primera parada fue Killorglin, donde estaban preparando las fiestas de las cabras y fue imposible encontrar donde aparcar. La siguiente fue la Kells Bay Beach, no llegamos a bajar porque estaba muy nublado y la carretera era cada vez más estrechas. Por esta zona, el navegador nos llevó por carreteras que solo cabía un coche, menos mal que coincidimos en zonas con apartaderos para dejar pasar las veces que nos cruzamos con alguien. En Cahirciveen dudamos si coger el ferry, como estaba muy nublado, seguimos por carretera hasta Portmagee. Cruzamos el puente que la une con la isla Valentia para hacer la foto a las casas de colores. Seguía lloviendo y no despejaba, así que renunciamos a seguir hasta Knightstown. Siguiente parada en la playa de Ballinskelligs, eran las 18h y seguía lloviendo, así que decidimos ir directos a Killarney yendo por Kenmare puesto que era carretera nacional y estaba siendo un suplicio conducir con la lluvia y la estrechez de las carreteras.

Para cenar elegimos Porterhouse Restaurant, donde nos pedimos un hamburguesa, fish and chips y una ensalada con unos vasos de cerveza (61,20€). Todo estaba muy rico. Tras la cena vuelta por el pueblo, donde había bastantes pubs con música en directo. En el Scotts Bar & Courtyard la música era en la calle, pero no había ninguna mesa bajo techo. Estuvimos escuchando alguna canciones y esperando por una mesa, como no quedaba ninguna libre y estabamos cansados nos fuimos para el hotel.
