Para concluir una escapada que hemos a Murcia para disfrutar de las altas temperaturas de este mes de enero, contraté una visita guiada a la Cueva de la Serreta, que está cerca de Cieza y que tenía muchas ganas de visitar. Lo intenté cuando fuimos a ver la floración de los frutales hace algún tiempo, pero no pudo ser por un problemilla de planificación. Así que lo cuadré esta vez a nuestro regreso desde Murcia capital, donde pasamos un par de días y cuyo relato irá en otra etapa de este diario. Una vez en la cueva, surgió la posibilidad de visitar el yacimiento de Medina Siyâsa (siglos XI-XIII) y no la desaprovechamos. Bueno, iré por partes.
Cueva-Sima de la Serreta.
Esta cueva es una de las numerosas cavidades, simas y abrigos rocosos que se localizan en el impresionante Cañón de los Almadenes del río Segura (no confundir con el Cañón de los Almadenes de Hellín, cuyas pasarelas por un desfiladero aparecen en muchas fotos de internet). De tipo cárstico, su formación se debe a una falla tectónica que corta estratos de dolomías y calizas. Por su fondo, transcurre el río a una profundidad media de 70 metros, si bien algunas paredes pueden alcanzar los 120.
El cañón está ubicado entre Calasparra y Cieza y cuenta con numerosos lugares interesantes que visitar tanto de naturaleza (se trata de un Espacio Natural Protegido) como culturales e históricos. En cuanto al espacio natural, hay varias rutas de senderismo que se pueden realizar, si bien lo mejor es informarse previamente en la Oficina de Turismo, ya que se cortan determinadas zonas de diciembre a julio para proteger la anidación del águila perdicera.
Fotografía del panel informativo del Cañón de Almadenes en el parking de la Cueva de la Serreta.
Por lo que se refiere a las cuevas, se han hallado numerosas pinturas rupestres del Paleolítico Levantino y Esquemático, que en su conjunto fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998. Entre ellas, en la margen izquierda del Caón, está la Cueva-Sima de la Serreta, que se ha acondicionado para la visita turística. Este lugar dista 15 kilómetros de Cieza y 59 de Murcia capital (unos cincuenta minutos en coche).
Situación de Cieza en el mapa peninsular e itinerario desde Murcia capital y Cieza hasta la Cueva de la Serreta según GoogleMaps.
La visita es necesariamente guiada, así que hicimos previamente la reserva en la siguiente página web stipaturismo.com/ ...a-serreta/ Los horarios varían según la fecha del año, si bien suelen estar disponibles solo los fines de semana. En nuestro caso, tuvimos que atenernos al único turno del sábado, a las diez de la mañana. La tarifa general era de 5 euros (la reducida, de 3,50) y los menores de 14 años no pagan.
Como habíamos pasado la noche anterior en Murcia capital, sobre las nueve tomamos la A-30 hasta las inmediaciones de Cieza, donde el navegador nos condujo por la RM-532 y la RM-819; en un punto dado, giramos a la izquierda, siguiendo un indicador en la carretera, que nos llevó por una pista asfaltada hasta… ninguna parte, puesto que cuando alcanzamos el punto indicado, no había nada de nada. Un tanto escamados, seguimos avanzando como medio kilómetro hasta que encontramos a la izquierda una pista de gravilla con un indicador de la cueva. Así que ojo en este punto. Muy recomendable poner la vista satélite del navegador, en la cual se aprecia mejor el lugar donde empieza la pista. Cuando llegamos al aparcamiento, el guía estaba esperándonos a nosotros y a los ocupantes de otros dos coches que se perdieron y llegaron más tarde después de que les contactara por teléfono. En total, éramos siete adultos y un niño. Un número perfecto para una visita de estas características.
Antes de empezar, el guía nos contó que íbamos a visitar una gruta natural que ofrece desde su interior unas vistas espectaculares al cañón, además de contar con pinturas rupestres muy valiosas, una casa de la época romana y vestigios de ocupación de la época islámica. Total nada. Así que el lugar prometía bastante.
Fuimos caminando por un corto sendero hasta el borde del cañón, que nos deparó un panorama realmente imponente. Resulta realmente llamativo ese corte vertical en la roca, cuando las tierras adyacentes son bastante llanas. Yo no me atreví a ponerme tan al borde del abismo como mi marido
A la cueva se accede de arriba-abajo, a través de una trampilla abierta en el suelo, desde donde un complejo juego de escaleras metálicas nos introduce en las entrañas de la tierra, ya que su entrada por el exterior sería prácticamente imposible salvo con material de escalada. La bajada no resulta peligrosa ni especialmente complicada, pero es lo que es y hay que tenerlo en cuenta, sobre todo si se padece vértigo o problemas de movilidad.
No voy a contar con pelos y señales todo lo que vimos dentro ni lo que nos explicó el guía, pues es mejor descubrirlo en persona, allí mismo, pero es cierto que sorprenden el tamaño de la cavidad, las paredes de líquenes secos y, sobre todo, las fantásticas pinturas rupestres que nos fue señalando el guía, si bien muchas de ellas se aprecian a primera vista. Están muy bien conservadas y fueron restauradas a principios de este siglo. Está permitido hacer fotos sin flash.
En total, hay más de cincuenta figuras de arte esquemático y semi-naturalista, realizadas en trazos gruesos de color rojo, y repartidas en dos paneles, que muestran escenas completas de caza, agricultura y pastoreo, con arqueros, caballos, cabras, ciervos, incluso un perro. No tiene nada que ver verlas en las fotos (algunas las he aumentado el contraste para apreciarlas mejor) a contemplarlas en vivo, mientras, además, te están explicando lo que representa cada una de ellas.
Una de las figuras destaca por su forma especial, que recuerda la estampa de un torero, con su montera y todo. Por su tamaño y sus adornos, se supone que pudo representar a una deidad. A su alrededor, hay otras varias que no se distinguen bien en las fotos.
En la cueva se han hallado también niveles inalterados del Neolítico, así como semillas de trigo y cebada que demuestra la utilización de la cavidad como abrigo humano desde épocas muy remotas. También vimos los restos de un refugio grupal de la época romana en forma de habitación de 5 metros de largo por 2,5 metros de ancho. Se hallaron también dos lucernas, un cuchillo de hierro, monedas, brazaletes, instrumentos médicos… De algunos, nos mostraron réplicas. Los originales se exponen en el Museo de Arqueología de Cieza.
Durante toda la visita fuimos contemplando la imagen de la margen contraria del cañón, que aparecía como un fondo espectacular a la boca de la gruta. Al final, las escaleras nos condujeron a un balcón sobre el cañón, desde donde pudimos apreciar la gran altura de las paredes y el agua del Segura que corría por el fondo, a muchos metros de profundidad. Todo muy interesante.
Yacimiento de Medina Siyâsa.
Durante nuestra anterior estancia en Cieza había visto anunciado este lugar, cuya visita ofrece también la misma página web que la Cueva de la Serreta. En esta ocasión, me llamó la atención, pero no la reservé por si no nos daba tiempo a compaginar ambas, ya que la de Medina Siyâsa comenzaba a las doce y están como a unos veinte minutos de distancia. Sin embargo, el guía nos ofreció la posibilidad de hacer la visita, que también hacía el mismo. Así que le seguimos con los coches hasta el aparcamiento, que se encuentra a 3,6 kilómetros de la localidad de Cieza. La visita guiada cuesta 3 euros, 2,5 euros la tarifa especial y es gratis para los menores de 14 años. Su duración es de una hora y cuarto.
Por el camino pasamos muy cerca del Mirador de la Ermita de la Virgen del Buen Suceso, donde habíamos estado en nuestra anterior visita a Cieza. Y también volvimos a vislumbrar la silueta del castillo de Cieza, construido sobre lla alcazaba de Siyâsa, de la que apenas se conserva ya nada.
Mirador, Ermita y Castillo.
Al estar en enero, el paisaje no estaba tan bonito como la otra vez, cuando fuimos en marzo, aunque no deja de impactar, sobre todo hacia el Cerro de la Atalaya y el Valle de Ricote. Unos paneles informativos nos ofrecen explicaciones geológicas y geográficas, así como de flora y fauna.
Algunos almendros ya estaban en flor como consecuencia de las altas temperaturas, pero el grueso de árboles frutales aún estaban desnudos, así que faltaba el frenesí de color que se produce durante la floración y que tan buenos recuerdos nos dejó.
El yacimiento está cerrado, de modo que solo se puede acceder con visita guiada. Todo el recorrido está habilitado con pasarelas y con paneles informativos. Junto a la cerca, se puede divisar, parcialmente excavada en la roca, la muralla del recinto, que se mantuvo habitado desde el siglo XI al siglo XIII por población musulmana. No obstante, su protección era ante todo natural por su situación en la ladera de la montaña, con grandes escarpados y precipicios. Por cierto que, al parecer, el nombre de Cieza deriva de Siyâsa.
El espacio urbano excavado en la actualidad es solo de un cinco por ciento del total. Su gran valor viene determinado porque se ha rescatado el caserío tal como era en su época, sin añadidos de construcciones posteriores, ya que el poblado se abandonó después de la huida de los musulmanes tras la conquista cristiana y nunca fue ocupado después, lo que, por los restos hallados, ha permitido conocer cómo era la vida diaria de sus habitantes.
A través de las callejuelas, se recorren las diferentes casas, que siguen el patrón de vivienda con patio interior en torno al cual se distribuían las diferentes estancias y que, además, servía para proporcionar la luz al interior, ya que carecían de ventanas.
Aun manteniendo la misma distribución, hay diferentes tipos de casas, algunas con más de cien metros cuadrados y otras entre veinte y treinta, dependiendo del nivel económico y social de sus dueños y, también, del momento de la ocupación, ya que según avanzaba el tiempo, el espacio era más escaso y la construcción más pequeña y cara. En fin, esto tampoco ha variado demasiado en nuestros días.
En la parte baja, estaba la necrópolis.
En una de las casas más grandes, la que está en la parte superior, se ha preparado un decorado, imitando lo que pudieron ser unos estupendos ventanales al exterior, que actualmente nos proporcionan una excelente panorámica de Cieza y su entorno.
El recorrido fue muy agradable y el guía la hizo bastante amena con sus explicaciones, muy valiosas para comprender el significado de las ruinas que estábamos contemplando y la forma de vida de aquellas gentes. Además, éramos solo ocho personas, lo que ayudó bastante.
En resumen, un par de visitas totalmente diferentes entre sí pero muy recomendables si se visita Cieza y sus alrededores; o también durante una estancia o itinerario por la provincia de Murcia.
Cieza y sus alrededores
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