Paseando por el casco antiguo.
La zona intramuros no es muy grande y se puede recorrer cómodamente en un par de horas si no se visitan interiores. El punto de referencia es la Plaza Mayor, presidida por el Ayuntamiento, uno de los mejores ejemplos del barroco gallego del siglo XVIII. La torre del reloj fue añadida en el siglo XIX.
Está flanqueada por elegantes casas, algunas porticadas. Me llamó la atención un edificio de color verde, ocupado por el Círculo de Bellas Artes, que desde el adarve de la muralla se aprecia muy bien. En el centro hay un jardín con quiosco de música. Entre las esculturas, destaca la dedicada a los fundadores de la ciudad, Augusto y Paulo Favio.
Muy cerca está la Plaza de Santa María, con el Palacio Episcopal, construido en 1738, en cuya sobria fachada destaca su portada barroca. Desde las escaleras exteriores de acceso, se obtiene una panorámica estupenda de la parte más antigua de la Catedral. En la plaza se ubica también un cruceiro y los restos de una pileta romana, cubiertos por un cristal para facilitar su conservación.
Pasé también por la Praza do Campo, donde se supone que estaba situado el foro romano. Es un espacio arbolado, con una fuente barroca en su centro y donde conviven elegantes casas con soportales y edificios modernos. Me vino bien para sentarme un ratito a la sombra. ¡Uff, qué calor hacía ya! Recorrí plazas, calles anchas y callejuelas estrechas con bares y restaurantes que anunciaban sus menús para el mediodía. ¡A buenas horas mangas verdes…! Pasé junto a la Iglesia gótica de los Padres Franciscanos, cuyo convento alberga el Museo Provincial, que no pude visitar por falta de tiempo. Y también divisé la Iglesia Conventual de Santo Domingo, cuyo origen se remonta al siglo XIII.
Catedral de Lugo.
Ya bastante acalorada, decidí buscar refugio en el interior de la Catedral, que es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2015, con la ampliación del Camino de Santiago, que incluyó 21 elementos individuales.La entrada para mayores con audio-guía me costó 7,5 euros. Dentro, no permiten tomar fotos, con lo cual mi memoria no ha conseguido retener los detalles que suelo repasar más tarde, leyendo más tranquilamente la información al tiempo que veo las imágenes.
La Catedral se empezó a construir en el siglo XII, sobre dos basílicas anteriores. Presenta planta de cruz latina con tres naves. La central, parte de las laterales, los brazos del triforio y el crucero son románicos, aunque aparecen también elementos góticos, barrocos y neoclásicos de reformas posteriores.
La puerta norte es románica y se encuentra debajo de un pórtico del siglo XVI cubierto por una bóveda estrellada. Su tímpano está presidido por una escultura de un Pantocrátor del siglo XIII. La torre vieja, a la izquierda de la portada principal, es gótica, si bien cuenta con un cuerpo de campanas renacentista.
En el interior, me gustaron mucho algunos de los retablos, con multitud de figuras policromadas, y el Coro, de principios del siglo XVII. En cuanto a las Capillas, destacan la de la Virgen de los Ojos Grandes y la de San Froilán, ambas del siglo XVIII y dedicadas a los patrones de la ciudad. El claustro no me dijo demasiado (creo que es la primera vez que me pasa que no se permita hacer fotos en el espacio exterior de un claustro) y lo vi deprisa. Lo mismo que el Museo, instalado en la primera planta, para subir al cual hay que dejar los bolsos en una taquilla. Un poco incómodo, la verdad. Y tampoco me entretuve mucho. Me apetecía más seguir caminando por la ciudad.
Paseo por el adarve de la muralla.
Aunque empezaba a hacer mucho calor, no quise marcharme de Lugo sin recorrer el adarve, al que se puede subir por varios tramos de escaleras, situados en diferentes puertas. El acceso es libre y gratuito y se puede recorrer el perímetro entero. Muchos lucenses lo utilizan para pasear, hacer deporte o leer en alguno de sus bancos. Claro que a esa hora y con el sol de finales de julio en todo lo alto, los que nos aventurábamos éramos casi todos turistas.
Y mereció la pena, pues es otra forma (barata y cómoda) de conocer la ciudad, por dentro y por fuera al mismo tiempo. Cloaro que no todas las panorámicas son destacadas, porque hay bastantes edificios adosados a la muralla cuyos tejados impiden ver más allá, y también se divisan patios, terrazas y ventanas privadas donde tampoco es cuestión de fisgar, pero se divisan plazas y calles que, al haberlas visto antes, me atreví a identificar sin arriesgar demasiado en la apuesta
Antes de llegar a la Puerta de Santiago, se divisan varias estampas muy resultonas del casco viejo con la Catedral. Lo malo era que justamente daba el sol de frente y las fotos no me salieron del todo bien. Igualmente, me llamó la atención una zona donde hay casas en mal estado cuyas paredes se han cubierto de graffitis.
Puente Romano.
Ya en el coche, de camino a casa, paramos unos minutos para ver el Puente Romano sobre el río Miño, cuyo origen se remonta al siglo I. Fue reconstruido en el siglo XII, y en el siglo XIV, se le dotó de arcos apuntados. Su aspecto actual data de una profunda reforma realizada en el siglo XVIII. El entorno es muy agradable.
[/align]Y allí acabó nuestra visita a Lugo, que nos dejó un buen sabor de boca poniendo punto y final a nuestras vacaciones de once días por tierras gallegas.