Las carreteras a lo largo de todo Sri Lanka son el punto de concentración de la población, de tal manera que se tiene la sensación de estar continuamente haciendo una travesía urbana. Esto hace que la circulación sea muy lenta, ya que peatones y animales están continuamente cruzandose, junto con coches y tuc-tuc que se incorporan y se paran sin previo aviso. Pero esto tiene de positivo que el viaje se hace mucho más ameno y permite conocer mejor los hábitos de los cingaleses.
Al borde de las carreteras se venden todo tipo de productos y, entre ellos, enorme variedad de frutas tropicales de las que tuvimos la oportunidad de probar algunas tan exquisitas como el rambután, el fruto del jack o el durian, cuyo olor echa para atrás, pero su sabor a mi me pareció delicioso. Nuestro chófer elegía los puestos que ofrecian la mejor calidad y por precios módicos nos cargábamos de frutas que, algunos días, era casi todo lo que comíamos entre el desyuno y la cena.

La distancia entre Kandy y Dambulla es de unos 70 kilómetros y, en este trayecto, sólo hicimos una parada turística en Matale, para ver el Templo Hindú Sri Muthumariamman, que es del siglo XIX, pero de restauración reciente.

Llegando a Dambulla nos fuimos a ver su principal atracción turística: el Royal Rock Temple, que son un conjunto de cuevas que albergan en su interior templos budistas, del siglo I d.C, pero que han tenido numerosas restauraciones. Etán declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La visita, que es de pago, incluye el acceso a cinco las cuevas, de las cuales, las más grandes e importantes son las tres primeras. En la primera de ellas, llamada Devaraja Viharaya, hay un Buda reclinado de 15 metros de longitud. La segunda cueva, llamada Maharaja Viharaja, el la más grande de todas y alberga gran cantidad de estatuas de Buda y de reyes cingaleses. La tercera cueva (Maha Alut Viharaja) también contiene un buda reclinado.

Al igual que ocurre en la cueva de Dowa Raja Maha Viharaya, que visitamos en la Provincia de Uva, las restauraciones realizadas me parecieron bastante desafortunadas, especialmente con el colorido de las manos de pintura dadas a las estatuas.
Al complejo histórico se añadió en tiempos recientes el llamado Golden Temple, con una enorme estatua dorada de Buda sentado. El edificio no tiene nada que ver arquitectónicamente con el complejo. Su gusto es más que dudoso, pero la verdad es que había en él una gran cantidad de visitantes. Nosotros también nos llevamos una foto para el recuerdo, con su monje budista y todo.

En Dambulla nos íbamos a quedar para desde allí hacer las excursiones al Triángulo Cultural. De nuestro hote en Dambulla, recuerdo que se encontraba en una plantación de mangos. El trayecto nocturno de las habitaciones al restaurante para ir a cenar tenía el aliciente de recorrerlo casi a oscuras viendo pasar los gigantescos murciélagos como los que fotografiamos en Kandy. Aunque sabíamos que eran hervíboros, no podiamos evitar ir a la carrerilla y con el cuello bien encogido.