El Triángulo Cultural lo empezamos por la Ciudad Santa de Anuradhapura, situada a unos 60 kilómetros al norte de Dambulla. Su complejo arqueológico es Patrimonio de la Humanidad y comenzó a edificarse hacia el siglo V a.C.
Al llegar a la ciudad se tiene una magnífica vista del lago Nuwara con las siluetas de dos de las grandes Dagobas al fondo.

Esta fue la única etapa de nuestro viaje donde vimos una mayor presencia policial y militar. Después de validar nuestros tickets, tuvimos que pasar un control bastante riguroso, las mujeres, por un lado, los hombres por otro, con cacheo incluido.
Coincidió que ese día visitaba el lugar sagrado el presidente del país y no las tenían todas consigo. Nuestro chófer, que solía esperarnos en el coche durante las visitas, ese día nos acompañó a casi todos los lugares.
Empezamos el recorrido por la Dagoba Jetavanaramaya, inconfundible por ser de ladrillo visto y faltarle la parte superior del cono. Mide más de 120 metros de altura y en su interior custodia reliquias de Buda.
Continuamos el recorrido visitando la Dagoba Ruvanvelisaya que, a pesar de su aspecto moderno por el encalado, es del siglo II d.C.

Hasta este punto, la visita la habíamos realizado prácticamente en solitario. Cuando nos dirigimos hacia los lugares más venerados por los creyentes budistas, nos juntamos con una multitud de fieles, mujeres y hombres, vestidos completamente de blanco que entraban y salían de los lugares de culto.
El lugar de mayor afluencia de fieles y el más venerado con diferencia era el Sri Maha Bodhi, un árbol enorme que se dice es un esqueje de la higuera bajo la que fue iluminado Buda en la India y que se plantó aquí hace más de 2.000 años.
Nosotros la vimos desde el interior del recinto, donde hay un templo desde cuyo tejado salen pértigas doradas para sostener las ramas de la higuera.

El chófer, que nos servía de guía en esta parte del recorrido, mostraba su fervor religioso ante estos lugares de tanto significado para sus creencias y, mientras nosotros nos dedicábamos a contemplar los edificios de interés cultural, el aprovechaba para orar en los templos.
Dentro de este complejo de edificios destaca el Isurumuniya Vihara, un templo del siglo III a.C,, esculpido en unas grandes rocas en las que hay figuras talladas, como el elefante de la foto de abajo.

Todo lo que hoy es el complejo arqueológico son los restos de la obra de los sucesivos reinados con las destrucciones de los períodos de guerras y convulsiones. Recorriéndolo, hay desperdigados ruinas de edificios, estanques, pequeños templos más o menos bien conservados y, en su inmensa mayoría, sin carteles explicativos, de tal manera que no era posible hacerse una día de su significado o la época a que pertenecían. Un ejemplo es esta pequeña estupa de la foto, que parecía haber sido restaurada recientemente o, quizás, ser una construcción moderna endosada a los templos antiguos.

Con un paseo por los estanques de los antiguos jardines del palacio real, terminamos nuestra visita y tomamos en camino de vuelta hacia nuestro hotel en Dambulla para, al día siguiente, dirigirnos a Polonnaruwa.