Hoy por fin hemos podido dormir más de 8 horas. Teniamos pensado madrugar para visitar la isla de Udo, pero después de ayer, meternos un mega madrugón para ver una isla en bici con el frío que hace puede que no sea la mejor idea.
En el alojamiento, a las 8, te dejan en la puerta una cestita de picnic con el desayuno: unos cereales, mandarinas, leche, huevos y unos pastelitos. Aunque hace frío en la terraza, abrigaditos nos hemos tomado el desayuno especial. Así se empieza de otra manera el día. Llevamos las piernas que andando parecemos Chiquito. Hoy la idea es recorrer la parte este de la isla, parando en puntos de interés andando lo justito.
La primera parada ha sido a la cascada más famosa de Jeju, la de Jeongbang. Una cascada que recuerda a las de Islandia por las paredes basálticas y que cae directa al mar. Había leído que esta cascada se llena de gente, pero nosotros, cuando han abierto, a las 9, estábamos solos. Es bastante bonita y con el sol que caía formaba su correspondiente arcoíris. La zona de la cascada tiene un sendero hasta otra mini cascada y a un jardín con su lago y templete. Lo tienen todo cuidadísimo y la entrada es escaso un euro. Lo curioso es que la cascada se encuentra en la misma ciudad. Viendo la cascada nos ha salido el sol y hasta hemos pasado calor, pero esto nos ha durado poco. En cuanto nos hemos metido hacia el interior de la isla, se ha metido una nube fea y viento. Menos mal que hicimos el trekking ayer porque hoy tiene peor pinta.
De la cascada hemos ido a un bosque que llaman Saryeoni Forest. Es un sitio sacado de cuento. Un bosque enorme lleno de cedros coreanos altísimos. Está lleno de senderos para recorrerlo, e incluso rutas de trekking largas. Hemos ido recorriendo los senderos cortos que hay cerca de la entrada y está sacado de cuento. Esto lo pillas con un poco de nieve y debe ser ya idílico. Según sale el sol, va filtrando los rayos, que junto a la corteza rojiza de los cedros, parece que cambien de color. Muy bonito. Nuevamente lo tienen todo perfecto, hasta por megafonía te anuncian que lleves cuidado con un tipo de planta venenosa. Hay camino adaptado a silla de ruedas, teatros naturales integrados en el bosque... y gratis. Les ha faltado ponernos calefacción. Es un punto bastante turístico, pero hay tantas sendas que llegas a caminar solo.
Del bosque nos hemos acercado a una especie de reserva natural privada que se llama Sangumburi. Se pagan como 5 euros por entrar y se visita un campo enorme de una especie de gramínea con forma de plumero, donde se supone que se han grabado varias películas o series. Ponen escenas de las películas, pero ni idea de cuáles son. Del campo de plumeros se sube al cráter de un cono volcánico y a una zona de túmulos donde la estatua de un ciervo preside imponente. Por sitios así de cuidados no escuece pagar; es un paseo muy agradable donde he salido yo más loco tirando fotos a los plumeros que los propios coreanos.
De los plumeros hemos ido al famoso pico del amanecer o Seongsan Ilchulbong. Es una especie de montaña en forma de mesa, parecida a la Table Mountain de Ciudad del Cabo, pero en pequeñito. En esta zona es donde se suelen ver las buceadoras mujeres, llamadas Haenyeo. Son famosas en la isla de Jeju y se dedican a bucear en apnea con gafas de tortuga y un gancho para sacar abulones, caracolas, algas, pulpos... lo que pillen. Los abulones son lo que en España llamamos orejas de mar. Este trabajo se ve que antiguamente lo hacían los hombres. Con la guerra, la escasez de hombres hizo que tomaran el relevo las mujeres y desde entonces son solo las mujeres las que se dedican a ello. Actualmente es una profesión en extinción. La edad media de las buzas que se dedican a esto está por encima de los 60 años. Lo difícil del trabajo, lo peligroso y lo poco que ganan hace que la gente joven ni se lo plantee. A eso le sumas la cría en granjas marinas de los abulones y hace que vayan a quedar como una curiosidad cultural enfocada al turismo. Aún siguen existiendo, pero muy pocas. La mejor serie coreana para ver el mundo de estas mujeres es la de Nuestro horizonte azul, una serie muy bonita ambientada en Jeju y que parte de la serie está centrada en estas buceadoras.
Ahora, en diciembre, con el frío que hace, es difícil verlas, pero hay un punto en el que tienen montado un restaurante a orillas de un acantilado y hacen una exhibición de pesca. Yo me creía que iba a ser una turistada de las buenas, pero no. El restaurante es muy auténtico, lo llevan un grupo de mujeres Haenyeo sexagenarias. Cero lujos y con tres platos: gachas de abulones, ramen de abulones y caracolas, y abulones y caracolas crudos. Vistas perfectas. Hemos llegado a las 13:00 y las buzas se meten al agua a las 14:00, así que nos hemos sentado en la terracita y nos hemos pedido unas gachas de abulones y un ramen de abulones y caracolas. La verdad, cuesta comérselo, ya que en el ramen te ponen la caracola y el abulón tal cual. Belén no se ha animado, pero yo he venido a jugar y he sacado ambos de sus respectivos caparazones, los he cortado con la tijerita que te dan y para dentro. Al final, el ramen es tan picante que solo notas la textura gomosa y un regusto a mar de fondo. Belén, que se ha decidido por las gachas de abulones, ha salido perdiendo porque, a diferencia de las del otro día, estas eran potentes y sabían a mar, pero bien. Al final me he comido yo el ramen y las gachas, porque Belén se ha rendido.
Después de comer, cuatro mujeres mayores se han enfundado en sus neoprenos, han cogido los aparejos y, tras hacer una especie de bailecillo, que imagino tendrá su significado antropológico, se han puesto los plomos y para el agua. Han estado como 20 minutos buceando y una de ellas hasta ha sacado un pulpo. La mujer lo ha celebrado, y es que si hacen eso todos los días no creo que sea frecuente sacar nada. Deben tener la zona esquilmada. Ha estado curioso. Tampoco había mucha gente, pero imagino que en verano, en época alta, esto con muchagente puede ya ser turistada oficial.
De las buzas hemos ido al centro del pueblo para pillar un café y nos hemos topado con otro fotomatón dedicado exclusivamente a mandarinas, así que la foto del día, hecha. De ahí hemos tirado a la playa que está al lado, que se llama Gwangchigi. Con las vistas del pico del amanecer, la playa tiene un parecido tremendo a Ciudad del Cabo. De la playa nos hemos acercado ya al último punto del día, un tramo costero que se recorre andando que llaman Seopjikoji. Lo bonito son las vistas de los acantilados, un edificio con forma curiosa que sirve de galería de arte, el faro y una iglesia que se ve que transformaron en casa de chocolate y ahora se encuentra abandonada. Una paranoia increíble. Junto a las coreanas haciéndose fotos uno no sabe ya a dónde mirar. Lo de las poses es brutal, hasta las niñas pequeñas de 6 añitos hacen las mismas poses. Es ya cultura: corazón con los dedos, ambas manos en los lados de la cara, los dedos en victoria en los ojos... Una coreana posando se ha marcado un combo en un minuto brutal. Son otro nivel. Imagino que cuando has alcanzado el culmen de la civilización te puedes dedicar a hacer cultural el posado.
Ya anocheciendo hemos vuelto a Seogwipo. Hoy, para cenar, hemos ido al mercado a comprar comida de los puestos. A ver... Vale que es más barato que un restaurante, pero no es lo mismo y tampoco es mucho más barato. Hemos pillado una especie de gimbap frito, sushi de cerdo negro, unos panes con cosas y un cerdo especiado, junto a una cerveza de mandarina de Jeju. La mitad de las cosas picaban modo infierno y la otra mitad picaban normal. Después de comer hemos ido por las tiendecitas a comprar gilipolleces varias y para el hotel.
Volviendo, nos hemos topado con la típica sala de recreativos que uno siempre ve en las series. Súper barata la partida, 1000 wones, que al cambio son unos 70 céntimos. Hemos jugado a la máquina esa de bailes que es imposible y a una de tiros. El recreativo tenía el Tekken, el Bubble Bobble y otros míticos.
Tras hacer el tonto media hora, y el ridículo en la máquina del baile, para la casa. Mañana, último día en Jeju.