El avión ha salido de Jeju puntual a las 8:45. Hoy es un día de desplazamiento entre llegar de Jeju a Seul y de Seul a Jeonju. Como es tramo largo paramos antes en Suwon para aprovechar el día.
Hemos llegado en hora a Seúl y recoger el coche ha sido tremendamente sencillo. No había ni gente en la oficina, así que para las 11 ya teníamos nuestro Hyundai Avante, un modelo que yo, al menos en España, no había visto.
De Seúl hemos ido hasta Suwon. La salida de Seúl ha sido un poco locura. No es que haya tráfico de ir lento, sino que es denso y constantemente circulas entre muchísimos coches. Lo más desesperante es que la gente no tiene la costumbre de cambiarse de carril. Es decir, si un coche va por la izquierda, de ahí no se mueve aunque vaya lento. Si quieres adelantar, sí o sí tienes que ir zigzagueando, pero tampoco te puedes flipar porque hay un radar cada 500 metros o un semáforo que dura 5 minutos. Es un poco desesperante, pero es factible. Lo que no he terminado de entender es el tema del peaje. Se supone que debe haber de pago manual, pero de repente se abren como 12 carriles y todo está en coreano. No hay ni símbolos que indiquen pago en tarjeta o metálico como en España. Al final me he metido por el que he pillado y me han sonado las alarmas, pero es que no me han dejado más opción. A ver si le pillo el truco, pero de momento me he comido dos.
Suwon es una ciudad enorme, pero dentro de esa ciudad hay una pequeña parte amurallada que es lo interesante. Nada más bajar nos han recibido 3 grados de temperatura, el suelo congelado y restos de nieve en las partes en sombra. Al menos con el sol se puede estar, pero hace un frío de pelarse. La visita de Suwon es sencilla: recorrer la muralla y un par de calles en el interior interesantes junto con un palacio. El palacio hemos tenido mala suerte y estaba cerrado, según el cartel por reparaciones tras la nevada de hace una semana y media. Ya es mala suerte, pero bueno, habrá más palacios por ver. Nos hemos metido a comer en un restaurante que hemos visto con buena pinta: arroz con cerdo y arroz con pulpo ultrapicante. Después de comer hemos visitado calles del centro y hemos vuelto para la muralla. Está bonita la visita y el contraste con los edificios es curioso. Hay una parte en la que hay coreanos tirando con arco, volando cometas e incluso jugando a un juego que no he llegado a entender y que es como un minicricket.
La muralla te lleva hasta un mercado en el que nos hemos desviado para coger el cauce del río y volver al aparcamiento. Al final hemos echado fácil 4 horas recorriendo la muralla y el interior. Aún se podía subir a una parte de la muralla que está montaña arriba, pero con el frío que hace y viendo que se nos va a hacer de noche de camino a Jeonju, hemos desistido, por mi parte a regañadientes.
De Seúl hemos ido a Jeonju, donde haremos dos noches. Son 2 horas y media de conducción coreana: radares, peajes incomprensibles y coches a 60 por la izquierda. Es curioso porque hay un carril bus a la izquierda en la autovía, por donde van los autobuses, pero también se ve a más de un espabilado. Así que, viendo el ritmo de los carriles normales, me he tirado por el carril bus. Yo no sé si está controlado más allá que por el propio civismo coreano, pero es que es el único carril que fluye en condiciones. Si llega una multa, que me la remitan a casa.
Hemos llegado a Jeonju a las 19:00. El mismo frío que en Suwon, pero sin nieve. Hemos dejado las cosas en el Airbnb donde nos quedamos y hemos tirado a cenar lo más famoso de Jeonju: el bibimbap. Una especie de poke coreano que está tremendo, con una salsita picante que llaman gochujang y con mil cosas para mezclar. Lo hemos acompañado de su cervecita Cass y makgeolli. El Makgeolli se bebe en tacitas y entra súper suave, aun teniendo más graduación que la cerveza. Cena de diez. Corea gastronómicamente me está encantando.
Por la noche nos hemos acercado a ver un poco de la zona del Hanok. Hanok es como se llama a los barrios de casas tradicionales. El de Jeonju es de los únicos que no fueron destruidos en la guerra y se conservan las casas antiguas. Lo curioso es que está todo lleno de comercios de tómbolas. Literalmente, tómbolas de feria tipo pescar patitos, tirar dardos a globos, pelotas de fútbol, etc. Es una mezcla surrealista estar en un barrio tradicional y encontrarte tómbolas, pero en fin, son sus costumbres.
Ya tarde, ha empezado a cae aguanieve, y con el frio que hace poco hace falta para que sea nieve, así que para la casa. Mañana tenemos todo el día, sin prisas a dormir.
Justo mientras escribo ha arrancado a nevar, a ver si hay suerte y cuaja un poco para que queden los tejados fotogénicos mañana.