Sin comerlo ni beberlo, uno de los días más aventureros del viaje.
Nada más despertar, me voy al mar a nadar un rato. Es lo mejor que tiene ese Homestay, que tiene el mar a pocos metros y hay un sunrise precioso. Me tiro allí un buen rato, colocando mis poderosos músculos después de una noche horrible en esa cama??.

Salgo con la moto con la idea de ir a ver los campos de arroz de un tal Eleuterio. Pero a los tres kms, veo cinco filipinos con unos gallos. Paro y les pregunto, ya que es Domingo, donde es el torneo de gallos, ya que yo sabía que se hacían los domingos y allí en Filipinas, eso es como aquí el fútbol, vivido a tope.
Yo sería incapaz de hacerle daño a un animal, aunque tampoco soy pet friendly. Yo lo que quería ver no es la pelea en si, si no el ambiente. Y eso no me defraudó nada nada.
Les digo si puedo ir con ellos, uno se sube conmigo y tiramos para allá los seis con los gallos. Más de una hora de camino hasta que llegamos al sitio escondido entre las montañas. Son las 9:00, no hay casi nadie y eso no empieza hasta las 10, así que me voy con los cinco, que resulta ser el padre con tres hijos y un primo, guardamos los gallos en una jaula de madera y charleta para hacer tiempo.
Cuando a las diez menos cinco, yo subo para arriba donde estaba todo el cotarro, me quedo loco. Más de 300 filipinos alli con los gallos, todo hombres , y unas pintas que no había visto en todo el tiempo que estaba ya en Filipinas. Me siento con el padre en las gradas y suben los dos primeros gallos al ring, que es igualito que un ring de taekwondo pero con tierra, con sus marcadores electrónicos y todo.
Madre del Amor Hermoso cuando la gente ve los dos gallos...allí un vocerío atronador, todo el mundo apostando billetes arrugados, joder, eso era lo que yo quería ver, como se vive un evento así entre los locales, y la realidad superó mis expectativas.
En cuanto empieza la pelea, allí no se oye a nadie. Y cuando acaba, empiezan a volar los billetes de mano en mano. Así estuve tres horas allí. Le dije al padre que me iba, que tenía jaleo, diciéndome a mí mismo como salía de ese lugar, el único no filipino, pero bueno, tengo cara de malo como la mayoría allí, y tampoco me miraban apenas, alguna pregunta de si yo no apostaba. Tampoco quise sacar el móvil apenas, pues la verdad, no vi apenas nadie haciendo fotos o video.
Saco como puedo la moto entre las decenas que me han encerrado y miro el Maps. Coño, si estoy cerca de Jagna, que es de donde sale mi ferry para Camiguín el día siguiente, voy a acercarme y compro ya el billete.
Pero nada, que in advance no sé puede, que venga el día de salida, que no hay problema. Pues ya que estoy en Jagna, que es una ciudad grande, como allí, un cervezón, compro alguna cosa en el super y tiro para las terrazas del Eleuterio, pero no por el camino recomendado por Maps, sino por otro que casi me invento yo.
De hecho, hasta pasé otra vez por donde los gallos sin darme cuenta. A esa hora, habría allí 300 motos. Tiro más o menos por una carreterilla en condiciones, eso sí, solo, cosa que me extraña. Al poco rato, ya empieza la tierra y al poco rato después, piedras.
Joder donde me he metido, menos mal que al ir solo, la moto más menos va bien, pero una locura de camino de piedras. Los pocos locales que me ven por allí, me saludan pensando donde va el chalao este. En el Maps más o menos veo el camino, que en teoría debe llegar, pero cada vez más difícil, eso sí, el entorno precioso, y la gente que voy encontrándome, alucina de ver un turista.





Perú.
Muy muy cansado y lleno de tierra y polvo hasta arriba, llego al pueblo de Guindulman, que es un pueblo bien grande más o menos a 12 kms de Anda. Así que ahí me tomo un par de bien merecidas Red Horse , compro algo de cena para comer en el Homestay, ya que es de noche y aunque sea Domingo, estoy muerto y no tengo ganas de ducharme y volver a coger moto para ir al pueblo.