domingo 1 de septiembre
ASILAH - LARACHE
Otro buen desayuno para empezar el día.
Comprobamos que la temperatura sigue siendo muy agradable y como tenemos mucho tiempo, decidimos retroceder unos kilómetros hacia el Norte para visitar
LA CUEVA DE HÉRCULES -
La gran cueva donde descansó el mítico héroe griego. La gran cueva con una entrada mirando hacia tierra y otra mirando hacia el mar. Y con el atractivo añadido de que la forma de esta última tiene un cierto parecido con el mapa de África.
Todo bien ambientado para que los muchos visitantes podamos pasar un buen rato y también para justificar el precio de la entrada.



Y de nuevo hacia el Sur. Ahora vamos por autopista y en media hora llegamos a la próxima parada
LIXUS -
Las solitarias ruinas romanas con unas maravillosas vistas del gran meandro del rio Loukos antes de llegar al Atlántico en el Puerto de Larache. Preciosas vistas del rio y de las antiguas salinas con la blanca silueta de Larache al fondo.



Lixus, el puerto atlántico de los fenicios, de los cartagineses y al final capital de la Mauritania Romana.
Ahora solamente un conjunto de sugerentes piedras y columnas que dejan entrever las dimensiones de la antigua ciudad.

Hacemos la visita casi en solitario y bajo una limpia luz de mediodía.
En la entrada un Museo inaugurado hace poco acoge una pequeña colección de objetos procedentes de las excavaciones.
Nos quedan tan solo 15 minutos hasta el próximo objetivo
LARACHE -
El pueblo grande con aires españoles.
El puerto atlántico con una larga historia de conquistas desde fenicios y cartagineses en el siglo V a. c. hasta sus recientes años de Protectorado Español en el siglo XX.
El pueblo blanco y fotogénico lleno de autenticidad y nada invadido por el turismo.
Larache, el vacío que nos apetecía mucho llenar y que nos dejó una satisfactoria impresión.
Son poco más de las 3 de la tarde cuando aparcamos frente al
HOTEL ESPAÑA - ( 2 noches ).
Un hotel clásico, un hotel con historia muy bien situado en la Plaza de la Liberación, en el corazón de Larache. Muy buen trato y una pequeña y luminosa habitación con un privilegiado balcón sobre la perfecta plaza ovalada. Este hotel no estaba disponible en Booking y lo reservé sin problemas mediante Hoteles.com.
Ya instalados, nos tomamos una ligera y tardía comida en el mítico Café Central y empezamos a conocer la luminosa y tranquila ciudad de Larache.


Primero los emblemáticos y blancos edificios de la Plaza. El Hotel España, el Café Central, el Café Lixus y enfrente la preciosa puerta de entrada al Zoco Chico. Todos nos transmiten interesantes viejas historias.
Andamos en dirección al mar. Rodeamos el ruinoso Fuerte Kebibat, la vieja fortaleza portuguesa cuyo decrépito aspecto contrasta de una forma inquietante con la pulcritud y blancura de las casas de la Medina.

En la gran explanada junto al mar, las gentes de Larache viven el domingo. Atracciones para los más pequeños. Bancos para el descanso de los mayores. Y los más atrevidos tomando un baño en las frescas aguas del Océano. No se ven turistas. Todo auténtica vida local. Y unas maravillosas vistas de la blanca Medina.



Desde aquí unas medio escondidas escaleras ( a la derecha del Fuerte ), nos llevan al tranquilo Café Azul. Buen mirador sobre la Corniche y sobre la desembocadura del Rio Loukos. Buenos momentos con el eterno te a la menta y los dulces pasteles marroquíes. Viendo los barcos pesqueros a lo lejos saliendo a faenar.
Y siguiendo el precioso y humilde callejón, llegamos en un momento a la parte trasera del
ZOCO CHICO -
El de las columnas azules que recordábamos vagamente de un lejano viaje.



Un espacio lleno de autenticidad y vida local que nos maravilla. Deambulamos un buen rato entre la ecléctica mezcla de objetos desparramados por el suelo. Fotografiamos la preciosa puerta de la Mezquita y cuando ya las sombras alargadas cubren todo el zoco salimos por la puerta de Bab Barra y estamos otra vez en la Plaza Ovalada que ahora huele a churros.


Con un gran plato de churros y un delicioso batido de frutas. En la terraza del Café Lixus. Viendo pasar a los tranquilos y festivos habitantes de Larache. Así acabamos el primer día. Con una buena impresión del blanco pueblo desconocido.