domingo 8 de septiembre
de TINERHIR al VALLE del DADÉS
Por la mañana ha parado de llover pero, según nos cuentan, han habido muchas inundaciones y cortes de carretera en el Valle del Ziz y en la ruta a Merzouga. Nosotros hoy viajaremos en otra dirección, pero habrá que seguir ataentos a las noticias.
Con un buen desayuno en la haima despedimos el precioso hotel.
Las calles de Tinerhir estan llenas de charcas. Nada que ver con los recuerdos polvorientos que teníamos del lugar.
Nos hubiera gustado visitar el pueblo de El Hart donde trabajan los alfareros que hacen la cerámica tradicional de la zona. Preguntando en la gran y semi inundada plaza del mercado de Tinerhir, todos los taxistas nos avisan del mal estado de la pista después de la lluvia, por lo que abandonamos la idea y emprendemos camino hasta el próximo objetivo.


Circulamos casi una hora por la preciosa carretera hoy llena también de grandes charcas de aguas rojizas.
Ambiente limpio y fresco de mañana. De nuevo un cielo muy azul y las grandes nubes asomándose detrás del Atlas. Olor de arcilla mojada.


Hay máquinas limpiando la carretera que, por lo que vemos ha sido invadida durante la noche por las aguas del rio. Muchos curiosos junto al camino contemplando el inusual espectáculo.
Así llegamos a
BOULMANE DE DADÉS -
El pueblo grande arrimado a la ladera sobre el Rio Dadés tiene un peculiar encanto.


Hacemos una breve parada para tomar un te en uno de los cafés de la plaza rodeados de serios y taciturnos personajes locales que parecen salidos de un cuento de Paul Bowles. Nos parece un pueblo muy auténtico y nada tocado por el turismo.
En la parte baja cruzamos el puente sobre el Río Dadés y confirmamos la magnitud de la riada viendo las abundantes y presurosas aguas marrones. Un espectáculo también para los habitantes de Boulmane.

Al otro lado del puente, carretera a la derecha y empieza otro de los esperados objetivos del viaje.
EL VALLE DEL DADÉS -
La carretera entra súbitamente dentro del estrecho valle. Entre el gran y rojizo roquedal, el río de aguas abundantes y los intensos verdes del fondo del valle.


El cielo sigue azul con grandes nubes blancas. Charcas y barros cubriendo la estrecha carretera que gira y gira entre pequeños pueblos y muchas viejas kasbas.



Subimos y bajamos despacio un buen rato rodeados de formas increibles. Tierras y rocas crean caprichosas formas entre los restos de viejas kasbas, kasbas restauradas y convertidas en hoteles y pequeños grupos de casas llenas de vida local a pie de carretera.


Un fascinante espectáculo hasta llegar a la zona de los dedos del mono. Vamos a pasar de largo porque aquí es donde tenemos el hotel y donde pasaremos tarde y noche.
La carretera sigue junto al río unos kilómetros más mientras el valle se vuelve más y más estrecho hasta chocar con la gran barrera rocosa que debemos escalar mediante la famosa y fotografiada carretera que se enrosca en zig zag sobre los majestuosos peñascos.



Arriba, en el solitario restaurante Tisdrine al final de la cuesta, no hay comida. Tan solo un buen te y muchas fotos para alargar la visita a este espectacular enclave.
Continuamos un corto trecho por la solitaria carretera que sigue entre los roquedales del Atlas, pero los grandes nubarrones siguen ahí y nos parece más prudente volver al valle.
Después de bajar la cuesta, en la estrecha carretera junto al río, unos cuantos restaurantes esperan pacientes. En uno de ellos nos comemos otra deliciosa y recién hecha tajine en el acogedor comedor, escuchando las ruidosas aguas del Dadés correr impacientes río abajo.


Al poco rato estamos aparcando el coche en otro encantador refugio
MAISON LA VALLÉE DES FIGUES - ( 1 noche ).
Una acogedora y familiar casa de huéspedes ideal para fijar los buenos recuerdos del Valle del Dadës. Habitación muy agradable con una impresionante terraza sobre el valle. Personal excelente y una de las mejores cocinas que nos encontramos en Marruecos. Todo regentado por una familia que, como otras muchas, han decidido acertadamente ofrecer al visitante un buen servicio y a cambio vivir dignamente en su tierra que, tal como nos cuentan, aman profundamente.


Nos cuesta dejar la preciosa terraza pero hay muchos interesantes paseos alrededor y debemos aprovecharlos.


Hacia la izquierda cruzamos al otro lado del río y andamos hasta los pies de la vieja kasba Ait Arbi. Preciosas ruinas bajo la luz de la tarde y mucha vida en el pequeño pueblo. Rural, idílico y tranquilo pueblo donde espero que sus gentes puedan vivir dignamente muchos años. Tal vez los pocos dineros que dejamos los visitantes ayuden un poco a ello. Inch Allah !.


Parece claro que hoy las nubes van a tomarse un descanso. Así que andamos tranquilos hasta la última visita del día. Otra joya del Valle del Dadés.


LOS DEDOS DEL MONO -
Las espectaculares y fotogénicas formaciones rocosas nos regalan buenas imágenes bajo la luz de la tarde. Sabemos que hay buenas rutas para andar por entre las piedras, pero nos conformamos con admirarlas desde todos los puntos de vista más asequibles y ya nos quedamos satisfechos.



Vemos a acabar el día desde nuestra terraza sobre el Valle. Hasta la hora de disfrutar en el precioso comedor de una casera y exquisita cena preparada por las mujeres de la casa.
Día perfecto en el Valle del Dadés.