Último día en Camboya, subimos a la azotea a desayunar, rehacemos por última vez las mochilas, liquidamos la cuenta en el hotel y esperamos en recepción hasta que viene a recogernos el taxi que nos llevará al aeropuerto. Llegamos a Hong Kong a las 15:00 (aquí es una hora más con respecto a Camboya), tenemos una escala de algo más de nueve horas, por lo que aprovecharemos que el traslado a la ciudad es muy rápido y eficiente para hacer una visita fugaz.
Pasamos inmigración sin demasiada demora (no es necesario visado para salir del aeropuerto) y rápidamente alcanzamos el mostrador donde conseguir nuestros tickets del airport express train, que te conecta con la ciudad en sólo veinticuatro minutos, con salidas cada diez minutos. En el mostrador es posible pagar con tarjeta de crédito, mientras que en las máquinas sólo admiten dinero en efectivo. Compramos dos entradas “Same day return ticket” (es decir ida y vuelta en el mismo día de emisión) con parada en Hong Kong island y la chica del mostrador nos confirma que no es necesario para el regreso tomar la línea en la misma parada en la que nos bajamos, sino que podemos tomarla también en Kowloon.
Llegamos justo a tiempo de montarnos en el primer tren que sale para la ciudad, allí nos conectamos al wifi gratuito y en un visto y no visto nos plantamos en la isla de Hong Kong. Estamos en la zona del distrito financiero



Una ciudad moderna y futurista con infinidad de rascacielos que hacen que dobles el cuello hasta límites insospechados, con pasarelas a diferentes niveles para facilitar el movimiento de los transeúntes y además es una ciudad impoluta, no se ve un papel, una colilla, no hay basura, además toda la gente es muy cívica, no hay carreras, nadie intenta adelantarte, nadie cruza un semáforo en rojo aunque no haya coches a la vista. La primera impresión fue muy buena.




Caminamos por los muelles, desde aquí podemos observar Hong Kong continental desde la isla, dentro de un rato cambiaremos de lado y de vistas.

Pero ahora, subimos por las pasarelas hasta llegar a un Centro Comercial, donde teníamos apuntado el nombre de una cadena de restaurantes muy famosa Tim Ho Wan, el restaurante con estrella michelín más barato de Hong Kong, a base de preguntar a varias personas, dimos con el local, nos tocó esperar un poco y pedimos, te traen una carta y en ella tienes que marcar los platos que quieres. La comida estaba buenísima y la cuenta no llegó a 20 euros. Muy recomendable el sitio.

Nos acercamos al pier 7, desde donde cogemos el ferry con destino a “To Tsim Sha Tsui”, el embarcadero de Kowloon. Pagamos con la Revolut en los mismos tornos de entrada (no tuvimos que sacar dinero para nada en Hong Kong, todo lo pagamos con la tarjeta) y por 0,40€ cada billete tienes derecho a una travesía viendo el skyline iliuminándose, un viaje muy escénico y muy recomendable de diez minutos.
Nada más salir del barco, nos encontramos con la torre del reloj, monumento nacional y comienzo de la avenida de las estrellas, recorrido por el paseo marítimo donde se encuentran esculturas y placas de actores y cantantes orientales. Pero ojo, que no os pase como a nosotros, que era de noche e íbamos buscando las placas en el suelo, hasta que nos dimos cuenta que se encuentran en la barandilla.


Continuamos por el paseo de la fama, encontramos un buen sitio para esperar a que diera comienzo “simphony of lights”, espectáculo de luz y sonido en los rascacielos que tienes enfrente, que tiene lugar todos los días a las ocho de la tarde. El espectáculo está bien, pero lo que está muy bien son las vistas del skyline, a nosotros nos gustó mucho.


Y poco a poco con google maps (habíamos descargado previamente esta ruta sin conexión) buscamos la parada del airport express de Kowloon, donde nos montamos en el tren que nos llevaría al aeropuerto.
Teníamos por delante catorce horas y medio de vuelo para recordar lo vivido y para ir planeando nuestro próximo destino.
FIN