Dejamos el Foro Romano por la salida de Largo della Sallara Vecchia que nos conducirá directamente a Via Cavour. Hace un día muy agradable pese a estar el cielo encapotado y se puede ir en manga corta perfectamente. Se queda atrás un pedacito de Historia de uno de los grandes Imperios de la Antigüedad.
[align=center]IMAGEN A VUELO DE PÁJARO DEL FORO ROMANO

La IA de Google nos cuenta lo siguiente:
Un tiempo de esplendor, de gloria,
hoy silencio, sombra de historia.
La Vía Sacra, testigo mudo,
de pasos apresurados, de un futuro crudo.
Emperadores, senadores,
oradores y gladiadores,
caminaron por estas piedras,
vibrantes escenas, efímeras vedas.
Pero el tiempo todo lo consume,
las ruinas hablan de un destino que presume,
de grandeza y caída, de un imperio en declive,
de la vida y la muerte, de quien muere y quien vive.
Las ruinas, sí, dormidas están,
pero su eco en la historia se oirá.
No muertas, no, pues su espíritu vive,
en el mármol, en la piedra que sobrevive.
¡Y qué decir de lo que nos han dado los romanos….!
Nos habíamos conjurado para ese día en estar pendientes de nuestras pertenencias teniendo en cuenta la mala fama de delincuencia que asola esta ciudad. Por ello, mochilas delante, nada de valor visible y mientras uno hacía fotos el otro vigilaba para evitar a los amigos de lo ajeno. Mientras hacemos las últimas fotos antes de salir por la puerta de salida observo por el rabillo del ojo un par de transeúntes que no tienen pinta de turistas ni de tener una dirección de destino clara. Continúo con mis fotos y uno de ellos se dirige a mí, pone cara de sorpresa mientras lanza algo y se agacha en el suelo escenificando el intento de timo del anillo o la joya en el pavimento. Dicho timo consiste en querer liarte con una baratija supuestamente perdida en la acera para que des dinero o incluso hurtarlo mientras se desarrolla la conversación. Como me sé el percal porque hace años nos quisieron hacer algo parecido en París y además le he cazado el lanzamiento evito bajar la cabeza para no seguirle el juego, ignoro el contacto visual y me marcho a buen paso haciéndome el despistado. Mi acompañante, que ha seguido la escena, me ratifica lo burdo del intento porque se le ha notado a la legua las intenciones y me indica que la cara que se le ha quedado al sujeto ha sido indescriptible y como se ha desarrollado todo tan rápido al compinche ni le ha dado margen a aproximarse.
Para evitar historias nos alejamos y toca ya marchar para la estación y comer. Teniendo en cuenta la ruta que íbamos a seguir había buscado tres sitios como alternativas para parar y degustar una pizza al taglio y, si se terciaba, un buen helado. Las alternativas eran:
. Pizzeria i gemelli - Via Farini, 22 – más cerca de la estación Termini.
. Forno da Milvio - Via dei Serpenti, 7– a medio camino y con asientos y baño.
. Pizzeria Boccaccia - Via Leonina, 73 – a medio camino.
Optamos al final por el Forno da Milvio por aquello de poder sentarnos y tener un baño cerca. Se trata de un local con el tipico mostrador según se entra donde tienen expuestos los productos a la venta y luego al fondo una zona de unas pocas mesas y sillas altas. Dejo a mi acompañante las labores de elección de la pitanza y guardo sitio porque el sitio tiene bastante rotación de gente tanto turistas como locales.

Degustamos una selección de pizzas romanas y lo acompañamos con un burrito del Loco Fresh que se había quedado triste en el fondo de la mochila.
A la hora de hablar de pizzas en Italia tenemos la eterna comparación entre la pizza napolitana y la pizza romana. La masa de ambas se prepara con harina de trigo, agua, levadura y sal. La romana añade un poco de aceite que aumenta su textura crujiente y la base es más fina que la de la napolitana, con una corteza prácticamente inexistente, aparte de que se hornea durante algo más de tiempo para conseguir esa textura crocante.
Las pizzas están realmente buenas por lo que damos por bueno su precio a seis euros por barba todo el conjunto. Además estamos sentados lo que nos permite descansar un tanto del trote de toda la mañana y el plus del baño para calmar ciertas urgencias también se agradece.
No podemos demorarnos más por lo que continuamos Via Cavour, nos hacemos de unos helados de postre para mitigar un poco el calor y piano, piano, llegamos a la estación de Roma Termini. Compramos los billetes y aquí constatamos de nuevo el sinsentido de los horarios de esta línea porque tras éste que sale a las 15:12, luego hay un intercity a las 15:42 que cuesta el triple y el siguiente normal no sale hasta las 15:57 (y el siguiente a las 16:12, quince minutos después que tiene narices, además, llega a Civitavecchia unos minutos antes que el de las 15:57).

Nos falta unos veinte minutos para que parta el tren y nos dirigimos al andén veintitantos desde el cual tenemos que salir. Como comenté en otra etapa la estación es enorme y las distancias otro tanto por lo que andamos, andamos y no vemos el final lo que nos lleva nuestros buenos diez minutos por lo que realmente subimos al vagón con un margen de unos ocho-diez minutos lo que indica que hemos cuadrado los tiempos casi al minuto.
Arranca el tren y vamos diciendo adiós a la capital italiana. Ha sido breve pero intenso, al final hemos cumplido el itinerario previsto y la urbe imperial nos ha cautivado lo suficiente como para decirle un hasta pronto. "Tutte le strade conducono a Roma", que dicen por aquí.
No me resisto por último a referirme al ya gastado palíndromo: romA y amoR: "Roma ni se conoce sin oro, ni se conoce sin amor".
El viaje transcurre sin novedad y llegamos a Civitavecchia. Tutto è bene quel che finisce bene («Bien está lo que bien acaba»), que se dice también por estas tierras. Doy un suspiro de alivio porque justo la semana anterior otros cruceristas relataban que las habían pasado canutas en Termini para llegar al tren (también habían apurado mucho…) porque había una especie de control en la estación y por poco no cogen el tren de vuelta. Por eso, sobre todo en viajes por libre, conviene dejar margen para posibles imprevistos y evitar quedarse en tierra.
Hacemos el camino de vuelta paseando desde la estación ya más tranquilamente y en Via Guglielmo Marconi advertimos la presencia de la estatua de un samurái japonés. ¿Qué pintará aquí en tierras italianas?

La estatua representa a Hasekura Tsunenaga (1571 – 1622), un importante samurái japonés famoso por haber dirigido numerosas embajadas que lo llevaron a dar la vuelta al mundo. En 1615, durante una misión con el objetivo de encontrarse en Roma con el Papa Pablo V, el embajador desembarcó en el puerto de Civitavecchia, donde se quedó unas dos semanas, durante las cuales estrechó lazos con la población local, razón por la que aún hoy Civitavecchia está hermanada con la ciudad japonesa de Ishinomaki.
Desde esta ciudad portuaria nipona tuvo inicio el extraordinario viaje diplomático del samurái. Hasekura Rokuemon Tsunenaga, el 18 de octubre de 1615 desembarcó en Civitavecchia tras un largo periplo iniciado el 28 de octubre de 1613. El 3 de noviembre la delegación japonesa fue finalmente recibida por el Papa en el Vaticano.
Lo curioso de este personaje son los lazos que tiene también con España ya que antes de recalar en Italia pasó por España visitando Sevilla, Madrid y Barcelona y recibiendo el bautismo al abrazar la fe católica , adoptando el nombre de Felipe Francisco de Fachicura.
En el viaje de regreso Hasekura y sus acompañantes volvieron a América en 1619 y navegaron desde Acapulco a Manila y luego hacia el norte en dirección a Japón. Se considera a Hasekura el primer embajador japonés entre América y Europa.
Al recabar información sobre este personaje la verdad es que recuerdo haber leído en su día sobre estos viajes de delegaciones del Imperio del Sol Naciente a nuestras tierras y que en un momento dado no fueron tan infrecuentes. Concretamente en la población sevillana de Coria del Río también hay una estatua homenaje a Hasekura y una pequeña parte de la población tiene ascendencia japonesa proveniente de miembros de la delegación que permanecieron por allí y no regresaron a su país. Historias de la Historia.
Interesados en profundizar sobre este tema y las actividades que se realizan en Coria del Río relacionados con ello: www.turismocoriadelrio.com/#japon
Volvemos al relato. Llegamos a Largo della pace y allí está todo bien organizado con letreros indicando qué autobús lleva a cada crucero por lo que ya es cuestión de subirse, esperar unos minutos y llegar al muelle. Por dar el último dato temporal llegamos al camarote hacia las 17:15 de la tarde, casi diez horas después. Allí nos espera otra muestra del bestiario:

Es preceptivo refrescarse tras la jornada maratoniana de hoy por lo que nos cambiamos y vamos directos a las piscinas donde chapoteamos de lo lindo y nos relajamos en las hamacas y los jacuzzis. Se nota que todavía hay gente que aún no ha regresado o está a otros menesteres porque hay sitio de sobra para ubicarse.
Paradójicamente, hoy un día de gran movimiento en el barco dado que se unen los que embarcan en Civitavecchia como los que van y vienen de las excursiones, principalmente a Roma, está programada la segunda sesión de la semana en el laser tag y no nos la podemos perder pese a que no sabemos cómo nos va a responder nuestro cuerpo serrano por lo que ya llevamos acumulado de la semana y del propio día de hoy.
Dado que el domingo gastamos inutilmente nuestra reserva hoy vamos un poco a la aventura a ver si nos dejan pasar sin reserva o, siguiendo la tónica del viaje, lo de la reserva es un espejismo porque no hay manera de reservar y funciona como el otro día según el orden de llegada.

Como no podía ser de otro modo llegamos al Studio B y hoy, fíjate, sí va la cosa con reserva. El monitor nos comenta que nos quedemos en una fila aparte y si hay hueco entre reservas nos irá metiendo. Va llegando gente, muchos en nuestra misma situación, y por fin podemos acceder a la primera partida. Nosotros vamos al grano pero el resultado final es parecido a partidas anteriores: mi acompañante queda de los primeros y yo ni salgo en la pantalla porque he quedado de los últimos. He notado esta vez que los monitores están más pendientes del juego y a alguno de los participantes les han reprendido por haber incumplido alguna norma por lo que ello ayuda a que haya juego limpio por parte de todos.
Salimos y nos volvemos a poner en la cola. Mientras esperamos que nos vuelva a tocar el monitor que se encarga de los accesos y de chequear las reservas, las menos, se tiene que armar de paciencia cuando le llega gente que quiere participar: unos comiendo, otros en chanclas, otros no sabiendo a lo que vienen, otros que pasaban por allí y al ver una cola se han apuntado…. ¡Qué don de gentes tienen que desplegar para lidiar con tanta contingencia…!
Nos vuelve a tocar y accedemos a la arena pero no de gladiadores. Misma película, mismo resultado…. Esta vez, previendo que va a ser la última partida, por probar otra experiencia, me decanto por ir disparando a los contrincantes siempre por la espalda. Ni por esas…..
Como hoy tampoco hay función en el teatro y ya es la segunda noche seguida apuramos algo más y decidimos recogernos en el camarote para adecentarnos y bajar a la cena. También va a tocar ponerse la tobillera porque me noto el pie raro. Veremos...
De lo que sucedió en la siguiente y caótica etapa será contado a continuación.[/align]