Día 3 (5 de julio): Tskaltubo - Kutaisi
Recogimos el coche con una hora de retraso (estaba previsto para las 9:00 h). El gerente del hotel fue muy amable al ponerse en contacto con ellos para informarnos del porqué del retraso. Sobre las 10:30 emprendemos la marcha con dirección a Tskaltubo, a unos 150 km y unas 3 horas de coche. Nuestro primer contacto con la actividad vial georgiana, que nos dejó claro como iba a ser conducir por Georgia.
Como es imposible ver todos los sanatorios-balnearios, los seleccione siguiendo el criterio del autor de la guía wander-lush.org, donde podéis encontrar toda la información. Nos desplazamos en coche para ahorrar tiempo. Este fue el orden:
a. Spring 6: aquí aparcamos el coche. Este spá está en funcionamiento. Llama la atención su fachada. Y visitamos el hall. Caminando un par de minutos llegamos a nuestra siguiente parada:
b. Baño nº 8, el que tiene la forma de un ovni. Regresamos a recoger el coche y siguiente destino.

c. Café Magnolia. Este no es un spá, pero si un café de la época soviética. Al lado hay otro edificio de la misma época, el Centro de Cultura. Tomamos un par de cafés y una tarta de limón, y aproveché para preguntar a los camareros por las condiciones para visitar los edificios previstos. La información, aunque con algún error, fue bastante útil.

d. Imeriti. Accedimos por un camino de barro lleno de zarzas y ramas. Se veían restos recientes de boñigas de vaca a la entrada. En el centro del hall resuena el eco. A ambos lados, pasillos totalmente oscuros, y de frente unas escaleras. Mi mujer ya había sufrido las primeras picaduras de insectos. No entendía que hacíamos allí. No quería que pasase del hall. Yo no recordaba que era lo interesante del edificio (lo que hay subiendo las escaleras). Así que he de reconocer que no me atreví a continuar con la exploración. Abandoné. Si hubiera estado sólo, habría regresado antes de dejar Tskaltubo. Otra espina clavada en mi viaje a Georgia. Hasta el siguiente destino tenía por delante una intensa labor pedagógica, propagandística o como se quiera llamar, para minimizar el rechazo de mi pareja a estas visitas.

e. Iveria. No se puede ver. Está vallado.
f. Shakhtiur. No encontré la forma de entrar. Tampoco pude dedicar el tiempo que hubiera querido (la “intensa labor” no había sido efectiva en tan breve espacio de tiempo). Otra espina clavada.
g. Metalurgist. Este hay que verlo. Se puede ir en coche hasta la puerta, aunque yo lo dejé a unos 100 mts por desconocimiento. Tal y como había leído, a la puerta del edificio había una mujer (echando una partida al backgamon con un paisano) que cobra entrada. 5 laris por persona. Pero también hacía promociones: 5 laris por pareja. Lo sé porque mi acompañante se negó a entrar, y la mujer, muy amablemente, le ofreció un asiento donde esperarme. A una pareja que entró despues de mí les aplicó el descuento. A mi mujer también le invitó a entrar. Ni con esas. El edificio está habitado, pero se puede visitar sin problemas. Además, la paisana te da unas instrucciones, con gestos, de por donde debes ir.

h. Medea. También se puede llegar hasta la puerta en coche, aunque el camino es bastante tortuoso. Un coche más bajo quizás tendría más dificultades. Seguimos el camino que nos marcó el GPS, pero se puede llegar por otro más accesible, que fue por el que salimos.
Este sanatorio también está habitado. De hecho, uno de sus “inquilinos” estaba haciendo reformas. Después de visitar el Metalurgist me encontraba más animado para explorar, aunque lo bonito de este sanatorio es su fachada, de la que forma parte una bonita columnata. En esta ocasión, ya mi mujer ni siquiera bajó del coche, aunque aguanto estoica mi regreso.

i. Legends Tskaltubo Spa Resort.
Este también está operativo. Y su acceso no es fácil. Si sigues las indicaciones del Google Maps deberías llegar a una un conjunto formado por unas escaleras, garita del guarda y una barrera de acceso para vehículos. Comunicamos al guarda, como pudimos, nuestra intención de visitar el interior del spá, que tiene un pequeño teatro muy bonito, un más pequeño aún museo de restos soviéticos sin criterio y una supuesta habitación donde se acumula el polvo y el olvido, que debió usar Stalin. Un paisanete, que no hablaba inglés, nos hizo de guía. Lo mejor el teatro y el poder caminar por un pasillo blanco de amplios ventanales, jalonado de plantas y objetos curiosos que se encuentra en la parte rehabilitada.

Con esto pusimos fin a Tskaltubo y nos dirijimos a Kutaisi. Nos hospedamos en el Hotel 1887. Todo un acierto. Dimos un breve paseo por la zona centro. Como llovía, entramos entramos a tomar algo. Nuestro primer vino tinto georgiano. La cena enfrente del hotel, en el Story. Muy bueno. Después de cenar, yo di un paseo hasta el Puente Blanco.