ETAPAS
Día 1 - (3 de julio)
Perdimos el vuelo de enlace a Batumi por causa imputable a Turkish Airlines. Ya lo comenté en el apartado VUELOS.
Día 2 (4 de julio): Batumi
El día se nos quedó corto. Tuvimos que ir a descansar al hotel a media tarde a causa del madrugón del día previo. Esta fue la consecuencia de perder el vuelo el primer día. Con buen tiempo, se puede estar otro día más y aprovechar la playa para darse un baño en el Mar Negro (mi primera espina clavada).
Llegada al aeropuerto de Batumi aproximadamente a las 10 horas. Cogimos un coche Yandex, y en un cuarto de hora estábamos en el hotel. Nos instalamos y salimos. Comenzamos por el centro: Europa Square, el reloj astronómico, la Plaza Neptuno, unos mosaicos soviéticos que se encuentran en los edificios que rodean esta plaza, la torre de la antigua Universidad Tecnológica, en la actualidad Casino Empire, la Rustaveli Ave (donde tuvimos que tomar un café ante la intensidad de la lluvia), Piazza Square, St. Nicholas Church (Importante: para visitar las iglesias ortodoxas hay que respetar un código de vestimenta. Las mujeres no pueden ir en pantalón ni con los hombros descubiertos, y tienen que cubrir su cabeza con un velo. Los hombres, a la inversa: cabeza descubierta y pantalón largo. Nosotros llevábamos dos toallas de secado rápido de tamaño suficiente para cubrir las piernas, y un pañuelo. Aunque a la entrada de las iglesias suelen disponer de prendas similares para cumplir con el código. Salvo en esta ocasión, que yo no las vi, y no pude entrar. Tampoco llevábamos nuestras propias prendas. Pero mi mujer sí pudo ver la iglesia, porque había comprado un chubasquero para hacer frente a la lluvia, que le llegaba por debajo de la rodilla y con capucha). Recorrimos el barrio turco, a donde fuimos buscando un local especializado en kinkalis, el Kinkali Ludi, pero estaba cerrado, la mezquita, la Torre del Alfabeto, el faro, las estatuas de Ali y Nino (decepcionantes porque, pese a su altura, parecen insignificantes en el contexto donde se ubican, con la noria, el faro y la Torre del Alfabeto, de mayor tamaño). Continuamos paseando por la playa hasta el Batumi Octopus, un café de la época soviética con mosaicos muy chulo. Diría que imprescindible de ver. Durante todo este recorrido, paramos a comer en una panadería situada en el número 21 de la avenida Rustaveli. Buenísimo, tanto lo dulce como lo salado. Gurian pie (5 laris) y un chocolate buns (3 laris). Esto para dos personas, suficiente. Pero se puede comer más. No es problema.

A causa del cansancio acumulado por el día anterior, decidimos regresar al hotel a descansar (algo que nos gusta hacer con frecuencia, de ahí la importancia de hospedarse en hoteles más o menos céntricos), a donde llegamos a las 17:00. Dormimos unas dos horas y retornamos a la calle. Caminamos por la Zurab Gorgiladze St., atravesando un animado barrio de edificación soviética y con abundantes pequeños comercios. Y arribamos ante ese estrafalario edificio de corte futurista donde se sitúa el Mc Donalds, que tiene de transfondo un decadente y enorme edificio soviético, y está flanqueado por varios rascacielos de reciente construcción. La luz de un día nublado acabó el cuadro. Para mí, de lo mejor de Batumi.

Camino de regreso por la Rustaveli Ave atravesando Nuri Lake. Antes nos detuvimos a contemplar otros dos mosaicos de estilo soviético situados frente al delfinario. El espectáculo de fuentes danzarinas, con música de Ray Charles de fondo (y otro par de canciones que ahora no recuerdo) lo pudimos contemplar tranquilamente sentados en un banco. Y llegamos a la Torre del Alfabeto, a la que subimos. El restaurante es la última parada, (pues hay una parada anterior que es un mirador). El sitio es fantástico, con música en directo (algo muy común en los restaurantes de Georgia de cierto nivel; da igual la ciudad: Batumi, Kutaisi, Gori, Tblisi). El restaurante va girando suavemente sobre el eje de la torre, por lo que las vistas van cambiando. La sensación es curiosa al principio, pues piensas que no has bebido tanto para esto. Hasta que caes en la cuenta.
Menú: una abundante tabla de que quesos georgianos, una ensalada, dos cervezas, un agua y dos raciones de pan.
Y nuestra última parada de la noche iba a ser el Casino Empire, el que tiene una noria incrustada en uno de los laterales del edificio. Una horterada que lo hace fascinante cuando lo ves. Registran tus datos a la entrada y te entregan una tarjeta. No exigen código de vestimenta. Ya en la sala de juegos, tomamos un té y un café, al que nos invitaron, y después de observar un rato la fauna del lugar, nos fuimos para el hotel.



