![]() ![]() El fuerte rojo y los Mogoles ✏️ Diarios de Viajes de India
Eran las 8 de la mañana, y Vieja Dehli estaba más despierta que la Nueva. La Vieja tambien es mil veces más antigua y mil veces más pobre. Fuimos hasta allí para visitar Lal Qila, el fuerte rojo que mandó construir Shah Jahan en 1639, en el...Eran las 8 de la mañana, y Vieja Dehli estaba más despierta que la Nueva. La Vieja tambien es mil veces más antigua y mil veces más pobre. Fuimos hasta allí para visitar Lal Qila, el fuerte rojo que mandó construir Shah Jahan en 1639, en el noroeste de la ciudad que entonces se llamaba Shahjahanabad. Primero desayunamos en un lugar de Vieja Dehli recomendado por la guía. Estaba bueno el sistema porque es de esos en que vas hasta el mostrador y pedís lo que querés. Como por el nombre no entendemos nada, lo que hacemos es pedir cualquier cosa, y siempre, siempre es rico. Yo pido siempre algo del menú vegetariano, a veces con la palabra paneer en el nombre, que es queso. Siempre son cacerolas de cosas en salsas, puede ser de tomate o de otras cosas que no sé qué son, y condimentadas con las más deliciosas especias. Por algo los europeos salieron a buscar otra ruta a la India para importar sus especies! No eran nada boludos. Todo sabe espectacular, todo es delicioso, de todo quiero comer otro plato. Pero en el desayuno en Vieja Dehli tenían otras cosas, como samosas, que son una especie de empanada (masa, relleno, frito) pero con otra forma y rellenos deliciosos que no tengo forma de identificar de qué están hechos. Todo delicioso!! Del desayuno fuimos caminando hasta el Fuerte Rojo. Un área de unos 2 km cuadrados rodeados por una muralla casi inexpungable sobre el Río Yamuna. Lo mandó hacer Shah Jahan, el mismo emperador Mogol que está enterrado en el Taj Mahal junto a su esposa favorita. En el fuerte nos maravillamos con el enorme Diwan-i-Am, el hall de las audiencias públicas, donde el emperador recibía solicitudes de la gente del pueblo. Esas columnas altísimas decoradas una por una con piedras preciosas incrustadas delicadamente para formar flores, los pisos delicadamente decorados que en aquella época estaban completamente tapados por alfombras de seda, son deslumbrantes; hay que imaginarse los cortinados bordados en cada centímetro cuadrado que colgaban elegantemente desde el altísimo techo y las lámparas de hierro forjado iluminando el recinto en base a aceite. Pudimos admirar el trono de mármol, dios mío, ese trono decorado con pájaros, majestuoso, desde el cual el emperador escuchaba las solicitudes de sus súbditos, y que el Museo Británico devolvió en 1909 tras haberlo robado en uno de los saqueos a su colonia. Esta es una foto del techo del trono: Después visitamos el palacio del emperador, una exquisitez hecha completamente en mármol blanco, y el palacio de sus esposas y amantes, que está en frente y cuyo techo todavía está decorado con los espejitos originales; también el palacio de las princesas, cuyas bóvedas internas aún conservan vestigios de las delicadas pinturas que decoraban su cielo, y entramos a la residencia de los músicos de la corte, donde hoy hay un museo. Vimos telas de lo que eran sus vistosas ropas, sus cortinados y sus alfombras, y ejemplos de las armas que usaban. También se conservan muy bien pinturas hechas en la época: retratos de varios emperadores Mogoles y sus familias, todos en vivos colores; pinturas con escenas típicas de la época, como caza de tigres desde lo alto del lomo de los elefantes, bodas reales, batallas, espectáculos de música y trapecistas. Según aprendimos en el Museo Nacional de India, que visitamos el día anterior en Nueva Delhi, los Mogoles eran grandes patronos de las artes, en especial la arquitectura (como lo demuestran estos palacios y las tumbas, de las cuales el Taj Mahal es un ejemplo), y también la escultura, la pintura y la música. Es una gran fortuna que hayan hecho esto, porque la pintura nos abre una ventana a su mundo. Abajo esta Sandino frente al palacio del emperador: Continuamos recorriendo el fuerte, sus majestuosos jardines que eran recorridos en la época por un “río del paraíso”, alimentado por el Río Yamuna, un curso de agua que recorría todos los palacios para refrescarlos en el verano y que también alimentaba los hammams, enormes baños de mármol donde la familia real podía tomar baños de agua caliente. Cuando ya creíamos que nada podía impresionarnos más, llegamos al hall de las audiencias privadas del emperador: Diwan-i-Khas, donde el emperador recibía a los más altos nobles de su Corte, y a los diplomáticos extranjeros. Eso sí que es impresionante. Las columnas de mármol embellecidas con figuras en ámber, jade y oro sostienen una bóveda detalladamente decorada, con una inscripción en persa que dice: “Si existe un paraíso en la faz de la tierra, es éste, oh, es éste, oh, es éste”. Una pena que falta el trono, de mármol y oro con incrustaciones de rubíes, safiros y diamantes; se lo llevaron los persas en su invasión de 1739 y todavía anda por Irán. Me tomé este tiempo para describir el Fuerte Rojo porque gran parte de lo que hemos visto en nuestra primera semana en India son los vestigios, a veces bien conservados, a veces no tanto, del imperio Mogol que gobernó gran parte de la India y todo Paquistán entre 1526 y 1761. El Fuerte de Agra, parecido al Fuerte Rojo, fue el primero que visitamos, después de haber ido al Taj Mahal, y realmente nos dejó completamente asombrados por lo lujoso de sus instalaciones. Decenas de miles de hombres y mujeres trabajaron durante años para poder levantar estos palacios suntuosos, lo cual es una muestra del enorme poder que llegó a tener el emperador Mogol. En Sikandra, cerca de Agra, también visitamos la tumba de Akbar, el más distinguido emperador Mogol, el gobernante más tolerante con la diversidad religiosa en la historia de este imperio, que en lugar de construir una mezquita en su capital, Fathepur Sikri, construyó un lugar de oración para todas las religiones, y que derogó el impuesto para los no-musulmanes, cosa que le costó el rechazo de los líderes islámicos ortodoxos de la época. Su tumba fue la primera en incorporar el mármol blanco a la piedra roja, dando el primer paso en un nuevo estilo arquitectónico funerario que llegaría a su zenit con el Taj Mahal, así que fue muy interesante visitarla. Fuimos a Itmad-ud-Daulah, la tumba de Mirza Ghyath Beg, un miembro importante de la corte de Akbar y más tarde suegro y ministro en jefe del emperador Jahangir. Es muy hermosa y genera mucha tranquilidad, situada como está en medio de grandes y cuidados jardines donde viven alegremente ciervos de cuernos retorcidos, monos y cientos de pájaros. Esta tumba, la primera en ser construida toda en mármol blanco, como más tarde lo sería el Taj Mahal, fue diseñada por la hija de Mirza Beg, que fue la esposa preferida de Jahangir y, dicen, la mujer más poderosa en la historia del imperio Mogol. (No puedo evitar pensar en Fanny en este momento, ja ja). Jahangir la llamaba Nur Jahan (luz del mundo) y dice mi guía que él respetaba mucho su talento y que mandó hacer monedas con su nombre. En el museo vimos monedas y sellos del imperio mogol, y hermosísimas vasijas de cerámica. En la Mezquita de Vieja Dehli, construida por el mismo Shah Jahan que construyó el fuerte rojo cuando decidió instalar su capital aquí, vimos cientos de musulmanes orando y lavándose en la pileta del agua sagrada. (Esto fue bastante desagradable, ya que en la misma agua sucia unos se lavaban las patas, otros los dientes, otros hacían gárgaras y escupían todo de vuelta para la pileta, y todos contentos; eso sí, yo como mujer impura por no ser musulmana tuve que aceptar ponerme un trapo asqueroso que cubriera todo mi cuerpo para poder ingresar a la mesquita). También quedó el conflicto de Cachemira y una competencia con Paquistán, a la que aún no renuncian. A orillas del Yamuna, en Agra, conocimos a un indio que viajaba con su esposa y su hijo para conocer el Taj Mahal. Se puso a hablar de política: “Los paquistaníes tienen complejo de inferioridad porque saben que India es más grande, más poderosa, y que ganará en el largo plazo. India y China suplantarán a Estados Unidos como los países más poderosos del mundo, y Paquistán volverá a ser parte de la India, como debió haber sido siempre”. Un nacionalista indio como pocos, el hombre. La foto de abajo es un detalle de la mezquita de Dehli, la mas grande de India: Debería mencionar que no fue solamente el imperio Mogol el que introdujo el Islam a la India. En realidad, las invasiones de musulmanes provenientes de Asia Central empezaron en el siglo VII, y los musulmanes provenientes de Turquía llegaron a establecer el Sultanato de Dehli, que fue muy poderoso en el mundo islámico de los siglos XIII a XIV. Pero la India Mogol es la que dejó el legado más interesante desde el punto de vista arquitectónico: palacios, fuertes y tumbas que visitamos en Agra, Dehli y ahora Rajastán. Concluyo con una cita de Octavio Paz, pidiéndoles de antemano disculpas porque es mi traducción al español de una traducción al inglés, ya que compré el libro en Estados Unidos y no lo conseguí en su idioma original: “El aspecto más destacable de India, y el que la define, no es político ni económico, sino religioso: la coexistencia del Hinduismo y el Islám. La presencia de la forma más estricta y extrema de monoteísmo junto al politeísmo más rico y más variado es, más que una paradoja histórica, una cicatriz profunda. Entre el Islam y el Hinduísmo no solo hay oposición, sino una incompatibilidad. En uno, la teología es rígida y simple; en la otra, la variedad de doctrinas y sectas induce a una especia de vértigo. Un mínimo de ritos entre los Musulmanes; una proliferación de ceremonias entre los Hindúes. El Hinduismo es una combinación de complicados rituales, mientras que el Islám es una fe clara y simple. (…) Son dos civilizaciones ocupando un único territorio, o son dos religiones nutriendo una única civilización? Imposible de saber. (…) A pesar de que han estado viviendo codo a codo durante siglos, las dos comunidades preservan sus propias identidades separadas; no ha habido fusiòn entre ambas. Sin embargo, muchas cosas las unen: similares costumbres, idiomas, el amor por su tierra, la cocina, la música, el arte popular, la vestimenta, y, para acortar una lista que podría volverse interminable, la historia. Una historia que los une pero que también los separa. Han coexistido, pero ha sido en rivalidad, llenos de sospecha, amenazas y un resentimiento silencioso que ha terminado más de una vez en derramamiento de sangre.” 📊 Estadísticas de Etapa ⭐ 0 (0 Votos)
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