Cuando me desperté, noté que tenía un ojo hinchado, probablemente debido a los nervios acumulados o al ruido de la calle que no me dejó dormir mucho. Fuimos a desayunar y tuvimos nuestro primer encuentro con los estándares de limpieza del país. El comedor estaba ubicado en un hotel cercano y estaba oscuro, bastante sucio y la comida no era apetitosa, así que optamos por no desayunar.
Luego nos dirigimos al coche y comenzamos a entender lo que era el tráfico en India, el país más poblado del mundo. La noche anterior, Shyam nos había dicho: "Aquí en India, para conducir solo se necesita tener buena suerte, buena bocina y buenos frenos", y la realidad no podía ser más cierta. El tráfico indio es un caos organizado, hay mucho de todo: muchos coches, muchas vacas, mucha gente, mucho ruido de bocinas, muchos tuc-tucs, mucha contaminación… ¡India es increíble!
Empezamos el viaje y después de unas tres horas, noté que hacía mucho calor dentro del coche y se lo dije a Miquel. Le pedimos a Dashrath que encendiera el aire acondicionado y descubrimos que algo iba mal. Comenzó a tocar frenéticamente todos los botones del aire acondicionado, cerrándolos y abriéndolos. De repente, lo entendimos todo: ¡Houston, tenemos un problema!
Durante el trayecto, nos detuvimos en dos talleres distintos a pie de carretera y en uno de ellos, Dashrath y un joven comenzaron a hablar en hindi y luego desmontaron todo el salpicadero del coche.
Estábamos asombrados!!!
Después de casi media hora, Dashrath nos hizo subir al coche y, en su spanish-english nos dijo: "Gran problema".
En ese trayecto, pasamos muchísimo calor y, además, llegamos un poco abrumados porque Dashrath abrió las ventanas, lo que nos generó un ruido y aire muy molesto durante todo el camino. Le preguntamos varias veces qué hacer, e incluso dudé en llamar a Shyam, ya que no quería pasar trece días en un coche sin aire acondicionado y con las ventanas abiertas, pero Dashrath no nos contestó. Parece ser que es típico de los indios responder "no pasa nada" cuando tienen un problema y les preguntas. Y esa fue su postura hasta llegar a destino.
Finalmente, llegamos a Mandawa alrededor de las 15:00 horas, sudados, aireados en exceso y muertos de hambre.
Una vez en Mandawa, fuimos directos a nuestro hotel y Dashrath nos dijo que nos instaláramos rápidamente porque nos quería llevar a un restaurante "bueno, bonito y barato" llamado Monikas, donde tendríamos nuestra primera experiencia con comida india auténtica. Aunque no nos encantó, disfrutamos bastante de la experiencia y probamos el delicioso Naan de ajo y queso. Sin embargo, descubrimos que los cocineros indios no siempre entienden lo que queremos decir cuando pedimos "not spicy".
En el restaurante, conocimos a Bahu, que hacia de encargado en el restaurante, también de guia a turistas por Mandawa y que tenía una tienda de souvenirs.
Bahu hablaba español perfectamente y nos contó que había vivido en Cataluña durante varios años hasta que se quedó sin trabajo y tuvo que regresar a India. Incluso conservaba su tarjeta de seguridad social española y su NIE por si algún día regresaba a España.
Como teníamos el problema con el aire acondicionado Dashrath estaba preocupado y nos dejo solos en el restaurante para que conociéramos Mandawa y nos dijo que nos recogería al día siguiente en nuestro hotel a las 9 de la mañana. Bahu se ofreció a ser nuestro guía sin cobrarnos nada, y aunque queríamos ir solos, aceptamos a pesar de nuestras dudas. Luego, ya supimos que es algo muy “típico” que hacen todos los indios para rascarte algo de dinero.
Juntos, recorrimos Mandawa a pie y descubrimos un hermoso y pequeño pueblo muy auténticamente indio. Bahu nos llevó a una tienda de un amigo suyo, donde nos presionaron para comprar unas pinturas caras que no nos gustaron nada. Al final, no compramos nada, pero le dimos a Bahu 700 rupias como agradecimiento por su servicio de guía no contratado.
Después de un largo día, regresamos al hotel exhaustos y sin cenar, directos a la cama.
Luego nos dirigimos al coche y comenzamos a entender lo que era el tráfico en India, el país más poblado del mundo. La noche anterior, Shyam nos había dicho: "Aquí en India, para conducir solo se necesita tener buena suerte, buena bocina y buenos frenos", y la realidad no podía ser más cierta. El tráfico indio es un caos organizado, hay mucho de todo: muchos coches, muchas vacas, mucha gente, mucho ruido de bocinas, muchos tuc-tucs, mucha contaminación… ¡India es increíble!
Empezamos el viaje y después de unas tres horas, noté que hacía mucho calor dentro del coche y se lo dije a Miquel. Le pedimos a Dashrath que encendiera el aire acondicionado y descubrimos que algo iba mal. Comenzó a tocar frenéticamente todos los botones del aire acondicionado, cerrándolos y abriéndolos. De repente, lo entendimos todo: ¡Houston, tenemos un problema!
Durante el trayecto, nos detuvimos en dos talleres distintos a pie de carretera y en uno de ellos, Dashrath y un joven comenzaron a hablar en hindi y luego desmontaron todo el salpicadero del coche.
Estábamos asombrados!!!
Después de casi media hora, Dashrath nos hizo subir al coche y, en su spanish-english nos dijo: "Gran problema".
En ese trayecto, pasamos muchísimo calor y, además, llegamos un poco abrumados porque Dashrath abrió las ventanas, lo que nos generó un ruido y aire muy molesto durante todo el camino. Le preguntamos varias veces qué hacer, e incluso dudé en llamar a Shyam, ya que no quería pasar trece días en un coche sin aire acondicionado y con las ventanas abiertas, pero Dashrath no nos contestó. Parece ser que es típico de los indios responder "no pasa nada" cuando tienen un problema y les preguntas. Y esa fue su postura hasta llegar a destino.
Finalmente, llegamos a Mandawa alrededor de las 15:00 horas, sudados, aireados en exceso y muertos de hambre.
Una vez en Mandawa, fuimos directos a nuestro hotel y Dashrath nos dijo que nos instaláramos rápidamente porque nos quería llevar a un restaurante "bueno, bonito y barato" llamado Monikas, donde tendríamos nuestra primera experiencia con comida india auténtica. Aunque no nos encantó, disfrutamos bastante de la experiencia y probamos el delicioso Naan de ajo y queso. Sin embargo, descubrimos que los cocineros indios no siempre entienden lo que queremos decir cuando pedimos "not spicy".
En el restaurante, conocimos a Bahu, que hacia de encargado en el restaurante, también de guia a turistas por Mandawa y que tenía una tienda de souvenirs.
Bahu hablaba español perfectamente y nos contó que había vivido en Cataluña durante varios años hasta que se quedó sin trabajo y tuvo que regresar a India. Incluso conservaba su tarjeta de seguridad social española y su NIE por si algún día regresaba a España.
Como teníamos el problema con el aire acondicionado Dashrath estaba preocupado y nos dejo solos en el restaurante para que conociéramos Mandawa y nos dijo que nos recogería al día siguiente en nuestro hotel a las 9 de la mañana. Bahu se ofreció a ser nuestro guía sin cobrarnos nada, y aunque queríamos ir solos, aceptamos a pesar de nuestras dudas. Luego, ya supimos que es algo muy “típico” que hacen todos los indios para rascarte algo de dinero.
Juntos, recorrimos Mandawa a pie y descubrimos un hermoso y pequeño pueblo muy auténticamente indio. Bahu nos llevó a una tienda de un amigo suyo, donde nos presionaron para comprar unas pinturas caras que no nos gustaron nada. Al final, no compramos nada, pero le dimos a Bahu 700 rupias como agradecimiento por su servicio de guía no contratado.
Después de un largo día, regresamos al hotel exhaustos y sin cenar, directos a la cama.