Hace un día soleado y fantástico. El paisaje es verde intenso y salpicado de flores de brillantes colores rosados y lilas. Nos dicen que tendremos suerte esta noche, con la temperatura y la visibilidad.

Hemos llegado al pueblo de Honningsvag, Todo gira en torno al turismo y al puerto. Hay unos cuantos hoteles y nosotros nos alojamos en el www.rica-hotels.com/ ...ag/?lcn=en normalito y junto al puerto.

Hay un grupo de españoles y muchos italianos.
- No os extrañe si os ofrecen trabajo - nos comenta un conductor de autobús- Aquí nadie quiere vivir; el invierno es durísimo y deprimente y sólo los polacos son capaces de soportarlo. Los salarios son muy altos pero parece ser que no compensa.

En este puerto atraca el Hurtigruten, el barco crucero que bordea toda la costa noruega y que es considerado uno de los viajes más bellos del mundo. Hay un aparcamiento de autocares que esperan el desembarco de los viajeros para acercarlos hasta el Cabo Norte. No coincidimos con ellos.
El pueblo en sí no tiene nada digno de mencionar. Hay tiendas para comprar recuerdos y el famoso bar de hielo Artico Icebar al cual no entramos porque costaba unos 15€ por persona y no tenía muy buenas referencias. Donde sí entramos fue en un supermercado a comprar pan y bebida para acompañar la cena (bendito embutido que me traje en la maleta).

Nos comimos los bocatas en la ladera de la colina y a nuestro lado estaban unos italianos que habían venido en moto desde Milán, eran 6 y llevaban una furgoneta "escoba" con las maletas. Mi marido les dijo que eso era hacer trampa. También hablamos con dos chicos que venían en bici desde Estocolmo, estos sí con alforjas y tiendas de campaña (hay que ser valiente).
Sobre las 9 de la noche hemos quedado con el grupo para que nos lleven a Norkapp.
Estamos en una isla pero unida al continente por un túnel de peaje, con lo cual se considera el punto más al norte de Europa al que se puede llegar por carretera. Recientes mediciones han determinado que el norte de Europa está a pocos kilómetros de aquí, en Knivskjellodden y Kinnarodden que están unos grados más al norte, aunque desde este acantilado es mucho mejor el panorama.

El centro de visitantes es un enorme edificio, feísimo, que es como un parque temático con cine, cafetería, tiendas y una estafeta de correos donde puedes enviar postales con el matasellos especial de este lugar.
Como no hace demasiado frío nos vamos a dar una vuelta por los alrededores. Es un paisaje de soledad absoluta pero que te transmite una sensación extraña, entre vitalidad y relajación, no sabría definirla.

Estamos frente al Océano Artico y entre nosotros y el polo Norte solo se interpone el archipiélago de Svalbard, Spitsbergen, la tierra de los osos polares, donde es obligatorio llevar un arma si te alejas del pueblo.
Es casi media noche y vamos a hacer la foto de rigor con el reloj y el sol por encima del horizonte. No la subo porque salió movida.

Hemos dejado nuestras montañitas de piedras para pedir protección a los dioses. Este es otro de los ritos ancestrales de los humanos de todo el mundo que aún se conservan.

Foto del amigo napolitano haciendo el capullo.
Nos hemos acostado muy tarde y mañana partiremos hacia la Laponia finlandesa.