Este día era uno de los platos fuertes del viaje. Hoy nos tocaría ver dos maravillas de la naturaleza.
Debíamos estar a las 5:30 h en el mirador. Habíamos leído que uno de los mejores amaneceres se veía en el Mather Point. La verdad es que fue espectacular. No hay palabras que pueden describir esta inmensidad ni fotos que lo reflejan…
Después nos fuimos a desayunar a un mexicano. Las niñas con buffet libre. El sitio se llamaba “Plaza Bonita”. Tenían unas sillas y mesas chulísimas y en la puerta un cartel que no se debía entrar con armas !?!?!
Una vez que teníamos la panza llena, nos fuimos al hotel para hacer el check-out, recoger nuestras maletas e irnos para el aeropuerto.
Llegamos con casi una hora de adelanto. Primero les tocó a nuestros amigos y después a nosotros. ¡Qué nervios! Nuestra primera vez en un helicóptero. Estuvimos sentados atrás los cuatro y delante, nos tocó otra pareja. Te ponen el cinturón, los cascos y pá arriba. Es un poco sensación montaña rusa cuando arranca. Primero sobrevolamos la carretera, las vías del tren, el bosquecillo hasta que se abre ante nosotros el espectáculo de la naturaleza llamado Grand Canyon. Impresionante. Se ve perfectamente el río Colorado. El viaje era de una media hora y da mucha pena cuando se termina. Pero vamos, subidón total. Antes de subir te hacen una foto y evidentemente la pillamos las dos familias. ¡Menudo recuerdo!
Después fuimos nuevamente al Parque para ver los diferentes miradores:
Nos paramos en el Grandview Point. Muy chulo. Luego seguimos hasta el mirador de Desert View, donde se encuentra la torre vigía de los indios Anasazi. No entramos a visitarla. Compramos en el supermercado pan y jamón para hacernos unos sándwiches y allí mismo hicimos nuestro picnic. Nos supo muy rico.
Seguimos hacia Monument Valley. Nos quedaron por recorrer unas 2 horas y media largas para llegar a las tierras de los Navajos. Cambiamos de estado, de Arizona a Utah.
En el camino se ven infinidad de paisaje diferentes. Y también se ve cómo viven los indios Navajos. El resto del viaje tuvimos mucha coña con lo de los Navajos haciendo autostop.
A Monument Valley se llega desde Kayenta por la carretera 163 y a unos 20-30 min de esta ciudad ya se empieza a ver un poco estos característicos monolitos.
Luego a la derecha de la carretera se tiene el desvío para la entrada a este parque (para ver los monolitos más chulos hay que entrar en el parque porque desde la carretera no se ven); a 4 millas por ese desvío está la garita de entrada donde se paga al navajo de turno y allí mismo dan un mapa con una pequeña información en inglés.
Al pasar la garita de pago se sigue recto y encontramos un aparcamiento y allí hay un edificio que es el Hotel The View así como un restaurante y tienda grande de souvenirs (teóricamente un centro de información).
Lo que hay que ver en MV son estos famosos monolitos y se ven haciendo un circuito con el coche por una carretera sin asfaltar que sale de este aparcamiento. El mapa que te dan en la entrada es muy escueto, pero te indica el recorrido con los nombres de los distintos monolitos. Y como en Monument Valley es una hora más, pues nos apuramos a empezar el tour ya estaba recomendado ver la puesta de sol desde el Hotel The View a las 20:30 h y no íbamos bien de tiempo.
Nos gustó mucho el tour aunque no vimos ni la mitad. Montamos nuestro pequeño “Manolito”. Cada uno montó una piedra encima de la del anterior deseando un deseo. Muy cuqui y espiritual. Así que, allí hemos dejado nuestro legado….
Después a mi chico le dio por hacer un poco el cabra con el coche (probando los frenos) por la arena, subimos al Hotel The View. Lamentablemente había nubes y el espectáculo que nos esperamos, pues no se produjo. Una lástima.
Nos quedaba otra media hora hasta Mexican Hat, donde estaba nuestro hotel/restaurante, Mexican Hat Lodge/Swinging Steak. Llegamos de noche por lo que no vimos el paisaje. Subimos las maletas a las habitaciones, muy chulas por cierto y nos bajamos a cenar.
De este sitio habían hablado muy bien en los foros y nos esperamos la super cena. No fue así. La camarera sin esforzarse, el indio/mexicano en el fuego con pocas ganas, los precios desorbitados para el sitio que es y la presentación de la comida mala. Nuestro T-Bone era muy bueno, pero claro, con éstos precios habíamos pedido poco y al final nos quedó mal sabor de boca y a mi que lo había organizado, una decepción.
Dormimos muy bien esta noche. Ya teníamos ganas de cama después de la paliza del día.