Esta mañana nos acercamos a Godollo, a unos 30km de Budapest para ver el palacio de la reina Isabel de Hungría, Sisi. La archiconocida emperatriz de Austria fue una ferviente defensora de los derechos de los húngaros y pasó grandes temporadas en este país donde se sentía mucho más agusto y libre que en la rígida corte vienesa. En agradecimiento el pueblo húngaro le regaló este palacio.
Dejamos el coche en el párking (500florin/3horas –2€) y compramos las entradas en la taquilla. Nos decidimos por la entrada libre, sin guía (4000florines/15,50€). Es un palacio pequeño que alberga muy pocos objetos originales, la mayor parte de la exposición son salas semi-vacías. No permiten hacer fotos en el interior. Los jardines son bonitos, pero nada espectacular en plan Versalles. Yo creo que quizá fue un poco caro para lo que ofrecen, pero de todas maneras tampoco me gustaría haberme quedado sin verlo. En la planta baja, junto a la tienda de recuerdos, te ofrecen la posibilidad de retratarte ataviado con ropa de época. No lo hacemos porque los vestidos no estaban muy conseguidos, más bien tenían cierto aire carnavalesco y también porque el precio, unos 25€ por una foto, nos parece un atraco a mano armada.
Finalizada la visita volvemos al camping para comer.
Una de las cosas que más me apetecía visitar en Budapest es el museo de las estatuas comunistas, Memento Park, un recinto al aire libre donde han ido a parar las estatuas de esa época retiradas de todo el país. Preguntamos en la recepción del cámping como ir, pues está bastante alejado. Nos apuntan la calle que metemos en el GPS y cuando llegamos, allí no hay nada de nada, además es una zona con pinta de conflictiva. Damos varias vueltas por aquella zona, preguntamos a los únicos transeúntes que nos cruzamos (prostitutas aparte) y nos dicen que nunca oyeron hablar de tal sitio. No nos hace mucha gracia esta parte de la ciudad así que nos vamos por donde vinimos sin haber encontrado el museo. Me fastidió mucho tener que renunciar a esta visita y encima me sentí idiota porque pese a tener todos los medios a nuestro alcance fuimos incapaces de hacer algo tan simple como encontrar una dirección, fue frustrante.
Al final sucumbimos a la vorágine consumista y dedicamos parte de la tarde a comprar en las tiendas de souvenirs objetos, inutiles la mayoria, para llevar a nuestras familias. Por si a alguien le interesa, el mercadillo que está junto al palacio real un poco antes del Bastión de los Pescadores tiene exactamente las mismas cosas que las miles de tiendas del centro y es notablemente más barato que aquellas.
Seguimos paseando y contemplamos por última vez las calles de Budapest. Después de cenar volvemos al paseo del río para ver los edificios iluminados; el puente de las cadenas, el palacio real, el parlamento...
Ohhh nuestras horas en esta preciosa capital llegan a su fin, que pena!
Dejamos el coche en el párking (500florin/3horas –2€) y compramos las entradas en la taquilla. Nos decidimos por la entrada libre, sin guía (4000florines/15,50€). Es un palacio pequeño que alberga muy pocos objetos originales, la mayor parte de la exposición son salas semi-vacías. No permiten hacer fotos en el interior. Los jardines son bonitos, pero nada espectacular en plan Versalles. Yo creo que quizá fue un poco caro para lo que ofrecen, pero de todas maneras tampoco me gustaría haberme quedado sin verlo. En la planta baja, junto a la tienda de recuerdos, te ofrecen la posibilidad de retratarte ataviado con ropa de época. No lo hacemos porque los vestidos no estaban muy conseguidos, más bien tenían cierto aire carnavalesco y también porque el precio, unos 25€ por una foto, nos parece un atraco a mano armada.
Finalizada la visita volvemos al camping para comer.
Una de las cosas que más me apetecía visitar en Budapest es el museo de las estatuas comunistas, Memento Park, un recinto al aire libre donde han ido a parar las estatuas de esa época retiradas de todo el país. Preguntamos en la recepción del cámping como ir, pues está bastante alejado. Nos apuntan la calle que metemos en el GPS y cuando llegamos, allí no hay nada de nada, además es una zona con pinta de conflictiva. Damos varias vueltas por aquella zona, preguntamos a los únicos transeúntes que nos cruzamos (prostitutas aparte) y nos dicen que nunca oyeron hablar de tal sitio. No nos hace mucha gracia esta parte de la ciudad así que nos vamos por donde vinimos sin haber encontrado el museo. Me fastidió mucho tener que renunciar a esta visita y encima me sentí idiota porque pese a tener todos los medios a nuestro alcance fuimos incapaces de hacer algo tan simple como encontrar una dirección, fue frustrante.
Al final sucumbimos a la vorágine consumista y dedicamos parte de la tarde a comprar en las tiendas de souvenirs objetos, inutiles la mayoria, para llevar a nuestras familias. Por si a alguien le interesa, el mercadillo que está junto al palacio real un poco antes del Bastión de los Pescadores tiene exactamente las mismas cosas que las miles de tiendas del centro y es notablemente más barato que aquellas.
Seguimos paseando y contemplamos por última vez las calles de Budapest. Después de cenar volvemos al paseo del río para ver los edificios iluminados; el puente de las cadenas, el palacio real, el parlamento...
Ohhh nuestras horas en esta preciosa capital llegan a su fin, que pena!