Salimos en dirección Toulouse por autopista hasta Narbona son 17,70€ de peaje. En Narbona nos dirigimos al Casino (el mismo que a la ida) para llenar el depósito (1,38€/l) y desde allí seguimos por la carretera general en dirección Toulouse. La carretera está muy bien, pero es mucho más lenta que la autopista.
Entramos en Toulouse sobre las 16.30h y llegamos bastante rápido al Hotel B&B (39€). La habitación está bien, pero tiene ¡cómo no! un problema de ruido. El extractor de aire del baño hace un ruido insoportable, tan alto que no deja de oirse ni con la puerta de éste cerrada. Bajo a recepción, cuando se lo cuento a la chica no me deja ni acabar, es la misma queja que le plantea todo el mundo y, según me explica, no está en su mano hacer nada ya que es una normativa de seguridad de prevención de incendios. Le suelto un rollo enorme: que si llevamos muchos días de viaje, que mañana nos esperan horas y horas conduciendo para llegar a casa, que necesitamos descansar para estar frescos al volante y no pegarnos un hostión... Le debo de dar pena y me revela un truco: taponar el extractor con una toalla. También me dice que en caso de incendio ella no me ha contado nada. La verdad es que esto fue mano de santo.
Aprovecho y le pregunto también para llegar al centro. Se coge un autobús cerca del hotel que te lleva hasta la parada del metro Basso-Cambo y de allí la línea roja hasta el centro. El billete lo compramos en el bus y sirve también para el metro (1,6€). Todo el centro de Toulouse está en obras y es una pena porque es una ciudad muy bonita de la que no pudimos disfrutar.
Pues eso, entre que todo está polvoriento y el calor que hace, unos 38ºC, no es muy agradable pasear por la ciudad. De nuevo Oranginas para calmar la sed, después visitamos S. Sernin, obra maestra del románico, los Jacobinos y damos un paseo a orillas del Garona.
Nos acercamos hasta la Catedral, pero estamos muy cansados para seguir con la visita, y lo dicho, las obras molestaban bastante a la hora de caminar y además se nos está echando el tiempo encima.
Volvemos a coger el metro hasta la parada de autobús y allí tenemos que esperar un rato a que llegue el último, a las 21h. Un chico empieza hablar con nosotros, es de Marruecos, nos invita a comernos con él unos dátiles, pasamos el rato charlando hasta que llega el autobus y nos despedirnos.
Cuando llegamos al hotel estamos rendidos, cenamos y caemos redondos.
Entramos en Toulouse sobre las 16.30h y llegamos bastante rápido al Hotel B&B (39€). La habitación está bien, pero tiene ¡cómo no! un problema de ruido. El extractor de aire del baño hace un ruido insoportable, tan alto que no deja de oirse ni con la puerta de éste cerrada. Bajo a recepción, cuando se lo cuento a la chica no me deja ni acabar, es la misma queja que le plantea todo el mundo y, según me explica, no está en su mano hacer nada ya que es una normativa de seguridad de prevención de incendios. Le suelto un rollo enorme: que si llevamos muchos días de viaje, que mañana nos esperan horas y horas conduciendo para llegar a casa, que necesitamos descansar para estar frescos al volante y no pegarnos un hostión... Le debo de dar pena y me revela un truco: taponar el extractor con una toalla. También me dice que en caso de incendio ella no me ha contado nada. La verdad es que esto fue mano de santo.
Aprovecho y le pregunto también para llegar al centro. Se coge un autobús cerca del hotel que te lleva hasta la parada del metro Basso-Cambo y de allí la línea roja hasta el centro. El billete lo compramos en el bus y sirve también para el metro (1,6€). Todo el centro de Toulouse está en obras y es una pena porque es una ciudad muy bonita de la que no pudimos disfrutar.
Pues eso, entre que todo está polvoriento y el calor que hace, unos 38ºC, no es muy agradable pasear por la ciudad. De nuevo Oranginas para calmar la sed, después visitamos S. Sernin, obra maestra del románico, los Jacobinos y damos un paseo a orillas del Garona.
Nos acercamos hasta la Catedral, pero estamos muy cansados para seguir con la visita, y lo dicho, las obras molestaban bastante a la hora de caminar y además se nos está echando el tiempo encima.
Volvemos a coger el metro hasta la parada de autobús y allí tenemos que esperar un rato a que llegue el último, a las 21h. Un chico empieza hablar con nosotros, es de Marruecos, nos invita a comernos con él unos dátiles, pasamos el rato charlando hasta que llega el autobus y nos despedirnos.
Cuando llegamos al hotel estamos rendidos, cenamos y caemos redondos.