En la Hostería de Anita nos confirman que para el día siguiente no tenemos plaza, por lo tanto empezamos la mañana buscando donde pasar la noche del sábado. Miramos en varios hoteles por los alrededores y al final nos decidimos por el Casa Mama Cuzco, que está justo enfrente. Dejamos hecha la reserva.
Hoy queremos ir a las ruinas cercanas a Cuzco, cuya entrada está incluida en el boleto turístico. Vamos a la Plaza de Armas y después de regatear con varios taxistas concertamos el viaje a Tambomachay por 18 soles por la subida, ya que una vez arriba, el camino de vuelta lo queremos hacer a pie.
Tambomachay se cree que era un lugar de descanso destinado al Inca. Todavía pueden apreciarse una serie canales y varias cascadas de agua que discurren por entre las rocas. Lo sorprendente de esto es que de una cascada principal, los Incas crearon dos cascadas secundarias, las cuales son exactamente iguales.
Seguimos hacia Puca- Pucará, la fortaleza roja, que está justo enfrente y aunque la entrada está incluida en el boleto turístico el acceso es libre, pues no hay taquilla. Es un pequeño conjunto fortificado, muestra de la arquitectura militar incaica, recorreremos sus andenes y terrazas superpuestas.
Para llegar a la siguiente visita, Kenko (laberinto), seguimos la carretera durante unos 3 km, menos mal que es todo cuesta abajo. En Kenko, importante santuario consagrado al culto del puma, es de particular interés su anfiteatro de forma semi-circular y sus galerías subterráneas.
Descendemos otro kilómetro y llegamos a Sacsahuaman, monumental fortaleza y santuario. Sólo la panorámica que se disfruta desde este emplazamiento, avistando todo Cuzco y las montañas que lo rodean ya merece la pena, pero lo que nos deja sin palabras es la triple muralla en zigzag compuesta por colosales piedras, algunas de más de 10 toneladas, con un perfecto ajuste entre ellas. Desgraciadamente gran parte de la construcción fue expoliada para llevarse las piedras y levantar iglesias y viviendas en Cuzco, pero aún así el tamaño descomunal de sus muros megalíticos deja sin palabras a cualquier visitante, es la mayor obra arquitectónica que realizaron los incas durante su apogeo.
Pasamos casi 2 horas recorriendo las ruinas. El sol aprieta que da gusto, compramos bebidas a la salida y descendemos la escalinata que nos lleva hasta Cuzco.
Comemos en un restaurante en la Calle Plateros, 2 menús turísticos compuestos ensaladas, rocoto y lomito saltado, postre y la inevitable bebida caliente (20 soles).
A continuación visitamos el Coricancha, el templo del Sol, y el monasterio de Santo Domingo que los españoles construyeron encima después de saquear y devastar el templo.
También entramos en el museo arqueológico que es subterráneo, está debajo de los cimientos del Coricancha, es un poco pobre para lo que podría ser.
Después vemos el museo de Arte Popular, curioso pero bastante descuidado.
Otra vez se me vuelve a sublevar el estómago, tengo que ir a la farmacia a comprar algo que funcione o me voy a deshidratar, me dan unas pastillas especiales para la “diarrea del viajero”, me hacen efecto relativamente pronto y se me corta el problema.
A continuación vamos al Museo Histórico Regional, ubicado en la casa natal del Inca Garcilaso de la Vega. Es el museo que más me gusta de los que visité en Perú, recorrer su interior es como volver a otra época para conocer la vida cotidiana de una adinerada familia mestiza del Cuzco. El museo posee además una importante colección de pinturas de la Escuela Cusqueña. Ya está oscureciendo, no me encuentro con fuerzas para ir al otro museo que nos interesaba, el Centro de Arte Nativo para ver las danzas folclóricas, así que pasamos por el super para abastecernos de Aquarius antes de ir al hotel. Cuando llegamos contratamos la excursión del Valle Sagrado para mañana (84 soles) y también nos hacen la reserva de la noche en Aguas Calientes, en el Hotel Chaska (105 soles).
Hoy queremos ir a las ruinas cercanas a Cuzco, cuya entrada está incluida en el boleto turístico. Vamos a la Plaza de Armas y después de regatear con varios taxistas concertamos el viaje a Tambomachay por 18 soles por la subida, ya que una vez arriba, el camino de vuelta lo queremos hacer a pie.
Tambomachay se cree que era un lugar de descanso destinado al Inca. Todavía pueden apreciarse una serie canales y varias cascadas de agua que discurren por entre las rocas. Lo sorprendente de esto es que de una cascada principal, los Incas crearon dos cascadas secundarias, las cuales son exactamente iguales.
Seguimos hacia Puca- Pucará, la fortaleza roja, que está justo enfrente y aunque la entrada está incluida en el boleto turístico el acceso es libre, pues no hay taquilla. Es un pequeño conjunto fortificado, muestra de la arquitectura militar incaica, recorreremos sus andenes y terrazas superpuestas.
Para llegar a la siguiente visita, Kenko (laberinto), seguimos la carretera durante unos 3 km, menos mal que es todo cuesta abajo. En Kenko, importante santuario consagrado al culto del puma, es de particular interés su anfiteatro de forma semi-circular y sus galerías subterráneas.
Descendemos otro kilómetro y llegamos a Sacsahuaman, monumental fortaleza y santuario. Sólo la panorámica que se disfruta desde este emplazamiento, avistando todo Cuzco y las montañas que lo rodean ya merece la pena, pero lo que nos deja sin palabras es la triple muralla en zigzag compuesta por colosales piedras, algunas de más de 10 toneladas, con un perfecto ajuste entre ellas. Desgraciadamente gran parte de la construcción fue expoliada para llevarse las piedras y levantar iglesias y viviendas en Cuzco, pero aún así el tamaño descomunal de sus muros megalíticos deja sin palabras a cualquier visitante, es la mayor obra arquitectónica que realizaron los incas durante su apogeo.
Pasamos casi 2 horas recorriendo las ruinas. El sol aprieta que da gusto, compramos bebidas a la salida y descendemos la escalinata que nos lleva hasta Cuzco.
Comemos en un restaurante en la Calle Plateros, 2 menús turísticos compuestos ensaladas, rocoto y lomito saltado, postre y la inevitable bebida caliente (20 soles).
A continuación visitamos el Coricancha, el templo del Sol, y el monasterio de Santo Domingo que los españoles construyeron encima después de saquear y devastar el templo.
También entramos en el museo arqueológico que es subterráneo, está debajo de los cimientos del Coricancha, es un poco pobre para lo que podría ser.
Después vemos el museo de Arte Popular, curioso pero bastante descuidado.
Otra vez se me vuelve a sublevar el estómago, tengo que ir a la farmacia a comprar algo que funcione o me voy a deshidratar, me dan unas pastillas especiales para la “diarrea del viajero”, me hacen efecto relativamente pronto y se me corta el problema.
A continuación vamos al Museo Histórico Regional, ubicado en la casa natal del Inca Garcilaso de la Vega. Es el museo que más me gusta de los que visité en Perú, recorrer su interior es como volver a otra época para conocer la vida cotidiana de una adinerada familia mestiza del Cuzco. El museo posee además una importante colección de pinturas de la Escuela Cusqueña. Ya está oscureciendo, no me encuentro con fuerzas para ir al otro museo que nos interesaba, el Centro de Arte Nativo para ver las danzas folclóricas, así que pasamos por el super para abastecernos de Aquarius antes de ir al hotel. Cuando llegamos contratamos la excursión del Valle Sagrado para mañana (84 soles) y también nos hacen la reserva de la noche en Aguas Calientes, en el Hotel Chaska (105 soles).