A la mañana siguiente tenía reservado un curso de cocina con Cam Thanh Eco Tours. Hay muchísimas opciones para hacer una clase de cocina en Hoi An, yo elegí ésta en base a las opiniones de TA y al menú que ofrecían, pero seguro que hay muchas otras que están también muy bien. La mayoría de los tours ofrecen primero una visita al mercado local, y luego un paseo por el río para llegar al restaurante. Yo buscaba alguna clase que incluyera también paseo en uno de los “barcos coco” tan típicos de los pescadores de la zona, y que no tuviera grupos muy grandes. Cam Thanh me ofrecía todo eso a buen precio (600,000D) y la experiencia me encantó.
Pescadería en el mercado local de Hoi An
Paseo en barco coco
Hanh, la dueña de la empresa y cocinera, me recogió en un taxi en el hotel a las 8 de la mañana y de allí fuimos a buscar a una pareja de australianos que pasaría el día con nosotros. Desde su hotel fuimos al mercado, donde recogimos a dos chicas coreanas (sólo seríamos 5 personas en la clase) y donde Hanh nos enseñó las distintas hierbas que se usan en la cocina vietnamita, las frutas, los pescados, la carne… Impresiona ver cómo tienen la carne así al aire, sin refrigeración y sin poder evitar las moscas. Nos decía que no necesitan refrigeración porque la carne es fresquísima: matan al animal por la mañana a primera hora, lo llevan al mercado, y lo que no se haya vendido al final del día se ofrece rebajado a los restaurantes, para que luego nos lo comamos los turistas (esto lo decía medio riéndose pero yo creo que algo de razón llevaba). Con la compra ya hecha, lo siguiente era montarnos en un barquito para que nos llevara a la isla donde Hanh tiene su casa-restaurante. Por el camino nos iba preguntando mil cosas, es increíble la curiosidad que tenía por todo. Yo también aproveché para preguntarle cosas, por ejemplo por qué iba tan tapada con el calor que hacía, y me decía que claro que tenía mucho calor, pero que a los hombres vietnamitas no les gustan las mujeres morenas, y que tiene que taparse para evitar que le dé el sol porque si no no estaría guapa. Cosas culturales… en fin. El barquito nos acercó a la isla y allí nos montamos en el barco coco para hacer el último tramo. Son unos barcos que más bien parecen cáscaras de nuez (o cocos!), donde te montas con un “barquero” que va dando paladas. Una experiencia interesante que había que probar. Después llegaba el turno de la cocina. Nuestro menú consistía en rollitos de gambas y cerdo envueltos en hojas de lechuga con su correspondiente salsa de chili para mojar, rollitos fritos, ban xeo o tortita vietnamita, y ternera salteada. Ella iba o bien diciéndote cómo hacerlo (en las cosas fáciles como la salsa de chili) o bien haciendo el primero (por ejemplo rollito) para luego hacer tú el resto. Al final, pusimos todo lo que habíamos hecho en común y nos sentamos a comer. Fue una de las mejores comidas de todo el viaje, sencillamente impresionante. Recetas muy sencillas, con ingredientes muy frescos y que se preparaban en muy poco tiempo. Al final nos dio una copia de las recetas en papel, para hacerlas en casa. Todavía no he probado a hacerlas, pero algún día lo intentaré (y por supuesto no quedarán igual!!).
Hahn en modo demostración
El resultado: todo un festín
Con el estómago muy lleno nos despedimos de Hahn y un taxi nos llevó de nuevo al centro de Hoi An. Yo aproveché para dar una vuelta por el centro y verlo con luz de día, porque el día anterior ya era casi de noche cuando llegué. Otra de las cosas que me hubiera gustado muchísimo hacer en Hoi An era un taller de fotografía. Es una ciudad tremendamente fotogénica y hay dos empresas que organizan salidas con un fotógrafo profesional. Ambas tienen muy buenas opiniones en TA y me puse en contacto con ellas antes de ir para reservar plaza, pero con tan mala suerte que ninguna de las dos estaba disponible en los días que estaba yo en Hoi An. Me dio mucha rabia, pero qué le vamos a hacer. Tuve que conformarme con hacer fotos por mi cuenta:
Centro histórico de Hoi An
Paseé, monté en bici, bebí batidos e hice muchísimas fotos. Me encantaba Hoi An! Quizás la cantidad de gente que hay y las demasiadas tiendas de souvenirs le restan un poco de encanto, pero aun así es una ciudad muy tranquila, sin coches ni motos en el centro histórico, que invita a pasear y relajarse. Cuando ya se hacía de noche volvía al hotel, ya que mi marido estaba a punto de aterrizar en Danang. Habíamos contratado de nuevo el transfer del hotel para él, así que le esperé en la habitación y esa noche cenamos take away de un restaurante que había junto al hotel llamado Gia Loc (85,000D para los dos, muy barato, casero y rico!).