![]() ![]() Vuelta completa a Islandia en autocaravana ✏️ Blogs de Islandia
Aventura alrededor de Islandia durante 12 días en autocaravana.Autor: Mon77 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (53 Votos) Índice del Diario: Vuelta completa a Islandia en autocaravana
Total comentarios: 64 Visualizar todos los comentarios
Etapas 1 a 3, total 13
Hola a todos,
es obvio que abundan los diarios sobre este destino tan en auge en los últimos años (bueno, y casi sobre cualquiera, el mundo se está haciendo pequeño), pero sé que la duda de si autocaravana sí o autocaravana no (y cómo es el viaje en el caso de decidir que sí) asalta a muchos viajeros que se plantean este destino, así que espero aportar mi granito de arena para que puedan tomar una decisión con más fundamento. Y, de paso, si consigo que paséis un rato entretenido mirando las fotos y riéndoos con las anécdotas del viaje, pues mucho mejor. Lo primero de todo: ¿por qué Islandia? Básicamente fueron tres los factores que pesaron a la hora de elegir este país: -Por una parte, diversas circunstancias personales hacían que este año solo pudiéramos irnos un máximo de 12 días de viaje. Por lo tanto necesitábamos un destino que no implicara un viaje de avión muy largo si queríamos aprovechar los días al máximo. -Por otra parte, buscábamos algo radicalmente diferente a lo que habíamos hecho años anteriores. Yo siempre digo que el secreto del éxito de un viaje está precisamente en que sea diferente al último realizado. El problema es que nuestra cabeza muchas veces intenta buscar en un viaje lo mismo que has hecho o visto en el anterior... con lo cual, si los viajes son parecidos, mal asunto como la cosa no sea mucho mejor. El truco para superar esto es buscar algo totalmente opuesto. Además, teníamos el problema de que nuestro gran viaje del 2013 a Hawaii había sido de lo más completo: volcanes, lava, paisajes, naturaleza, playa, snorkeling, tortugas, delfines, avioneta, barco,... De modo que nos preguntamos: ¿qué puede ser completamente diferente a eso? Y ahí surgió Islandia: frío en vez de calor, aridez en lugar de vegetación exhuberante, lagunas con icebergs en lugar de playas... Nunca habíamos estado en un destino nórdico y esto de por sí ya nos resultaba exótico. Y luego, para terminar de ponerle el punto diferente y aventurero al viaje y darle su propia seña de identidad inolvidable, el tema de la caravana, que jamás habíamos usado. (Por cierto, el diario que he mencionado de Hawaii se puede encontrar aquí. -Finalmente, un tercer punto que también influyó mucho en la decisión fue el tema de la fotografía. Nos gusta, e Islandia es el paraíso para el fotógrafo de paisaje (tanto que empieza a estar al límite de lo cansino por saturación). Aquello parece el "FotoPark" para los fotógrafos ![]() Por lo tanto, enseguida se nos hizo obvio que Islandia era el destino idóneo este año y a principios de marzo compramos los billetes de avión para ir del 1 al 12 de julio (la espera se hizo laaaarga). La siguiente decisión fue la de la autocaravana. Básicamente lo que nos hizo decidirnos por ella fue la enorme flexibilidad que nos iba a dar en un recorrido alrededor de toda la isla. Ante cualquier imprevisto, si te retrasas, si te quieres quedar en un sitio, si por el contrario prefieres adelantar más viaje... pues siempre puedes hacerlo, sin necesidad de estar atado a los hoteles. ¿Que ves una cascada que te encanta y está llena de turistas? Pues te quedas a dormir y ya la fotografiarás de madrugada, cuando no haya nadie ![]() Durante los meses de espera fuimos comprando ropa de abrigo, impermeables, etc., de lo que yo tenía muy poco pues todos mis "grandes viajes" han sido a sitios calurosos (Jamaica, Seychelles, Brasil, la costa Oeste de USA en verano, Singapur y Malasia, Tailandia y Camboya, Hawaii,...). Y así pasaron los días hasta que el 30 de junio cogimos a las once de la noche el vuelo directo Barcelona - Raykjavik, por cierto a un precio bastante asequible comparado con los de los destinos que acabo de mencionar. Entre eso y lo que nos íbamos a ahorrar de noches de hotel y cocinando en la caravana, estábamos que no cabíamos en nosotros mismos de contentos, pensando que iba a ser el viaje más barato de todos. Ay, qué infelices... ![]() El vuelo dura unas cuatro horas y pico y cuando empezamos a sobrevolar Reykjavik, hacia la una de la noche (hora local), pudimos ver efectivamente que había una especie de condiciones de puesta de sol permanente: Yo ya me frotaba las manos pensando en las fotazas que iba a hacer con semejantes condiciones cada día, durante tantas horas. ¡Inocente de mí! Aterrizamos, recogimos las maletas que habíamos facturado y esperamos a que vinieran a recogernos del guesthouse Alex, situado justo al lado del aeropuerto y donde íbamos a pasar la primera y única noche en un alojamiento no rodante. Mientras esperábamos, salimos afuera a hacer algunas fotos, pues la luz era tremenda, y a ver qué frío hacía... que era bastante, aunque soportable. Justo cuando vimos que llegaba la furgoneta llegar, comenzó a chispear... un chispeo que enseguida se convirtió en una llovizna ya bastante molesta... y que, para cuando nos tocó subir las maletas a la furgoneta, era una lluvia de tomo y lomo. En fin, "será una nube pasajera", pensamos ![]() El Alex es un lugar bastante correcto, caro para lo que es según nuestro estándar pero barato para el estándar de allí. El baño era compartido pero en ningún momento nos encontramos en él a nadie y estaba cuidado y limpio. A la mañana siguiente nos despertamos y miramos por la ventana y lo que vimos fue bastante lamentable... llovía como si lo fueran a prohibir y parecía que estuviéramos viviendo dentro de una nube ![]() ![]() El desayuno estaba incluido, así que fuimos a desayunar y en la recepción me encontré con este cartel: ![]() ¿Y qué día era hoy? Pues TUESDAY, efectivamente ![]() Después de esperar 20 minutos y que no apareciera por allí ni el Tato (bueno, aparecieron varios que venían a buscar a gente, pero ninguno a nosotros), tuvimos que pedir ayuda al tipo de la recepción, que llamó al teléfono que nos habían dado... y se encontró con que era el teléfono particular de una paisana islandesa que no sabía nada de caravanas, ni de coches de alquiler, ni nada relacionado. ¡Vaya, estaba empezando bien el viajecito! Al final, tras varias llamadas, el tipo nos dijo que alguien vendría a recogernos. Apareció una chica y vimos que no tenía muy claro si venía a por nosotros. Nosotros tampoco teníamos muy claro si irnos con ella, pero al final decidimos ir ![]() Allí primero hicimos el papeleo pertinente, y llegado el momento el chico nos hizo la pregunta de rigor: -¿Queréis contratar el seguro? Nuestra respuesta: -No. Decisión que puedo definir sintéticamente así: CRASO ERROR. Salimos afuera y durante unos veinte minutos el chico se dedicó a explicarnos cómo funcionaba la autocaravana mientras podíamos constatar que ahora ya no solo seguía lloviendo sino que se había levantado un viento tremendo. ¡Qué bien! Para alguien como yo que no ha cogido una autocaravana en su vida, llegó un momento en que la acumulación de información llegó a tal punto de saturación (que si el agua aquí, que si el gas allá, que si la electricidad, que si vaciar el agua, que si el water,...) que creo que literalmente desconecté, empecé a asentir a todo y a confiar en que mi mujer se estuviera quedando con todos los detalles ![]() ![]() Alquilamos también un GPS, cosa en la que no habíamos reparado antes (¡cómo no lo habíamos pensado!) y finalmente, hacia las diez de la mañana, estábamos listos para empezar la aventura. Fue entonces cuando el chico de la agencia nos advirtió de que acababa de llegar un temporal de lluvia y viento muy potente y que tendríamos que extremar la precaución. Sobre todo por el viento, nos dijo. Y nos confirmó que iba a durar una semana. ¡Cojonudo! Con semejante previsión nos pusimos en marcha, iniciando lo que iba a ser una ruta circular alrededor de la isla por la Ring Road en el sentido de las manecillas del reloj. Parece ser que la mayoría de la gente lo hace en sentido contrario. No sé si hay alguna razón para esto, pero en nuestro caso pensábamos que los "platos fuertes" del viaje estaban en la zona sur, y así podríamos ir dejando "lo mejor para el final". Si ves lo mejor al principio, luego el resto del viaje va perdiendo interés. DÍA 1: TRIÁNGULO DE ORO El primer día íbamos a dedicarlo al llamado Triágulo de Oro, que, por cierto, no sé por qué se llama así, ya que no tiene nada ni de triángulo ni de oro. Por el camino paramos en un supermercado a las afueras de Reykjavik a hacer la compra. Una compra importante, ya que tenía que servirnos para los desayunos, bocatas para el almuerzo, cenas,... Lo peor de todo fue ver que en el supermercado no vendían vino. ¡Horror! Por si no fuera poco con el viento y la lluvia, ¿cómo íbamos a soportar una cena sin vino? ¿Podía haber algo peor? Con la esperanza de encontrar vino en algún lugar más adelante, emprendimos camino bajo la lluvia hacia Thingvellir. Nuestra primera parada fue en el parking que hay cerca de la cascada de Öxarárfoss. La idea era ver la cascada y luego toda la zona del muro y el primer parlamento y demás... pero es que no paraba de llover. Finalmente, tras esperar un rato y ver que no amainaba, decidimos ponernos los impermeables e ir a ver la cascada. La vimos, pero en cuanto intentamos sacar las cámaras nos dimos cuenta de que iba a ser misión imposible. Por lo tanto decidimos volver a la autocaravana y fue entonces cuando nos dispusimos a hacer la comida y nos dimos cuenta de que el gas de la caravana no funcionaba :shock:, lo cual nos llevó inevitablemente al primer momento de estrés que estuvo a punto de derivar en pánico al ver que, por más que hacíamos y tocábamos, no había manera de que aquello funcionara. Yo ya veía todo el plan chafado... íbamos muy justos con los 12 días, por lo que si había que volver hasta la oficina de alquiler o esperar a que viniera alguien, lo llevábamos claro. A todo esto, deberían ser ya las tres de la tarde o así. Teníamos un teléfono para emergencias al que pudimos llamar y después de varias explicaciones conseguimos que nos pasar con un técnico. Os podéis imaginar la escena: hablando con un técnico islandés cuyo inglés no es que fuera precisamente muy inteligible, en medio del viento y la lluvia... y que si comprueba esto, que si comprueba lo otro, que si mira aquí, que si mira allá, por dentro de la caravana, por fuera, que si esta válvula, que si la otra, que si la bombona,... un jaleo total. Al final, después de unos 20 minutos al teléfono con este buen señor, la cosa volvió a funcionar. Menos mal, porque evidentemente sin poder cocinar pero sobre todo sin tener calefacción por la noche no era plan de hacer el viaje, lógicamente. Una vez pasado el primer "momento estrés" de muchos que vendrían, decidimos seguir camino: nuestro plan era llegar hasta Gullfoss para dormir allí. De modo que continuamos en esa dirección, pero al poco rato nos dimos cuenta de que nada nos vendría mejor que unas cervezas para desestresar, y fue entonces cuando vimos un restaurante en Laugarvatn y decidimos parar a tomar un par de ellas. Como seguía lloviendo sin parar, lo documentamos mediante los vídeos correspondientes, y al final estuvimos tanto rato allí que acabamos metiéndonos entre pecho y espalda una mega hamburguesa. Con todo esto, debían ser alrededor de las siete de la tarde cuando salimos de allí, en principio hacia Geysir para seguir luego hasta Gullfoss. No me preguntéis si fue la cerveza o qué, pero Geysir nos lo pasamos de larguísimo ![]() ![]() ![]() ![]() El cansancio empezaba a hacer mella, pero sabiendo que el día siguiente lo íbamos a tener bastante cargado de cosas, aunque íbamos a dormir en Gullfoss decidimos ir a echar un vistazo al área geotermal de Geysir para poder empezar el día siguiente por Brúarfoss, dado que esta cascada no aparece en ninguna guía y según nuestras informaciones podía ser complicada de encontrar, por lo que era mejor tener tiempo para hacerlo. Al llegar a Geysir aparqué en el aparcamiento que hay al otro lado de la carretera y me fui a la parte de atrás de la caravana a coger las cosas... cuando vi que el coche que estaba al lado se movía... hasta que nos dimos cuenta de que ¡éramos nosotros los que estábamos cayendo hacia atrás! ¡EL PUÑETERO FRENO DE MANO! ![]() Pude volver a tiempo a la parte de alante y accionar el freno de mano antes de causar ningún desastre. Una vez pasado el susto (segundo del día) pudimos ir a ver las famosas fumarolas y erupciones: ![]() A lo pijo nos dimos cuenta de que eran las doce de la (supuesta) noche ![]() De manera que volvimos a Gullfoss, aparcamos convenientemente en su parking (único vehículo que había allí) y nos hicimos una merecida cena (sin vino, eso sí :evil:) antes de echarnos a dormir, con la tranquilidad de tener la calefacción funcionando y completamente inconscientes de las sorpresas que nos esperaban al día siguiente. Pero eso formará parte de la siguiente etapa, y habrá que esperar a que la publique para saberlo 8) Kilómetros de la etapa: 150. Etapas 1 a 3, total 13
DÍA 2: TRIÁNGULO DE ORO - PENÍNSULA DE SNAEFELLSNES
El segundo día de nuestro periplo me desperté bastante temprano, sobre las 6:00 am, pero realmente sorprendido por la calidad del sueño y el descanso en la que fue nuestra primera noche en la caravana. Pensaba que no iba a pegar ojo y nada más lejos de la realidad, a pesar de haber dormido solo unas 6 horas. Mi primer instinto nada más abrir los ojos fue el de aguzar el oído para percibir si llovía... y ¡no! ¡No llovía! Por primera vez desde que habíamos puesto pie en Islandia no llovía. Y además a esas horas no había nadie cerca... ¡ocasión de oro para fotografiar la cascada en condiciones! Así que me vestí a toda prisa con lo primero que pillé, me aseé de aquella manera, recogí todo el equipo que había dejado desperdigado: cámara, objetivos, filtros, trípode,... y salí corriendo hacia la cascada. Salí de la caravana y eché a andar a paso ligero a través del parking y luego hacia abajo por el camino. A mitad del camino de bajada empecé a notar unas gotas de lluvia. "Na, esto será solo chispear", me dije. ![]() Para el momento en que había montado todo, estaba cayendo ya una tal que, por mucho que fastidie, que lo hace, tuve que resignarme y recoger de nuevo sin haber hecho nada. Y vuelta para arriba, solo que además, esta vez, mojándome. Esta fue solo la primera de una serie que podemos denominar "El insólito fenómeno meteorológico por el que se pone a llover justo en el momento decisivo", y que creo que nos llegó a ocurrir en el 90% de los sitios que visitamos a lo largo de todo el viaje ![]() Me consolé pensando que al menos tendría el "premio de consolación" de un desayuno en condiciones... se me empezó a hacer la boca agua mientras desandaba el camino pensando en salchichas, huevos fritos, bacon, beans,... es decir, todo lo que podríamos haber cocinado si el gas funcionara, porque cuando nos pusimos a ello descubrimos con pánico, horror y estupefacción que de nuevo nos habíamos quedado sin gas. Es decir: sin cocina, sin agua caliente, sin calefacción... La desesperación alcanzó cotas comprensiblemente más altas que el día anterior. Finalmente, tras darnos por vencidos, y teniendo en cuenta que eran las siete de la mañana, decidimos ir a un camping que habíamos visto al lado de la zona de Geysir para ver si alguien nos podía ayudar. Yo ya empezaba a dar el día por perdido, pues si había que volver a la oficina de alquiler y ver si lo podían arreglar o rezar por si tenían otra autocaravana disponible, eso prácticamente suponía decir adiós a Brúarfoss, que junto con el Kirkjufell, el Vesturhorn y Jökulsárlón era uno de los puntos que más ilusión y ganas tenía por ver. Condujimos hasta el camping, que era bastante cutre, todo sea dicho, y metimos la autocaravana. Este fue el momento en que empezamos a "abrirle las tripas" e intentar entender cómo funcionaba todo lo que el día anterior nos habían explicado y que ninguno de los dos había terminado de tener completamente claro ![]() ![]() En el camping estaba todo el mundo sobando y a los cinco minutos vimos aparecer a un paisano. Le llamamos y le contamos todo lo que nos estaba pasando con detalle. El hombre nos escuchó con la mayor atención del mundo. Finalmente, cuando le preguntamos si sabía qué teníamos que hacer o si nos podía ayudar de alguna manera, nos dijo que no, que él no sabía nada de autocaravanas ![]() Soltamos tales suspiros de alivio que creo que se escucharon desde la otra punta de la isla. Sobre todo porque, además, para mayor crueldad, ¡seguía sin llover! Y sería cojonudo tener semejante problema justo un día en que la meteorología pintaba tan bien... Total, que ya más animados nos pusimos en marcha en dirección a Brúarfoss. Salvo un par de giros equivocados que rápidamente deshicimos, llegamos sin mayor problema al lugar donde hay que dejar el vehículo y en cinco minutos ya estábamos en el corto camino que lleva a la cascada. Tuvimos la precaución de ponernos las botas de agua antes de ir ya que veíamos que el suelo estaba bastante encharcado. Menos mal, porque el camino estaba bastante embarrado y se hicieron imprescindibles. Y más necesarias aún fueron a la vuelta, con la que estaba por venir... Brúarfoss consiste en unas pequeñas cascaditas a mitad de un río cuya espectacularidad reside no tanto en la altura o el volumen de agua, sino en el tono azul turquesa de la misma, al proceder directamente de un glaciar. Es de esos sitios que se disfruta muchísimo más viéndolo que fotografiándolo, con diferencia: ![]() ![]() Estas fotos están hechas desde el puente que cruza el río. En ese momento me di cuenta de que por el otro extremo del puente parecía que se podía bajar hasta la propia orilla del río. Me disponía a hacerlo cuando, en menos que canta un gallo, se puso a diluviar. Total, que pensando en el caminito que habíamos tenido que hacer para ir, recogimos a toda leche y dimos la vuelta por patas, pues no nos hacía la idea de quedarnos empantanados por ahí. Bye bye Brúarfoss ![]() Llegamos a la autocaravana y aprovechamos el rato de lluvia para comer unos bocatas, a pesar de que apenas eran las doce y media, y entrar en calor con un poco de un ron especial que habíamos tenido la feliz idea de comprar en el aeropuerto de Barcelona ![]() Paramos por el camino a hacer alguna foto y ver alguna cosa y cuando llegamos de nuevo a Thingvellir, viendo que apenas lloviznaba muy poco, nos dijimos que por qué no parar otra vez y verlo en condiciones. Así que aparcamos de nuevo en el parking de Oxararfoss y subimos a ver otra vez la cascada, que no es que sea tampoco ni la más alta ni la más caudalosa ni nada, pero su agua tiene también un matiz cian que le da un toque muy interesante. Me dispuse a fotografiarla, planté el trípode, me di la vuelta a coger algo en la mochila... y unos gritos me alertaron de que mi trípode estaba en el río ![]() ![]() ![]() A pesar de que eran ya las tres y media de la tarde y nos quedaba un largo camino hasta el Kirkjufell, en la península de Snaefellsnes, nos dimos una vuelta por toda la zona, que tiene un paseo bastante agradable, hasta que empezó a llover un poco más fuerte y por prudencia decidimos volver a la caravana. Hay que decir que este fue el primer momento en que nuestras cámaras dieron síntomas de flaqueza: pantallas y visores comenzaron a ponerse blancos por acumulación de agua. Nos comimos otro bocata y emprendimos el largo camino a la península de Snaefellsnes pensando que lo haríamos de un tirón. Sin embargo, de manera imprevista a los dos nos sobrevino de repente un sueño inmenso que nos impedía mantenernos despiertos. Los 45 min aproximados hasta que llegamos de nuevo a la carretera 1 (Ring Road) se hicieron interminables, y en cuanto la cogimos nos dimos cuenta de que teníamos que parar a dormir. En el fiordo Kollafiordur había un desvío a la derecha y una especie de aparcamiento, así que ahí paramos, echamos las cortinas y sin más nos metimos en la cama totalmente agotados. La siesta fue de unas dos horas, con lo que ya eran prácticamente las siete cuando reemprendimos la marcha. A partir de ahí fuimos hasta Bogarnes sin parar, bajo una lluvia muy intensa por momentos. En Bogarnes paramos en un super a repostar, comprar algunos víveres y constatar de nuevo que no había manera humana de hacerse con una botella de vino ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Mi plan era ir a un pueblo que se llama Hellnar que queda más o menos de camino al Kirkjufell (en realidad nos obligaba a dar un pequeño rodeo). Pensando que ese día nos sobraría tiempo, había localizado un arco en el mar bastante espectacular y mi idea era ir a verlo. La cuestión es que ya eran las 20:30. Cuando llegamos a Hellnar, que no es más que una calle que baja hasta el mar con alguna casa a los lados, vimos una especie de bar llamado Primus Kaffi y decidimos parar a reponer líquidos y preguntar dónde estaba "el puto arco" (mención especial al Sea Arch de Big Island en Hawaii, ver diario del correspondiente viaje ![]() El sitio resultó ser una maravilla, una atención estupenda y un ambiente realmente tranquilo que nos permitió reponer fuerzas a base de bebidas tan saludables como ricas: La autocaravana la aparcamos abajo del todo y antes de subir a pata la cuesta, aún pudimos ver alguna bonita estampa: ![]() Sobre el arco de marras, nos dijeron que había una senda que recorría la costa entre este pueblo y Arnarstapi y que, para llegar al arco, había que caminar algo así como una hora ![]() Más adelante descubrí que el arco realmente está muy cerca de Arnarstapi y que si hubiéramos parado en este pueblo apenas habría que haber caminado unos quince minutos por la senda hasta llegar al arco. Pero, de todas maneras, este día íbamos con demasiado retraso acumulado, tanto por la parada extra en Thingvellir que no habíamos podido hacer el primer día por culpa del tiempo, como por la inesperada siesta de dos horas. Finalmente continuamos con nuestro trayecto, rumbo ya a Olafsvik, para lo cual teníamos que ir rodeando la península de Snaefellsnes por su perímetro exterior occidental. La luz era tremenda y pudimos capturar alguna estampa tan surrealista como esta: ![]() Finalmente llegamos a Olafsvik y localizamos el camping, que era tan cutre como el de Geysir o más. Empezó a escamarnos el tema campings, y también el tema de una famosa tarjeta que nos había recomendado comprar el de la autocaravana por unos 50 o 100 €, ya no recuerdo, y que luego no nos sirvió ni en la mitad de los campings. De todas maneras, cuando localizamos este camping decidimos continuar hasta el Kirkjufell. ¿La razón? Estaba solo a unos 20 kilómetros de distancia, y de momento seguía sin llover. En vista de cómo se las gastaba el clima allí y sabiendo que era uno de los más icónicos lugares que íbamos a visitar, ¿por qué no asegurar e ir a verlo ya? Así que, a pesar del cansancio (eran las doce de la noche y empezaba a pesar), continuamos adelante. Como no teníamos muy claro cómo llegar, pusimos "Kirkjufell" en el GPS y para nuestra sorpresa lo encontró. Así que no tuvimos más que seguir las indicaciones. Veinte minutos después, vimos que el GPS nos metía por un camino de tierra muy raro que subía cuesta arriba hasta acabar en una especie de casa con granja. Todo esto a los lomos de una montaña muy ancha, nada que ver con el Kirkjufell, que es precisamente estrecho, picudo y triangular. Bueno, es así... dependiendo del ángulo desde el que lo mires ![]() ![]() ![]() Una vez superado el momento Homer, volvimos a la carretera 54 y dimos un par de pasadas hasta descubrir las pequeñas cascaditas y un camino de tierra por el que nos podíamos meter y aparcar enseguida. Empezamos entonces una pequeña caminata de 10 minutos que nos llevó directamente al sitio tantas veces admirado en fotografías. Lástima de las malas condiciones climatológicas que tuvimos, sobre todo mirando ahora la luz increíble que hubo durante la tarde de ese día... habría sido espectacular pillar esta localización con esta luz. Pero no pudo ser, qué se le va a hacer: ![]() ![]() ![]() Cuando llegamos de vuelta a la caravana, eran las dos de la madrugada ![]() ![]() ![]() Antes de meternos en el camping, entramos a pie y constatamos que a) el suelo (que era de hierba) estaba completamente encharcado y empantanado; y b) tampoco había enchufes libres. Así que, con semejante panorama, y sobre todo después de que a las dos y media de la madrugada un tipo saliera de una caravana y nos dijera que no se nos ocurriera entrar, que estaba todo inundado, decidimos dormir justo donde habíamos aparcado, afuera a la entrada, con la esperanza de al menos por la mañana poder entrar a cargar un rato baterías, teléfonos y demás, y poder también pegarnos una ducha, que me sé de alguno que no sé cuantas horas llevaba ya sin pasar por el agua ![]() Lo que no éramos capaces de adivinar era lo que nos esperaba a la mañana siguiente. Pero eso, cómo no, forma parte de la tercera etapa y habrá que llegar a ella para averiguarlo ![]() Kilómetros de la etapa: 610. Kilómetros acumulados: 760. Etapas 1 a 3, total 13
El día 3 de julio amanecimos a una hora bastante decente, teniendo en cuenta que nos habíamos echado a dormir sobre las tres de la madrugada. Debían ser las ocho y llegaba el momento de poner nuestra vida en orden: nuestros dispositivos varios estaban al mínimo de energía y nuestros cuerpos necesitaban ya una buena dosis de higiene. Resumiendo: era necesario entrar al camping.
Bajamos a echar un vistazo al panorama, ahora que había más luz. Efectivamente, había zonas muy encharcadas y se veían huellas de vehículos bastante profundas en el barro. Había cuatro o cinco coches que debían haber entrado al camping antes de que cayera el aguacero que lo había dejado tan empantanado. Lo curioso era que la gente estaba durmiendo en las tiendas de campaña ![]() Había también, plantado en todo el medio, un mamotreto mastodóntico, mezcla de camión y todo terreno, cuyas ruedas tenían practicamente la misma altura que yo. Analizamos la situación con calma para ver cómo podíamos meter la autocaravana de manera que pudiéramos enchufarnos a la corriente. Por la parte izquierda había una zona de suelo seco y duro por la que parecía que podríamos avanzar. Por la derecha había zonas en las que el tema estaba claramente peor y otras en las que no se veía tan mal, aunque tampoco estaba bien del todo. El problema es que desde arriba, al volante, las cosas no se ven igual que desde abajo, y el giro que tenía que hacer para entrar por la parte izquierda era imposible. El plan era no intentar nada si no se podía entrar por la izquierda, pero en ese momento no sé qué arrebato me dio ![]() Craso error. Segundo del viaje, por cierto. Cinco segundos después, la autocaravana estaba completamente atascada en el barro, con la rueda delantera derecha hundida hasta la mitad. Más que frustración, rabia, pánico o cualquier otro sentimiento, a mí lo que me embargó fue una resignación total: el viaje se había estropeado. Esto iba a suponer un grave trastorno en todos los sentidos. Ahora empezaba todo el rollo de llamadas, explicar dónde estábamos, esperar una grúa o lo que fuera, confiar en que pudieran sacar aquello de allí de alguna manera, pagar probablemente lo que no está escrito... La desesperación nos hizo reaccionar y fue el momento en que dije: "Ponte tú al volante", y todo voluntarioso me puse a empujar la caravana... Como si fuera a poder mover yo solo ni un milímetro aquel cacharro de 5 toneladas ![]() Cuando yo ya daba todo por perdido, mi mujer se dedicó a ir recopilando gente alrededor del camping. Tampoco es que hubiera muchos: había 4 o 5 en las tiendas y otros 3 o 4 en la caseta de las duchas, que, por cierto, habían estado contemplando tranquila y curiosamente la escena desde allí y me daban la sospechosa sensación de que el asunto les había hecho incluso gracia. Entre 4 o 5 nos pusimos a empujar de nuevo y lo único que conseguimos fue llenarnos todos de mierda al hacer la rueda patinar y hundirse más en el barro. Como eran los que estaban a punto de reirse, tampoco me sentí muy culpable por ello ![]() Y en ese momento, la puerta de la especie de camión-autocaravana-todoterreno se abrió. Aparecieron dos botas en las escaleras de bajada y tras ellas surgió la figura de un alemán con pinta entre sargento y leñador. Nos miró y puso cara de "¿qué coño están haciendo estos?" El tipo decidió tomar el mando. Se acercó, reclutó a más gente, nos dios unas cuantas indicaciones y se puso al volante de nuestra caravana. Y empezamos a empujar otra vez. Y empujamos. Y empujamos. Y no pasaba nada. Yo que pensaba que con un tipo así al mando la cosa tendría que salir bien seguro, y al final cada vez parecía más claro que ese día estaba abocado al desastre. Pero entonces pasó una cosa: la autocaravana se balanceó. Y, de repente, como quien descubre América, se nos ocurrió curiosamente a todos a la vez aprovechar ese balanceo. Total, que en vez de empujar sin sentido, nos coordinamos y empezamos a descargar andanadas de manera sincronizada con el vaivén de la autocaravana. Finalmente echamos el resto y lo que no teníamos ¡y la autocaravana salió hacia atrás! Ese fue un momento crítico, pues el riesgo era que en cualquier momento se volviera a estancar. El alemán condujo con muchísimo tiento... pero había que hacer maniobra para enfilarla en dirección a la salida. Ningún problema: con calma y la ayuda de la fuerza bruta del grupo (grupo que, por cierto, iba menguando a medida que la gente se cansaba y prefería retirarse discretamente y seguir los toros desde la barrera), poco a poco el alemán fue capaz de colocar la autocaravana "en tierra firme". En esos momento le dimos las gracias mil veces y yo creo que en todos los idiomas posibles (el tío no hablaba ni papa de inglés) y yo creo que hasta le habría dado un abrazo, si no hubiera sido porque estaba cubierto de barro de la cabeza a los pies ![]() El alivio fue tan grande que la ducha de después nos supo doblemente bien y luego nos dijimos que había que pegarse un pedazo desayuno como Dios manda. Además, seguíamos teniendo el problema de la electricidad, dado que en ese camping definitivamente no éramos capaces de enchufarnos. Serían las diez y media de la mañana cuando reemprendimos la aventura. Volvimos a pasar por delante del Kirkjufell y en el pueblo que hay a continuación, en la carretera principal, vimos un restaurante-café-bar donde parar a tomar algo llamado RúBen. Vimos que los desayunos eran de impresión y de paso preguntamos si podíamos conectar algún cable en algún enchufe... la chica, muy maja, nos dijo que todo lo que quisiéramos, con lo que ahí me fui yo a la autocaravana y volví con todo un arsenal de cables, ladrones, alargadores, teléfonos, baterías de las cámaras... total, que le invadimos toda la sala ![]() Finalmente pudimos meternos entre pecho y espalda un desayuno tal que así: Como teníamos las cosas cargando, decidimos tomárnoslo con mucha calma, aprovechar el wifi (debía ser la primera vez que teníamos conectividad con "el mundo exterior") y dejar que se cargasen bien el máximo de cosas, por lo que pedimos unas cervezas al filo del mediodía y no reemprendimos la marcha hasta la una y media o dos. En ese momento se nos ocurrió que, ya que seguíamos teniendo el Kirkjufell a la vista y ante la probable certeza de que nunca más volveríamos a estar allí (aunque nunca se sabe), podríamos ir de nuevo a sacarle alguna fotilla, no fuera a ser que de repente el cielo se pusiera espectacular... cosa que no sucedió, y continuamos teniendo el mismo cielo plomizo que nos llevaba acompañando desde el principio del viaje: ![]() Finalmente serían las tres de la tarde cuando empezamos lo que en principio era el plan de ese tercer día, que en principio era uno de los más sosos: nos tocaba recorrer un buen trecho en el que prácticamente no había nada que ver. Nuestra idea era poder darnos un baño al día siguiente por la mañana en la piscina de Hofsós, por lo que la idea era acercarnos lo máximo posible y dormir en algún camping cercano, con solo un punto por visitar a lo largo del camino: el troll de Hvitserkur. Cuál fue nuestra sorpresa cuando al poco rato vimos que la carretera se convirtió en lo que comúnmente se dice "carretera sin asfaltar", y que por definición técnica debería ser denominada como "camino de cabras" de toda la vida de Dios. Bueno, en realidad, algo de asfalto debía haber tenido, pero a saber en qué década. Gravilla y baches por doquier hacían que hubiera que rebajar la velocidad de la caravana hasta incluso unos 30 o 40 km/h en ciertos tramos, con lo que las distancias comenzaban a parecer mucho más largas. "Bah, será solo un tramo", nos dijimos... pero no. Nos tocó hacer unos 150 km, calculo, en esas condiciones, hasta que reenganchamos con la carretera 1. No sé con exactitud cuánto duró aquello, pero calculo que fueron fácilmente unas 3 h de sufrimiento, mientras oíamos todo traquetear dentro de la caravana: los cubiertos, las sartenes, los vasos,... los cajones se abrían y cerraban, las puertas de los armarios golpeaban... en algún gran banche unas puertas corredizas de unas estanterías que había en la parte de arriba de la caravana se abrieron y parte del equipo fotográfico se fue al suelo... esto no fue más que el primero de una larga serie de episodios que llamaré "daños colaterales". En este caso, no fue hasta la vuelta a España que descubrí uno de los objetivos con la pintura saltada y el anillo interno antirreflejos desplazado, tema solucionable solo reparación mediante ![]() Además, para terminar de animar la fiesta, nuestra amiga la nube negra vino con todo su esplendor y se dedicó a descargar todo lo que tenía y más, de tal manera que, entre la lluvia, el barro, los charcos, el viento y demás, nuestra querida (por el momento) autocaravana empezaba a tener ya el aspecto de "la casa rodante del terror": Cuando reenganchamos con la Ring Road fue como pisar tierra firme después de un naufragio. Paramos en la gasolinera que hay en la intersección entre la carretera 68 y la 1, constatamos por enésima vez que era imposible comprar vino ni cervezas y le pegamos un lavado con manguera a la caravana antes de proseguir el camino. Muy poco duró nuestra alegría, ya que enseguida llegamos al desvío que conduce a Hvitserkur y que suponía de nuevo 20 km por caminos de cabras. Unos 20 km que en estos casos se hicieron eternos y que además, según el cuentakilómetros, fueron unos 25 o 26, lo que, además de los traqueteos, ruidos, baches, salpicaduras y demás, añadió el estrés de no saber si íbamos bien o no. El "Hvitserkur Troll" es un monolito de piedra que está en la orilla de una playa. Por lo visto, es natural, aunque se le ha reforzado por debajo con una base. Para llegar hay dos caminos: o bajar en perpendicular hacia la playa por un sendero muy empinado, o dar un laaargo rodeo de unos 15 minutos bajando suavemente casi en paralelo a la playa y luego desandando el recorrido por la arena. Optamos por el segundo camino porque habíamos leído que el primero era peligroso, aunque a la vuelta no nos lo pensamos y subimos por el camino corto sin ningún problema. Lo peligroso no es el camino: ¡son los pájaros! Yo no iba sobre aviso, pero en la playa hay una gran colonia de unas aves, los charranes árticos, que son muy agresivos y defienden los nidos a picotazos. Yo eché a andar por la arena en dirección al troll y veía que aquello estaba plagado de pájaros, pero lo que me sorprendió fue ver que uno se tiraba contra mí en plan kamikaze y me daba un picotazo ¡en toda la cabeza! Por suerte ese día llevaba el gorro puesto. Una vez los pájaros se quedaron atrás, pudimos contemplar la belleza del paisaje que se extendía ante nosotros: una vastísima extensión de arena negra rodeada de montañas. Casi tenía más gracia toda la amplitud del paisaje en sí que el dichoso troll, al cual, para variar, pillamos sin ningún tipo de luz especial ni cielo con gracia: ![]() ![]() Finalmente desanduvimos los veintipico kilómetros de camino de cabras, siendo ya las diez de la "noche", y continuamos incansables nuestra ruta en un día que se estaba haciendo eterno para las pocas cosas provechosas que nos había ofrecido. No me preguntéis cómo, pero fuimos capaces de conducir los más de cien kilómetros que faltaban atravesando la nada hasta Saudarkrokur, adonde llegamos a medianoche y nos encontramos con esto a la entrada: ![]() En Saudarkrokur nos encontramos el primer camping decente (y mucho) de los que habíamos visto hasta entonces. Aparcamos y sin más dilación decidimos que no eran horas de ponerse a cocinar ni nada por el estilo. Lo de que haya luz es un punto muy a favor a la hora de llegar a los sitios a estas horas tan intempestivas. Si algo estaba claro es que todos los días íbamos acumulando unos retrasos muuuy considerables. Nos cambiamos y salimos a buscar algún sitio donde comer algo, dudando de que a aquellas horas pudiéramos encontrar nada abierto (o nada donde, a pesar de estar abierto, nos dieran de comer). Las calles estaban desiertas pero encontramos un sitio llamado Kaffi Krokur que era muy chulo, con algo de ambiente y donde incluso se ofrecieron a prepararnos unas hamburguesas que disfrutamos como si lleváramos años sin comer, acompañadas de las correspondientes cervezas. La verdad es que este paseo, durante el cual nos iluminó, además (una de las pocas veces del viaje), el sol de la medianoche, fue una de las cosas que incomprensiblemente más disfrutamos, quizá por la cantidad de penurias que el día nos había deparado ![]() Y así, jodidos pero contentos, nos fuimos a la cama ese día, pensando en el plan del día siguiente: bañito en la piscina de Hofsos, ver la cascada de Godafoss y, si daba tiempo, recorrer la zona del lago Myvatn: Hverir y Dimmuborgir. Lo que no sabíamos es que las circunstancias nos tendrían que hacer cambiar de plan bastante drásticamente. Pero eso corresponderá ya a la siguiente etapa, que vendrá próximamente... Kilómetros realizados: 350. Kilómetros acumulados: 1110. Etapas 1 a 3, total 13
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 5 (53 Votos)
![]() Total comentarios: 64 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados ![]() ![]() ![]() ![]() ![]()
![]() |