![]() ![]() Viaje por la Europa de la antigua URSS ✏️ Blogs de Rusia y Ex URSS
Viaje de 19 días que realicé en el 2006 por Lituania, Letonia, Estonia y RusiaAutor: Miguelang031075 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (44 Votos) Índice del Diario: Viaje por la Europa de la antigua URSS
01: Viaje a Lituania. Toma de contacto
02: Vilnius, la ciudad del turismo religioso
03: Breve parada en Letonia: Daugavpils y Aglona
04: Descubriendo a la etnia de los Setos
05: Llegada a Rusia: Monasterio de Pechory y ciudad de Pskov
06: Nóvgorod
07: Palacios de Pávlovsk y Catalina
08: San Petersburgo: La ciudad de Pedro el Grande
09: San Petersburgo: Museo del Ermitage y paseo por los canales
10: Esplendor junto al mar Báltico
11: Norte de Estonia: Narva y Kuremäe
12: Norte de Estonia: Parque Nacional Lahemaa - Tallin
13: Tallin: Kadriorg y Toompea (Ciudad Alta)
14: Del castillo episcopal de Haapsalu a la isla de Saaremaa
15: Descansando en la ciudad balneario de Pärnu
16: Los castillos de la Orden Livonia
17: Riga: del medievo al Art Nouveau
18: El castillo de Trakai y el regreso a España
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Etapas 10 a 12, total 18
Era la hora de dejar Rusia para regresar de nuevo a Estonia, pero antes teníamos que hacer todavía un par de visitas. La primera de ellas no se haría esperar demasiado, pues estaba cerca de San Petersburgo. Se trataba del Palacio de Petergof. Fue mandado construir por Pedro el Grande después de su victoria contra los suecos. Quería demostrar la grandeza del imperio ruso y tener un palacio al nivel de su categoría (Tenía muy buen concepto de sí mismo, jajaja). Como había visitado Versalles sus exigencias no eran pocas. Este palacio sería remodelado años después por la zarina Isabel (donde intervendría Rastrelli) y por Catalina la Grande. Hicimos la visita guiada por el interior del palacio, ataviados como no con nuestras fundas en los zapatos para sacar brillo al suelo. Pasamos por las estancias oficiales y la escalera principal, pero en este caso no hice fotos porque estaba ya un poco saturado de tanto palacio como había visitado en días pasados.
A continuación, y ya por libre, pasamos a visitar los exteriores del palacio, donde se combinaban jardines de estilo francés con otros al más puro estilo inglés. Y era aquí, en los exteriores, donde desde mi punto de vista residía la grandeza y espectacularidad de todo el palacio. Partiendo de la fachada principal un canal, rodeado de fuentes y jardincillos, bajaba hasta el Mar Báltico. Este canal era utilizado ni más ni menos para acceder al palacio desde el golfo de Finlandia. Y para dotar de mayor esplendor al conjunto, la Gran Cascada, compuesta por un conjunto de 37 estatuas de bronce roado, 64 fuentes y 142 juegos de agua. Vimos también otras fuentes como las de Adán y Eva, escenificando el Paraíso en el Palacio de Petergof. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Hubo una buena parte de los jardines que no nos dió tiempo a ver, exactamente la situada detrás del palacio, donde sé por la guía que había pequeños estanques ornamentales y jardincillos con setos y flores. Nos fuimos a comer a un restaurante fuera del recinto de palacio (deberíamos haber hecho picnic para aprovechar mejor). Lo encontramos de casualidad pero comimos excelentemente. Todavía recuerdo el magret de pato, jeje.
Tras el almuerzo nos reunimos todo el grupo para continuar el viaje bordeando la costa báltica hasta llegar al pueblo de Ivangorod, situado junto a la margen derecha del río Narva. Esta sería la última población que veríamos de Rusia, ya que en la mitad aproximadamente del río comenzaba el territorio estonio. Íbamos a visitar la Fortaleza de Ivangorod. Esta fortaleza fue construida en el siglo XV durante el reinado de Iván III de Moscú. Durante los siglos posteriores cambiaría varias veces de territorio y de soberanía, aunque mayormente bajo el dominio de Suecia. Con la creación de la república de Estonia pasó a formar parte de este país, pero tras la invasión soviética quedó ligada a Rusia. La fortaleza era totalmente cuadrangular, con un conjunto de torreones cilíndricos y cúbicos en el perímetro de la muralla, que se conservaba bastante bien. Además estaba dividida en varias partes por una pared central. Tuvimos la suerte de que la muralla estaba suficientemente bien habilitada como para pasear por varios de sus sectores, incluidos los torreones. En el interior de la fortaleza estaban las iglesias de St. Nicholas y The Virgin's Dormition. Salvando estas iglesias el interior estaba en estado ruinoso, totalmente asilvestrado e invadido por la vegetación. Desde la muralla se podía contemplar también el río Narva y el puesto de control que había situado en el puente que lo cruzaba, y por el que pasaríamos un rato después. Nos sorprendió que había varias tiendas de campaña circulares, de estas que se ven en las típicas películas con escenas de guerras que se desarrollan en la Edad Media, y junto a ellas había un grupo de personas también disfrazadas al estilo de la época medieval, que se estaban preparando un festín en la hoguera. Por lo que contaron parece que eran algo así como un grupo de teatro y que iban a participar en algún tipo de escenificación medieval. Tiramos varias fotos de la fortaleza, pero la visión completa del recinto la tendríamos al día siguiente desde la ciudad de Narva, ya en Estonia. He puesto la foto en esta etapa para que no se confunda. Historia de Ivangorod ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Vista la fortaleza, era hora de cruzar la frontera. Aunque con menos controles que cuando entramos a Rusia, estuvimos más de 2 horas esperando hasta que conseguimos pasar. Sí, se lo tomaban también con mucha calma, pero bueno, en ese viaje había descubierto lo de los sudokus y unos cuantos estábamos totalmente enganchados, así que no se hizo larga la espera. Por ese día ya no íbamos a visitar ningún lugar más, por lo que nos iríamos directamente a nuestro alojamiento, un pequeño hotel rural situado junto a un lago a 12 km de Narva. El nombre del hotel era LAAGNA. Estaba bastante bien, con piscina, sauna, masaje, jacuzzi con vistas al exterior. Las habitaciones no demasiado grandes pero acogedoras. Antes de cenar fuimos a dar un paseo por uno de los senderos más cercanos. ¡Qué tranquilidad!. No había casi nadie. Después de cenar, como no había gran cosa más por hacer nos fuimos a dormir. Etapas 10 a 12, total 18
Por la mañana temprano salimos hacia la ciudad de Narva, una de las más grandes de Estonia (cerca de 70000 habitantes), para visitar su fortaleza y alguna de sus iglesias. Había sido fundada durante el siglo XIII por el Reino Danés y posteriormente perteneció en diferentes ocasiones tanto a Suecia como a Rusia, hasta la independencia de Estonia. Durante la época de dominación soviética se produjo una inmigración masiva de rusos. La ciudad fue destruida en la II Guerra Mundial y durante muchos años después se prohibió a los estonios regresar, lo que cambiaría la composición de la población, haciendo que más de un 90% fuera rusa.
Narva me pareció en conjunto una ciudad desangelada y descuidada, sin vida, fea. En cierta manera me recordaba a Voru. En primer lugar vimos el Antiguo Ayuntamiento del siglo XVII, construido en una mezcla de estilos arquitectónicos de Alemania, Suecia e Italia. Después fuimos a la Iglesia Luterana de Alejandro, del siglo XIX. Fue destruida parcialmente durante la II Guerra Mundial, primero por los bombardeos soviéticos que dañaron el tejado y más tarde por el ejército alemán que destruyó la torre. Los soviéticos obligaron a la congregación a irse y convirtieron la iglesia en un almacén. Cuando vimos la iglesia estaba todavía en proceso de rehabilitación. Se conservaban los palcos de madera originales. Por último nos acercamos hasta la fortaleza de la ciudad, formada for el castillo del siglo XV y la Torre Long Herman. Compramos la entrada para el Museo de Narva, situado en el interior de la torre, donde vimos una exposición sobre la historia de la ciudad. Desde la parte superior de la torre se obtenía una panorámica excelente de la fortaleza de Ivangorod y fue donde tomé la fotografía. ![]() ![]() ![]() Cuando íbamos de camino a Narva vimos que estaba todo cubierto como por niebla. Al bajar del autocar notamos que en realidad era humo y que había un olor raro en el ambiente, como a quemado. La explicación que nos dió el guía fue la siguiente: todas las zonas del norte de Estonia próximas al Mar Báltico eran ricas en turberas (oxidación y carbonización parcial de la vegetación en zonas de humedales), que se utilizaban para obtener combustible. Por las temperaturas más altas del verano estas turberas realizaban un proceso de combustión, que podía durar perfectamente 1 ó 2 meses. De ahí el olor y el humo.
Después de visitar la ciudad fuimos a la zona costera de Narva-Joesuu, pero no pudimos ver absolutamente nada, debido al humo de la turba. Comimos en el hotel en el que nos habíamos alojado la noche anterior y luego salimos hacia el Convento Kuremäe Pühtitsa Uspenski, el único convento ortodoxo de clausura en Estonia. Según la leyenda, en el siglo XV unos pastores vieron en repetidas ocasiones en la montaña a la Virgen de los Bienaventurados. Más tarde encontraron un icono de esa virgen al pie de un roble. Para celebrar este evento la población de la zona decidió construir un campanario en la colina Pühtitsa y a finales del siglo XIX la Iglesia Ortodoxa consideró santo este lugar y comenzó la construcción del Convento Uspenski. El conjunto que vimos estaba formado por la iglesia, con sus 5 pináculos con forma de bulbo, casas de madera para las monjas y supuestamente un hospital, un hogar para ancianos, una escuela y un albergue de peregrinos (digo supuestamente porque hubo varios edificios cuya utilidad no conseguí identificar). ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Íbamos paseando por los jardines del convento, cuando de repente vimos la siguiente estampa. Aún hoy me pregunto cómo eran capaces de colocar la leña de aquella manera, como si fuera un castillo de naipes. Anda que si me llego a apoyar más fuerte de la cuenta y caen todas las maderitas rodando una detrás de otra, jejeje.
![]() ![]() En el convento había una tienda de souvenirs, donde vendían estampas de la virgen. La mayor parte del grupo compró una estampita, pero yo aún no he tenido tal ataque de religiosidad. Desde Kuremäe continuaríamos bordeando la costa del golfo de Finlandia hasta asomarnos al mar en la Cascada Valaste. Toda esta parte de la costa es de acantilados, por lo que deberíamos ver la cascada precipitarse desde lo alto hasta el mar. Había una escaleras de caracol para acercarse hasta la cascada y unas pasarelas, pero tuvimos mala suerte. La cascada estaba seca. Estonia estaba en situación de sequía porque hacía varias semanas que no llovía lo habitual.
Después del chasco que nos llevamos continuamos hacia el pueblo de Rakvere, donde estaríamos alojados 1 noche. Como era tarde no nos daría tiempo de ver los puntos de interés del pueblo, así que nos fuimos a comer. Entramos a un supermercado que había cerca de la plaza del ayuntamiento y decidimos comer en esta misma plaza. No estuve nada acertado en mi elección de comida: una ensalada envasada de arenques, piña y un salsa de color rosa oscuro. Bueno, la mezcla era mortal, por lo fuerte que estaba y por el sabor tan desagradable. Para más inri mis compañeros estaban comiendo embutidos y me ofrecieron en varias ocasiones, pero por vergüenza no acepté y allí que tuve que tragar con el potingue aquel hasta que no pude más y la tiré. Aquello no fue una cena, fue un castigo. Para terminar de darme la indigestión, estuve en todo momento perseguido por las avispas. Para bajar la comida nos dimos una vuelta hasta una colina situada a las afueras del pueblo, donde dió la casualidad de que estaba el castillo del pueblo, que me pareció algo ruinoso. No obstante la foto que le hice no lo deja muy mal parado. ![]() Etapas 10 a 12, total 18
Después de desayunar nos fuimos de excursión al Parque Nacional de Lahemaa, el más antiguo de Estonia, formado por un sector terrestre y otro marítimo. En primer lugar íbamos a caminar por un sendero ecológico balizado y con paneles informativos para ver la vegetación típica de un bosque autóctono del parque nacional. La longitud del sendero era aproximadamente de unos 5 km y transcurría a tramos por unas pasarelas de madera. El nombre, por la información que he encontrado después, creo que era “Oandu Old-growth Forest Nature Trail”.
![]() ![]() ![]() Al finalizar este sendero nos fuimos hacia la península Käsmu, para realizar otro itinerario esta vez por la línea de costa. Durante el camino íbamos continuamente a nivel del mar, no se trataba de un sector acantilado. Esta zona tenía una peculiaridad y era la existencia de multitud de cantos rodados de gran tamaño por el agua, por lo que era conocido con el nombre de “Campo de piedras”. Pasamos también por algún pueblecillo pesquero.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Después nos fuimos a ver la Casa solariega Sagadi, construida hace más de 500 años, y donde en la actualidad hay un centro para la educación medioambiental. Según parece lo que hacía especial a este lugar era la armonía del complejo formado por varias edificaciones anexas, jardines y estanques, con el paisaje del Parque Nacional Lahemaa. Tras terminar el almuerzo era hora de irse por fin a Tallin, parando por el camino para ver la Cascada Jägala. Esta cascada, la más alta de Estonia, al correr con el paso de los siglos por la roca caliza, creó un surco de 300 m de largo y 15m de profundidad. No tuvimos tan mala suerte de verla seca como la del día anterior, pero por la misma sequía tampoco llevaba demasiado caudal, por lo que no causaba demasiada impresión. No sé con qué ojos la mirarían los letones para llamarla las “Cascadas del Niágara de los países bálticos”, jajaja. Las comparaciones suelen ser odiosas.
![]() ![]() Por fin llegábamos a la capital de Estonia, Tallin. A esta ciudad la llamaban la “Nueva Praga” y tenía fama de conservar prácticamente intacto el casco antiguo desde la época medieval. Quería comprobarlo por mí mismo, pero antes pasamos por el hotel SKANE para dejar el equipaje. Este hotel estaba muy bien situado, justo enfrente de la ciudad antigua. La parte histórica de la ciudad se divide en la Ciudad Alta y la Ciudad Baja y esta tarde comenzaríamos por esta última. Entramos a la parte histórica por la calle Pikk, que nos recibía con una pancarta anunciando un museo de instrumentos de tortura medievales, para ponernos ya en ambiente. Giramos a la izquierda y ya estábamos en la Plaza del Ayuntamiento, que durante siglos se utilizó como lugar de celebraciones, mercados y ejecuciones. La plaza tenía bastante movimiento, había gente por doquier y un buen número de cafeterías con sus terrazas en la plaza para contemplar el ambiente. A un lado teníamos el sobrio edificio del ayuntamiento con su campanario, construido en el siglo XIII. En otra esquina de la plaza se encontraba la Farmacia del Ayuntamiento, en funcionamiento desde antes del siglo XVI. El colorido de las casas, el ayuntamiento, el empedrado, todo hacía que fuera un conjunto pintoresco.
Continuamos por detrás del ayuntamiento saliendo a la calle Viru, viendo las típicas casas con el tejado a dos aguas, tabernas, puestos callejeros, hasta que vimos la muralla de la ciudad. El tramo que recorríamos tenía una gran altura y en su parte superior tenía un pasillo que estaba porticado. Me hubiera gustado pasear por allí arriba. La base de la muralla estaba aprovechada por puestos de souvenirs. Estaba claro que se esta ciudad se había transformado por y para el turismo. Este tramo de muralla tenía una torre cuadrangular, la Torre Maiden, que en la época medieval se utilizó como prisión para prostitutas. Caminando un poco más alcanzamos las Puertas de Viru, dos torreones del siglo XIV que son todo lo que queda del conjunto de puertas que hubo en aquella época. Por estas puertas se sale a la parte nueva de la ciudad, pero por ahora quedaban rincones por descubrir en la parte antigua. Ignorando las hordas de turistas que estábamos allí me sentía transportado a la Edad Media. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Dimos la vuelta y tomamos por la calle Vene, ya que por ahí cerca estaba el Pasaje de Santa Catalina. En esta pequeña calle se concentran actualmente bastantes artistas. Además se ven edificios residenciales de los siglos XV-XVII y los restos de la Iglesia de Santa Catalina. Aunque estábamos dando muchas vueltas, porque la ciudad baja es bastante pequeña, por cada callecilla que pasábamos había algo de interés y así dimos con la Iglesia del Santo Sepulcro, situada en la calle Puhavaimu. Esta pequeña iglesia del siglo XIV es la única que ha conservado su aspecto original. En esa iglesia se dió el primer sermón y uno de sus pastores fue el que escribió el primer libro en estonio. De esta iglesia sólo vimos el exterior y nos fijamos especialmente en su reloj del siglo XVI. Pasamos otra vez por la calle Pikk y vimos un edificio que se nos había pasado por alto las veces anteriores. Se trataba de la Casa del Gran Gremio, que fue una organización que agrupaba a los comerciantes ricos de la ciudad y que trataba de proteger sus intereses comunes. Esta casa alberga actualmente el Museo Estonio y durante la época medieval fue el segundo edificio civil más grande de la ciudad. Del exterior lo único que llamaba la atención era su tejado a dos aguas. Seguimos nuestro itinerario hasta llegar a la puerta de entrada a la calle Pikk Jalg (Calle de la Pierna Larga), que daba el acceso a la ciudad alta que veríamos al día siguiente. Desde este punto tomamos por otros callejones para volver a la Plaza del Ayuntamiento. Vimos un edificio muy pintoresco que se llamaba “Peppersack” y que tenía colgando de una viga un saquito. Como ya era de noche y no podíamos hacer mucho más nos fuimos a buscar un restaurante por la calle Viru, no sin antes hacer una foto al ayuntamiento con la iluminación nocturna.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Cenamos en un terraza junto a las Puertas Viru y de allí nos marchamos al hotel. Al día siguiente teníamos por la mañana una visita panorámica por la Ciudad Alta. Este primer día en Tallin no me había decepcionado en absoluto. A pesar de que la Ciudad Baja era pequeña, el entramado laberíntico de calles que formaba la hacía algo liosa para orientarse. Yo desde luego había tenido que pasar varias veces por una calle para darme cuenta de que era la misma. Sólo había un punto negativo para mí: la masificación de gente y negocios. En esto también me recordó a Praga. Etapas 10 a 12, total 18
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