IRÁN, PERO NO VOLVERÁN ✏️ Blogs de Iran

El tramo Yadz-Shiraz es otra auténtica paliza de 425 km.
Las dos primeras horas y media de coche son un aburrimiento, el mismo paisaje monótono y superárido de siempre, luego ya empieza a ser algo verde. La primera visita es Pasargade, a unos 140 km de Shiraz. Por si no llevaba ya chascos, sumamos otro. Tras los 200.000 de la entrada, la tumba de Ciro, unos grandes bloques apilados sin decoración poco dicen; el resto, unas escasas ruinas, a más de 1 km a pleno sol, ni un puto árbol con sombra...me pusieron ya de mal humor y decidí no seguir. Me senté en un banco a digerir mi frustración y reconcomio mientras el australiano, que curiosamente no iba dando saltos, sino andando a buen paso, se dirigía a ver aquellas piedras allá lejos. Entonces me doy cuenta de que es el único que va a pie por la carretera, pero se ve gente al fondo, total que hay un bus interno, no nos enteramos. Por supuesto, se paga aparte, es el colmo que no se incluya en el precio de la entrada, realmente alto para lo que hay que ver, sobre todo cuando veo que cuesta la miseria de unos 12 céntimos de euro. En fin, me subo, me acerco a los restos de un palacio, que son unas 4 piedras y una media columna, me cruzo con el australiano que esta vez sí que viene dando saltitos, supongo que cabreado al ver que pudo haber venido en bus, llego a otras ruinas palaciegas que, en vez de 4 piedras son 5, dos medias columnas y una estela con un par de figuras y vuelvo también cabreado porque el conjunto, salvo que uno sea arqueólogo o esté muy interesado en la historia, realmente no vale la pena, y menos con ese solazo machacando. En verano debe ser un horror.


La siguiente parada fue más interesante. Se trata del conjunto de tumbas excavadas en la roca llamadas Naqsh-e Rustam donde encontramos un amplio panorama histórico que va desde el año 2000 a. C. hasta el s. V d. C. El lugar recuerda sin duda a Petra, a menor escala. Aquí hay 4 grandes tumbas y varios relieves, todo excavado en las verticales paredes de esta zona rocosa y desértica.
Aunque esto se halla todo al aire libre, ya se encargaron de cerrarlo de alguna manera para cobrar entrada, los 200.000 de siempre.


La última visita es uno de los platos fuertes de Irán y uno de los grandes recintos arqueológicos del mundo, nada menos que las famosas ruinas de Persépolis. Están a unos 5 km del recinto anterior y a 75 de Shiraz. Mismo precio de la entrada, es realmente absurdo que se pague lo mismo por este lugar que por el jardincito de Kashán, por ejemplo.


Los restos de la ciudad y de varios palacios aparecen protegidos por un acantilado en el que también se han excavado un par de grandiosas tumbas. No me acerqué a verlas por el solazo y el calor de finales de abril. Y porque acababa de ver otras 4 muy parecidas. En las ruinas destacan las altísimas y elegantes columnas, los gigantescos capiteles, la gran Puerta y restos de varios palacios. A la vista de estos monumentales restos, las salas construidas en su momento tenían que causar la máxima impresión a cualquiera que pudiese visitarlas. Eran una demostración del inmenso poder del imperio aqueménida. Lo mejor, los muchos, variados y en bastantes casos muy bien conservados relieves de gran calidad que cubren numerosas superficies y que han dado merecida fama a este enclave. Además, dentro del recinto hay un pequeño museo por el que cobran ¡otra vez! los 5 euros de siempre para ver 4 chorradas que en absoluto se merece pagar por ellas. No vale la pena, me pareció el mayor timo del país.

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Encontrar el hotel en Shiraz fue algo complicado. Estaba reservado en la agencia de Yadz donde contraté el traslado. El hotel Anahíta está en un sitio horroroso con un excalextric justo delante y en una calle de mucho tráfico y ruidosa. No soporto escuchar los coches desde la habitación y me temí lo peor. Pero hubo otro problema antes, la tipa de recepción, que apenas hablaba inglés ni falta que le hacía, pero a mí sí me habría venido muy bien, dice que no hay ninguna habitación reservada a mi nombre. Ya había yo tenido pocos problemas con los alojamientos como para seguir añadiendo más. Tras un buen rato, le pregunto si no hay ni una habitación libre y me dice que sí y me doy cuenta de que la susodicha confunde el término “booked” como si significara “reservado y pagado”. Cuando le aclaro que no está pagado, que lo voy a pagar, entonces todo se soluciona y me dice que sí tienen una para mí. Menos mal, y además, tiene un magnífico aislamiento con doble ventana, una alegría ver sucios los cristales, que la porquería también es un buen aislante acústico. El espacio es amplio, cuesta 41 €; la zona es céntrica, está bien situado en ese sentido, ya que se puede ir en un corto paseo a bastantes puntos de interés.


Tras descansar un rato en la habitación y hacer varias cosas que no voy a relatar porque no me gusta hablar de mi vida privada, salvo que me paguen, decido, porque soy humano, salir a cenar, actividad que realizo todos los días, generalmente al atardecer. No me atrae lo que tienen en el bar del hotel, el pollo con arroz de siempre, y busco en los alrededores un restaurante. No pretendo encontrar un bar de tapas con callos, calamares a la romana, patatas bravas o tortilla, ya me gustaría, para poder variar un poco. Lo de los callos lo pongo porque es muy típico, no de Irán, sino de Madrid, y queda aquí muy bien porque hace un fuerte contraste con el mundo islámico, que es muy escrupuloso con las diferentes partes del cuerpo humano y los callos ni siquiera los muestran por la calle, únicamente en la intimidad del hogar. Pero en realidad nunca los como porque su aspecto me atrae poco, como los caracoles o los gusanos que fríen en algunos países. Yo no soy muy de gusanos, soy de guiso de pollo con patatas, lentejas y hasta alubias con chorizo, pero de gusanos no soy, no.


Bueno, el caso es que no hay ningún sitio donde cenar y pregunto a dos tipos que hay en una esquina. Eran dos tipos requetefinos, eran dos tipos medio chiflaos...No hablan inglés, claro. Español, italiano, portugués, francés o gallego ya ni les pregunto. Al menos, la palabra restaurant es internacional y me indican que por esa zona no. Entonces, como son tan amables, tan buena gente estos iraníes, uno me indica que le siga, tiene allí mismo su coche y que me suba. Yo empiezo a pensar que esto se complica. Arranca y venga una calle para aquí, otra para allá, nos alejamos del sitio y ya me preocupo. Me puede llevar donde quiera, a un callejón oscuro, sacar un cuchillo y ...Y yo con unos 1.000 euros encima, todo lo que tengo, que en ese país no queda otra. Pero no, sé que no me va a atracar, asesinar, descuartizar o violar (de tener que elegir una, me quedaría con esta última), lo que me inquieta es que me doy cuenta de que no sé ni el nombre del hotel, ni la calle ni nada, y si me llevan a otra zona, lo tengo crudo. Y que además, ni puedo explicárselo a él. Trato de que me entienda y creo que lo consigo porque hace gestos como de que no hay problema, que confíe en él, que es un buen hombre incapaz de matar a una mosca y menos a un pobre guiri. Ni siquiera dejar que se pierda. Tras unos cuantos quiebros, llegamos a una avenida amplia que, con gestos, era muy bueno gesticulando, me hace ver es la misma donde yo estaba cuando los encontré, solo que mucho más arriba y que como estaba cortada tuvo que dar unas cuantas vueltas. Que luego siguiera hacia abajo directamente y ya estaba situado. Alucinante, ¿quién dijo que los idiomas son barreras? Toda esta conversación fue con gestos, bastante me explicó y le entendí; si se pone, me cuenta el Quijote. Me señala el restaurante, le doy las gracias y la mano por su amabilidad. No me atreví a darle un par de besos por si pensaba que yo quería algo con él, pero le quedé agradecido porque la verdad que resolvió muy bien el tema. Y es que me llevó a uno de los mejores restaurantes de Shiraz, el Sharzeh, junto a la mezquita Vakil. Tuve que esperar, estaba abarrotado y eso que es grande, con dos plantas, músicos actuando y lleno de turistas. No me gusta toda esa parafernalia, pero está bien para escuchar algo de música tradicional iraní. Amplia carta, al fin, pude variar, y pagué 8€ por una buena cena en un local casi de lujo.


Al día siguiente volví a pie a ese mismo sitio por el boulevar Karimkhan y aun más arriba donde eché un vistazo por fuera al parque y pabellón del museo Pars (150.000), con bonitos azulejos en el exterior; a la ciudadela (200.000), también por fuera, recinto amurallado y almenado todo con ladrillos. No entré porque estoy absolutamente convencido de que no vale los 5 € que cuesta la entrada, como en muchos otros sitios.



Recorrí varias agencias en esa zona, hay unas cuantas, para reservar vuelos y hotel en la isla de Kish. Fue imposible, no me dejaban reservar el vuelo con una sola noche y yo no me fiaba de que el hotel me fuera a gustar, así que cogí solo el vuelo de ida para el día siguiente y me costó solo 29 €. Bajé por la avenida para ver la mezquita Vakil, de bonita portada con mucho mocárabe pintado, pero estaba harto de pagar y me conformé con un vistazo desde la caseta donde cobran la entrada, se ve bien. Seguí con el bazar, probablemente el más atractivo de Irán, sin duda vale la pena recorrerlo, y me dirigí al palacio Naranjestán, entrada 200.000, donde hay unos detalles decorativos, jardines, un par de salas...en fin que se queda uno, bueno, no está mal. Pero tampoco es para tirar cohetes. Animan la cosas tres bellas jóvenes ataviadas con trajes de lo más típico en el medio del jardín para que se les hagan fotos, supongo. Yo se las hice, claro.


Visité a continuación la llamada mezquita Rosa, que ellos se empeñan en denominar Nassir-ol Molk, original, con magníficos azulejos, buenos adornos de mocárabes y la especial sala de oración con vidrios de colores, muy bonita, la recomiendo. También los 200.000.


Y ya luego, para terminar la jornada y con Shiraz, la guinda, el mausoleo Sha e Cheragh, uno de los más sagrados del país y una visita imprescindible. Me retuvieron la cámara de fotos en la entrada, no permiten entrar con ella, pero en aquel acceso, que no es el principal, no hay caseta, solo un fulano sentado en una silla. Pero no tomen esto como referencia, porque a veces se levanta y ya parece otro sitio; no, es el mismo. Yo lo miré intentando preguntarle, ¿pero dónde la dejo? ¿no me da un resguardo? Esto vale casi 500 euros, ¿qué pasa si cuando salga no están usted ni la cámara?” En realidad poco me habría importado que el hombre se hubiera marchado mientras la cámara siguiera allí. Pero quise demostrarle que también me preocupaba por él… Me bastó una simple mirada suya para darme a entender con sus bondadosos ojos algo así cmo: “no te preocupes, extranjero, la honradez corre por mis venas de generación en generación, llevo 30 años en esta silla guardando de todo y jamás me he quedado con nada. Contempla tranquilo el mausoleo, que la cámara estará bien custodiada por mí” Y señalando con el dedo la puerta, añadió: “entra por Allah”. Esto me hizo gracia. No muy tranquilo, me fui para dentro. Allí se quedó el fulano, que se levantó y depositó la cámara en la silla como dándome a entender que era más importante que él mismo. Se pudo haber largado con ella, vete tú a saber quién era ese hombre… Y toda esa conversación transcurrió en un par de segundos y sin una sola palabra…


Pero allí seguían los dos cuando salí. Me alegró mucho verle todavía allí y, sobre todo, ver la cámara de nuevo.
La mezquita está muy bien, en un gran espacio cerrado y porticado, con mucho lujerío en la decoración, a base de esos espejos plateados que tanto les gustan. Pese a ser un mausoleo, el ambiente en el patio es como de fiesta o reunión, con cientos de peregrinos venidos de todos los rincones del país y el punto turístico, incluso para ellos, que se hacen fotos con los móviles, es evidente. El atardecer allí es mágico y poco antes del ocaso, comenzó una ceremonia que me resultó muy emocionante. Desde lo más alto del alminar iluminado, suenan de repente unos timbales un tanto primitivos, que pronto son acompañados por unas cornetas como de cristal verde, con un sonido muy peculiar. Si bien la coordinación entre la percusión y el viento no siempre fue perfecta y la afinación de aquellas sorprendentes cornetas era difícil de lograr, el conjunto musical en esa mágica hora del anochecer, con la iluminación colorista de los edificios, en aquel entorno arquitectónico y ante aquella muchedumbre entregada al misticismo, hizo que sintiera una profunda emoción. Me entraron serias dudas sobre mi agnosticismo, pensé que seguramente estaba equivocado y que había Algo en otra dimensión. Más aun, ese Algo no sería Dios, sino Allah. Me empecé a preocupar un poco, así que cuando terminó aquella solemne y emotiva ceremonia, me fui rápidamente de la mezquita y de toda aquella mística parafernalia. Hay que tener mucho cuidado, que a las religiones las carga el diablo...

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Al día siguiente, me fui al aeropuerto en taxi. Me esperaban varios días en una islita del Golfo Pérsico. Se llama Kish, bastante denostada en la guía de Laertes porque dice que no es más que un reducto artificial para turistas ricos del país, donde venir a fardar de coche y a hacer compras en sus muchos centros comerciales. Bueno, algo de eso hay, pero también magníficas playas de arena blanca y mar turquesa con el agua buenísima, muy limpia, prácticamente sin nadie. He hecho esnórquel en la misma playa, hay arrecife de coral, no muy variado ni abundante, pero suficiente para atraer bastantes peces, he visto bancos de cientos de ellos, impresionante, algún calamar grande y hasta he nadado con una tortuga muy chula y simpática. Como todo ha sido improvisado, no lo tenía planeado porque pensaba recorrer más ciudades en las que ya nunca estaré, me ha sentado de maravilla, me alegro mucho de haber cambiado de planes y de haberme venido a descansar aquí. Era realmente lo que necesitaba. Como también estar en un hotel bueno, tranquilo y a buen precio, cosa complicada en el resto de las ciudades que visité. Sin duda recomiendo este enclave para relajarse unos días en medio del periplo iraní o al final como propina.
El hotel lo reservé al llegar al aeropuerto donde hay una oficina para ello. Es el Royan Ghaem. Fue el mejor de Irán por su relación calidad-precio, un 3 estrellas, casi 4, y a 37€ por día con desayuno. Estuve 5 noches.


Incluso me animo a algo que nunca había hecho: parasailing, el paracaídas enganchado a una motora. Está muy bien y muy barato, 16€. Me ponen con una chica que resulta ser guía, habla bien inglés y es muy amable. La experiencia me impresionó. En la motora vienen también dos ucranianas, únicas turistas no iraníes que vi en los 5 días que pasé en la isla. Una de ellas montó un número de mucho cuidado, porque ya cuando estaba enganchada al paracaídas con su amiga, empezó a gritar como una posesa que no quería subir. Como todos intentábamos tranquilizarla y convencerla de que no había peligro alguno, e incluso el guía seguía en sus trece de obligarla, más gritaba la condenada y más histérica se ponía, agarrándose desesperadamente a la lancha, con los ojos en blanco, apretando los dientes y girando la cabeza casi 360 grados en plan niña de El Exorcista. Yo creo que babeó un poco también. Ante esto, la soltaron, se acurrucó en una esquina y, cuando dejó de soltar espumarajos por la boca y parecía más tranquila, su amiga subió sola. Luego, como vio que su compañera no salió volando hasta Afganistán donde la cazaron unos talibanes, ni se cayó al agua y fue devorada por un tiburón, sino que aterrizó bien de nuevo en el barco y no se murió ni nada, y que incluso disfrutó con la experiencia, decidió subir con su amiga, que tuvo la suerte de repetir por el mismo precio. Ahora pienso que a lo mejor era algo que tenían planificado. Estas ucranianas…
En Kish hay mucha más oferta de ocio, como buceo con botella, shows con delfines nadando con ellos, las colchonetas esas arrastradas por motoras y toda esa parafernalia de playa. Eso sí, nada de aglomeraciones, las playas están casi vacías, en fin, muy bien, tiene muchas ventajas. Pero no recomiendo esto después de mayo, empieza a hacer demasiado calor y no refresca ni por la noche. En verano debe ser bestial, similar a Dubai, un infierno.


Me hablaron de que el mejor punto para esnórquel era una playa a unos pocos km al sur. Decidí ir hasta allí, pero no conseguí el equipo. De todas formas cogí un taxi, me llevé lo puesto, con el dinero bastante justo porque no podría vigilar mis cosas desde el agua y cuando llegué al sitio comprobé que el lugar estaba bastante apetecible, con una buena playa de arena blanca, aguas color turquesa y completamente vacía. Caminé un poco buscando centros de buceo, había 2 o 3, pero ninguno alquilaba gafasy tubo. En el último, como me frustraba muchísimo haber ido hasta allí para nada, recurrí a una estrategia que me funcionó. A la chica encargada le pregunté que dónde estaba la famosa hospitalidad y amabilidad iraníes que no me facilitaba poder ver aquel arrecife cuando yo venía nada menos que desde Tenerife para eso. Con esto y poco más lo conseguí. Pues cambió de idea y me dijo que me alquilaba el equipo, aunque me pedía más de lo que llevaba. Le dije que solo llevaba tanto y que necesitaba X para el taxi de vuelta y me dejó por lo que me quedaba hasta las aletas que no estaban incluidas. Bien.
El arrecife está cerca de la orilla, poco a poco voy viendo más corales y más peces, me muevo en una zona delimitada entre una motora y la orilla. Al cabo de un rato, cuando estoy cerca de la lancha y veo que hay gente tirándose al agua para bucear, oigo unos gritos, saco la cabeza y veo que me dicen en inglés que vaya más lejos, que no me acerque a esa zona porque está reservada solo para mujeres. ¡¡¡¿Cómoooo?!!! ¿En el agua también? Hay zonas de buceo para hombres y zona para mujeres, madre mía, me cuesta creerlo, sobre todo porque van completamente tapadas. Ya después de eso, empecé a pensar si los peces también estarían separados por sexos y en un lado estarían los peces y en otra las pezas...qué locura.
El esnórquel estuvo bien sin ser extraordinario, hay algunas zonas de coral interesantes y suficientes peces, tanto machos como hembras.


Éstas no van a la playa ni aunque las maten

En cuanto a que esto no es realmente Irán, y las costumbres se relajan mucho, bueno, no estoy de acuerdo. Sigo viendo chadores, todas las mujeres llevan velo islámico, con más color generalmente, pero hasta paseando por la playa van como a la mezquita y las dos que vi en el agua iban completamente vestidas. Bien es cierto que hay una playa de mujeres a la que no fui, entre otras razones porque soy un hombre y allí puede que enseñen el codo, no sé... El caso es que ni aquí hay relajo, a pesar de los treinta y tantos grados los hombres no se ponen un pantalón corto ni aunque los maten, solo he visto un par de ellos fugazmente y yo, que ya me harta que me miren...Varias veces he pillado a alguna dando codazo a otra para que me mire por mi degeneración, mi terrible depravación al enseñar de rodilla para abajo, me parecen tan catetas, tan atrasadas cultural y mentalmente que me da rabia y a punto estuve de darme un paseo por delante de ellas en plan modelo para que me vieran bien. Me parece muy triste al mismo tiempo. Detallaré uno de los momentos culminantes del viaje:
como no había conexión a internet en la habitación, bajaba a recepción con la tablet y me sentaba en una de las butacas. Por supuesto, iba con el pantalón corto. Y además lo llevaba puesto. Una señora se gira y me ve. Se queda mirándome. Yo también la miro con la misma insistencia. Ella piensa: “por Allah, ¿qué es lo que ven mis sorprendidos ojos que jamás habían contemplado en la vida? Por la hija del Profeta, ¿no son acaso dos piernas de hombre como el Único las trajo al mundo?¿No estaré quizás soñando y se trate de una terrible pesadilla?” o algo parecido. Yo, mientras, también pensaba, claro, yo siempre pienso mucho, algo así como: “¿qué miras, tía? que parece que nunca has visto dos piernas de hombre, ni siquiera las de tu marido; ¿qué descaro es éste?” Me pareció que lo que en ella al principio no era más que una sorpresa, se fue poco a poco convirtiendo en un desasosiego que podría desembocar en un ataque de ansiedad. Los ojos se le abrieron como los de un pez y se salieron de sus órbitas; las aletillas de la nariz comenzaron a vibrar a gran velocidad y los labios, de la boca, se le humedecieron al contacto de la lengua y sufrieron una intensa presión de los dientes que dejaron su huellas marcadas profundamente. Me sentí deseado por aquella mujer, siempre he tenido ese problema en estos países...Me fijo que a su lado hay una joven de espaldas y pienso, otra vez pensando, que le va a decir que se fije en mí. Y efectivamente, al momento le da un codazo a la chica, seguramente su hija, que, como me imaginé, comienza a girarse hacia mí intentando disimular su interés, lo que no consigue, y me echa una mirada que ya me hace sentir como si estuviera completamente desnudo. Me parecía una situación totalmente surrealista, alguien en pantalón corto provoca un escándalo en la recepción de un hotel de playa. Realmente cuesta entender algo semejante, a mí me cuesta al menos.
No sólo eso, sino que 3 veces me han dado un aviso de que me pusiera la camiseta ¡¡¡en la propia playa!!! En el agua o paseando por la orilla, vale solo el bañador, pero como llegues a los chiringuitos o locales de buceo o pasees por el dique de la playa, ya alguien se escandaliza y pueden llamarte la atención. Es alucinante De esta moral sumida en la Edad Media o casi en la Prehistoria nadie habla, a nadie le parece un inconveniente para visitar el país. Pues a mí, sí, me parece de lo más ridículo. Y lo peor es que la mayoría aparentemente está satisfecha de pertenecer a un país islámico, es decir, a una dictadura religiosa. Pues nada, que lo disfruten, como las fotos de los ayatollahs que aparecen hasta en la sopa.


Cuando aterricé en Madrid me sorprendieron varias cosas, en primer lugar ya desde el avión, los campos tan verdes, era primavera, y el paisaje me pareció precioso después de haber padecido la dura aridez iraní; pero sobre todo ya en el pueblo de Barajas, donde iba a hacer noche, la gente con pantalón corto enseñando las piernas y sobre todo las chicas con shorts mínimos me resultaron algo inquietantes, como que no debía ser, que algo fallaba y estaba mal...tras 18 días de dictadura religiosa y sus consecuencias morales, juro que me impresionó ese derroche visual de superficie carnal tan generoso, me desconcertó en gran medida. Entonces comprendí lo que para los iraníes, y más aun las iraníes, podía suponer mi desconcertante presencia de aquella manera. Y eso que los pantalones me llegaban a las rodillas.
De todas formas, la gente es encantadora, es verdad, y eso que el idioma frena muchísimo la comunicación, pero se acercan al verte extranjero y quieren comunicarse aunque poco se puede hacer, mis conocimientos del farsi son nulos Y en esta isla casi nadie habla inglés, muchos menos todavía que en el resto de las otras zonas visitadas.

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