![]() ![]() Canadá de costa a costa ✏️ Blogs de Canada
Descripción de un viaje de 25 días a Canadá, empezando por la costa este y terminando en la costa oeste.Autor: Omaringa Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (4 Votos) Índice del Diario: Canadá de costa a costa
01: El viaje pendiente
02: Generalidades
03: Descubriendo Toronto
04: Toronto, una ciudad de cine
05: Niágara
06: Ottawa, el centro político de Canadá
07: Parc Omega y llegada a Montreal
08: Un día entero en Montreal
09: Llegada a Quebec
10: Quebec
11: Alrededores de Quebec
12: Llegada a Calgary
13: Drumheller y Dinosaur Provincial Park
14: Y por fin, las Rocosas.
15: Los grandes lagos de las Rocosas.
16: Yoho pasado por agua
17: Ultimo día en Banff
18: Icefields Parkway
19: Jasper, Maligne Canyon y Maligne Road.
20: Último día en Jasper.
21: Entrando en la Columbia Británica
22: Las tierras del Sasquasch y las montañas de Whistler
23: Llegada a Vancouver
24: Ballenas y arcoiris
25: Un día de cine
26: El parque Stanley y la guarida de Tito.
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Etapas 7 a 9, total 26
Jueves 18 de Julio:
Salimos temprano de Ottawa para estar a primera hora en nuestro primer destino del día, el Parque Omega. No es ningún parque nacional, es más bien una especie de reserva o zoo donde tienen animales de todo Canadá viviendo en recintos bastante grandes, y que recorres en tu coche. Los más peligrosos como lobos u osos están protegidos por vallas, mientras que los herbívoros como wapitis o ciervos caminan a sus anchas extensas zonas del parque e incluso por los caminos de los vehículos. Por esta razón no se puede circular a grandes velocidades y hay que recorrer las pistas de tierra con calma y disfrutando de la fauna que te rodea. Es un lugar genial para hacer fotos de animales. El camino entre Ottawa y el parque lleva tan sólo una hora, así que a las 9 estábamos ya entrando por la puerta del parque. Primero aparcamos en la Maison du Parc, una zona con cafetería, tienda de recuerdos, baños, restaurante, etc., ya que queríamos tomar un café y así estudiábamos el mapa que nos habían dado y los horarios de los espectáculos que tendrían lugar ese día para planificarnos. ![]() Comenzamos la visita por la Zona de las Primeras Naciones. Se trata de un área que se puede recorrer únicamente a pie, siguiendo un sendero que rodea un lago. A lo largo de este sendero te encuentras los totems reprentativos de cada una de las primeras naciones, es decir, las tribus indias que habitaban Canadá antes de la llegada de los europeos, junto con paneles informativos sobre estas tribus. No lleva mucho tiempo recorrerlo. Además, por la zona del aparcamiento vimos multitud de bambis que se acercaban para que les dieras de comer. Aquí había unas máquinas que por una moneda te daban un puñado de comida para ciervos, y además también es posible comprar zanahorias en la Maison du Parc. ![]() Tras esta pequeña introducción a las tribus indias volvimos al coche para recorrer el resto del parque. Es muy divertido ver cómo los ciervos y wapitis se acercan a tu coche, e incluso meten la cabeza dentro buscando algo de comer. Son inofensivos se supone, pero no está de más tener las precauciones lógicas en estos casos. Durante el recorrido también vimos jabalíes con sus crías recorriendo los caminos en libertad, y muchos gansos. Hasta vimos un wapiti bañándose en un lago. Después nos internamos en la zona de los lobos, aunque estaban escondidos y no los vimos. ![]() Llegamos a un área de servicios que se encuentra en el extremo del parque. Allí, además de varios parkings, hay más restaurantes, tiendas, baños... y es la zona donde tienen lugar los espectáculos. También hay una estación donde puedes coger una especie de vagonetas tiradas por un tractor para ir a una granja donde los más pequeños pueden conocer animales domésticos como gallinas, cerdos, vacas, etc., aunque nosotros no fuimos. Cerca está una zona donde puedes subirte a unas pasarelas de madera que discurren entre las copas de los árboles. Primero vimos el show de los lobos, que es básicamente el momento en que los cuidadores del parque los acercan a una zona preparada para que los visitantes puedan observarlos cómodamente y les dan de comer. Como todavía faltaba un rato para el siguiente show, el de las aves, aprovechamos para hacer lo mismo y nos comimos unos perritos calientes y unas poutines. Este plato es uno de los típicos de Quebec y son patatas fritas con salsa gravy por encima y queso, salchichas, bacon... hay muchas variedades, las vimos hasta en el McDonalds. Cuando leímos sobre ellas pensamos que estarían muy buenas, pero la verdad es que las probamos varias veces a lo largo del viaje y no nos sedujeron especialmente. ![]() El espectáculo de las aves estuvo entretenido. Un par de cuidadores van sacando algunas aves, entre ellas un águila imperial, y hacen demostraciones de vuelos. Me gustó mucho más que el de los lobos y eso que no soy fan de los pájaros precisamente, aunque hacer buenas fotos era complicado. ![]() El resto del tiempo que pasamos en el parque lo empleamos en recorrer los caminos que nos faltaban, donde vimos bisontes, lobos árticos, osos, cabras montesas... e incluso un buey lanudo de refilón!! por desgracia no pudimos ver ni alces ni caribúes. ![]() La visita al parque nos gustó mucho. Es una buena oportunidad para ver animales de cerca y aunque no deja de ser un zoo los animales tienen más libertad y al ser animales de Canadá el hábitat en el que viven está mucho más adaptado a ellos. Si nosotros, que somos tres adultos, salimos encantados de la visita, así que no quiero ni imaginar cómo lo pueden pasar los niños. Desde el parque hasta Montreal hay apenas dos horas de coche. Llegamos ya por la tarde, sobre las 6, y conforme entrábamos vimos que las señales de aparcar en las calles de Montreal eran sorprendentes. Apenas había huecos, y además, la prohibición de aparcar variaba en cada tramo de la calle, cada pocos metros, así que era un lío. Encontramos un hueco en la calle de al lado de nuestro alojamiento para las siguientes dos noches, otra residencia universitaria en plena calle Sherbrooke, al lado del centro de la ciudad. Teníamos muchas dudas de si lo teníamos bien aparcado o no, porque además en la acera de enfrente había señalización provisional que no acabábamos de entender ni sabíamos si afectaba a toda la calle o solo a un lado. Por si acaso hicimos fotos de las señales y se las enseñamos a la recepcionista de la residencia y nos dijo que sí, que no había problema con dejar allí el coche. ![]() ![]() ![]() Dejamos las cosas en la habitación, esta vez era sólo una habitación tipo hotel con dos camas grandes, no como en Ottawa, y salimos a conocer un poco de Montreal. La zona de la Place des Artes, en pleno distrito financiero, estaba de obras, así que no nos dio muy buena sensación. Desde allí escuchamos música y jaleo en unas calles cercanas y nos acercamos. Nos encontramos con un escenario donde iban saliendo humoristas, tipo "El club de la comedia", pero en francés. No entendíamos ni papa, pero bueno, la gente allí se lo estaba pasando bien. También encontramos una zona de tenderetes y un grupo de gente disfrazada recorriendo las calles. Al parecer se trata de un festival, el Hahaha o Just for Laughs, que tiene lugar en Julio en la ciudad. Estuvimos un rato por la zona y desde allí nos dirigimos a la Place des Armes, el corazón de la zona antigua de Montreal. A diferencia de Toronto, la ciudad tiene un pequeño centro histórico con calles empedradas. En la propia plaza tenemos la basílica de de Notre Dame de Montreal, que con sus dos torres recuerda a la de París, al menos en la fachada principal. No entramos en la basílica ya que estaba ya anocheciendo y preferimos dar un paseo por las calles aledañas como Rue Sant Pierra o Rue o Saint Paul. La diferencia con Toronto era notable. Estas calles estaban abarrotadas de restaurantes pero de tipo francés, no cadenas de comida rápida y restaurantes asiáticos como en la gran ciudad Canadiense. Se notaba que estábamos en Quebec. ![]() A las 9 teníamos entrada comprada para ver el espectáculo de luces y sonido "AURA", en el interior de la basílica. Estuvimos esperando un rato en la puerta y al entrar nos encantó el interior de la basílica, muy bonito. Pero es que además estaba iluminado con luces tenues y rojizas, y los cuadros de las capillas tenían efectos de luces muy curiosos. En conjunto tenía todo un aire misterioso que ya te iba preparando para lo que venía. Con unos minutos de retraso empezó el show, lástima que no se pudiera grabar ni hacer fotos porque es realmente espectacular. Lo recomiendo para todo aquel que visite la ciudad porque fue lo que más nos gustó de Montreal. Los efectos de luces sobre el altar mayor, el techo y las paredes cercanas al altar son brutales y no puedes dejar de contemplarlo todo con la boca abierta. En youtube se puede encontrar el show entero, pero si alguien quiere ir a verlo en persona no aconsejo que lo veáis, así lo disfrutaréis más. Como adelanto podéis ver este vídeo dónde sólo se muestra un poco: Al terminar cenamos en una pizzería que había por allí cerca, Quattro, ya que era de lo poco que quedaba abierto a esas horas, y la verdad es que fueron muy rápidos en servir y eso que las hacían al momento. Después nos volvimos a la residencia a descansar para el día siguiente poder dedicar el día entero a conocer Montreal. Etapas 7 a 9, total 26
Viernes 19 de Julio:
Mientras desayunábamos estuve mirando cómo organizar el día, en qué orden visitar las cosas que nos interesaban, etc. Nuestra intención era empezar por la zona olímpica, pero descubrimos que cerca de nuestra residencia, a unos 10 minutos andando, estaba la exposición de muñecas Barbie más grande del mundo. No es que nos gusten especialmente, pero era gratis y algo curioso y como nos pillaba cerca pues fuimos. Se encuentra en el centro comercial Les Courts Mont Royal, en el 1455 de Peel Street. La visita no lleva demasiado tiempo, pero hay gran cantidad de muñecas barbies vestidas de todas las formas posibles, desde trajes típicos de muchos países del mundo hasta trajes de diferentes épocas históricas. También hay unas muñecas que reproducen personajes de películas famosas. La verdad es que nos pareció interesante y si os pilla cerca no dudéis en dedicarle media hora. ![]() Al lado del centro comercial podíamos tomar el metro hasta la zona olímpica, con la línea verde directa. Montreal fue sede olímpica en 1976, y desde entonces conserva gran parte del equipamiento construido para el evento. Cuando llegamos nos encontramos con toda la zona levantada por obras. El complejo incluye varios edificios, entre los que destaca su estadio olímpico y la torre de Montreal, la torre inclinada más alta del mundo. Se puede subir hasta arriba con un ascensor, pero nos lo encontramos cerrado por avería y nos quedamos sin disfrutar de las vistas desde arriba. También vimos un pequeño homenaje que se ha rendido allí a Nadia Comaneci, la gimnasta rumana que consiguió un 10 por primera vez en unos JJOO precisamente allí en Montreal. Existen visitas guiadas al estadio pero había que esperar un rato y tampoco es algo que nos llamara especialmente la atención, así que lo dejamos. Tampoco pudimos visitar el Biodome, un museo que reproduce cuatro tipos de ecosistemas del mundo, con plantas y animales de la zona, construido en lo que fue el velódromo de los JJOO de Montreal en 1976. Para variar, estaba cerrado temporalmente por obras. ![]() Dejamos la zona olímpica y volvimos en el metro hacia en centro de la ciudad para visitar "Le plateau - Mont Royal", una antigua zona de casas adosadas construidas para los obreros de la ciudad que hoy en día se ha reconvertido en una zona emergente con restaurantes y cafeterías con cierto toque hipster. De todo el barrio la zona más bonita es la Plaza St Louis, con sus casas de colores, muy fotogénicas. Aprovechamos para tomar un café en un sitio con aire acondicionado, ya que estaba haciendo bastante calor. ![]() Volvimos al metro y nos encaminamos hacia la zona del Puerto Viejo, para lo cual paramos en la parada Champs de Mars. Pasamos por el ayuntamiento de la ciudad, y tras él se abría un paseo con músicos callejeros, gente paseando y muchos restaurantes alrededor. Dimos un paseo por la zona, lo más pintoresco que vimos en la ciudad y que nos gustó mucho. De nuevo calles empedradas y edificios bajos de una planta o dos construidos en piedra gris. Habíamos leído que una de las comidas típicas de la zona eran las langostas, y ciertamente las vimos anunciadas en muchos de los restaurantes. Elegimos uno de ellos para comer y Mar y yo pedimos una cada uno. No estaban mal, pero la verdad es que prefiero otras cosas ![]() ![]() Después de comer aprovechamos para dar un paseo por la zona del puerto, lleno de tenderetes de souvernirs, helados, etc. Había mucha gente paseando y también vimos un circo. Pudimos ver también la famosa Torre del Reloj al final de uno de los muelles, con el puente Jacques Cartier de fondo, una de las imágenes típicas de la ciudad. Nos metimos de nuevo en la ciudad y pudimos ver la capilla de Notre Dame de Bonsecours, y al lado el mercado de Bonsecours y su característica cúpula. Este mercado fue inaugurado en 1847 y es uno de los edificios principales de la ciudad y de todo Canadá, y hoy alberga numerosas tiendas, restaurantes y salas para eventos. Muy cerca nos encontramos con el Chateau Ramezay, un edificio histórico construido en 1705 como residencia del entonces gobernador de Montreal, Claude de Ramezay. El castillo fue el primer edificio proclamado como monumento histórico de Quebec y es el museo de historia privado más antigua de la provincia. Allí nos encontramos con un show de unos jóvenes vestidos de soldados de época. ![]() Tomamos de nuevo el metro y nos dirigimos a la parada de Jean Drapeau, en la isla de Sainte-Helene. Allí se encuentra la biosfera, una enorme esfera metálica que alberga un museo dedicado al agua y al medio ambiente, pero no pudimos entrar porque acababan de cerrar. Dimos una vuelta por la zona pero era básicamente un parque. En el extremo norte de la isla se encuentra La Ronde, un parque de atracciones que es para echar medio día como poco. Volvimos al metro y nos cruzamos media ciudad para llegar al Oratorio de San José. Este espectuacular edificio está construido sobre una colina y consta de varios niveles. En los superiores está la basílica, de aspecto muy austero y desde cuya terraza se puede contemplar toda la ciudad y el río San Lorenzo, y más abajo la cripta y la zona donde se conserva el corazón de San André Bessette, el fundador del oratorio y autor de numerosos milagros según cuentan. De hecho, en la cripta se pueden ver muchas ofrendas dejadas por los fieles que han sanado allí. La gran escalinata que sube desde la base de la colina tiene un tramo de madera, por el que los creyentes suben de rodillas a modo de ofrenda al santo para pedir por su intercesión. ![]() Volvimos al hotel para descansar un rato y salir a cenar. Elegimos un sitio que habíamos visto el día anterior, Pacini, cerca de nuestra residencia y del metro. Es una cadena de comida italiana, bastante aceptable, y tiene una zona donde puedes hacerte tostadas de pan con varios tipos de condimiento, todas las que quieras. Lo probamos en otras ciudades después de esa vez porque nos gustó bastante y no sale mal de precio. Después Mar se volvió a la residencia y Victor y yo cogimos el metro para ir a la zona de The Village, la zona gay de Montreal, para salir un poco por la noche y tomar algo, tampoco hasta muy tarde porque al día siguiente tocaba madrugar para ir a Quebec. Etapas 7 a 9, total 26
Sábado 20 de Julio:
De nuevo tocaba madrugar para hacer kilómetros de carretera. A la salida de Montreal el GPS se volvió un poco loco y nos costó encontrar la salida, pero finalmente conseguimos enfilar la autovía que comunica las dos principales ciudades francófonas. El paisaje volvía a ser llano y lleno de campos y bosques, bastante monótono. Tras unas tres horas llegamos por fin a Quebec. En este caso teníamos reservado un apartamento por Airbnb en plena Rue Saint Jean, una de las principales calles de la ciudad. Se trata de un zona comercial y en la propia calle era imposible aparcar, así que tuvimos que callejear un buen rato hasta que encontramos una zona donde podíamos dejar el coche. Afortunadamente era fin de semana y en esa zona el aparcamiento estaba permitido hasta el lunes a las 9 de la mañana, que era justo cuando nosotros teníamos pensado irnos, así que nos vino perfecto. Como ya nos había dado la hora de comer aprovechamos para probar los crepes o galletes canadienses. Hace unos años estuvimos en la Bretaña francesa y nos encantaron los galletes salados, y encontramos un sitio justo al lado del apartamento donde los ponían, y la verdad es que bastante buenos para mi gusto. Si en Montreal la presencia francesa era ya mayoritaria en Quebec es prácticamente la única. Todo estaba en francés y la propia ciudad tiene un aire europeo que la hace destacar sobre las otras grandes ciudades de Canadá. Al parecer es el centro del movimiento independentista quebequés y donde el sentimiento francófono está más presente. Eso sí, nosotros no tenemos mucha idea de francés y nos comunicamos en inglés, y la verdad es que ningún problema, te atendían perfectamente y con toda la educación del mundo. Después de dejar las cosas en el apartamento fuimos a comprar a un supermercado para tener cenas para las dos noches que pasaríamos en la ciudad y también cosas para desayunar. La tarde la dedicamos a pasear por la zona cercana al apartamento y el centro de la ciudad. Pasamos por el Parlamento y sus jardines, donde pudimos contemplar la fuente, traída desde Burdeos. Después entramos ya en el casco histórico, atravesando las murallas por la puerta de San Luis. Nada más franquear este arco parece que estás en alguna ciudad europea, con callejuelas estrechas, casas de un par de plantas o tres, algunas de ellas pintadas de colores, calles adoquinadas... sin duda Quebec es la más bonita de las ciudades canadienses que visitamos y que merece la pena dedicarle un par de días. De aquí nos encaminamos hacia la ciudadela, pero ya era tarde para entrar porque cierran pronto así que lo dejamos para el día siguiente. Esta ciudadela es la típica fortaleza construida en forma de estrella para defender la ciudad. Desde fuera no se pueden ver los edificios que la componen, tan sólo las murallas y el foso que la rodea. ![]() Bajando unas escaleras llegamos al que seguramente es el punto más fotografiado de la ciudad, la terraza Dufferin, con el famoso hotel Le Chateau Frontenac en un extremo y el río San Lorenzo de frente. El hotel dicen que es el más fotografiado del mundo, y la verdad es que su perfil destaca desde ese punto y queda precioso. Además, el paseo está cubierto de madera y hay kioskos que lo adornan y bancos para disfrutar de la vista tranquilamente. Delante del hotel estuvimos un rato parados ya que había mucha gente y espectáculos callejeros, mucho ambiente. La zona era muy bonita, la verdad, pero el día estaba gris y comparándolo con algunas fotos que había visto por internet quedaba muy deslucido, así que decidimos volver al día siguiente con mejor luz. ![]() Seguimos la visita bajando por la calle Cote de la Montagne, una cuesta que lleva a la parte baja de la ciudad, donde están las calles más antiguas, con casas de piedra, y numerosas tiendas y restaurantes. Bajamos por las escaleras casse-cou, llamadas así por su inclinación... si te caes, dicen que te rompes el cuello, pero vamos, tampoco me parecieron tan inclinadas. La villa baja es realmente bonita, y pese a estar saturada de gente y tiendas me gustó mucho. Como el calor apretaba nos tomamos un helado en una heladería... era horrible! Estamos mal acostumbrados a una heladería de la ciudad donde vivimos y normalmente los que probamos por ahí nos gustan menos, pero es que éstos eran de los peores que hemos probado nunca. ![]() Seguimos callejeando por la zona y llegamos a la Place Royal, el corazón del Quebec antiguo. Es muy pintoresca con sus casitas y la iglesia de Notre Dame des Victoires. Esta iglesia es una de las más antiguas de Norteamérica y está construida sobre el asentamiento primigenio de la ciudad. La única nota discordante era una enorme bola de nieve que rodeaba una estatua que hay en el centro de la plaza. Desentonaba totalmente en ese entorno y lo afeaba. En un lateral de la plaza se puede contemplar el inmenso Mural de los Quebequeses, una pintura que cubre una pared entera donde se representan los habitantes de la ciudad desde su fundación hasta nuestros días. ![]() A estas alturas ya estaba anocheciendo y la luz no era muy buena, así que nos retiramos al apartamento para cenar y descansar. ![]() Etapas 7 a 9, total 26
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