![]() ![]() Bajo el cielo de Mesoamérica (México) ✏️ Blogs de Mexico
En este diario explico mis experiencias y mi viaje en el interior de la Sierra Madre Oriental y Occidental y la región de Chiapas, durante quince días en septiembre del 2021.Autor: Agus1973 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (8 Votos) Índice del Diario: Bajo el cielo de Mesoamérica (México)
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Etapas 4 a 6, total 12
ღ OAXACA ヅ
El trayecto desde la estación CAPU de Puebla a Oaxaca dura cuatro horas y media con la compañía ADO y el billete por la página web me sale por 26,95 euros, más 70 pesos del taxi desde la estación de mi nuevo destino hasta el alojamiento que he reservado por booking en el barrio de la Chinita. En la dirección indicada no hay ningún cartel ni nada que señale que hay un hostal o pensión con el nombre de Bicuishe. ¡Empezamos bien! Bajo del taxi y pregunto en un colmado de la fachada que pertenece al número del alojamiento. Me indican que es el portón de al lado, que debo llamar por teléfono. A los cinco minutos aparece del interior Ricardo “Sin Miedo”, el propietario de dos pisos de los cuatro que hay en el patio interior, uno de ellos es el que utiliza como hostal, quien amablemente me da la información de los alrededores. En la misma calle hay locales de ocio nocturno y varios que ofrecen buenas comidas del día por menos de cuatro euros. Eso sí, la información de alta tecnología y acabados de lujo que publicita en booking no los veo por ningún lado, puede ser que sea porque no estoy acostumbrado a convivir rodeado de opulencia y mi mente no este familiarizada para detectar esos detalles. Mi habitación es correcta y el baño compartido también, pero no hay agua caliente y el servicio de limpieza en los tres días que estoy debe estar en huelga porque nadie aparece. ![]() ¿Por qué le llamo “Sin Miedo” a Ricardo? Porque el mismo se define así, después de contarme una anécdota en los mares de Veracruz, que él nunca ha pasado miedo ni conoce el significado del vocablo. Un poco fantasmilla, la verdad, lo es; pero aparte de esa particularidad no es un mal anfitrión. ![]() La noche me cuesta 17 euros en el Hostal Biscuishe. Después de socorrer a mi estómago en una de las tascas cercanas a mi Hostal con un plato de frijoles ahogados en salsa negra y chile ardoroso que despierta todos mis males me dirijo a conocer el centro histórico de Oaxaca, ubicado a medio kilómetro de distancia. ![]() El arbolado zócalo rezuma vida a todas las horas del día. En un lado de esta está ocupado por un grupo étnico. pueblo Triqui, que llevan años acampados y con grandes pancartas reclamando justicia al Gobierno estatal y central, en el resto, parejas cogidas de la mano manifestando su reciente amor, familias con niños con ganas de jugar, ancianos sentados en los bancos disfrutando del entorno; y en los soportales que rodean la plaza hay restaurantes donde preparan buenos platos a precios no tan baratos. Al atardecer los músicos itinerantes se apodera de la plaza y la gente baila al son de la música, alegre y despreocupada. Los centros históricos de las ciudades turísticas del país son oasis de paz, tranquilidad y alegría que fácilmente pueden llevar a engaño de la percepción real de México. Y es que las personas andan despreocupadas, no llevan sus bolsos y bolsas agarrados fuertemente. Uno se siente muy seguro. Y tacita y recia siempre las catedrales, obras cumbres de la arquitectura novohispana, que nos recuerda mucho a las ciudades españolas, excepto que las calles mexicanas están tiradas a cordel y lo insólito tiende a manifestarse con más asiduidad comparado con las ordenadas y predecibles plazas y calles europeas. ![]() En uno de esos paseos me aborda Ruth, cazadora de clientes potenciales para la agencia AVIACO TOURS SA, ofreciendo excursiones para Monte Albán, grutas a San Sebastián y otros lugares que ya no recuerdo al no despertar el mismo interés. Me convence, sobre todo, la ruta por el interior de las grutas. Ya en la oficina, no muy lejos del zócalo, doy un anticipo para los dos tours que estoy interesado: Monte Albán: 300 pesos (anticipo 150). Incluye la entrada Grutas de San Sebastián: 600 pesos (anticipo 200). Incluye comida sin bebida. La entrada no está incluida en el precio. ![]() - ¡Prueba los chapulines! No puedes irte sin probarlos - insiste una vieja amiga mexicana por Messenger. ![]() Pues nada, no siendo muy amante de la gastronomía insectívora, en uno de los puestos callejeros decido seguir el consejo y compro una bolsita de grillos (chapulines) y decido a probarlos. Llegando a la conclusión que solo si mi supervivencia estuviera en juego volvería a comerlos. El sabor no es desagradable pero tampoco me produce placer gustativo y no me recuerda, ni se parece, a ningún alimento conocido. A pesar que, a Alejandra, compañera de un Tour, sí le recuerda una pizca a uno: los champiñones y, además, le chifla como buena mexicana que es. ![]() Satisfecho de haber pasado una buena jornada, después de varias cervezas en una terraza en el zócalo, procedo a retirarme del escenario vibrante y bullicioso de las primeras horas nocturnas en Oaxaca. La música de los locales de la calle Nuño del Mercado, donde se ubica mi hostal, ya han despertado y hay buen ambiente en su interior, al menos, en estas primeras horas; a altas horas igual sea otro cantar, no lo sé; el caso que hay un momento que mi diablillo comienza a cuchichearme al oído: venga, una copa más; pero por experiencia sé que ya no sería la última, que estoy en ese momento crítico que una más abriría las puertas de la felicidad extrema y se apoderaría de mí la euforia, la euforia que no deja descansar al cuerpo hasta que no queda ni una gota de energía. Así que hago desaparecer a mi enojado diablillo y me voy a dormir, pues a primera hora de la mañana pasaran a recogerme para visitar Monte Albán y ya no tengo esa edad que podía saltarme a la ligera las horas de descanso sin repercutir en demasía la salud. ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 12
ღMONTE ALBÁN ヅ
- Agustín, ¿es usted el señor Agustín? – me pregunta un joven mulato de buen ver que provocara cierto revuelo entre las turistas que me acompañaran a la visita guiada del Monte Albán. Soy el primero en subir en la furgoneta adaptada para el transporte privado de personas. Poco a poco va recogiendo a los turistas en su hotel: un chico boliviano y una chica brasileña que viajan juntos y son pareja que están realizando un gran viaje por América, dos amigas caucásicas de Veracruz, una pareja joven poblana que mi imaginación me hace pensar que son de origen Tlaxcalteca y otra pareja de Ciudad de México; el último que recoge es un cincuentón mestizo que nos hará de guía. No está muy lejos, del centro de Oaxaca, el yacimiento arqueológico, así que no tardamos mucho en llegar. Todavía no han abierto y tenemos que esperar quince minutos a que se realice la apertura haciendo cola detrás de otros vehículos con visitantes. Por fin accedemos al mundo zapoteca, y es que hay más vida en México que la de aztecas y mayas. Y así el guía mestizo no lo recordara, que ellos son un pueblo diferente. Dándome la sensación que cuando habla de aztecas y México habla de un lejano territorio. ![]() ![]() Los restos no tienen la exuberancia de Palenque ni la magnitud de Teotihuacán, pero por ello no pierde interés, sobre todo, por su ubicación privilegiada: en un macizo rebajado y allanado por sus primeros moradores hace más de dos mil años con unas vistas impresionantes del valle, donde una gran plaza enmoquetada por la naturaleza muestra un intenso verde cercada por edificios en estado ruinosos. ![]() ![]() Según cuenta nuestro guía, estuvo habitada durante 1300 años hasta que colapso, probablemente, por superpoblación y fue dirigida por los sacerdotes. ¡La religión siempre tan presente en las sociedades! Sin embargo, fue una civilización con inquietudes científicas, como demuestra el primitivo observatorio astronómico, los grabados de cuerpos desnudos para el estudio médico, como la de mujeres embarazadas o un calendario escrito entre otros avances. Cuando llegaron los españoles ya había sido abandonada. ![]() El guía nos da media hora libre para que acabemos de explorar por nuestra cuenta las ruinas y hagamos fotos para alardear en las redes sociales y, los que sean jóvenes, lo esplendidos que están, comentándonos que el museo está cerrado por… ¿Adivináis por qué? Pues sí, por eso mismo. Luego, bajando por la colina, nos desviamos por una pista de tierra que accede a una urbanización, donde en una de las casas elaboran mezcal tradicional y producen pequeñas cantidades, pero según uno de los pequeños accionistas y empleado su objetivo principal es convertirse en una escuela. Sin embargo, las autoridades locales parecen ser que ponen en dificultades la pervivencia del mismo por los abusivos impuestos, quien nos lo cuenta después de cruzarnos en la entrada con una inspectora municipal abandonando el recinto. Nos enseña los pasos a seguir, desde los cuidados que necesita el agave (maguey) hasta la fermentación. Degustando mis compañeros de tour un chupito por pocos pesos. En la estantería venden botellas a precios más caros que los manufacturados, mas creo que son precios justos. Luego nos llevan a una tienda de alebrijes, que a diferencia de los originales que se originaron en Ciudad de México estos se hacen con madera de nopal en vez de cartón y alambre, tal como lo ideó su creador en los inicios del siglo XX, Pedro Linares López. Son figuras quiméricas, coloridas, de diferentes tamaños que exponen en una superficie amplia con precios dispares. Ninguno compramos nada. Aunque alguna figura me gusto no tengo por costumbre comprar suvenires hasta los últimos días de viaje. Como es la hora de la comida nos llevan a un restaurante bufé que para carnívoros y “legumbreros” debería ser el paraíso pero que para mí que no como carne y los frijoles mexicanos me sientan como una patada pasa sin pena ni gloria; y tampoco, que digamos, hay mucha variedad en los postres (gelatina, arroz con leche y crema) para al menos haber sacado tajada de los más de cien pesos que cuesta. Y para finalizar el día nos lleva a la capilla abierta del convento de Santiago Apóstol que no se puede visitar por la susodicha razón. Y nos da las explicaciones desde el exterior del recinto vallado; ante la somnolencia perenne de la brasileña que no presta atención sentada en una piedra y las burlas cariñosa de su pareja, el boliviano, que la apoda la “abuelita”; mientras Ruth, la veracruzana, posa sonriente y sensual para la cámara de su amiga. ¡Vamos! A esa hora de la tarde ya pocos están atentos al guía, ni tan siquiera la pareja de enamorados y mestizos de Puebla que tan buenas personas parecen. Antes de dejarnos a cada uno en nuestros respectivos alojamientos el guía nos agradece la confianza depositada en su agencia y, no sin gracia, que serán bienvenidas toda propina, que sabrán muy bien cómo gastarla el conductor y él, que no se preocupen por eso. Y es que en México nunca tendrás dudas si es costumbre o no dar propina, pues ellos mismos os lo recordaran con mayor o menor gracia o sutileza. Pero no todos quieren entender exigencias sutiles, como el hombre de Ciudad de México acompañado de su esposa, que casi ni se despide de él al bajar y que rehúyo de toda conversación con los demás durante todo el viaje. Etapas 4 a 6, total 12
![]() Las grutas de "San Andrés", donde entran dos y salen tresUna maravillosa visita a unas cuevas en la región montañosa de Oaxaca-
ღ SAN SEBASTIÁN DE LAS GRUTAS ヅ
Esta mañana viene a recogerme otro conductor y hay nuevos compañeros de aventura (dos matrimonios mayores de mexicanos con residencia en EEUU), excepto las jóvenes de Veracruz del día anterior que repiten. Hoy será la jornada con más feeling entre todos quienes componemos el grupo. Habrá buen rollo y muchas risas. El viaje dura algo más de dos horas por una carretera ondulante por una zona montañosa del Estado de Oaxaca. En el trayecto un grupo de nativos cortan durante treinta minutos la carretera en protesta contra los gobernantes porque las vacunas contra el Covid 19 no les llegan, mientras, en Europa u otros lugares, los negacionistas rechazan vacunarse por extrañas e inverosímiles conspiraciones rocambolescas. ![]() Al fin, sin más contratiempos, llegamos a las Grutas de San Sebastián, cerca de la población homónima que no supera los mil habitantes. En la entrada del parque que tiene aproximadamente una década de vida, creado ante el incremento exponencial de turistas a la gruta, nos espera nuestro guía y nos cobra, si no recuerdo mal, 145 pesos para poder acceder; algo más caro si se hace el pequeño rappel a la poza y al río subterráneo del nivel más bajo de las galerías. ![]() Las grutas son un sistema de Cuevas de 450 metros con un cenote a mitad de camino y un rio subterráneo que se baja haciendo rapel a treinta metros del sendero principal con dos entradas. Entramos por el acceso remodelado por la mano del hombre que tiene una puerta verja que cierran y abren con llave. Admiramos, durante nuestro trayecto, formaciones caprichosas y sorprendentes de la naturaleza. Como una columna (estalagmita) acabada y otra creciendo, pero todavía lejos de llegar a la bóveda de la cueva por las filtraciones de agua que crecen 10 cm cada mil años. También sorprende algunas formaciones que la imaginación del hombre autóctono les recuerda seres vivos, como un elefante decapitado. Sin embargo, lo que más me maravilla es el espectáculo del aragonito cuando apagamos las linternas y quedamos completamente a oscuras en una de las partes más altas y cóncavas de la gruta donde comienza el mineral a brillar aleatoriamente como si estuviéramos viendo la bóveda celeste desde un observatorio en una noche mágica. Es recomendable recorrer la cueva con calzado de senderismo porque algunos tramos son terreno resbaladizo por las filtraciones del agua para no tener incidentes como la amiga de Ruth, quien cayó al suelo por llevar zapatillas no adecuadas al descender un pequeño desnivel; o el compañero mexicano que, cuando no quedaba ya mucho para salir, resbaló en un escalón natural con la fortuna que yo iba detrás de él y no llegó a perder el equilibrio, gracias a mi intervención, en un área comprometida para la integridad física. Por suerte, fueron dos anécdotas que no provocaron ninguna herida. El guía nos señala la cavidad de San Andrés, en una “bifurcación” de la cueva antes de coger el camino correcto para salir, donde unos extranjeros eligieron el camino equivocado y se internaron en un corredor profundo y donde el oxígeno cada vez es más escaso, a quienes, parece ser, acabaron rescatando y pudieron contarlo. ¿Por qué se llama Andrés? - nos pregunta serio, pero con una leve mirada guasona-. Porque entran dos y salen tres. ![]() En la salida, rodeados de una frondosa vegetación que me recuerda a los bosques hispánicos, nos espera la hermana del guía con un tenate repleto de bolsitas de plástico con frutas troceadas que nos ofrece por unos 50 pesos y todos compramos. ![]() Luego, nos lleva a un cercano y pequeño cenote en el interior de una oscura cueva de donde emerge un riachuelo. Las dóciles ranitas ocres son los únicos habitantes que observo en las orillas del riachuelo antes de llegar a la poza de la que se nutre. La poza es pequeña y la parte más profunda alcanza los tres metros, pero sus aguas son limpias y excelentes para darse un chapuzón a la luz difusa que ofrecen las linternas. Una maravillosa experiencia, en definitiva, que uno no se puede perder si se deja caer por estos lares al menos que sea claustrofóbico o nictofobio. ![]() Comemos en un restaurante de techo de uralita y estructura de madera no muy lejos de allí. Mis comensales mexicanos, roto ya a trizas el hielo que hay entre desconocidos en los primeros momentos, comienza la guasa y las risas, sirviéndose de excusa las experiencias de sus viajes a Cuba, pues todos han viajado a la isla caribeña excepto yo, y haciendo hincapié irónicamente a lo “cariñosos y cariñosas” que son los cubanos con los extranjeros, y que todos, al final, resultan tener un primo o una prima que acaban siendo sus verdaderos amantes. Como a la pobre Ruth de Veracruz, que enamorada por los encantos de un hombre que no conocía físicamente se fue a Cuba, se desenamoro allí y se volvió a enamorar ![]() ![]() Aprovecho las últimas horas de la jornada en cenar en los soportales del zócalo al son de la música de los artistas callejeros y la vibrante vida que bulle por los poros de los oaxaqueños y extranjeros, donde los problemas cotidianos dan una tregua a los vivos. Riéndome solo al recordar que en las Grutas de San Andrés entran dos y salen tres. ¡Qué cachondos son estos oaxaqueños! ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 12
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