![]() ![]() Jordania al runrún de los Toyotas Coasters ✏️ Blogs de Jordania
En este diario narro mi viaje por tierras jordanas utilizando en la medida de lo posible el transporte público. Dejando algunos itinerarios, precios y datos que pueden tener(creo) alguna utilidad para otros futuros viajeros.Autor: Agus1973 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (8 Votos) Índice del Diario: Jordania al runrún de los Toyotas Coasters
01: ENTRANTE JORDANO
02: PLANEAMMÁN
03: LAS MARAVILLAS DE AMMÁN
04: LA MÁGICA VARA DE MOISES (MUSA)
05: EN LAS INEXPUGNABLES RUINAS ROQUEÑAS DE LA PETRA NABATEA
06: LOS DEVENIRES AZOROSOS DE UN MAGNÍFICO DÍA EN PETRA
07: EN EL PLANETA ROJO, AQUÍ, EN LA TIERRA
08: AKABA NO ES CIUDAD PARA TALASOFOBOS
09: TRAS LAS HUELLAS DE LAS CRUZADAS EN ORIENTE PRÓXIMO
10: LA “PSICOFONÍA” DE LAS INMEMORIALES CATACUMBAS DE MADABA
11: JERASH, EN EL EPICENTRO DE LA LOCURA
12: INTENTO FALLIDO DE VISITAR LA ESTACIÓN DE TREN DE AMMÁN
13: AS-SALT, THE BEST BEAUTIFUL TOWN
14: ESA ENORME EXTENSIÓN LACUSTRE MAL LLAMADA MAR MUERTO
15: LA COLECCIÓN DE SU MAJESTAD
16: UN EXTRAÑO DÍA PARA DESPEDIRSE DE JORDANIA
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Etapas 4 a 6, total 16
![]() LA MÁGICA VARA DE MOISES (MUSA)De cómo llegué a Wadi Musa y en qué dediqué mi tiempo antes de visitar Petra al día siguiente.
Jueves, 19 de enero de 2023
La amplia explanada de la estación de autobuses del sur a las cinco y cuarto de la mañana estaba todavía adormecida. Había muy poca gente. Rápidamente me di cuenta que en invierno a los jordanos no les gustaba madrugar. La actividad de verdad no empezaría hasta casi a las siete de la mañana. Por fortuna, había un quiosco que servían bebidas calientes que sería la mejor arma para luchar contra el gélido amanecer mientras me resignaba a quemar el tiempo sentado en un banco. Podría haber aprovechado dos horas más durmiendo calentito, pero no, a través de la aplicación Uber solicité un taxi para que me llevara allí por 2,43J. ![]() A las siete aparcó una furgoneta adaptada al transporte público para Wadi Musa en uno de los andenes ubicados al lado contrario de la ubicación de la mezquita. Estaba totalmente destemplado y ahora debería esperar a que se llenara. El vivaracho conductor me hizo un gesto para que me acercara a él para ofrecerme un transporte directo y rápido a mi destino por 30J. Un taxi compartido. No sé cómo acepte con aquella mirada maliciosa que desprendía mientras me hablaba, porque al final no era directo y era bastante caro, iba hasta Ma´an, ciudad perteneciente a la gobernación del mismo nombre y a 35 km de Wadi Musa, luego debería coger un autobús para recorrer los últimos kilómetros por 1J. Además, en el vehículo íbamos cuatro personas, es decir, pagué por dos plazas, por lo tanto, los taxis compartidos a Ma´an costaba 15J. En resumidas cuentas, me había tomado el pelo. ¡Empezaba de puta madre el viaje! Lo que me mal empieza, no siempre acaba mal. Y el viaje, por el contrario, fue una enriquecedora experiencia gracias a la conversación del pasajero y doctor Aladino, jordano y viajero empedernido, que, sin tener lámpara ni genio, me ofreció, al despedirse, su número de teléfono para ayudarme por si tenía cualquier percance en su país. Cuando llegamos a la estación de autobuses de Ma´an, el taxista, algo avergonzado del comportamiento de su compañero, tuvo la decencia de darme el 1J. que costaba el autobús. El transporte a Wadi Musa era frecuente por la mañana y salió con tan solo tres personas, pero en las siguientes paradas acabó abarrotado de pasajeros, en su mayoría jóvenes estudiantes. ![]() Después de descender varios kilómetros por una carretera sinuosa llegamos a un cruce de carreteras, donde un flamante y nuevo puente superaba una vaguada para unir su otro extremo a la calle que moría en Visitor Center de Petra. El Hotel Petra Gate estaba a trescientos metros de allí, así que decidí recorrer a pie la distancia que me separaba de él. Tres noches 50J y desayunar 3,5J por día. La habitación era chiquita, pero tenía buenas vistas y estaba limpia; la ducha estaba separada del resto de baño, siempre una ventaja para cuando realizas la siguiente visita no tengas que chapotear, acostumbrados los hoteles de baja categoría a tener muchos aseos la alcachofa en el mismo espacio de la pica y el wáter con un desagüe en el centro que casi nunca absorbe toda el agua como debiera. ![]() Establecido en el hotel me fui a una casa de cambio o un banco a cambiar dinero en efectivo, quería tener suficiente para afrontar con tranquilidad el desierto de Wadi Rum. En la parte alta, tanto las cajas de cambios como restaurantes se ubicaban en torno, o en los ramales, de la fea plaza Shaheed con un pequeño y enervante monolito en su centro que no sé lo que representaba. Después de mirar cuál ofrecía el mejor trueque volví al primer sitio donde había mirado, que era el mejor en aquel momento, el Arab Bank. Y, seguidamente, aproveché para comer en el restaurante Belt Al-Barakah, en la coqueta terraza exterior, aprovechando el calorcito de las horas centrales del día. Comida abundante por 10J. Unas horas antes del crepúsculo aproveché para acercarme a pie al mirador cercano al Hotel Petra Panorama por la carretera dirección a Akaba, tuve que enfilar varias pendientes que llegaban al 8% de desnivel, pero valió la pena recorrer los kilómetros para tener una perspectiva diferente de la ubicación de Petra, casi imperceptible entre la montañosa región, solo se intuía la culebrilla del cañón del Siq. Desde allí, uno entendía perfectamente cómo se tardó tanto tiempo en ser redescubierta por Occidente, no solo, aunque fuera la principal causa, las trabas de los recelosos musulmanes con los cristianos de otras épocas pretéritas facilito pasar desapercibido su enclave durante tantos siglos. Si no lo supiera era inimaginable pensar, desde allí, que en el interior de aquel silencioso valle rocoso hubo una vez una gran ciudad. ![]() Para llegar a Mousa´s Spring tuve que desandar mis pasos hasta el centro de la ciudad y volver a ascender, dirección a Ma´an, durante cuatro o cinco kilómetros. Tanto el ascenso como el descenso desde el mirador al centro de la ciudad por un tramo de la acera fue imposible andar por ella, a algún genio municipal, y no de la lámpara de Aladino, se le ocurrió plantar palmeras que ocupaba todo el espacio, bueno, menos veinte centímetros por ambos lados para ser justos. ¿Para qué coño hacían aceras si después no se podían utilizar? En esta ocasión no pude decir lo mismo cuando llegué al lugar donde supuestamente Moisés con su varita mágica golpeó la roca para que brotara agua en una región escasa en este preciado líquido. Era un edificio simplón con tres pequeñas cúpulas que en su interior tenía una roca y un pilón atravesado por una canalización con agua. El sitio no merecía demasiadas atenciones al menos que las creencias de uno fueran lo suficientemente sólidas para dejar de lado la mediocridad arquitectónica. ![]() ![]() Me llamo la atención los partidarios de Sadam Hussein que había en Jordania, el antiguo jefe de estado de Irak y con final trágico a manos del ejército estadounidense, y que vi por primera vez en esta localidad, probablemente expatriados iraquíes, que tenían su rostro pegados en sus vehículos o negocios. Algo que parecía inimaginable o que no vi en mi viaje en Irak. Personas que, por los modelos de los vehículos o negocios, indicaban que habían conseguido prosperar en el país vecino. El país del Reino Hachemita, desde mi desconocimiento profundo de la inmigración, parecía que había dado una nueva oportunidad de prosperar a muchos expatriados de países colindantes en perpetuo conflicto, como palestinos o iraquíes. Las últimas horas las dedique a relajarme por la desangelada y desértica localidad, casi vacía de turistas, nada presagiaba las hordas de turistas, sobre todo al mediodía, que vería en Petra los siguientes días. Un imán poderoso que era capaz de atraer miles de personas incluso en temporada baja. ¡Impresionante! Solo me quedaban unas horas para poder ver una de las grandes maravillas del mundo antiguo, que había conseguido sobrevivir al tiempo con mucha dignidad. Etapas 4 a 6, total 16
![]() EN LAS INEXPUGNABLES RUINAS ROQUEÑAS DE LA PETRA NABATEAMi primer día en Petra y el recorrido que hice: Unos 17 km en total.
Viernes, 20 de enero de 2023
Todavía no había despuntado el día cuando salía del hotel, después de un desayuno insípido y poco variado, con la intención de descender el kilómetro y medio que me separaba del centro de visitantes, emplazamiento principal para acceder a Petra. En ese preciso instante llegaba el propietario del alojamiento en su todoterreno, vehículo que utilizaba en las horas centrales para dar descanso a su cuerpo con una buena siesta, quien se ofreció gratuitamente a llevarme hasta el punto de inicio. El centro de visitantes era una instalación moderna con todos los servicios posibles que a esa hora permanecían muchos establecimientos de suvenires y gastronómicos cerrados. Bajé la rampa que llevaba a los tornos de entrada, pero tuve que volver a subir a las taquillas, donde enseñando el Jordán Pas lo canjeaban por un billete válido para los días que uno había adquirido por la página web. Y, por fin, accedía a su interior, por una pista de tierra compactada paralelas a una de arena suelta y a la riera de Moisés, conocido por estos lares como un wadi, el Wadi Musa, que la última vez que su lecho bramo de alegría fue con las lluvias torrenciales de final de año 2022, donde las autoridades reaccionaron con celeridad en la evacuación de los turistas. Porque algunas zonas de Petra se pueden convertir en una trampa mortal de difícil escapatoria en tales circunstancias. ![]() No tarde mucho en llegar a la primera maravilla nabatea y una de las más celebres, aunque ya antes ofrecía un pequeño aperitivo de lo que estaba por venir, como la tumba de los Obeliscos con sus cuatro monolitos y una figura central erosionada que probablemente indicaran el número de personas que fueron enterradas allí. El desfiladero del Siq, una gran falla natural que atravesaba la montaña de Al- Khubtha, donde ellos la hicieron suya adaptándola a sus necesidades, con tramos de canalizaciones de agua y pequeños depósitos de aguas bien conservados y otras labranzas de interés en su roca. En el inicio de la garganta todavía se podían ver los restos del arco de entrada a la ciudad que había sobrevivido hasta las postrimerías del siglo XIX. Era abrumadoramente sublime realizar por primera vez este recorrido sin las hordas de turistas que aparecerían al mediodía, con los cochecitos eléctricos circulando velozmente por su interior para transportar a las personas con movilidad reducida para que pudieran, al menos, disfrutar de El Khazneh; la tranquilidad te transportaba a profundas y placenteras ensoñaciones, a intentar imaginar cómo tuvo que ser en su momento de esplendor. Guiado por la excelente guía en papel de Carmen Blánquez y Ángel del Río: “Petra Historia y arqueología “para comprender un poco ese mundo que subía el telón para disfrute del espectador; que solo conocía por una imagen icónica de la película de “Indiana Jones y la última cruzada”, donde Spielberg rodó allí algunas escenas. ![]() Y la primera imagen apareció parcialmente cuando estaba dando por finalizado el Siq, como “sumo pontífice” del legado nabateo, pise por primera vez la pequeña explanada que ofrecía la integridad de El Khaznez, popularmente conocido como El Tesoro. Su estado de conservación era extraordinario y su belleza inabarcable para atreverme a describirlo como merecía, pero si algo podía escribir era que mi primera impresión no se borraría jamás de mi memoria. Ni tan siquiera el gran intelectual y defensor activo de la rebelión árabe, Lawrence, no se atrevió a dejar escrito, que recuerde, una mención específica a este monumento, tan solo una reseña a Petra, cuando estuvo en Wadi Musa, en su libro “Los siete pilares de la sabiduría”: “Las inexpugnables ruinas roqueñas de la Petra nabatea”. Tras el encantamiento fugaz que me provocó la bella estampa de El Khaznez, dirigí mis pasos al Siq exterior. Los comerciantes empezaban poco a poco a quitar los plásticos que protegían sus productos de las decenas de tenderetes instalados en sus laterales. Los primeros visitantes no éramos el objetivo de ellos, la costumbre les había enseñado que aparte de madrugadores solían ser más frugales en sus deseos, poco dado a las compras compulsivas. El Wadi Musa (riera, en español, de toda la vida) después de separarse en la entrada del Siq volvía a forma parte de Petra. Alrededor de la gran explanada uno podía deleitarse del arte nabateo excavado en la roca y como Roma supo hacérsela suya, como ejemplo más significativo el Teatro. Durante el tiempo que tomaba un té por 1J, en uno de los restaurantes ubicados en este sector, me pregunté si no sería en esta explanada donde Agatha Christie se inspiró para escribir su novela Cita con la muerte, donde en aquella época muchos beduinos seguían viviendo en todas esas tumbas nabateas y los turistas selectos dormían en jaimas en la misma Petra. Prontamente, me dedique a explorar las tumbas, algunas esculpidas con mucho gusto; en su interior, efectivamente, por sus techos ennegrecidos a causa de las fogatas, dejaba claro que habían sido utilizadas como vivienda. Posteriormente, observe una pareja joven de españoles ascender por una escalera de infinitos peldaños, dirección a una cima elevada. Consulte el tríptico de Petra adquirido gratuitamente en la entrada e identifique la ruta que estaban haciendo: High Place of Sacrifice Trail, una ruta que recorría las dos vertientes de la montaña, pero que no todo el mundo la hacía completa. La mayoría de personas llegaban hasta el punto más elevado, una repisa ancha con buenas vistas de la ciudad nabatea y, un poco antes, uno de los altares rocosos donde los nabateos hacían sus sacrificios, para más tarde descender por el mismo camino. ![]() Aunque los ascensos prolongados resienten mis caderas, decidí realizar la ruta completa, que constaba de unos tres kilómetros. En la vertiente contraria, después de la parada obligatoria para disfrutar de las vistas de Petra desde la cima de la prominencia, comencé el descenso hacia al Wadi al Farasa con una pareja de orientales. Al inicio de esta torrentera aparecieron varias tumbas y otro altar de sacrificio esculpidas en la montaña, como la Tumba del Soldado Romano, que debía su nombre a un error de interpretación al pensar que una de las tres estatuas de la fachada, dentro de unos nichos, era la de un soldado romano. ![]() La riera de Farasa, estrecha y arenosa, la utilicé durante un tramo como senda, hasta que enfilé un talud para acabar descendiendo al centro de Petra. Accediendo por la parte posterior del templo principal de la época nabatea, Qast al- Bint. Esta explanada consideraba los arqueólogos que fue el centro de Petra, donde los petrenses construyeron sus principales edificios públicos, destacando, hoy día, la calle columnada, el Gran Templo del Sur, la puerta de tres vanos y el citado templo unos renglones antes. Allí, en el cenit del astro rey, me refugié en una de las terrazas de los restaurantes que habían sombreadas por la colina, Pedí un falafel y un refresco por 8J. Y, tranquilamente, realice el regreso a Wadi Musa, recorriendo el camino principal, que ya estaba atestado de visitantes, sobre todo, de musulmanes, aprovechando la festividad. Cualquiera diría que estábamos en temporada baja viendo el desfiladero de Siq interior con más tránsito que en las procesiones de Semana Santa, no quería ni imaginarme cómo debería ser en verano, con temperaturas altas. ![]() ![]() Llegué al Hotel sobre las cuatro de la tarde, después de recorrer 17 kilómetros, según la aplicación Strava. Sofocado, necesitaba una merecida ducha y descansar un poco. El ambiente, de repente, cambio de coordenadas y pensé por un momento adormecido si estaba en el caribe, al escuchar bachata a todo trapo venir desde el comedor del hotel, estribillos como este: “Malvada y con cuerpo de diosa, Una víbora peligrosa. Maldito el que cae en tu trampa, maldito el que cae en tu boca. Y el que te abraza por las noches y todo aquel que te conoce. Le doy un día al que te toque para empezar las convulsiones, ie, ie, ie…” Así era imposible dormir. ![]() Según me comentó el dueño, que no parecía muy contento con ellos, acababan de llegar cuatro dominicanos que no sabía ni una palabra en inglés. Y es que las idiosincrasias de ambos países estaban situadas en las antípodas, y gracias que no entendía español, con tan sofocantes letras podrían haber creado un conflicto diplomático. Relajado, salí a dar un paseo por las calles de alrededor, tomar un café y cenar algo en el restaurante Rainbow, anejo a la cutre plaza del monolito. A la hora de abonar la cuenta, en el mostrador de cajero, al estar en penumbra, le di dos billetes de 20J en vez de dos de 10J para que se cobrará los 12. que costó la cena, quien me devolvió 8J. A pesar de ello, cuando me alejaba del establecimiento, salió el encargado o propietario corriendo blandiendo en una mano un billete de 20J. En un primer momento, pensé que me pedía más dinero y le contesté ásperamente; luego, en seguida comprendí lo sucedido cuando le dejé que se explicara. Agradecido le dije que mañana volvería a cenar allí. - Do you promise me? - Of course. - le contesté agradecido a su pregunta. Y a las diez de la noche ya estaba durmiendo profundamente, roncando como un animal salvaje. Etapas 4 a 6, total 16
![]() LOS DEVENIRES AZOROSOS DE UN MAGNÍFICO DÍA EN PETRAMi segundo día en Petra: Recorrido a pie desde Llitle Petra al Monasterio, saliendo por el acceso principal. Unos 20 km a pie.
Sábado, 21 de febrero de 2023
El esbozo mental de mi segundo día en Petra se iba alterar sustancialmente por un bienaventurado malentendido con un taxista y la casualidad de un encuentro fortuito. Pero, eso todavía no lo sabía cuándo estaba desayunando en el hotel a las seis y media de la mañana y salí en busca de un taxista que me llevara a la entrada más cercana que daba acceso al centro de la antigua ciudad nabatea, por la parte trasera. En la rotonda de cuya belleza puse entredicho en este diario en las entradas anteriores paré una pick up para que me llevara a ese acceso. Al principio le dije que 10J lo encontraba excesivo, mas al ver que no cedía acepte sin más remilgos. Íbamos por una carretera sinuosa por un área de ondulaciones del terreno y escasa vegetación cuando sorprendimos un bello ejemplar de cánido, un feneco o zorro del desierto, que huía amedrentado al oír el rugir de nuestro vehículo. Fue toda una fortuna poder ver a este animal de hábitos nocturnos cuando amanecía. Llegamos a Little Petra. pero ya antes me había cerciorado de que nuestro destino probablemente no era donde yo le dije, sin embargo, ya allí, me pareció más interesante iniciar mi nuevo día desde aquel lugar que no entraba en mis planes. Estaba unos cuantos kilómetros más alejado del centro de Petra. Por eso el precio me pareció caro en el primer momento. Dos sencillas casetas modulares eran el refugio de dos guardias. Uno controlaba el acceso de la entrada de Little Petra y el otro la pista de tierra que llevaba a Petra. Desde este punto, partía cada X tiempo un vehículo por 5J., si no recuerdo mal, que te llevaba hasta a los alrededores del Monasterio. Accedí solo y en soledad a Siq.al-Barid, un pequeño y estrecho desfiladero, flanqueado por edificios rupestre. Dejando las primeras huellas de la jornada en la arenosa superficie. Lugar, que por la cercanía a su hermana mayor y la abundancia del agua en el lugar, se piensa que fue una estación caravanera. Estuve media hora en la pequeña Petra, que tenía un encanto especial a pesar de sus reducidas dimensiones. ![]() Dejé a mis espaldas el “antiguo bazar de los mercaderes” donde nabateos y extranjeros debieron realizar millones de transacciones durante siglos. Me despedía de la Little Petra. A mano izquierda cogí la pista de arena que conducía a Petra, no sin antes tener un pequeño equívoco con el guardia de una de las casetas que quería ver mi billete y yo interpretaba que quería venderme un billete para realizar el recorrido en vehículo. Y cada vez, con un tono más arreciado, iba perdiendo la compostura: hasta que entendí, antes de que su rostro de bombona de butano estallara, lo que quería. ¡Joder! Quien se iba a imaginar que cada guardia controlaba un acceso, cuando estaban juntos y no había ningún tipo de señalética. Le pedí disculpas e inicie la larga caminata. Los primeros kilómetros los recorrí por una superficie plana y no excesivamente espacioso flanqueado por muros rocosos, donde los ganaderos aprovechaban algunas cavidades para que ejercieran de establos, cercadas por vallas artificiales para mantener controlado el ganado. Los perros pastores no sentían ni la mínima curiosidad por mí, ni tan siquiera hacían el esfuerzo de ladrar. O estaban muy seguros de sí mismos o eran unos bonachones. Era, por cierto, algo que no tenía intención de averiguar acercándome a ellos, a veces es mejor quedarse con la duda. Pasado ese espacio, la pista de arena rodeo una pequeña colina para seguir por un espacio más abierto y amplio. De vez en cuando pasaba un vehículo que se paraba para ofrecer sus servicios desinteresadamente o interesadamente, a todos les agradecía el ofrecimiento, pero ya había tomado una decisión firme al respecto. En el horizonte no lejano veía una destacable prominencia rocosa aislada de las demás (según el plano, si lo interprete correctamente, Jabal al- Muáysra al-Gharbiyya), y antes de llegar a ella la pista giraba noventa grados, dejándola en el flanco izquierdo. Allí, enfrente de ella, había el único cártel que vi en todos aquellos kilómetros, que indicaba vagamente un sendero casi imperceptible con la reseña Monasterio y en una de sus patas colgaban, atadas, varias ornamentas de animal, una tibia y fémur de un mamífero de grandes dimensiones, tal vez de un burro, y dos calaveras de animal sobre un montículo de piedras. En este punto me quedé por primera vez indeciso, sin saber qué hacer, si seguir la pista o el sendero, era lo que tenía improvisar: más aventura menos conocimiento. ![]() Sin embargo, aquel día el azar estaba por la labor de mostrarme su mejor cara. Unos segundos más tarde paró un guía que llevaba a una pareja de jóvenes españoles que se ofreció a llevarme gratuitamente y, como me vio convencido y decidido a ir a pie, me indico que lo mejor era que descendiera por el lateral de la prominencia rocosa, es decir, por el lado izquierdo, que me llevaría directo al centro de Petra. Ese encuentro fortuito me hizo disfrutar del insólito Wadi al-Mu´aysra, salvaje y solitario, que para mi sorpresa también albergaba unos significativos restos arqueológicos nabateos. ![]() ![]() Seguí mis pasos por un sendero que se acabó difuminando en el terreno, desde aquel momento los caminos, las sendas y los senderos casi desaparecieron completamente. El primer tramo lo recorrí por terrazas recién labradas, no tuve más remedio que superarlas, a veces, hundiendo mis pies en ellas. Dejé a mano izquierda una pequeña alberca rebosante de agua, suficiente para que esas tierras oxigenadas germinaran la vida. Y, seguidamente, apareció la torrentera, el wadi, que descendía suavemente por un valle más estrecho y umbroso. Las tonalidades de los colores de Petra llegaban aquí al éxtasis de la majestuosidad. Decenas de tonalidades formaban en las rocas maravillosos vectores abstractos, a veces como líneas de caracoles, otras como ondas. Estaba totalmente fascinado mientras recorría con cuidado el lecho, cuando me lo permitía el accidente orográfico, o los pedruscos cuando era la opción más fácil. Sin embargo, cuando se ensancho el valle, me quedé perplejo al comprobar que en sus laterales rocosos los nabateos también habían dejado su huella, con estructuras y monumentos sorprendentes totalmente ajenas al turismo convencional, pocas personas debían acercarse por aquí, y lo más curioso de todo es que estaba bastante cerca del centro de Petra. De hecho, yo no me cruce con nadie, excepto con dos beduinos que vivían en una de las cuevas nabateas, quienes me invitaron a un té en la repisa de su vivienda. Se dedicaban a transportar turistas al Monasterio con los dos burros que tenían, que empezaron a rebuznar de alegría cuando les dio de comer. Según ellos, pocos turistas pasaban por esta zona, que se mantenía salvaje y solitaria sin infraestructuras, ni tenderetes, ni caminos. Uno de ellos, incluso, podía seguir con dificultad una conversación en castellano. Había aprendido trabajando para unos arqueólogos españoles durante una temporada con ellos. Y después de charlar un rato con ellos, bajé el último tramo por la ladera pedregosa que moría en uno de los ramales del centro de Petra. Otra vez volvía a estar rodeado de turistas. Me fui al restaurante que había estado el día anterior y me pedí lo mismo. ![]() Luego, enfile el concurrido y ascendente camino hacia Ad-Deir (el Monasterio), de incontables peldaños. A medio camino me cruce con dos orientales a horcajadas sobre dos burros con rostros desencajados por el terror que les producía descender sobre estos animales en un tramo donde la inclinación era mayor. Un camino plagado de puestos de té y suvenires. Si no recuerdo mal, en menos de una hora, a paso tranquilo, llegué a la explanada del famoso Monasterio, que si no fuera por los hermosos colores del Tesoro, podría rivalizar por el primer puesto al mejor monumento de Petra. Y allí, enfrente del monumento, tomé un té en la terraza de un chiringuito que vendían de todo, mientras los osados gatos se te subían al regazo para pedir una caricia o algo de comer. Y, desde aquí, salían varios senderos con carteles que aseguraban llevar a las mejores vistas del mundo, cualquier otero era bueno para calificarlo así. ![]() Como ya eran las tres de la tarde, fui regresando tranquilamente hacia la salida de Wadi Musa, disfrutando por última vez de El Tesoro y el Siq Interior, dos de las grandes atracciones de la ciudad nabatea, volviendo a estar lleno de gente (grupos familiares, solitarios, parejas ,grupos de amigos, subidos en coches eléctricos, sobre camellos...). Y ya en el centro de interpretación me acerqué al pequeño museo que era un guiño al poder de los nabateos sobre el agua, cómo supieron aprovechar este recurso de vital importancia para cualquier civilización, pero tan escaso en estas tierras yermas. Lo mejor que tenía en su interior era una recreación visual de algunos edificios y estructuras relacionados con el agua en aquella época que daban una idea más clara de cómo fueron. Las últimas horas de la tarde aproveche para relajarme y seguir la misma rutina de ayer antes de acostarme, en los mismos lugares. En el restaurante Rainbow, el encargado, quien ya me saluda como si fuéramos viejos conocidos, cuando unos extranjeros le pagaron la cuenta les hizo prometer, al enterarse que mañana también pernoctarían en la ciudad, volver al restaurante. ¡Vaya con Mister Promise! Le había gustado la palabrita. La temporada baja exigía luchar por cada cliente. ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 16
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