![]() ![]() 10 días por Irlanda en verano de 2024 ✏️ Blogs de Irlanda
Circuito por la mitad sur de Irlanda en coche de alquilerAutor: Lapilvi Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (6 Votos) Índice del Diario: 10 días por Irlanda en verano de 2024
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Etapas 7 a 9, total 12
Elegí Castlemaine para nuestro alojamiento de esta pasada noche porque me pareció buen punto de partida para realizar el circuito panorámico de carretera conocido como Slea Head Drive, que vamos a hacer hoy. Nos hemos alojado en una casa particular en la que alquilan habitaciones a través de Booking. El establecimiento se llama Wild Atlantic Stays y no puedo decir que esté mal, pero tampoco repetiría. Como punto positivo, la dueña nos ha dejado cosas para desayunar, cuando no contábamos con ello. El punto negativo se lo lleva el mobiliario destartalado y viejuno, la tapa del inodoro que se cae cuando te sientas, la falta de limpieza en general…
SLEA HEAD DRIVE La conocida como Slea Head Drive es una ruta escénica circular de unos 50 km a lo largo de la carretera R559 en la península de Dingle. Forma parte de la Wild Atlantic Way, que es la ruta costera que recorre todo el oeste de Irlanda, considerada la más larga y espectacular de Europa. La Slea Head Drive va recorriendo todo el perímetro de la península de Dingle, con inicio y final en el pueblo del mismo nombre. A lo largo del recorrido hay diferentes puntos de interés, ya sean vistas panorámicas desde los acantilados, miradores, playas, restos arqueológicos, etc. Haciendo paradas cortas en algunos de los puntos de interés, se puede hacer la ruta en medio día. Si se quiere parar mucho rato en todos los sitios habrá que prever un día entero. ![]() ![]() Con línea azul, la Slea Head Drive. En negro los puntos de interés
Había leído que los paisajes a lo largo de esta ruta son espectaculares y que es algo casi imprescindible en un viaje a Irlanda, así que llevamos las expectativas bastante altas. Salimos de Castlemaine y la primera parada que hacemos es antes de llegar a Dingle, en la playa de Inch. No forma parte de la Slea Head Drive, pero la dueña del alojamiento nos ha dicho que merece la pena. Efectivamente, es una idílica playa de arena blanca, inmensa y muy limpia. No hay prácticamente nadie; el agua debe de estar helada. ![]() Inch Beach
Continuamos hacia Dingle y atravesamos este pequeño pueblo sin detenernos porque ya lo haremos a la vuelta. Iniciamos la ruta Slea Head Drive en sentido horario, es decir, comenzando por el sur. Es lo que se recomienda, porque es el sentido en el que, supuestamente, circulan los autobuses turísticos, y así evitas cruzarte con ellos en cualquier curva (la R559 es una carretera estrecha y muy sinuosa). Y digo “supuestamente” porque comprobamos que circula todo tipo de vehículos en ambos sentidos, así que esta recomendación es absurda. La primera parada que hacemos es en Dunbeg Fort. La península de Dingle está llena de yacimientos prehistóricos y restos arqueológicos, y este es uno de ellos. El acceso cuesta 3,50 €. Los tickets se compran en una caseta que hay al inicio del caminito que lleva al fuerte. El aparcamiento es gratis, al igual que en todas las paradas de la ruta. Se trata de un fuerte circular de piedra, datado en la Edad del Hierro, construido en el mismo borde del acantilado. Se conservaba casi intacto hasta que en 2014 parte de la construcción cayó al mar como consecuencia de unas grandes tormentas. A raíz de ello, todo el conjunto quedó un poco inestable, de modo que se valló todo alrededor para impedir que la gente se acercase demasiado. ![]() Lo poco que se ve de Dunbeg Fort
Lamentablemente, el vallado no deja aproximarse lo suficiente como para poder hacerte una idea de cómo era el conjunto, ya que desde fuera se ve poco más que un montón de piedras. Más interesante nos resulta el audiovisual y la pequeña exposición que vienen incluidos con la entrada. El audiovisual se proyecta en una salita dentro de la tienda de souvenirs y dura unos 10 minutos. ![]() Maqueta de Dunbeg Fort
Nos detenemos un poco más adelante en Beehive Forts, otro conjunto de construcciones de piedra prehistóricas con cabañas, menhires, etc. Vemos que el acceso tampoco es gratuito: cuesta 4 €. Tras la decepción de Dunbeg Fort decidimos no entrar, así que no sabemos si nos hemos perdido algo tremendamente interesante. ¡No pensábamos que fueramos a tener que desembolsar dinero en cada parada! Continuamos la ruta y paramos un kilómetro más allá, en el extremo suroccidental de la península. Es un mirador llamado Slea Head, desde el que se supone que están las vistas más espectaculares de toda la ruta. Esto ya sí es gratis ![]() ![]() Vistas desde el mirador Slea Head hacia la derecha
![]() Vistas desde el mirador Slea Head hacia la izquierda
No quiero ser negativa pero, sinceramente, no me parecen unas vistas espectaculares. Creo que a veces la gente exagera con los calificativos (fascinantes paisajes costeros, vistas que dejan sin aliento…) y crea unas expectativas que sólo sirven para decepcionar a quien va con toda la ilusión esperando algo más. Siguiente parada en Coumeenoole Beach. Aparcamos en un apartadero de la carretera y vemos la playa desde arriba. Es una pequeña cala de arena con formaciones rocosas que dan para alguna foto un poco más dramática. ![]() ![]() Coumeenoole Beach
En todas estas paradas que hacemos al borde de los acantilados hace mucho viento. Ahora mismo hace buen tiempo, pero con temporal tiene que ser impresionante. No es de extrañar que en esta zona y, en general, en toda la costa oeste de Irlanda, naufragaran tantos barcos de la Armada Invencible en 1588 por culpa de los temporales. De hecho, hay un memorial junto a la carretera, un poco más adelante, que recuerda el desastre de la “Spanish Armada”. Seguimos ruta y paramos en Dunquin Pier. Es otro mirador, también con vistas a las islas Blasket. Bajamos por un caminito pavimentado que desciende serpenteando hacia el nivel del mar, esperando encontrar algo interesante abajo, pero tampoco hay nada de particular. Las vistas del mar siempre son bonitas por definición, pero esperaba algo más especial. ![]() ![]() Dunquin Pier
Pasamos de largo el mirador de Clogher Head porque hay que subir a un promontorio desde donde se deja el coche, y nos está dando la sensación de que las vistas van a ser más de lo mismo, sólo que desde un poco más arriba. A partir de aquí, la ruta deja de bordear la costa y se adentra en la península, de modo que los puntos de interés dejan de ser vistas panorámicas del océano y van a consistir en yacimientos arqueológicos o restos históricos. Como ya es hora de comer, paramos unos kilómetros más adelante, en Ballyferriter. De entre los tres o cuatro restaurantes que hay en este pequeño pueblo elegimos uno llamado Murphys Bar. No comemos nada mal y nada caro. Cuatro platos, una cerveza y dos postres son 61 €. Siguiente parada: Asentamiento monástico de Reask. Al poco de pasar Ballyferriter hay que salirse de la R559 a mano derecha por una carreterita muy estrecha y enseguida se llega al emplazamiento. El acceso es totalmente libre y no hay nadie controlando ni cobrando entrada. En este momento ni siquiera hay otros visitantes; estamos absolutamente solos. Además, a diferencia de Dunbeg Fort, se puede caminar por entre las ruinas y verlas perfectamente, por lo que nos gusta mucho más. Te haces mejor idea de cómo fue aquello, de cómo estaba configurado el asentamiento. Realmente sólo quedan los arranques de los muros de las edificaciones, pero se observa claramente cómo el monasterio estaba rodeado por una muralla, se ven los restos de chozas de piedra circulares, se intuye dónde estaban las puertas, etc. En su día hubo una iglesia, un oratorio, un cementerio, talleres donde elaboraban objetos de hierro, bronce y vidrio, un horno… ![]() ![]() Asentamiento monástico de Reask
El elemento más singular que se ha conservado íntegro es la Piedra de Reask, que es una enorme losa de casi 1,70 metros de altura con curiosas inscripciones grabadas. ![]() Piedra de Reask
Francamente, de todo lo que hemos visto en la ruta Slea Head Drive, el Asentamiento de Reask es lo que más me ha gustado. Pasamos de largo el desvío al Gallarus Oratory porque realmente estamos un poco cansados de hacer paradas y también se nos está haciendo tarde. Sin embargo, creo que también me habría gustado verlo. Es otro resto de unos 1.000 años de antigüedad, una especie de pequeño oratorio circular de piedra que se conserva prácticamente intacto. Me voy a conformar con las fotos que vi en Internet. ![]() Para ser sincera, de la ruta de Slea Head Drive me han gustado más los restos arqueológicos que los paisajes. Estos no me han parecido nada del otro mundo y creo que los hay mucho más espectaculares en muchas zonas de la costa cantábrica en España, sin ir más lejos. Finalizamos la ruta en el pueblo de Dingle, donde aparcamos para visitarlo brevemente. Es una pequeña localidad pesquera situada en una bahía, por lo que las aguas de su puerto son tranquilas. También tiene casitas de colores (como ya vamos viendo que es habitual en muchos pueblos de Irlanda) y bastante ambiente. ![]() La calle principal de Dingle
![]() El puerto de Dingle
![]() Una fachada en Dingle
![]() En Dingle también tienen su Paseo de la Fama
ADARE Abandonamos Dingle a media tarde para partir hacia Limerick, donde pernoctaremos hoy. Son unos 150 km por carretera nacional. Poco antes de llegar a Limerick paramos en Adare, uno de los pueblos que más me han gustado de todos los que hemos visto en Irlanda. Lo más característico de Adare son sus casas con tejado de paja, que parecen sacadas de un cuento de hadas. A la entrada del pueblo viniendo desde el sur vemos un par de ellas, pero las más bonitas las encontramos al final de la travesía Main Street, pasado el parque de Adare Town. ![]() ![]() Casas con tejado de paja en Adare
Las casas con tejado de paja en origen eran viviendas de trabajadores, pero actualmente casi todas están reconvertidas en tiendas de artesanía, alojamientos o restaurantes. Justo enfrente de este conjunto de casitas está la bonita abadía de los Trinitarios, Trinitarian Abbey, del S. XIII. ![]() Trinitarian Abbey
También damos un breve paseo por el Adare Town Park, que resulta muy apacible y agradable. ![]() ![]() Momentos de relax en Adare Town Park
A la salida de Adare hacia el norte hubiéramos querido parar en el Agustinian Friary y en el Castillo Desmond, pero en este viaje ha sido una constante el ir cortos de tiempo y se tienen que quedar en el tintero. ![]() LIMERICK Llegamos a Limerick a última hora de la tarde. No entramos en la ciudad porque no es nuestra intención visitarla. Por lo que he leído, no tiene gran interés. Simplemente nos alojamos aquí por logística. El hotel se llama Castletroy Park y está a las afueras de Limerick. Nos sorprende muy gratamente en todos los aspectos. Hasta tiene una piscina cubierta, aunque no vamos a tener tiempo de disfrutarla. Reservé a través de su propia web, porque quería una habitación cuádruple y Booking no la ofrecía. La cuádruple en la web del hotel (237 € con desayuno buffet incluido) fue muchísimo más barata que dos dobles en Booking. Nada más tomar posesión de la habitación bajamos al restaurante del hotel a cenar. Hemos visto la carta y es ligeramente más caro que la media, pero tiene muy buena pinta, y la comodidad de no salir a buscar otro sitio resulta ganadora frente al dolor del bolsillo, que a estas alturas ya ni siente. Los platos que elegimos están buenísimos (mi pasta “mediterránea”, una delicia) y además la cena está amenizada por un estupendo cantante de música irlandesa/country en vivo. ![]() Vistas del jardín del hotel desde nuestra habitación
Y fin del día 6 de nuestro viaje por Irlanda. Etapas 7 a 9, total 12
Séptimo día de nuestro viaje por Irlanda. Amanece muy nublado y hay pronóstico de lluvia. Desayunamos en el buffet del hotel Castletroy Park, en Limerick, donde estamos alojados.
Para este día estuve dudando mucho si invertir la mañana en visitar las islas Aran o ir al Parque Nacional de El Burren. Tras ver muchas fotos de las islas y el precio de los ferrys para llegar a ellas (45 € ida y vuelta por persona para un trayecto de 30 minutos), decidí que no merecía la pena pagar esas cantidades desorbitadas para ver unos lugares que me parecieron más de lo mismo. Visitar el Burren es gratuito y me pareció algo diferente y único. Tal vez me equivoqué y nos hemos perdido algo maravilloso, pero ojos que no ven… PARQUE NACIONAL EL BURREN El Burren es una enorme extensión de suelo kárstico calizo que hace millones de años era un fondo submarino, y en algún momento de la historia emergió como consecuencia de algún cataclismo geológico de los gordos. El Parque es una especie de tremendo desierto de roca con pequeñas zonas boscosas puntuales. Es muy fácil ver fósiles en las rocas mientras que vas tranquilamente caminando, y existe una gran variedad de flora autóctona que en primavera llena el parque de color, aunque en esta época (agosto) no va a estar en floración. Así que hoy por la mañana vamos a visitar el Parque Nacional de El Burren. Para ello hay dos opciones: Una es dejar el coche en alguna de las zonas de aparcamiento dispuestas en determinados puntos del Parque: ![]() Aparcamientos para visitar El Burren
Nosotros elegimos la segunda opción, que consiste en acudir al Centro de Visitantes de El Burren, que está en el cercano pueblo de Corofin, desde donde te llevan en autobús de forma gratuita hasta el Parque, concretamente hasta el punto donde se inician todas las rutas. Es un breve trayecto de 15 minutos escasos. Nos parece más cómodo y evitamos el problema de llegar a los aparcamientos y que estén completos. Eso sí, te tienes que ceñir a los horarios del autobús, que son los siguientes: ![]() Horarios del bus al Parque Nacional de El Burren
A la izquierda, los horarios de salida desde Corofin. A la derecha, los de vuelta desde el Parque. Es un único autobús que va y viene, pequeñito, con capacidad para unas 18 personas, y se va llenando por orden de llegada; si no cabes en uno esperas a que vuelva. Nosotros tenemos suerte porque no hay mucha gente esperando y cabemos en el de las 11:00 sin tener que esperar al siguiente. En el Centro de Visitantes nos dan un folletito explicativo donde se detallan las posibles rutas de senderismo a realizar por el Parque, todas ellas balizadas: ![]() Rutas por El Burren
Nosotros pensábamos haber hecho la azul (7,5 km), pero el cielo está muy negro y empezamos a dudar de si será buena idea. Durante el trayecto en el autobús se disipan todas nuestras dudas gracias a la tromba de agua que empieza a caer desde el cielo. Cuando llegamos a El Burren tenemos muy claro que sólo vamos a hacer la ruta blanca (1,5 km) para, por lo menos, llevarnos una impresión general del Parque, ya que estamos aquí. ![]() Rocas kársticas en El Burren
![]() Es muy fácil ver fósiles en las rocas
![]() Atravesando una zona boscosa
La ruta es muy sencillita y es suficiente con llevar unas zapatillas deportivas con una suela que no resbale. Ha sido una muy breve incursión en el Parque y estoy segura de que habríamos visto cosas mucho más espectaculares en la ruta azul. Pero ha sido curiosa la sensación de pensar que estás caminando sobre un suelo que un día fue el fondo del océano, donde hace millones de años hubo toda esa vida que ahora estás viendo grabada en la roca. Cogemos el autobús de vuelta a las 12:45, el último que hay antes del parón de la hora de comer. En Corofin recogemos nuestro coche y ponemos rumbo a Lisdoonvarna, donde tenemos el alojamiento para esta noche. Por el camino nos planteamos la posibilidad de desviarnos unos 7 km para ver el Dolmen de Poulnabrone, un enorme dolmen de la Edad de Piedra debajo del cual hay restos funerarios. Pero una vez más el aguacero nos desanima. LISDOONVARNA Lisdoonvarna fue famosa en la antigüedad por ser una ciudad balneario, pero actualmente debe su popularidad al Matchmaking Festival, que se celebra todos los años en septiembre. Este festival se viene celebrando desde hace 165 años y consiste en que miles de solteros de todo el mundo acuden a esta pequeña ciudad en busca de pareja. Durante todo el mes hay festivales de música, baile y actos de todo tipo para facilitar la tarea. Todo esto surgió a raíz de que en Lisdoonvarna siempre hubo tradición de casamenteros. ![]() ![]() La calle principal de Lisdoonvarna
Hacemos el check in en el Puffin B&B, que está situado en un idílico paraje a las afueras de Lisdoonvarna. Desde el jardín de la casa hay unas vistas preciosas de las campiñas circundantes y, a lo lejos, del mar. ![]() Jardín del Puffin B&B
Buscamos un lugar donde comer en Lisdoonvarna. Nos sorprende que, para ser una localidad tan festivalera y que acoge a miles de personas durante el Matchmaking, no hay muchos restaurantes para elegir. Finalmente entramos en uno llamado The Ritz, donde nos dejamos la friolera de 95 €, si bien es verdad que son cuatro platos y cuatro postres, y todo está muy bueno. Todo… menos el agua del grifo que nos ponen en una jarra... ¡que sabe intensamente a moho! Pensamos que está contaminada, o tiene veneno, o le pasa algo raro, pero observamos que la gente de las demás mesas la bebe sin preocupación y llegamos a la conclusión de que el agua allí es así. Tal vez sea que, al tratarse de una zona de balnearios, el agua allí contiene minerales u otros componentes a cuyo sabor no estamos acostumbrados… El caso es que no nos ponemos malos ni nada. ACANTILADOS DE MOHER Por la tarde vamos a ver los Acantilados de Moher. Desde Lisdoonvarna llegamos en 15 minutos al gran aparcamiento que tienen allí dispuesto, al que accedemos previo pago de 12 € por cada persona que vaya en el coche. Había leído que hay gente que se baja del coche antes de pasar la barrera del parking para pagar sólo por el conductor, ya que se puede llegar perfectamente a los acantilados andando. Sin embargo, a nosotros no nos gusta echar mano de la picaresca, y además la entrada da derecho a visitar la exposición interactiva del Centro de Visitantes y la torre O’Brien, así que pasamos los cuatro dentro del coche y abonamos los 48 € de rigor. ![]() Cliffs of Moher en día de lluvia
Los míticos Acantilados de Moher son una de las más típicas imágenes de Irlanda. Se despliegan a lo largo de 8 kilómetros y alcanzan una altura de 214 metros. Son un área protegida porque en ellos anidan muchas especies de aves, como los frailecillos o puffins. La época buena para verlos por allí es entre abril y julio; luego emigran, así que en estas fechas no vamos a poder disfrutar de su simpática estampa. Se calcula que estos acantilados se formaron hace 320 millones de años, en el Carbonífero Superior, cuando esta zona era la desembocadura de un río. En el perfil escarpado de sus paredes se observan perfectamente las diferentes capas de sedimentos que ese río iba arrastrando y depositando en ellas a lo largo de su existencia (pizarra, arenisca y otras rocas sedimentarias). ![]() Diferentes sustratos en los acantilados En el entorno del Centro de Visitantes hay sendas pavimentadas con losas de piedra cuyo origen es el mismo que hemos visto esta mañana en El Burren: el fondo marino. En ellas hay huellas impresas fosilizadas de todo tipo de pequeños animales y organismos que poblaban el océano hace 320 millones de años. ![]() Pavimento fósil
En el más alto de los promontorios que configuran los acantilados, el más cercano al Centro de Visitantes, se levanta la Torre O’Brien. Se construyó en 1835 como mirador y dicen que en días despejados pueden verse las islas Aran desde su cima. ![]() Torre O’Brien
Justo en la vertical de la Torre O’Brian, emerge del agua un pico rocoso de 70 metros de altura conocido como Breanan Mór. Se cree que está ahí como consecuencia de algún desplome del acantilado en tiempos muy remotos. Al parecer, este picacho sale en una película de Harry Potter que se rodó aquí. ![]() Breanan Mór
Entramos libremente en la Torre O’Brien sin que nadie nos pida ticket alguno y subimos por su enroscada escalera, pero hoy no es día despejado y las vistas desde lo alto no ofrecen nada digno de mención. En lo que sí nos entretenemos un rato es en ver una bonita exposición que hay en el interior de la torre sobre la historia del lugar, con cartas originales escritas de puño y letra por gente de la época, fotografías, recortes de periódico, etc. Caminamos un buen trecho hacia el sur a lo largo del caminito que recorre todo el borde de los acantilados, lo que nos va ofreciendo diferentes puntos de vista de todo el conjunto. ![]() ![]() ![]() Más derrumbes de las paredes de los acantilados
El cielo se va tornando cada vez más negro a medida que avanzamos por el borde de los acantilados, alejándonos del Centro de Visitantes. Es un día muy gris y neblinoso, lo cual implica que todo tiene un color apagado, pero la parte positiva es que estamos viendo los acantilados en su salsa, con esa atmósfera fantasmal que crea la bruma. ![]() Diez minutos antes de las siete de la tarde nos damos la vuelta porque hay previsión de lluvia fuerte para las 19:00. Con absoluta precisión, a las 19:00 empiezan a caer las primeras gotas. Aceleramos todo lo que podemos para ponernos a cubierto en el Centro de Visitantes cuanto antes, pero para cuando conseguimos llegar ya estamos empapados. ![]() Regresando a toda prisa hacia el Centro de Visitantes ¡La que está cayendo!
El Centro de Visitantes contiene una exposición interactiva y audiovisuales acerca de los acantilados, su formación, su historia, etc. También hay aseos, tienda de souvenirs y un restaurante. Nadie nos ha pedido la entrada para acceder aquí tampoco. Regresamos a nuestro alojamiento para adecentarnos un poco y nos acercamos a Lisdoonvarna para cenar. Elegimos el restaurante del Rathbaun Hotel, que está lleno de lugareños atentos a las pantallas de televisión donde se retransmite la participación de unos irlandeses en las Olimpiadas de París. Los precios aquí son más comedidos y cenamos los cuatro con tres bebidas por 54 €, si bien la comida no es nada del otro mundo. Terminamos así otra jornada. Nuestro periplo por tierras irlandesas está muy próximo a su final. Etapas 7 a 9, total 12
El desayuno en el Puffin B&B es sorprendentemente bueno. Anoche, la dueña nos dio a elegir entre cinco tipos de desayuno, para tenerlos preparados hoy cuando nos levantáramos. El Mortadelo y yo elegimos uno con fruta fresca y los Niños uno de tortitas. En la foto se puede observar el mimo con que están preparados. Además de lo servido en platos, había zumo, pan, mermelada, jarabe de arce, etc. Y, por supuesto, café y té.
![]() Desayuno en el Puffin B&B de Lisdoonvarna
![]() CORCOMROE ABBEY Nos ponemos en marcha en nuestro octavo día de viaje. En algo más de media hora por carretera nacional llena de curvas (para no variar) llegamos a nuestro primer destino: la Abadía de Corcomroe. La Abadía de Corcomroe fue un monasterio cisterciense fundado a comienzos del S.XIII y funcionó como tal hasta el S.XVII, cuando se tuvo que desmantelar porque cada vez estaban peor vistos los católicos. ![]() Corcomroe Abbey
¡Qué bonita! Nos encanta. Se aparca al lado, en un fondo de saco del camino que lleva hasta ella. El acceso a la edificación es totalmente libre y no hay absolutamente nadie controlando nada. La abadía está ruinosa y no conserva las cubiertas. Su ubicación, en mitad de una campiña muy verde (los verdes en Irlanda son muy verdes), circundada por el cementerio, y su imagen un poco espectral, la hacen muy especial. El hecho de poder moverte libremente por entre sus muros te permite evocar cómo pudo ser la vida allí cuando la abadía estaba en su pleno esplendor. ![]() ![]() ![]() Corcomroe Abbey
Aún se conservan tallas en piedra de un alto nivel de artesanía. Realmente, me sorprende que no haya nadie vigilando el lugar y no se haya vandalizado. ![]() Tallas en piedra en Corcomroe Abbey
Pasamos bastante tiempo dando vueltas por entre las ruinas y las lápidas del cementerio y tomando decenas de fotos, porque cada rincón es sugerente. Corcomroe Abbey es una de las cosas que más me ha gustado de todo el viaje por Irlanda. ![]() ¡Fantástica Corcomroe Abbey!
Finalmente, nos despedimos de los dos cuervos que nos vigilan desde la cumbre de uno de los muros, y ponemos rumbo a nuestro siguiente destino. ![]() Cuervos en Corcomroe Abbey
![]() DUNGUAIRE CASTLE No tardamos ni quince minutos en llegar al Castillo de Dunguaire. Los últimos kilómetros de la carretera discurren por la orilla misma del mar, y antes de llegar al castillo ya se vislumbra su silueta a lo lejos, a mano izquierda (viniendo desde el sur). No hay que embobarse mucho con su romántica estampa porque el parking está un poco antes de llegar al castillo, a la derecha de la carretera, y es fácil pasarlo de largo si no vas atento. Junto al parking hay un par de casitas con tejado de paja, como las que vimos el otro día en Adare. ![]() Casitas con tejado de paja en Dunguaire
Tanto el parking como el castillo son gratuitos. Claro, que el castillo sólo se puede ver por fuera porque actualmente está cerrado, así que tampoco es oportuno cobrar nada. El Castillo de Dunguaire data de 1520 y está muy bien conservado porque estuvo en uso durante varios siglos. Fue restaurado en el S.XX para ser lugar de encuentro de literarios e intelectuales, y últimamente se utilizaba para celebrar banquetes, cenas medievales y espectáculos con fines turísticos, hasta que fue cerrado con motivo de la pandemia. A día de hoy, aún no ha vuelto a abrir. El entorno es bucólico, en un pequeño promontorio a orillas del mar, en la bahía de Galway. ![]() ![]() Dunguaire Castle
Damos toda la vuelta alrededor del castillo por el caminito que lo bordea, pero realmente no merece la pena porque por la parte de detrás es un zarzal que no permite ver nada. Así que, tomadas las pertinentes fotos, volvemos al coche para encarar la última etapa de hoy: los 30 km que nos separan de Galway. GALWAY Galway es una de las ciudades con mayor crecimiento económico de la Unión Europea. Además, al ser ciudad universitaria (tiene dos Universidades), su población también está aumentando en las últimas décadas, contando en la actualidad con más de 80.000 habitantes, lo que la hace la tercera ciudad más poblada de Irlanda, por detrás de Dublín y Cork. Desde el S.XIII es conocida como “la ciudad de las 14 tribus”, en referencia a las catorce familias anglonormandas que dominaron y gobernaron la ciudad durante siglos. Fueron clanes muy poderosos, debido principalmente al comercio que desarrollaban en el puerto de Galway, sobre todo con mercaderes españoles. Aparcamos en el patio delantero del Four Seasons B&B, en Galway, donde pasaremos las dos últimas noches que nos restan en Irlanda. Es chocante que haya establecimientos que se autodenominen B&B y no incluyan el desayuno en su tarifa, pero este no fue el único que vi con esta condición cuando estuve reservando alojamientos para el viaje. Me convenció que tenía parking gratuito y que estaba situado bastante cerca del centro, pero no en pleno cogollo, algo que siempre tratamos de evitar cuando llegamos a una ciudad con coche. También su precio, algo más barato que la media de los alojamientos en Galway. ![]() Aparcando en el Four Seasons B&B
En la calle donde se encuentra el B&B son todo casas bajas, la mayoría dedicadas a alojamiento turístico. El Four Seasons se ofrece en Booking, pero seguramente podría haber reservado en cualquier otro si hubiera contactado directamente con ellos. Comento esto porque, aunque la ubicación es buena, a sólo diez minutos andando del centro, el alojamiento en sí deja un poco que desear, al menos la habitación que nos han dado. Tenemos una cuádruple en planta baja, al lado de recepción. Las paredes son de papel y oímos perfectamente todo lo que se habla ahí afuera. No hay mesillas, sólo hay dos enchufes, la única luz que hay es la general del techo, no hay una repisa o una percha en el baño donde dejar las cosas, al televisor le han capado el sonido, por lo que es tontería encenderlo (supongo que se oía desde afuera y molestaba en recepción)… En fin, no estamos muy cómodos. Por no destacar sólo lo negativo, diré también que la habitación tiene un gran ventanal a la fachada principal que la hace muy luminosa y alegre, y que nos han dejado sobres de café y té para utilizar el hervidor de agua. Una vez establecidos, salimos a conocer Galway, donde vamos a pasar toda la tarde. Lo primero es buscar un lugar donde comer, así que vamos hacia el centro. Yo llevo varios sitios apuntados de los que he leído buenas recomendaciones, pero… ¡ay! ¡Está todo lleno! El centro de Galway está muy, muy animado, es puro bullicio de turistas, y hay locales que incluso tienen cola de gente esperando. ![]() Quay Street
![]() High Street
La zona por la que nos estamos moviendo es la conocida como The Latin Quarter (Barrio Latino). La señalo con color en el siguiente plano. Es la zona más turística de Galway y donde se concentra el mayor número de restaurantes, pubs y, en general, todo tipo de establecimientos destinados al turismo. ![]() Centro de Galway
Finalmente encontramos una mesa libre en la terraza de un local llamado Taaffes Bar, que tiene los precios un poco más comedidos que la media. La comida no está mal, aunque mi pasta no alcanza el nivel de excelencia que tenía la que cené el otro día en el hotel de Limerick. ![]() Comiendo en el Barrio Latino de Galway
Atravesamos el Barrio Latino hacia el sur. En Quay Street nos encontramos con la famosa Galway Girl. Es una estatua de bronce que representa una joven sentada en un banco, y conmemora a las mujeres conocidas como “Magdalenas”. Esta denominación se daba en los siglos XVIII y XIX a las mujeres que eran enviadas a instituciones controladas por la Iglesia Católica, conocidas como Magdalene Laundry, como castigo por haber cometido pecados del estilo de ejercer la prostitución, haber sido violada, perder la virginidad antes del matrimonio o ser madre soltera. En las Magdalene Laundries eran obligadas a trabajar en esclavitud haciendo encaje, cosiendo, lavando ropa, etc. En uno de estos lugares fueron encontrados hace unos años los cadáveres de 155 mujeres sin identificar. ![]() Galway Girl
La estatua de la Galway Girl se encuentra justo delante de uno de los pubs más legendarios de Galway, el The Quays. Me encanta su fachada tan colorida. Creo que no nos iremos de Galway sin probarlo. ![]() The Quays, en Quay Street
Justo al final de Quay Street hay un mural de estilo naif, bastante bonito y lleno de color, que homenajea al Barrio Latino. Delante, un músico callejero toca el violín. Hay muchos artistas amenizando las calles en esta zona. ![]() Quay Street
Llegamos a la gran explanada a orillas del río Corrib, donde se encuentra The Spanish Arch. Estos arcos de piedra son lo único que queda de la antigua muralla que rodeaba la ciudad. Su nombre procede del comercio que se llevaba a cabo en este lugar con los barcos españoles que frecuentaban el puerto de Galway en los siglos XIII a XVI. Realmente, la muralla original era medieval. Estos arcos corresponden a una ampliación que se hizo en 1584 para proteger la lonja de pescado que estaba detrás. En 1755, las ondas sísmicas provocadas por el terremoto de Lisboa causaron la destrucción de todo el conjunto, quedando en pie únicamente estos dos arcos. ¡Es alucinante cómo pudo llegar la devastación hasta tan lejos! ![]() The Spanish Arch
Atravesando los arcos se pasa a la Spanish Parade, que es la zona donde estaba la lonja del pescado. Hoy en día, un paseo empedrado donde se encuentra el Museo de la Ciudad de Galway. ![]() La otra cara de The Spanish Arch
Continuamos hacia adelante a lo largo del margen del río Corrib, por el paseo conocido como The Long Walk. Desde esta orilla hay unas bonitas vistas del otro lado. Además, el día está precioso, con un cielo muy azul, que ayuda a que todo sea más vistoso y parezca más alegre. ![]() Vistas desde The Long Walk de Galway
Al final de The Long Walk hay una hilera de casitas de colores, de esas que tanto nos gustan, pero creemos que se verán mejor desde la orilla de enfrente. ![]() También hay hileras de casitas de colores en Galway
Así que cruzamos al otro lado del río Corrib por el puente Wolf Tone. El río baja muy bravo y las vistas desde el puente son así de bonitas, con la cúpula de la catedral asomando al fondo: ![]() Río Corrib desde el Wolf Tone Bridge
Mirando desde el puente hacia el otro lado también se ofrece una bonita vista de la desembocadura del Corrib y el Spanish Arch. ![]() Desembocadura del río Corrib desde el Wolf Tone Bridge
Como bien habíamos supuesto, la perspectiva de las casas de colores de The Long Walk es mucho más atractiva desde esta orilla. Realmente, no son tan coloridas como las que hemos visto en otros lugares, pero no dejan de tener su encanto, sobre todo por el contraste con el azul tan azul del agua y del cielo. ![]() ![]() ![]() Casas de colores de The Long Walk
En este lugar hay un par de barcas encalladas y abandonadas, llenas de musgo, que pueden ser un claro objeto de deseo para un fotógrafo bueno que sepa sacar provecho de los primeros planos. No es mi caso, y esto es lo más artístico que consigo obtener: ![]() Un quiero y no puedo
Volvemos hacia el puente y callejeamos por el lado oeste del río hacia la Catedral. La zona está surcada por canales y hay rincones bastante seductores. ![]() Canales de Galway
La Catedral de Galway es moderna, de 1958, de culto católico, y se construyó en el emplazamiento donde antes hubo una cárcel. Su cúpula, de más de 44 metros de altura, puede verse prácticamente desde cualquier punto de la ciudad. ![]() Catedral de Galway por fuera
El interior me parece mucho más bonito que el exterior. Llama mucho la atención el color de la cúpula, que lanza reflejos de luz azul sobre los muros de piedra cuando inciden sobre ella los rayos del sol. ![]() ![]() Catedral de Galway por dentro
Cruzamos por el puente de Salmon Weir (que se llama así porque en época de salmones la gente los pesca desde aquí) para volver al lado este del río, y recorremos su ribera a lo largo del paseo de Riverside Soundwalk, hacia el sur, para volver a la zona del Barrio Latino. Es un paseo agradable, con el río a un lado y la frondosa vegetación al otro. ![]() Riverside Soundwalk
Callejeamos por el Barrio Latino, subiendo hacia Eyre Square. Son calles bulliciosas y con fachadas llenas de color, lo que hace que la zona sea muy alegre. En alguna edificación incluso se reproducen simultáneamente dos tópicos de la arquitectura irlandesa: fachada de colores y tejado de paja: ![]() Linda fachada en Eyre Street
Eyre Square es una gran plaza rectangular muy arbolada y con varias estatuas, una fuente, un busto de J. F. Kennedy (marcando el lugar donde pronunció un discurso en su último viaje antes de ser asesinado), y hasta un fragmento de una casa de 1627, la Browne Doorway. Se trata de un trozo de la fachada de la mansión del clan de los Browne, una de las catorce tribus que gobernaron la ciudad en el S.XVII. Esta mansión, que era una de las más grandes y ornamentadas de Galway, fue confiscada y demolida en 1652 por los ejércitos de Cromwell durante la conquista de Irlanda, al igual que muchas otras casonas y palacios de las familias poderosas. De la demolición se salvó el fragmento que hoy se conserva en Eyre Square como monumento a la gloria pasada de Galway. En Eyre Square también se exhiben catorce banderas en sendos postes, uno por cada una de las catorce tribus de Galway, así representadas también como recuerdo de otros tiempos. En William Street nos detenemos ante un sencillo monumento dedicado a los escritores Oscar Wilde (irlandés) y a Eduard Vilde (estonio). Se trata de una estatua de bronce en la que ambos aparecen juntos charlando sentados en un banco. En realidad, aunque fueron coetáneos, nunca se conocieron. La idea de representarlos juntos en un monumento simboliza una crítica hacia la censura y persecución que sufrieron ambos por sus escritos. También les une el hecho de que los dos murieron en París, donde ambos están enterrados. Esta estatua es una réplica de la original, que se encuentra en Tartu (Estonia). ![]() Oscar Wilde y Eduard Vilde
Terminamos la tarde pasando unos gratos momentos con unas cervezas y unos refrescos en el pub The Quays. Hay un par de músicos tocando canciones populares irlandesas y está lleno de clientes a rebosar. ![]() Música en directo en The Quays Bar
Por último, cenamos en un restaurante cualquiera, uno de los pocos en los que encontramos mesa libre, y nos volvemos al B&B a descansar. Galway me ha gustado. Desde luego, más que Cork. Y, tal vez, también algo más que Dublín, porque ambas desprenden un espíritu igual de alegre, pero quizá Galway tiene enclaves y rincones con más encanto. Etapas 7 a 9, total 12
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