Día penúltimo de nuestro periplo por Irlanda. Nos levantamos en el Four Seasons B&B de Galway. Como no tenemos el desayuno incluido, nos vamos a desayunar a una preciosa cafetería llamada Wylde, situada justo enfrente de la Estación de Autobuses de Galway (Galway Coach Station), a poco más de cinco minutos andando del B&B. La decoración de la cafetería es una maravilla; entramos incluso en los baños sólo por el gusto de ver lo bonitos que son. Eso sí, lo pagamos caro, porque por cada pieza de bollería y por cada café hay que entregar un riñón.
El motivo de desayunar aquí es que, en un rato, la Niña debe coger un autobús que la llevará de vuelta a Dublín. No puede acompañarnos hasta el final del viaje porque se le acaban los días libres y debe regresar ya a su lugar de residencia. Para quien le pueda interesar, desde Galway hay autobuses que en menos de tres horas te dejan en el aeropuerto de Dublín, y viceversa, con varias salidas diarias.
KYLEMORE ABBEY
Nos despedimos de la Niña y nos ponemos en camino hacia la región de Connemara, donde vamos a visitar Kylemore Abbey. Son cerca de 80 km, que tardamos casi hora y media en recorrer. El camino es precioso; mucho más bonito que las carreteras del sur. No en vano estamos atravesando una zona de montañas, ríos y lagos, con campos de un verde tan verde que no puede ser de verdad. De vez en cuando nos topamos con grupos de ovejas de lana blanca y cabeza negra que se interponen ante nosotros, haciéndome recordar aquel otro viaje que hicimos por las carreteras de Islandia.


Región de Connemara
Llegamos al gran aparcamiento de Kylemore Abbey, que es gratuito. Ya desde el parking, antes de acceder al punto de información y taquilla, se tiene esta preciosa vista de Kylemore, absolutamente romántica. No en vano, esta edificación fue, ante todo, una obra construida por amor.

Kylemore Abbey
Se pueden comprar las entradas online, o allí mismo, en taquilla. En ambos casos es precio es el mismo, 17 €. Ellos recomiendan adquirirlas anticipadamente para evitar colas, pero nosotros las compramos aquí, en taquilla (un martes en agosto), y no hay absolutamente nada de cola. No sé si los fines de semana habrá más problema.
Kylemore Abbey debe su nombre de Abadía a que durante el S.XX fue utilizado como convento de monjas benedictinas, pero en origen fue realmente un castillo o mansión, residencia privada de la familia Henry. En 1852, Mitchel Henry, político con cargo de parlamentario en Galway, había pasado su luna de miel con su esposa Margaret en la región de Connemara. A ella le había gustado tanto el lugar que decía que sería maravilloso poder vivir allí siempre, así que dicho y hecho, Mitchel decidió cumplir el sueño de Margaret e hizo construir una mansión a orillas del lago Kylemore, al pie de unas verdes montañas, en una ubicación tan bucólica como esta:

Kylemore Abbey a orillas del lago Kylemore
Cuando termino la construcción, en 1863, los Henry se trasladaron a su nueva morada, donde se cuenta que fueron tremendamente felices con sus nueve hijos. Sin embargo, la dicha duró poco, porque Margaret falleció en 1875. Sumido en el desconsuelo, Mitchel decidió que no quería seguir viviendo en un lugar que le traía tantos recuerdos. Mandó levantar junto al castillo una pequeña iglesia de mármol neogótica en memoria de su amada y un mausoleo donde ella descansaría para siempre, y vendió la propiedad, que fue pasando de mano en mano hasta que en 1920 se fundó el convento benedictino, que estuvo en activo hasta 2010. Cuando Mitchel murió, en 1910, fue enterrado en el mausoleo junto a Margaret.
La entrada da derecho a visitar algunas salas de la planta baja del castillo, la pequeña iglesia gótica, el mausoleo, y todas las dependencias y espacios al aire libre que forman parte de la finca. Hoy nos advierten que no vamos a poder ver ni la iglesia ni el mausoleo porque están cerrados por obras, lo que me supone un cierto disgusto, porque hemos hecho muchos kilómetros para ir hasta allí y tenía ilusión de verlo todo. ¡Por lo menos podrían reducir el precio de la entrada!
La edificación es imponente. No sé si es más adecuado llamarla castillo, palacio o mansión.

Kylemore Abbey
Entre las estancias que se pueden visitar están la sala de baile, la sala de juegos infantiles, un comedor, una sala de billar, un cuarto de baño… Todas ellas decoradas tal y como lo estaban cuando la mansión era residencia de los Henry; incluso se conservan algunos de los muebles y objetos originales. También se exponen retratos de todos los componentes de la familia.




¡Qué bien viven los que viven bien!
Los bosques y jardines que configuran la finca de Kylemore Abbey son inmensos, pero es muy fácil explorar los puntos de interés siguiendo los caminos, prácticamente llanos todos ellos. Para los más perezosos, también hay autobuses internos gratuitos que van y vienen de una punta a otra de la propiedad.
Como ya he comentado, la iglesia y el mausoleo están actualmente cerrados por obras, de modo que el camino que sale desde el castillo hacia ese lado está clausurado. Así pues, nos dirigimos hacia el otro lado, hacia el Jardín Victoriano Amurallado. Por el camino pasamos junto a una gruta, junto a una pequeña cascada, un refugio de pesca…

Cascada en el bosque de Kylemore
El Jardín Victoriano Amurallado es precioso. Al menos en esta época del año está muy lindo, con parterres de flores llenos de color, todo muy cuidado.



Jardín Victoriano Amurallado de Kylemore Abbey
Este enorme jardín, de 2,5 hectáreas de extensión, fue creado a finales del S.XIX y se conserva así de bonito gracias a la restauración que hicieron de él las monjas benedictinas. Dentro del recinto amurallado hay diferentes estilos de jardinería (parterres, rocallas, formaciones de arbustos, etc), así como huertos, invernaderos, cabañas de los jardineros y una casita muy mona que fue la vivienda del Jardinero Jefe. Éstas también se pueden visitar por dentro.


Casita del jardinero jefe de Kylemore
Llegada la hora de comer, nos sentamos en unos bancos del Jardín Victoriano y, con la fantástica panorámica de las montañas tras los macizos de flores, nos zampamos los sándwiches que compramos ayer en un supermercado de Galway.
Salimos ya del Jardín Victoriano y, en pocos metros, pasamos de la flora a la fauna. Aquí tenemos un corral donde viven Ken y Gloria, dos cerditos Kunekune muy regordetes y un poco huidizos. Un poco más allá, una pradera enorme es hogar de una manada de ponis de pura raza Connemara. Esta es la única raza de caballos originaria de Irlanda y destaca por su habilidad para el salto, por lo que se usa mucho en deportes ecuestres. Hay un horario señalado en el que les dan de comer a la vez que explican algunas curiosidades sobre ellos.

Ponis Connemara en Kylemore
Además de lo descrito, en Kylemore hay áreas de picnic, restaurante, tienda de regalos, aseos, etc. Pero lo más bonito es pasear por los senderos entre enormes árboles centenarios y a lo largo de la ribera del río Dawros.

Río Dawros en Kylemore
A lo tonto, a lo tonto, hemos hecho varios kilómetros paseando por los senderos de Kylemore y es ya media tarde.
UPPER SKY ROAD
Volvemos al aparcamiento de Kylemore Abbey y nos dirigimos ahora hacia el pueblo de Clifden, en la costa, a unos 18 km de Kylemore. Desde esta localidad parte una pequeña ruta escénica circular de carretera de 16 km, conocida como Upper Sky Road. Al igual que Slea Head Drive que ya hicimos hace unos días, forma parte de la gran Wild Atlantic Way y, por tanto, promete espectaculares vistas sobre el Atlántico. Veremos si la Upper Sky Road nos sorprende un poco más…
El itinerario de la ruta es el siguiente (imagen extraída de la página oficial www.theirishroadtrip.com/ ...d-clifden/)

Upper Sky Road
En la propia página oficial se indica que se siga la ruta en el sentido de las agujas del reloj, al igual que en la Slea Head Drive, para evitar cruces de vehículos, ya que es una carretera estrecha y con curvas. Una vez más, obecedemos las indicaciones para encontrarnos montones de coches que nos vienen de frente.

A unos 5 km de iniciar la ruta hay un pequeño apartadero donde se puede dejar el coche. Hay un poste de acero Corten señalizando el mirador y, realmente, es el punto con las vistas más bonitas de todo el recorrido.


Vistas desde Upper Sky Road
Para ser sincera, me gustan mucho más estas vistas (a las que mis fotos no hacen mucha justicia) que las que vimos en los 50 km de Slea Head Drive. Estuvimos dudando de si merecería la pena hacer esta pequeña ruta, pero ahora me alegro de haberla hecho y confirmo que sí, que es una de las más bonitas panorámicas que hemos visto en este viaje.
Terminamos de cerrar el círculo de la Upper Sky Road y ahora entendemos por qué nos venían tantos coches de frente en el primer tramo. Una vez pasado el mirador, el resto de la ruta no tiene mucho más interés, por lo que muchos se dan la vuelta en ese punto.
Regresamos a Galway sin novedad y cenamos bastante bien en un local llamado Seven Bridgestreet, uno de los pocos en el que encontramos mesa libre. Es increíble la cantidad de gente que hay llenando bares, pubs y restaurantes, un simple martes de agosto. Una ensalada César, unas gambas piri-piri, unas alitas de pollo, una cerveza y un postre para compartir nos sale por cerca de 60 €. Todo bastante bueno, como casi todo lo que hemos comido en este viaje por Irlanda.
Nos acostamos en nuestra habitación del B&B con la tristeza de pensar que mañana se termina este viaje, pero con la satisfacción de que hoy ha sido uno de los días en que hemos visto los más bonitos lugares. ¡Ay, Niña, que te lo has perdido!