Tanzania y Zanzibar, diario de nuestro primer viaje a Africa. ✏️ Blogs de Tanzania

Suena el despertador a las 06:50 aunque tras los sucesos de la noche, no somos capaces de salir de la cama hasta las 07:12… Bueno, salgo yo, que pretendo darme una ducha para despertarme, A se queda un ratito más. Ducha rápida y recogida de todas las cosas que hemos usado durante la noche: espirales antimosquitos, pijamas, zapatillas, bolsas de aseo…
Recogemos también los cargadores de las cámaras para ponerlos a cargar mientras desayunamos (en este hotel no hay enchufes en la habitación, es lo que tiene que las paredes sean de lona). Desayunamos rica tortilla y por fin un buen café… Los enchufes no funcionan y las baterías siguen a cero… ¡Qué vamos a hacer hoy!. Endeni nos espera pero vamos con retraso, tenemos aún que elegir el contenido de nuestra caja de comida, y volver a la habitación a por las maletas... (y a lavarnos los dientes y pasar por el wc, todo hay que decirlo). Rellenamos nuestras cajas con la esperanza de llegar a comernos todo esta vez (sin babuinos ladrones!).
Recogemos la habitación… ¿dónde están nuestros cortavientos?. No es que creamos que los vamos a necesitar, pero… ¡los hemos perdido!. Vuelta a recepción para ver si los han localizado (menos mal, anoche con el sueño post-cena se nos olvidaron en uno de los sillones…), check-out y pago de las cervecitas ricas de anoche, y propina (obligatoria) a la caja de propinas. Al subir al coche Endeni nos pregunta si es que los que nos han ayudado con las maletas no han sido buenos…. ¡pero bueno, que ya lo hemos dejado en la caja comunitaria, por favor!. Esto es de las cosas que peor llevo.

Salimos de camino al Lago Manyara por la misma carretera de cabras de ayer, y deshacemos camino hasta coger la carretera que construyeron los japoneses, y que lleva al lago. A lo lejos se intuye lo que poco a poco vamos observando con más nitidez… un impresionante muro natural formado por la falla del Valle del Rift, que va de Jordania a Mozambique. A ambos lados de la carretera vemos masais, grupos de niños con su uniforme colorido, tiendas… ¡y plátanos rojos que por supuesto compramos!.
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Endeni nos recomienda enseguida que guardemos los plátanos, estamos llegando a la entrada del Parque Nacional del Lago Manyara… y hay babuinos a la entrada, listos para robar lo que les llame la atención!. Cerramos ventanas y dejamos todo recogido mientras esperamos que se registre para entrar… Durante la espera vemos nuestro primer mono azul, una cría que aún no tenía demasiada destreza y se cayó desde lo alto de una rama. Después subimos al coche, abrimos el techo e iniciamos camino por el parque, topándonos enseguida con una familia de graciosos babuinos a los que ya no les tenemos tanta simpatía como cabía esperar… pero aún así hacemos las correspondientes fotos. Unos metros delante, detrás de unos árboles en encontramos dos elefantes que se están dando un festín, aunque el terreno está en cuesta y el pobre elefante, tan concentrado en comer, se resbalaba en dirección a nuestro coche, lo que me estresó un poco… Pero no hubo ningún incidente.
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Llegamos al río y encontramos una gran familia de monos azules a los que estuvimos observando un buen rato, divirtiéndonos con ellos y sus juegos. En la otra orilla del río había unas mangostas (o timones, el Rey León es una peli universal!) tomando el sol, que se cansaron y se trasladaron a la sombra después de un rato.
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Durante varios minutos no veíamos más animales, parecía que la vegetación de bosque tropical no quería perder protagonismo… hasta que vimos un Martín Pescador precioso posado en una rama, con un gusano en el pico que tras varios movimientos de recolocación finalmente engulló de una sola vez.
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Había un grupo enorme de españoles pisándonos los talones todo el rato, pero nuestro guía parecía con más experiencia que el suyo, y nuestros ojos ya se habían acostumbrado a la búsqueda de animales, por lo que conseguimos encontrar un ibis entre los arbustos que ningún otro grupo vió.
Llegamos después a la hippo pool en la llanura de los alrededores del Manyara, en la que había pocos hipopótamos bañándose y la mayoría tumbados al sol, Mientras mirábamos de un lado a otro a ver si alguno se levantaba, abría la boca o luchaba contra otro, un pigargo africano comenzó a merodear por la zona, así que nuestras cámaras se redireccionaron hacia el cielo, y estuvimos un buen rato hasta conseguir unas fotos más que decentes…
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Estamos en la sabana africana, en medio de una llanura que antaño formó parte del lago salado Manyara pero que a día de hoy solo está poblada por restos de árboles ya muertos… y divisamos 3 buitres que se afanan por terminar los restos de una cebra que murió por causas naturales. Cuando llegamos se asustan y nos dan la espalda, como enfadados por la interrupción de su banquete… así que seguimos unos metros más y paramos de nuevo porque a lo lejos, entre los ya tan conocidos ñues, se observan otras formas… búfalos! Están muy lejos y no conseguimos distinguirlos bien, pero están ahí.
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Esta es la mínima distancia a la que vamos a estar del lago, nos desespera un poco porque esperábamos ver el agua más cerca, pero a duras penas la distinguimos a pesar de los prismáticos… estamos cerca de la zona de picnic, asi que vamos a comer. Hoy no se esperan babuinos a la hora de la comida. Comemos rápido mientras Endeni nos ilustra acerca del coste de la vida en Tanzania, estamos aprendiendo mucho de las costumbres de la vida en África. Después de comer nos levantamos para hacer fotos panorámicas del lago y… ¡una mancha rosa inunda el centro del lago!. Miles de flamencos siguen aquí, a pesar de que en la estación seca suelen migrar hacia otros lagos que tengan más agua, pero muchos han decidido quedarse y nos obsequian con este espectáculo. Si nuestra cámara disparase balas en vez de fotos, habrían muerto muchos…
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Volvemos al camino cámara en mano y prismáticos en cuello, a ver si encontramos algo más que nos alegre el día… y tras una curva vemos 4 coches parados con turistas con cara de embobados… una mamá elefante con su cría, que está mamando!. Nos quedamos allí para verlo, casi podemos tocarlos, aunque no es recomendable enfadar a los elefantes cuando tienen crías… tan alucinados estamos con lo que está sucediendo que solo yo escucho un ruido detrás de nosotros, y al volverme veo otro elefante que se había quedado al otro lado de la carretera… parece que él está tan asustado como yo, asi que el cruza, yo no respiro, y todos tranquilos.
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En dirección a la salida vemos una gran familia de monos verdes jugando cerca del río, un babuino calmando su sed, y un antílope de matorral escondido.
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Damos por finalizada la aventura en este parque, y al dirigirnos al Lake Manyara Wildlife Hotel paramos en una tienda donde hay cuadros… Al principio no nos convencen los cuadros de masais, pero acabamos comprando uno precioso, y a pesar del regateo tengo la sensación de que nos ha timado más que nosotros a ella…
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Llegamos al hotel reventados, pero aún es pronto y aprovechamos para refrescarnos en la piscina… Nos cuentan en el hotel que debemos tener cuidado con dejar abiertas las puertas de la terraza porque hay babuinos por la zona que roban las cosas… ¡Ni que lo digas!. A pesar de que por la noche en varias ocasiones los oímos andar por el techo, conseguimos escapar sin que nos roben nada excepto algo de descanso nocturno, aunque mucho de esto también nos lo robó la elección de comida en la cena, que creemos que fue la causa de nuestros dolores de tripa y diarrea nocturnos…

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Salimos del hotel casi en hora, a las 08:05, pero teniendo en cuenta nuestras visitas nocturnas al baño, nos parece que está bastante bien… Paramos en otra tienda para “animar el negocio”, como dice Endeni, pero sin intención de comprar… nos llama la atención un cuadro pero yo creo que ayer me timaron y ofrezco una cifra bajísima, un tercio de lo que me pide, y aún así acepta… aunque delante del jefe declara una cifra aún mas baja y él se queda algunos dólares, dice que es el artista del cuadro… seguro que una vez más nos han timado.

Nos quedan unas horas de camino a Ngorongoro para cruzar este parque y seguir hasta Serengeti. Por el camino vemos carros tirados por vacas desbocadas, pequeños pueblos, rebaños de masais y poblados masai en medio de la nada… Hace frío, benditos cortavientos que hasta ahora no eran más que una molestia, que bien nos han venido!. No vemos nada, a ambos lados de la carretera solo se observa gran cantidad de niebla espesa que nos oculta la vista del cráter del Ngorongoro… pero al doblar una curva vemos que en algunos sitios ha levantado, y bajamos rápido para hacer unas instantáneas de la espectacular vista que hay ante nosotros.
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Después de esto cambia el paisaje, estamos en Serengeti (la llanura sin fin en lengua masai), no hay ni un árbol, ni un animal… pero sí gran cantidad de piedras en la pista que hacen que el viaje sea, según Endeni, un continuo masaje gratuito. A pesar del traqueteo yo me duermo a ratos, después de la nochecita pasada estoy agotada… me despierta la voz de A haciendo alguna pregunta que otra, y llamándome la atención para que mire alguna gacela perdida. Nos desviamos para ver la Garganta de Olduvai (la cuna de la humanidad), aunque en realidad no es más que una caseta en la que han colgado las fotos de la excavación realizada hace ya varias décadas en la que se descubrieron restos de animales y unas huellas de Laetoli que a día de hoy vuelven a estar cubiertas para protegerlas mejor… en fin, unos minutos que no aportan demasiado. La salida de este centro divierte a A, puesto que durante varios kilómetros estamos rodeados de arena y según él es divertido, a mi no me hace gracia pensar en que quizá es necesario empujar el 4x4… Después de esto más masaje gratis y más llanura (sin fin, es lo que tiene) hasta que llegamos a la entrada del Parque Nacional de Serengeti.
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Comemos rápido, subimos a unas rocas para ver la vista de la inmensa llanura y hacer unas fotos que no consiguen transmitir la inmensidad del paisaje, y rápidamente subimos al coche ansiosos por empezar esta aventura en uno de los Parques más conocidos de todo Africa. Este parque es mucho más grande que los otros dos que hemos visitado, y por tanto las pistas son mucho más largas. Al principio me desespero porque vamos en línea recta dejando gran cantidad de tierra a ambos lados, y estoy segura de que los animales no van a estar al pie de la carretera esperándonos… A lo lejos divisamos las Simba-Kopjes, que son unas piedras en las que tradicionalmente hay leones… y hoy no iba a ser diferente, asi que nos alegran la vista unas 7 leonas, un par de crías y un macho grandioso, a los que interrumpimos la siesta sin dudarlo, rodeando las piedras una y otra vez para observarlos desde todos los ángulos.
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Unos metros más allá de las piedras hay otro macho tumbado entre las altas hierbas, ya decía Endeni que no podían ser tantas hembras para un solo macho en la misma familia… Tras otros pocos metros vemos una nueva familia, dos machos jóvenes y 3 hembras que descansan al sol… una de las hembras está algo separada del resto, y uno de los machos se levanta, va hacia ella… y la lame la cabeza, como en actitud cariñosa. ¡Que preciosidad!.
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Seguimos avanzando y vemos la roca en la que se inspiró la peli del Rey León, y después unos pumbas que salen corriendo alejándose de nosotros.
¡Que emoción ver los leones tan cerca, y tantos!. Es diferente a la experiencia en Tarangire… y se completa enseguida, cuando vemos unos 5 coches alrededor de un montículo en el que descansa… ¡una hembra de guepardo con sus dos cachorros, que están mamando!. Impresionante, nos quedamos un rato viendo esta escena, hasta que ambos cachorros se resbalan y no son capaces de trepar de nuevo hasta donde está su madre… Nos vamos para que esté tranquila y pueda recogerlos antes de que caigan mas.
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Seguimos el paseo y vemos una jirafa que aparentemente solo está ahí… y cuando avanzamos un poco con el coche vemos que en realidad está con su cría, que da un par de carreras para deleitarnos antes de seguir.
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Vemos muchas gacelas de Thompson, de Grant... Paramos unos minutos providenciales para hacer unas fotos a un grupo de gacelas a pesar de que ya tenemos muchas fotos, pero me apetece hacer alguna mas…
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y unos metros delante vemos como 3 pumbas (jabalíes) salen corriendo despavoridos. Yo quiero hacer la foto pero Endeni no para el coche, y me estreso… solo que yo, como buena turista, miro a los pumbas que se me han escapado mientras que mi guía mira al lado contrario y descubre un leopardo entre las hierbas altas, la razón por la que los pequeños jabalíes han salido corriendo. Endeni nos cuenta que es raro ver un leopardo en el suelo, abajo del árbol, y que la única razón para ello es que va a cazar. Apagamos el motor del coche y le observamos. Está escondido en unos matorrales a unos 50 metros de nosotros, en ocasiones se le distingue claramente sin necesidad de prismáticos. Pasa unos minutos tranquilo, tumbado, pero de repente, sin previo aviso, se tensa y se coloca en posición de ataque… ¡un pobre jabalí despistado se convierte en su cena!.
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Es impresionante ver cazar a estos expertos, aunque solo vemos el impulso que toma para el salto y después como el jabalí es volteado varias veces en medio de una nube de polvo que ha estallado tras la carrera del leopardo. Se mantiene inmóvil presionando el cuello del jabalí unos minutos, hasta que lo mata… y después, para asombro de todos los espectadores, lo deja y se esconde tras los matorrales… Creemos que le estamos molestando, pero no es posible que nos vayamos ahora, lo hemos descubierto nosotros y hemos avisado a todos los coches que había en el parque!. La espera se ve recompensada porque finalmente sale de su escondite y arrastra al pumba muerto hasta el lugar elegido para iniciar la cena, aunque lo ideal para el leopardo (y para nosotros si pudieramos verlo) sería comerlo sobre la rama de un árbol.

Después de este crudo acto de la vida en directo, seguimos camino hacia el hotel, que como está dentro del parque nos permite continuar el safari mientras vamos hacia la entrada. Vemos una manada de elefantes a contraluz, parece una postal de cuento… Después pasamos por la hippo pool, que huele fatal, pero en la que parece haber una fiesta con unos 50-60 hipopótamos bañándose en el río, donde se bañan, duermen, hacen caca y a veces hasta comen algas… En fin, hacemos muchas fotos de cómo se dan besos, como chapotean, como sacan solo las orejillas del agua…
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A partir de aquí Endeni acelera camino del hotel, y las gacelas, los ñúes y gran cantidad de cebras nos ven pasar a toda pastilla… Decidimos guardar ya prismáticos, cámaras y todo el material que es preciso utilizar durante el safari, y yo repaso con Endeni los nombres de algunos animales que no he oido nunca, para que no se nos olviden, cuando de repente dice “chacal” y yo pienso, “si no hemos visto ninguno”. Miro a A y se que está pensando lo mismo que yo… y Endeni insiste, ¡chacal allí, chacal allí!. Resulta que es nuestro primer contacto con un chacal y por poco no podemos ni hacerle foto!!. Menos mal que con la super mochila de la cámara el acceso es facil y A es un experto, porque conseguimos la foto.

De camino vemos gran cantidad de cebras, y por fin llegamos al hotel, donde transformamos una toallita fría, olorosa y blanca en un trapillo marrón… ¡esto de hacer safaris ensucia mucho!. Hacemos un check-in rápido sentados en los sillones y quedamos con Endeni para mañana a las 07:30. El hotel (Bilila Serengeti) está genial, es nuevo y se nota, aunque sigue siendo un hotel en la sabana africana… prueba de ello es que a la vuelta de la cena (impresionante buffet) un empleado del hotel nos acompaña a la habitación, linterna en mano, y para hacer conversación le preguntamos qué clase de animales puede haber alrededor de las plataformas que comunican los distintos edificios de habitaciones… ¿Quereis verlo? ¡Venid! – nos dice. Asi que le acompañamos hasta el final, es decir, unos 30 metros más allá de la puerta de nuestra habitación, y nos señala un claro donde se ve un grupito de cebras, un árbol tras el que se esconden dos búfalos, y un lugar entre dos árboles en el que solo se ven los ojos brillantes de una hiena… ¡Estamos en África!. Cerramos bien la puerta de la habitación y a descansar…

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De nuevo madrugamos, aunque los 10 minutos después de que suene el despertador los pasamos en la cama aún adormilados, ¡la vida del turista es dura!. Tras un desayuno rico, rico nos ponemos en marcha a las 07:45. Salimos del hotel y aún estamos preparando los prismáticos, las cámaras, los gorros y las gafas de sol, cuando vemos las primeras cebras, topis, búfalos e impalas. ¡Es lo que tiene que el hotel esté dentro del parque, casi no nos da tiempo a prepararnos!.Pero conseguimos las fotos, el día ha empezado fenomenal.
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Tras unos kilómetros disfrutando de los herbívoros del lugar (son animales preciosos e impresionantes, pero hay tantos que empezamos a acostumbrarnos y les prestamos menos atención... ¡quien lo hubiera dicho hace solo unas semanas!) Endeni reduce la velocidad y mira hacia la izquierda, y poco a poco para el coche. Yo tengo los prismáticos al cuello y busco sin parar mientras pregunto “¿Dónde miro, donde busco?”. A está igual pero mirando más lejos… “¡Un puercoespín, rápido, foto, foto, foto!”. Yo lo busco y A se agacha a coger la cámara… yo alcanzo a ver unas púas blancas y negras escondiéndose, A apenas lo ve… ¡Se ha asustado con un coche que venía a toda pastilla!. Esperamos pacientemente unos 15 minutos pero en vista de que no va a salir, nos damos por vencidos y nos vamos, no sin antes hacer como 20 fotos de la madriguera, porque parece que asoman algunas púas… pero está asustado y no quiere salir.
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¡Que bajón, el puercoespín es algo que rara vez se ve, y nosotros lo hemos tenido a tiro pero no hemos conseguido hacer la foto! A partir de ahora, la cámara siempre en la mano para que no nos pase esto de nuevo, ¡que rabia!.

Mientras estamos en estas cavilaciones llegamos a una zona en la que había un montón de coches parados… hay una familia de babuinos cruzando y jugando al borde del camino. Hemos visto ya tantos que paramos un momento y seguimos enseguida, a ver con qué más sucesos de la vida cotidiana del Serengeti nos encontramos… y la recompensa llega unos kilómetros más delante, cuando vemos dos jirafas hembra con dos crías preciosas, cruzando el camino… La imagen es espectacular, casi no respiramos, estamos alucinados… Hacemos fotos, un video, más fotos… Cruzan sin problemas, algo asustadas porque nos hemos juntado varios coches, y siguen su ruta hacia nuevos árboles que comer.
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Después tenemos la suerte de ver cruzar una familia de elefantes, ¡hoy va de cruces!. Creo que les hacemos otro video, aunque a estas horas del día he perdido la cuenta, hoy ha sido un día intenso…
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Seguimos avanzando por las rutas que decide Endeni, yo no se ya si voy o vengo, si estamos al norte o al sur… en fin, el caso es que paramos cerca del río porque Endeni dice “¡Simba!”. Prismáticos y cámara en mano… una familia enorme está descansando a la sombra de los árboles de la orilla del rio!!. Una leona se levanta y cruza el río, y avanza hacia nosotros hasta encontrar una sombra que le satisface… Aquí prácticamente no levantamos el dedo del disparador de la cámara, pero luego llega la calma… aprovechamos para otear la situación con los prismáticos (bendito invento!), y contamos hasta 15 leones (muchas hembras, un par de cachorros y el macho…). Poco a poco (puede que haya sido casi una hora, pero eso es poco a poco en África) las leonas van levantándose y cruzando el río, paran a beber y avanzan en nuestra dirección hasta la sombra del arbol que ha elegido la primera leona. Estamos extasiados con la vista y aguantamos allí hasta que parece que no va a suceder nada más… Es increible que a menos de un kilómetro haya unas 50 gacelas de Thompson, pero parece que las leonas solo quieren dormitar, así que todo sigue en paz por el momento.
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Tristes por dejar esta escena y contentos por avanzar en nuestra aventura, continuamos por el parque y vemos varios pumbas que se asustan con el ruido de nuestro coche, un elam (alce) a lo lejos que nos mira atento mientras avanzamos, varias manadas de gacelas que saltan a nuestro paso… Seguimos haciendo fotos de gacelas, y encontramos un búho que, justo tras cazar una gallina de guinea (que vemos colgar de una rama), no para de ulular desde su trono en lo alto de la copa de un árbol. Bajo ese árbol, otro jabalí.
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Más adelante vemos por fin nuestra primera manada de búfalos a una distancia aceptable. Hacemos fotos y más fotos. Están mezclados con impalas, gacelas de Thompson, algún ñu y cebras por doquier.
Entre los búfalos, de repente, un pájaro secretario majestuoso y erguido se pasea alardeando de su belleza… y nosotros, por supuesto, lo captamos todo. ¡Qué bonito!.
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Nos topamos (a lo lejos) con dos hippos que están levantándose de su siesta para meterse en el río, y más adelante, con otro que ya está hasta arriba de fango en una charca donde vemos además un chorlito y un ganso de guinea. Foto, foto y más foto.
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Tras unos cuantos botes por los baches del camino, otro grupo de jirafas (3 adultos, 2 crías) cruzan el río, después de beber, a unos metros de donde nos encontramos. Son tan bonitas a pesar de ser tan torpes… o al menos es la sensación que da, con esas patas tan finitas que sostienen un cuerpo tan grande. Es divertido verlas agacharse a beber... Preciosas, yo creo que es uno de mis animales favoritos.
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Y llegamos a una de las múltiples piscinas de hippos (que huelen fatal), donde estaban compartiendo espacio un montón de hipopótamos con un cocodrilo del que alcanzamos a ver la cola… Más fotos, y avanzamos.

Durante unos kilómetros parece que todos los animales se han escondido, no vemos nada y cada vez nos adentramos más en una zona con pocos árboles… ni una gacela, ¡por Dios!. Pero de repente, como siempre, Endeni frena y dice, “no se si ahí hay algo, a la sombra…”. Yo escaneo la sombra de la acacia pero no veo nada, y A grita “Ahí, ahí, un guepardo”. No puedo creer la suerte que estamos teniendo. Afino la vista y por fin distingo, entre las hierbas altas, un guepardo descansando… Lo miramos un rato, hacemos fotos, y cuando A ha dejado la cámara yo aviso: “acaba de ponerse de pie!”, mientras cojo la cámara y empiezo a disparar como una loca, como estira las patas delanteras, después las traseras, y como inicia su paseo lento hasta llegar a la base de un pequeño arbol a unos 70 metros de nuestro coche… ¡Soy fan de África!, ¿Cómo puede ser un simple paseo algo tan fantástico?.
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En fin, estamos enganchados y seguimos ahí, el guepardo es inteligente y se esconde tras el árbol, pero de vez en cuando se asoma, a ver si estamos aún ahí… Decidimos dejarle en paz, y al avanzar un par de kilómetros nos topamos con una encantadora familia de pumbas (padre, madre y cría), que según mi parecer van directos a la boca del guepardo, pero A y Endeni tienen otra opinión y seguimos.
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Llegamos a un tramo del río Seronera, donde hay palmeras que dan cobijo a una familia de elefantes. A pesar de que ya hemos visto muchos, hacemos las correspondientes fotos, Endeni cambia el rumbo y decide tomar otro camino, y a los pocos minutos se demuestra lo buena que ha sido esta decisión porque vemos unos 6 coches y un autobús parados, así que nos dirigimos hacia ellos sin prisa pero sin pausa, hay una leona en medio de la llanura, al principio no sabemos bien si va o no de caza, pero enseguida se adivinan sus intenciones porque se sube a un montículo y todas las gacelas que hay en las inmediaciones vigilan cada uno de sus movimientos. Parece que solo está estudiando el territorio… La miramos un rato, pero hay tanta gente que decidimos seguir nuestro camino, y aún así vamos casi paralelos a la leona… interrumpimos a varios grupos de gacelas que están cruzando el camino que llevamos nosotros, y entre ellas otro pájaro secretario, que conseguimos ver mucho más cerca que el anterior, por lo que nos parece que es un millón de veces más bonito. Fotos a diestro y siniestro.
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Seguimos nuestro camino y Endeni nos dice, “Simba”. Hay un macho tumbado al sol en medio de la llanura, durmiendo plácidamente. No podemos creer la suerte que tenemos al ver tantos machos, no es fácil.
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Después de la emoción de tanto felino, no nos hace demasiada gracia cruzarnos con otro grupo de babuinos, pero hay uno muy gracioso comiendo y le hacemos foto.
Entre tanta gacela de Thompson aparece una gacela de Grant, y lo inmortalizamos porque parece que se nos habían olvidado!.

Yo ya tengo un montón de hambre, y parece que Endeni piensa lo mismo que yo y se dirige hacia la zona de picnic… pero frenamos en frente de un árbol en el que Endeni nos dice “¡Leopardo en el arbol!. ¡Y hay dos!”. De forma frenética buscamos (A cámara en mano y yo con los prismáticos) y encontramos a uno, estirado elegantemente sobre una rama de árbol… Yo estoy embobada, no encuentro el otro leopardo pero no me importa demasiado… A me dice donde está y hacemos fotos a tutiplén. Después seguimos observando unos 30 minutos y tenemos el privilegio de ver como uno de ellos baja del árbol sin apenas esfuerzo, estirándose y saltando por las ramas… ¡No tengo palabras!.
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El otro es más perezoso pero acaba levantándose, aunque no llega a bajar a tierra, solo se cambia de rama… aun así tenemos fotos para parar un tren…
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Y A empieza a hacer fotos de nuevo, solo que esta vez en otra dirección… Los leopardos que hemos visto son cachorros, nos dice Endeni, y él cree haber encontrado a la madre en otro árbol cercano… yo miro por los prismáticos y digo “¡Si, si! ¡Alli está!”. Endeni no la encuentra y yo empiezo a dudar… y A también, asi que cambia de prismáticos y sigue mirando… ¡Resulta que era la corteza del árbol! Pero tenemos unas 5 fotos que atestiguan que nos hemos interesado por el árbol, jejeje.

En nuestra ruta hacia el picnic entrontramos algunos pumbas más, y por fin comemos. Nos situamos bajo un árbol cargado de nidos de tejedores, asi que A hace las fotos oportunas tras la comida, que hoy, para variar, ha sido con cesta, platos y fuentes (como se notan los niveles de hotel!! Jejeje!).
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Después de comer estamos algo más perezosos, nos apetece hablar y le preguntamos a Endeni algo más de su vida, asi que nos va contando… Vemos algunas gacelas más y seguimos la conversación durante varios kilómetros hasta que Alfredo dice “Endeni, ahí hay algo”, a lo que yo respondo “¿Qué animal te has inventado ahora?” mientras Endeni dice “Si, si, un simba macho”. Resulta que A solito ha encontrado un león solitario tumbado al sol, que se incorpora ligeramente aunque no conseguimos verle bien la cara.
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Mientras hablamos de que es raro que esté solo, aunque puede ser que las leonas hayan salido a su paseo en busca de comida, vemos una leona caminando a unos 60 metros del camino, y decidimos seguirla. Mientras la seguimos nos damos cuenta de que solo unos metros más delante hay gacelas que la miran sin perderse un solo movimiento, aunque ellas de momento no se mueven… Endeni dice que esta leona tampoco ha salido de caza, y eso parece porque durante unos momentos vemos con un escalofrío como pasa entre las gacelas, a unos 3 metros de ellas, sin siquiera mirarlas. ¡Tenemos la carne de gallina!.
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Sigue su paseo a un ritmo constante, y pronto está a unos 3 metros de nuestro coche. Durante este tiempo se nos han unido muchos mas coches, y formamos una extraña caravana pues se trata de una leona que va al frente de un gran grupo de coches cargados de personas con cámaras de fotos y flashes que no paran de brillar. La seguimos unos metros, hacemos varios vídeos, y por fin la dejamos tranquila cuando se adentra en la llanura por la que no hay caminos que podamos utilizar. Seguimos con la emoción en las venas, y Endeni nos señala nuestra primera hiena, a la que por supuesto retratamos.
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De vuelta ya hacia el hotel vemos unos coches parados en la piscina de hippos, pero mirando hacia el lado contrario, por lo que nos acercamos a ver que hay, y vemos un grupo de leones (1 macho y 6 hembras) descansando al sol. Esperamos un rato pero ninguno se digna a levantar la cabeza, por lo que volvemos a nuestro camino donde vemos más elefantes y algunas aves que A fotografía aunque no sabemos bien qué son.
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Vamos comentando nuestra suerte, contando cuantos leones hemos visto, cuando a nuestra izquierda salen corriendo varias criaturillas que resultan ser mangostas, ¡que graciosas!. Conseguimos hacer alguna foto a las que se ponen sobre las patas traseras y seguimos avanzando.
En otra charca vemos varios hippos y, en una de las orillas, un cocodrilo tendido al sol.
Ya estamos en el mismo camino que esta mañana, por lo que nuestras amigas las cebras, y los ñues que las acompañan, están de nuevo ahí viéndonos pasar mientras comen.
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Vamos buscando la madriguera del puercoespín, pero nos cruzamos con un grupo de babuinos muy escandaloso, están alterados por algo y escudriñamos los alrededores para que no se nos pase nada,.. hasta que suena un trueno y entendemos la causa de su alteración. Conseguimos encontrar la madriguera del puercoespín, pero parece que no está en casa… es un camino cuasi-privado hasta el hotel, y no hay nadie, así que Endeni se salta las normas y nos lleva con el coche hasta la boca de la madriguera, que en realidad es mucho más grande de lo que parecía. Está vacía o el está muy escondido, asi que no perdemos más tiempo y con pena nos vamos al hotel a descansar, aunque por el camino seguimos viendo jirafas, ñúes, cebras, búfalos y gacelas, que ya se han convertido en algo normal para nuestros ojos inexpertos.
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Ya en el hotel la intención es descansar pero hay que hacer tantos deberes cuando vienes de safari… lavar las gafas de sol llenas de polvo, limpiar la cámara y lso objetivos, lavar los prismáticos, descargar las fotos, cambiar las tarjetas de las cámaras, cargar las baterías, los móviles y el ordenador… Así que hoy sacrificamos el baño en la infiniti pool en la que por lo visto beber los animales por la noche por hacer todo esto, aunque al final merece la pena porque sino lo pagaremos mañana… Escribimos el diario y cenamos en el edificio principal, y al ir a cruzar hacia nuestra habitación por las pasarelas de madera… ¡Está lloviendo! (esto ya lo anunciaban los truenos y los babuinos…). Pedimos un paraguas prestado aunque nos dicen que no tienen, que el paraguas está en la habitación y que lo cojamos... ¿?¿?¿?, a lo que A responde “I know but the umbrella is in the room and it is raining now”. Jajajaja. En fin, nos prestan un paraguas y podemos llegar a dormir sin tener que pasar de nuevo por la ducha.

Mañana más y seguro que tan bueno como hoy.

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