3 Abril 2010
Me despierto de nuevo, un poco más perezoso porque la noche anterior me fui casi a las 2 o las 3, pero no hay tiempo que perder. Esta vez compito en el desayuno con un sandwich pontente. Cojo la bufanda, algo de comida y la cámara. ¡Hasta luego!
Mi plan consiste en visitar el Nasjonal Museum for kunst en cuanto abra a las 11h (los fines de semana) para estar a tiempo de visitar la ópera a las 14h. Me entero de que es gratis lo cual en esta ciudad siempre es un alivio. Yo diría que con una hora se puede ver el museo un poco de pasada, si eres de los que lo ven con más detenimiento con un par será suficiente.
El mueso es muy recomendable, si no me equivoco sus obras parten principalmente de mediados del siglo XIX con lo cual hay muchas obras de expresionismo, impresionismo y modernismo que en mi caso me gustan bastante. También hay varias salas de paisajes y de la vida cotidiana, pinturas dotadas de mucho más realismo. Algo bueno del museo es que prácticamente todo es de artistas noruegos, entre ellos me sorprendieron mucho Christian Krohg y Gerhard Munthe. Además está la famosa sala de Munch, la 24. Hay líos a veces para determinar si el cuadro famoso de El grito está ahí o no, y si que está. Al parecer hay hasta cuatro versiones y alguna de las otras deben estar en el museo Munch, también en la ciudad de Oslo. El Grito de toda la vida, que aparecía en nuestros libros de secundaria, en la sala 24

También hay una o dos salas con obras de artistas más internacionales Monet, Manet, Degas, Matisse, Gauguin, el autorretrato de Van Gogh y varios Picasso. Como apuntan en algún diario también está El pensador de Rodin, pero lo cierto es que hay muchísimas versiones de esta obra. Recuerdo haber visto una en los Musei Vaticani, hace poco en una exposición itinerante en Rambla Catalunya (Barcelona) y en otros sitios que ahora no recordaré. La de Oslo es una escultura pequeñita. Me paso por la tienda, recolecto un par de obsequios para unos amigos y con muy buen sabor de boca abandono el lugar.
De camino a la ópera paso por la fortaleza Akershus, subo y hay unas vuenas vistas de la ciudad. La visita termina a las 16h con lo cual no tengo tiempo de visitarla, me quedo con las ganas pero otra vez será.

Con el tiempo justo llego a la ópera cuando están repartiendo las pegatinas para identificar a los miembros del tour. Tras una explicación sobre el edificio y los arquitectos se sube al tercer piso creo para acceder al interior. Comentan que el uso de los materiales ha sido muy cuidadoso con respecto a la sonorización y también como un identificador nacional. Los distintos tipos de roble han sido talados en diferentes bosques del país. También la lámpara y el telón merecen especial atención. Hay que decir que es una ópera moderna pero con muy buen gusto a la hora de escoger colores, diseños y materiales. El telón parece aluminio arrugado pero realmente es una tela de un material poco común que responde de esa manera con la luz. No es posible ver el telón pero la guía ha traído una muestra de la tela y varias fotos para que lo veamos. No dejan hacer fotos en esta parte del recorrido aunque siempre hay alguno que se queda en la retaguardia esperando.
Seguidamente la guía nos lleva por toda la trastiend, las oficinas, donde se organizan los eventos, almacenes donde guardan todo tipo de material técnico para montar los escenarios y una segunda sala de conciertos (en total hay tres salas contando la de la ópera). De los sitios más curiosos quizás las salas de ensayo que han habilitado para las bailarinas de ballet. Lo mejor de la sala, con perdón del suelo acolchado, son las vistas de los grandes ventanales. Toda la pared es una gran ventana que de momento da a un pequeño canal y a la autopista a lo lejos, pero en breve se tiene pensado trasladar el museo de Edvard Munch justo enfrente de esta fachada.

Aquí otra zona interesante, los talleres donde con hasta más de medio año de antelación preparan los escenarios, las decoraciones, trajes, esculturas y demás que aparecerá en escena. El tapiz que se puede ver en lo alto es obra de los artistas que trabajan en el teatro ya que echaban de menos poder ver las vistas de la ciudad y... ellos pueden hacerlo.

La visita dura aproximadamente una hora y la gúia es bastante correcta. Me gusta pero es que el edificio impresiona mucho por fuera y el hall. Quizás echas de menos poder ver mejor la sala principal, verla desde la zona del escenario o algo. Si vais con prisas obviaría la visita por dentro a menos que os guste especialmente el mundo de la ópera.
Al salir decido visitar el Centro Nobel donde compro la Oslo pass durante 24 horas por un coste de 230 Kr. En la planta baja está la exposición dedicada a Martin Luther King Jr., muchas fotografías, videos, canciones de la época, unas cúpulas donde mientras lees puedes escuchar el mítico speech del I have a dream, etc. Realmente está muy bien montado. En el piso de arriba se van sucediendo salas que explican el origen del premio, el testamento de Alfred Nobel que especifica en qué condiciones se debe conceder (es curioso leerlo entero para hacer la idea de lo rico que era y aún así tenía sus preocupaciones para con el mundo), otra sala con todos los ganadores del premio cada uno con una minipantalla que resume su actuación, etc. Por último hay un pasillo con pantallas en las paredes donde se puede consultar infinidad de información sobre el premio, sobre cada ganador, esta vez con mayor detalle.
Lo que más destaco del museo es la inteligencia a la hora de disponer la información, te va enganchando y conoces muchas cosas que no sabías del tema. Por otra parte he de decir que no es el típico museo de entrar y verlo rápido, en ese caso durarás 10 minutos porque hay mucha cosa que leer y poca "cosa" (objeto). Sin embargo, si se tiene interés y tiempo puede ser gratificante. No es que haya cambiado radicalmente mi idea sobre el premio, pero ves que bastantes de los premiados (unos más que otros) desde la posición que tuvo procuraron hacer algo por los intereses de su gente y esto es una forma de reconocer su labor y la causa por la que han luchado. Es el único aspecto que me parece bie fuera del paripé que suponga la entrega o del premio que actualmente es sobre 1 millón de € y que bueno... hay tantas causas pendientes que no se si un acto puntual como este cambia mucho las cosas. Del museo tampoco hay fotos.
Ya todo está cerrado así que me dirijo a Holmenkollen. Leyendo por el foro me había planificado Holmenkollen y el lago Sognsvann, visto lo visto ahora me decidiría por el segundo. Ya que el metro no funciona directo hay que hacer transbordo en Majorstuen y coger un bus con dirección a Frognerseteren. Unas paradas antes bajo para llegar a la rampa aún en obras para el campeonato mundial de esquí de 2011. Ya que el centro de visitas está cerrado solo se puede ver desde la verja lo cual lo hace muy lejano. Subiendo un poco por la carretera se contempla una bonita vista de Oslo.

Junto a la rampa hay una iglesia tipo vikinga, si queréis acceder a ella es mejor seguir la curva de la carretera donde hay un acceso bastante fácil. Mi impaciencia e ignorancia me lleva a subir por ahí...

Lástima que no se puede entrar. Veo la rampa desde otra perspectiva pero no estoy satisfecho, he tardado un buen rato en llegar para ver la rampa tras una valla. Si os va la aventura junto a la iglesia hay alguna valla un poco rota/tumbada. Sin mucha dificultad se puede cruzar al otro lado pero el problema ahora es la nieve. Si como yo vais sin calzado apropiado y la nieve está blanda fácilmente te hundes hasta la rodilla. Aún así poco a poco llegué a unos cincuenta metros donde puedes contemplar la rampa junto al bosque y dada la hora, el atardecer.

Ya que estoy ahí pregunto a un hombre que me dice que arriba hay un bar/restaurante desde donde hay mejores vistas. El camino es algo largo pero llevo un par de días metido en la ciudad y apetece andar. Una vez arriba parece un albergue de montaña, el típico con las maderas en las paredes, y ahora tengo mis dudas de si hay o no bustos de ciervos o animales por el estilo. El precio es bastante caro, 45 Kr por un chocolate caliente y tengo que ponerle nata y servirlo yo mismo. A través de la ventana se ve Oslo a lo lejos en una estampa llena de lucecitas. Escribo una postal y termino mi chocolate caliente.

La parada de autobús está al lado y en unos 20 minutos ya estoy en el centro, junto al Teatro Nacional. Es muy interesante esta convivencia entre lo natural y el ladrillo, ¡estamos en la capital de Noruega! No solo el dinero, que lo tienen, implica calidad de vida. En el bus coincido con un lugareño que ha estado viviendo en Murcia creo, era pintor por encargo y hace unos años que ha vuelto echando de menos nuestro país. Me comenta que ha ido al pueblo de sus padres a una hora en coche y ha estado cinco horas esquiando, de ahí sus tonos rojizos en la cara. Para el es un gozo tener eso tan a mano y de repente volver para salir de fiesta un sábado noche por la moderna Oslo. ¿Y para quién no?
Llego al Anker donde encuentro a la cuarta compañera. Es escocesa y por mucho que me esfuerzo me cuesta entenderla. Me cuenta que ha venido para un festival, Inferno, ya se sabe que por estos países les va lo duro, será cosa del frío. No es mi estilo pero ahora entiendo que no coincidamos nunca en la habitación, esta vez he sido yo que ha llegado antes de hora. Me preparo la maleta, mañana es el último día y aún queda mucho por ver, tengo que amortizar la Oslo pass
