02.07.2007 KRATIE - BAN LUNG ✏️ Diarios de Viajes de Camboya

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Hoy el dia amanece bastante nublado.El desayuno que sirven en el Oudom Sambath es bastante escaso.Somos los ùnicos huespedes del hotel y aùn asì tardan en servirnos.Aunque las instalaciones estàn en muy buenas condiciones y el lugar es muy limpio el trato y el servicio general del establecimiento deja mucho que desear.

Nos dirijimos a la parada de autobùs en donde bajamos el dia anterior.Compramos los billetes para Ban Lung,còmo no,a precio de turista,y luego buscamos un banco para cambiar de todo un poco,€ por
$ y $ por Riels.En la entidad bancaria nos pasamos una eternidad.
Nos vamos a dar una vuelta por Kratie.Las calles de esta ciudad conservan aùn muchas de las casas de estilo colonial de su pasado colonialista francès.
El mercado acapara,de nuevo,nuestra atenciòn.





La ciudad se encuentra en paralelismo al rio Mekong y esta proximidad hace que la actividad pesquera se convierta en el principal eje econòmico de sus habitantes.



Son ya las doce del mediodia.Còmo no hemos podido aclarar a que hora sale exactamente nuestro autobùs y por miedo a perderlo,recogemos nuestras mochilas,que habìamos dejado en la recepciòn del hotel y nos vamos a la parada de autobùs.Tenemos que esperar un par de horas ya que debido al mal estado de las carreteras y al mal tiempo se ha retrasado bastante.Hay overbooking pero en Camboya esto no representa ningùn problema.Que faltan asientos pues se ponen sillas ...no problem !!!


Ocupamos los cinco ùltimos asientos de la parte trasera,junto a una chica camboyana.Es un autobùs pequeño y los asientos aprovechados al màximo.Parecemos anchoas,pero lo peor es que no hay aire acondicionado y el calor es sofocante.


Mi compi en el autobùs


Iniciamos la marcha por la carretera nacional n,7,paralelos al rio Mekong.
Antes de llegar a Stung Treng tomamos la carretera n,78,direcciòn Ban Lung.Comparada con esta,la nacional n,7 es la autopista de las autopistas.Abandonamos el asfalto,por llamarlo de alguna forma,y seguimos por una calzada de tierra rojiza,tan peculiar en Camboya.
Desde que hemos salido de Kratie no hemos hecho ninguna parada,hasta ese momento.
Del autobùs baja mucha gente para ir,sobre todo,a hacer sus "necesidades".Optamos por quedarnos en el interior.
La lluvia que ha ido cayendo de forma intermitente durante todo el viaje,por momentos va tomando fuerza.Nos preocupa,sobre todo,el mal estado de la carretera que es còmo una pista de patinaje.A medida que va pasando el tiempo el agua va filtrandose por el techo del autobùs hasta que las goteras aparecen justo encima nuestro y de unas chicas inglesas que viajan en el mismo autobùs.Còmo soluciòn al percance instalamos nuestro paraguas en el techo y ellas tienen que protegerse con un chubasquero.



En algunos tramos del trayecto cruzamos por puentes tan inestables que la chica que està a mi lado en cada uno de ellos,se hace la señal de la cruz.No os podeis imaginar el mal iuiu que dà.
Parece que no tenemos que llegar nunca.Se hace interminable.El estado de la carretera cada vez es peor,la lluvia sigue cayendo y para màs inri va anocheciendo.

Llegamos ya de noche a Ban Lung.Bajamos del autobùs y nos encontramos con una ciudad pràcticamente a oscuras.Sòlo algunas luces provenientes de algunos establecimientos dan tregua a la oscuridad.Algunas personas se nos acercan ofrecièndonos ademàs de habitaciòn transporte de "taxi" en motocicleta.Nos sorprende cuando un chico occidental tambièn nos ofrece lugar para hospedarnos.Declinamos todas las ofertas pues tenemos reservado en un "ecolodge" una habitaciòn e incluye la transferencia desde el bùs hasta el establecimiento.
Poco a poco el tumulto inicial va desapareciendo e incluso el autobùs se va,quedàndonos pràcticamente solos.Al fìn pensando que los del ecolodge se han olvidado de nosotros optamos por preguntar a los "taxistas"si conocen el lugar y cuanto nos cobrarìan por llevarnos.
Acordado el precio,subimos cada uno de los miembros de mi familia a una motocicleta con conductor.
Fuè uno de los momentos que vivì con màs tensiòn de todo el viaje.Cuando quise darme cuenta habìa perdido a todos los miembros de mi familia ya que cada conductor tomò un camino diferente y a toda velocidad igual que si se hubiera iniciado una carrera.
Era noche cerrada y caia una finìsima lluvia.El suelo de un fango viscoso hacìa inpracticable el camino y aùn no sè còmo pudimos mantener el equilibrio encima de la fragil motocicleta.
Empecè ha asustarme pues mi imaginaciòn se disparò.Pensè que quizàs nos habìamos confiado demasiado a esas personas y que nos habìamos convertido en presas fàciles.Desconocìa si los demàs seguian en grupo ò por el contrario les habìa sucedido lo mismo que a mì.Me preocupaban especialmente mis hijos.Lo estaba pasando tan mal que,intentando mantener la calma,pedì al conductor que me llevara de nuevo,a la parada del bùs,en el centro de la ciudad.
Mi familia y yo tenemos la consigna de que si en algùn momento nos "perdemos ò despistamos" hemos de intentar regresar para encontrarnos al ùltimo lugar en el que hemos estado todos juntos.
Confiada en que todos recordaran esta regla decidì volver.En la parada del autobùs no habìa nadie.
La situaciòn se complicaba por momentos.Habìa perdido a toda mi familia y me encontraba totalmente sola en medio de aquella ciudad.Le pedì al chico de la motocicleta que me llevara a dar una vuelta por los alrededores por si los podìamos encontrar.De pronto una furgoneta con el logo del ecolodge nos adelantò y al reconocerla le hice señas para que se parara.Me identifiquè,subì al interior y còmo,no le pedì que me ayudara a localizar a los demàs.
Tomamos direcciòn a las afueras de Ban Lung,camino del hotel,cuando respirè tranquila al ver a uno de mis hijos volver hacia la ciudad pues el camino era inpracticable para circular en motocicleta.Al fìn pude respirar tranquila cuando unos metros màs adelante pude ver a mi marido y a mi otro hijo intentando andar por el fango y a los pobres chicos de las motocicletas haciendo malabarismos con sus vehìculos.
Al fin llegamos al ecolodge y por suerte lo ùnico que tuvimos que lamentar fuè la pèrdida de una chancleta.

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