Tras desayunar encaminamos nuestros pasos hasta la Plaza Bibijagua. Ya he dicho que nos encanta andar y hasta Bibijagua se tarda una hora aproximadamente desde el Palladium. Curioseamos un poquito y al final, compramos una botella de Brugal Titanium y un galón de Brugal Extra Viejo. Lo de “galón” no es exacto. Esta ancha botella que compramos, que tiene un asa atrás, tiene una capacidad de 1.750 ml y un amable viajero (Gracias, Masalo!!) me explicó que la verdadera capacidad de un galón es 3.785 ml. Lo que ocurre es que los vendedores dominicanos se referían con ese término a este tipo de botella tipo garrafa y es por ello que he repetido aquí el incorrecto término.
Plaza Bibijagua
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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También compramos unas pelotas de baseball, el deporte más popular en la República Dominicana, para regalar a los sobrinos. Y algunas pulseras. El dependiente nos pide 11 euros por una pulsera que me gusta, pero mi mujer consigue pagarle 5 euros por tres pulseras y además obtiene un colgante de regalo. Los dependientes ya tiemblan cuando la ven venir!
El camino de regreso, cargados con las botellas, no es tan grato como el de ida, pero vas siempre a la orilla del mar, un chapuzón de refresco y a seguir camino!
Dejamos las botellas en la habitación y de paso, cojo los papeles de Travelplan y me acerco hasta el lobby con el fin de confirmar los billetes de vuelta ya que el día de regreso se nos va acercando y no estuvimos en la reunión del primer día.
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En el lobby un trabajador de Prieto Tours lleva la representación de Travelplan. Me acerco a él y le pido si me puede confirmar. El hombre me dice que tan sólo me puede indicar la hora de recogida a la que pasará el bus, pero que no me puede confirmar los billetes. Que la confirmación unicamente se hace el día de la reunión que organiza el mayorista y que a partir de ahí no es responsabilidad de ellos (¿¿). Opto por callarme lo que estoy pensando y me despido educadamente. O sea que tengo un impreso con el sello de Travelplan indicándome la hora de mi vuelo, o sea que he pagado unos cuantos miles de euros por ello, o sea que él es el representante de Travelplan y me dice que no es responsabilidad suya….. La imagen que me llevo de la profesionalidad de este tipo es, cuando menos, dudosa .
Francamente, esta obsesión porque acudas a la reunión del primer día para venderte excursiones no hace mucho bien a la imagen del mayorista. No niego que para quien no tenga ni idea del pais no vengan nada mal estas reuniones, pero para quien ya ha ido unas cuantas veces, no es lógico que se tenga que tragar una reunión de hora y media más la cola pertinente que hay que hacer después para que te confirmen el billete de vuelta. Y desde luego, esa respuesta de que “no es responsabilidad suya” no hace ningún bien a la empresa a la que representan.
En resumidas cuentas, si no vas a la reunión en la que te quieren meter sus excursiones por los ojos, ya no eres “responsabilidad suya”. El viajero no puede perder dos horas en una reunión que no le interesa porque te amenacen con no chequearte los billetes. Quede claro que todo esto es problema de Travelplan y nada tiene que ver con el Palladium.
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En fin, no le doy más vueltas al asunto y voy a la barra húmeda en busca de mis amigos castellanos, comparto unos tragos y me hablan de su noche anterior. Han seguido “uniendo lazos” con los y, especialmente, las dominicanas . Cada vez están más encantados con las noches dominicanas fuera del hotel. Vamos hasta donde el Tiburón que nos enseña otra de sus habilidades (es un fenómeno). Uno de los chicos tiene mal las tripas y Tiburón le prepara un trago contra los ardores estomacales, trago que resulta milagroso (no recuerdo la fórmula, no me lo pregunteis).
Tras comer, compruebo que me he vuelto un especialista consumado en siestas. Las bordo.
Ese día pasa tranquilo y placentero.
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Ya llevamos muchos días en el hotel y en nuestras idas y venidas por el hotel me doy cuenta de una cosa. Llego al bar y Janiel me saluda por mi nombre y me pregunta por mi mujer también por su nombre, estamos en la piscina y pasa Yoanna de animación y nos llama y nos saluda por nuestros nombres, después me cruzo con Margarita (el “terremoto” de animación) y me dice por enésima vez que me va a apuntar a tal concurso y va y me apunta ( lo se cuando me llaman por mi nombre por megafonía)… Ya se que todo esto pueda parecer una tontería, pero no lo es tanto y la verdad es que te conozcan y te traten así hace sentirte muy a gusto en el hotel. He estado en muchos otros hoteles y en pocos han pasado del educado “buenos días, señor”. En el Palladium nos llaman por el nombre, no somos un huesped más! .Prefiero mil veces la cercanía y el cariño que proporcionan los trabajadores del Palladium
Esa noche decidimos cenar en el japonés pero a la carta, cosa que no hemos hecho ni en esta ni en nuestra anterior estancia. Nos encanta. La presentación de los platos es cuidadísima, en algún caso casi espectacular (como el pincho de res, pollo y cerdo) y están todos de chuparse los dedos. Comemos unos camarones en tempura con verduras que estan riquísimos y el salmón resulta muy bueno y muy jugoso (y mira que el salmón tiene tendencia a quedarse seco!). Sólo un “pero”, sería conveniente poner más alto el aire acondicionado.