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SEGUNDA PARTE

SEGUNDA PARTE ✏️ Diarios de Viajes de Indonesia Indonesia

DÍA 17. GILI TRAWANGAN. A las 7,15 estamos desayunando: Rosi tostadas con mermelada y mantequilla, zumo y café, y yo un desayuno inglés (huevos, champiñones, judías con tomate, tostadas, zumo y té). Así, con renovadas energías, decidimos...
Victormiguel Autor:   Fecha creación:   Puntos: 0 (0 Votos)

Diario: INDONESIA EN 4 ISLAS: SUMATRA, BALI, SULAWESI Y GILI.

Puntos: 4.9 (8 Votos)  Etapas: 2  Localización:Indonesia Indonesia

DÍA 17. GILI TRAWANGAN

A las 7,15 estamos desayunando: Rosi tostadas con mermelada y mantequilla, zumo y café, y yo un desayuno inglés (huevos, champiñones, judías con tomate, tostadas, zumo y té). Así, con renovadas energías, decidimos circunvalar la isla para bucear en algún otro punto de la misma. A las ocho de la mañana, bajo un sol ya inclemente, iniciamos el recorrido que nos lleva durante dos horas alrededor del mar, pero sin ninguna vista especialmente llamativa. Aprovecho para sumergirme durante una hora, cerca del llamado Shark Point, pero no veo ningún tiburón, así que a las doce estamos de regreso al hotel, exhaustos y sedientos. Nos damos un baño en la piscina, pillamos unas birras del mini-bar, y descansamos un rato antes de ir de nuevo a la playa cercana al resort. Cerca de las dos de la tarde comemos unos rollitos de primavera y una pizza, en un básico garito en la playa (con cerveza por unos 10 €). Estamos un poco cansados y el calor es espantoso, así que vamos al hotel a dormitar un rato, para de nuevo volver en solitario (Rosi se queda en la habitación) a seguir haciendo snorkel. Cuando regreso, me refresco en la piscina y tomo una buena ducha de agua dulce, antes de irnos a dar una vuelta, y ver el atardecer entre las nubes. Sondeo donde puedo ver el Barça-Madrid del próximo martes, aunque el partido es a las cuatro de la mañana, y cenamos a la luz de las velas en el restaurante a pie de playa del hotel Sama Sama Bungalows (sama sama es la expresión utilizada en indonesio, para responder de nada, cuando nos dicen gracias). Pedimos un pescado de casi un Kg. con buffet de ensalada y verduras y una suculenta patata asada; Total con cervezas y agua 160.000 rupias (15€). Es bastante temprano, pero donde mejor se está es en un recinto con aire acondicionado, y ningún bar, pub o restaurante lo tiene, así que volvemos a nuestra habitación a leer un rato, antes de apagar la luz no más tarde de las 10,30, decidiendo previamente que aumentaríamos en un día nuestra estancia en lo que hemos denominado el Paraíso.

DÍA 18. GILI TRANWAGAN

Después de desayunar nos dirigimos hacia la zona norte de la isla, dónde una pareja de italianos que tiene desde hace seis meses, un negocio de alquiler de mascaras para bucear con cámara, que permite hacer fotos y vídeo dentro del agua, nos comentó ayer que había bastante coral azul. En efecto así es, aunque me da la impresión que tiene menos vida animal; después de un par de horas de explorar el lugar, regresamos al hotel, y por el camino paramos en una especie de agencia de viajes, para hacernos por poco más de 3€ los 20 minutos, una icitioterapia, que consiste en introducir los pies en una pecera, donde cientos de peces se comen la piel muerta de los pies. En un cristal, veo anunciada una salida en catamarán de lujo, para ver la sunset (puesta de sol), al precio de 40$ la pareja, le pregunto al empleado, y me dice que el precio es de 40$ por persona, que el cartel está mal. Indignado, le digo que si puedo hablar con el boss (jefe), y al poco rato aparece un espigado rubio australiano, que me confirma el precio de la oferta, bajándola incluso (35$ los dos); le pago y quedamos en volver sobre las 4 de la tarde para realizar el crucero; mientras tanto, volvemos al hotel a comernos en la terraza unos fantásticos pasteles, y unas barritas de pan que compramos en una “bakery” cercana al embarcadero; después vuelta a la playa, y cuando estaba a punto de introducirme en ella, comienza a caer una lluvia torrencial, que encharcará todos los caminos, además de suspender el paseo para ver la puesta de sol (el australiano nos propone hacerla mañana, lo cual aceptamos sin problemas), así que volvemos a la habitación, donde tomamos unas cervezas y descansamos un poco, antes de salir a cenar al Sama Sama Restaurant, degustando un menú parecido al de la noche anterior, cambiado el tipo de pescado (en esta ocasión, elegimos una barracuda). Al terminar, volvemos andando al hotel y confirmo con un camarero de otro restaurante cercano, que podré ver con él el derby de la liga española.

DÍA 19. GILI TRANWAGAN
A las 3,45 de la mañana me levanto para ir a ver el partido; transito casi a oscuras por el paseo, en el que ya se ha secado el agua caída durante el día de ayer; los hoteles permanecen desiertos, y muchos de sus empleados duermen al aire libre en hamacas o colchonetas. En cinco minutos estoy en el garito de mi colega, que con una camiseta de Robinho, y junto a un amigo que me dice que es del Barça, está viendo el partido. Me acomodo en la barra, sin poder beber nada, porque según me dicen, sólo el jefe tiene la llave del frigorífico, y me dispongo a ver el baño que recibe el Madrid, acordándome de mi hermano y mi sobrino Marcos, aficionados culés; en el descanso me acerco a la playa para disfrutar de las primeras luces del alba sobre el Índico, antes de ver la segunda parte que, lamentablemente para el equipo blanco, sigue con la misma tónica.
Al terminar con el 5-0, doy el pésame a uno y la enhorabuena al otro, y vuelvo cuando ya casi ha amanecido a la habitación del hotel, a dormir un rato más.
Con el día bastante nublado, a las 8 ya estamos desayunando, (en esta ocasión me “hago” un Nasi Goreng, uno de los platos indonesios más típicos, con arroz picante, verduras, huevos y una especie de pan de gamba) y, aunque no es el mejor día porque amenaza lluvia, me acerco al local de los italianos, para alquilar la máscara con cámara por 200.000 rupias (17€), en cuyo precio van incluidas varios recambios de pilas, que como luego comprobaré, tendré que cambiar con bastante frecuencia.
Nada más introducirme en el agua comienza a llover, y el mar está algo picado. La visibilidad no es muy buena, pero bueno, poco a poco me acostumbro al manejo del aparato, logrando ver de nuevo un par de tortugas a las que fotografío y hago algunos vídeos. Tengo que salir fuera cada media hora a cambiar las pilas, y sobre las tres de la tarde, doy por finalizada mi experiencia submarina (mañana nos marchamos), habiendo realizado unas 150 fotografías, y 10 pequeños vídeos. Menos mal que ya no llueve, y el sol lucha tímidamente por aparecer, así que regreso al hotel para ducharme, recoger a Rosi e irnos a hacer la excursión en catamarán. A las 4,30 de la tarde salimos en una pequeña motora junto al propietario de la empresa, su pareja, y tres marineros, hasta alcanzar el catamarán, situado a unos 300 m. de la playa. El barco es grande, y bastante lujoso, así que nos acomodamos para disfrutar de un relajante recorrido de un par de horas, en el que nos sirven un un cóctel, cerveza, palomitas…. y presenciamos una estupenda sunset, con el sol tiñendo de rojo las nubes que parecían no querer dejarle asomar.
La pareja se queda en el barco para pasar la noche, y a nosotros nos transportan de nuevo hasta el puerto, donde cenamos en el Sama Sama (aunque Rosi cambia el pescado por una brocheta de pollo). Entre el madrugón para ver el partido, las horas de snorkel y el largo paseo, estoy francamente cansado, así que a las 10 de la noche apagamos la luz en medio de una tranquilidad absoluta.

DÍA 20. GILI TRANWAGAN-BALI (KUTA BEACH)

Hoy nos levantamos un poco más tarde, y desayunamos tranquilamente disfrutando de nuestras últimas horas en el Paraíso. A las 9,30 nos llaman a un cidomo (así se denominan los carros tirados por un pequeño carro, que hacen la función de taxis en la isla), cuyo conductor nos pide la sorprendente cifra de 40.000 rupias (el trayecto es de menos de 5 minutos), advirtiéndonos que es un precio fijo (recordemos que el trayecto a Ubud de más de una hora nos costó 140.000). Como siempre, hay que negociar, y amagando con irnos andando, lo dejamos en 25,000 rupias. A las 10,30, junto a una treintena de turistas, entre ellos una chica finlandesa con la que conversamos en castellano, salimos en el fast ferry, que yo creo que lleva algún motor más que en el trayecto de ida, y antes de las doce del mediodía llegamos a Padangbai. Todo está súper organizado y en pocos minutos meten nuestras mochilas en una furgoneta, que nos lleva a Kuta Beach, lugar que hemos elegido por su cercanía al aeropuerto, ya que al día siguiente muy temprano cogemos un vuelo dirección Sulawesi. En media hora he encontrado una correcta habitación en un hotel con piscina (250.000 rupias), muy cerca de Popies Gang I, una zona repleta de alojamientos de todo tipo, y después de un baño y unos zumos de frutas reparadores, salimos a descubrir esta suerte de Benidorm español, llena de turistas y locales de ocio, y en la que destaca su famosa playa, en la que los surferos hacen diabluras sobre sus tablas cabalgando sobre las olas. Necesitamos cambiar dinero, y casi nos engañan en un garito en el que no avisan de la comisión; lo mejor es hacerlo en los Money Charger que indican el número de autorización bancaria, porque los demás son piratas, y te pueden dar gato por liebre como casi nos ocurre a nosotros.
Hacemos algunas compras, y nos conectamos a Internet con el tiempo justo para ir a ver la puesta de sol, que disfrutamos tomando unas cervezas (dos tercios por 35.000 rupias) rodeados de una gran cantidad de personas. Antes de ir a cenar a un restaurante tailandés un curry de pescado y otro de carne, contratamos el taxi para ir al aeropuerto (60.000 rupias), pretendiendo el taxista que le pagáramos por adelantado, a lo que naturalmente nos negamos.
Después de la cena, compramos unas provisiones para el vuelo en una tienda 24 horas, y nos retiramos a nuestra habitación, ya que mañana toca madrugar de verdad.

DÍA 21. KUTA BEACH-SULAWESI: MACASSAR Y RANTEPAO

A las 4,30 h. ya nos espera el taxista, que en veinte minutos nos deja en el aeropuerto de Ngurah Rai, mientras en la calle hay un gran movimiento de personas que abandonan pausadamente los locales de ocio.
Salimos con un poco de retraso, y a las 8,30 h. estamos en Macassar, la ciudad más importante de Sulawesi. Inmediatamente, y sobre todo por la vestimenta, nos damos cuenta de que hemos cambiado el mundo hinduista por el musulmán, y al recoger las maletas, nos “entra” el típico tipo, que nos pregunta de dónde somos, y que lógicamente nos ofrece sus servicios. Yo tengo la norma de dejarles hablar, para ver si puede resultar interesante. Su ofrecimiento es llevarnos a Rantepao, a 300 Km de distancia y 8-10 horas de viaje, con un taxi que tiene en el aeropuerto (nuestra inicial intención es ir en bus). Comienza pidiéndonos 700.000 rupias (60 E), y sabemos que en temporada alta, por este trayecto cobran cerca de 1.000.000. Al final, lo dejamos en 450.000 (el taxi a la estación de autobuses, y los dos billetes nos costarían unas 300.000), así que, poco después, estamos dentro de un 4X4 bastante nuevo (en Indonesia, dado el estado de las carreteras, es raro encontrar coches normales, excepto en las grandes ciudades) que tardará ocho horas sorteando baches enormes, en llegar a nuestro destino. Por el camino, haremos dos paradas, una de ellas para comer en un lugar que estaba lleno de policías de ambos sexos, y en el que las señoras, me piden insistentemente hacerse una foto conmigo, con el consabido “mister, one foto”. Rosí se partía de risa, presenciando el espectáculo de varias mujeres de uniforme, con pañuelo en la cabeza, gritando y chillando.
A las cinco de la tarde comienza a llover, y en medio de un diluvio llegamos poco después a Rantepao, la capital de la región toraja, objetivo de nuestro viaje a Sulawesi. La tierra toraja se extiende por la parte suroriental del gran macizo central de la isla, donde sus 300.000 habitantes, cristianos protestantes, viven distribuidos entre dos núcleos principales de población, Rantepao y Makale, y unos 75 villorrios diseminados por los numerosos valles de los alrededores.
Encontramos acomodo en el hotel Indra Toraja, por 215.000 rupias y una bonita habitación; el único problema, es que enfrente de ella se encuentra el restaurante, donde un cantante ameniza la cena de unos cuantos clientes y, muy cerca, la recepción donde hay bastante alboroto. El caso es que, entre los ruidos y un pie que comienza a dolerme, no consigo pegar ojo en casi toda la noche, y a las 6,30 estoy despierto, decidido a cambiarnos de hotel

DÍA 22. TANA TOROJA

Lo primero que hago es salir a la calle a alquilar una scooter, y en ese momento me aborda un guía de la zona, para aconsejarme su contratación, lo cual rechazo cortésmente. Vuelvo con la moto (aquí el alquiler es más caro, y lo consigo dejar en 60.000 rupias), y después de desayunar, recorremos un par de hoteles antes de entrar en el Wisma María, dónde conocemos a un grupo de españoles, que nos recomiendan el establecimiento, sobre todo por el pan fresco del desayuno, y nos indican donde hay un funeral, algo bastante difícil de saber, porque hay una gran cantidad de guías, autorizados o no, que monopolizan el acceso a estas ceremonias, indicando a los incautos que no es posible asistir sin ellos. El lugar parece bastante tranquilo, con un coqueto jardín, y nos ofrecen una enorme habitación triple bastante cutre con paredes desconchadas, y necesitadas de una capa de pintura, pero nos da pereza seguir buscando, y decidimos quedarnos.
Después de acomodarnos, vamos a la Oficina de Turismo, donde nos indican que en otra población también se celebra un funeral; decidimos, por su proximidad, ir al lugar del que nos hablaron los españoles, pero antes me gustaría hacer un inciso sobre los ritos funerarios toraja, para comprender un poco la importancia de los lugares que íbamos a descubrir, durante nuestros días en la región.
Los miembros de esta etnia, a pesar de ser en la actualidad cristianos protestantes, cultivan una religión basada en el chamanismo, el culto de los antepasados y la veneración a un panteón de espíritus jerarquizados y a un dios creador. De entre los rituales que llevan a cabo, los más fascinantes son los relacionados con la muerte. Para ellos, una persona no está muerta hasta que no se haya celebrado su funeral; estos funerales pueden durar hasta una semana y representan un importante desembolso económico, por lo que las familias ahorran durante mucho tiempo para garantizar un entierro adecuado y exitoso, ya que si el difunto queda satisfecho, velará, protegerá y traerá suerte a su familia. Entre tanto, el fallecido es tratado como un enfermo, el cuerpo se embalsama y se le mantiene en el lado meridional del tongkonan (casa cuyo tejado se asemeja a la popa y la proa de un barco, y que resulta bastante parecida a las que vimos en la zona Batak en Sumatra), donde se le visita y alimenta durante semanas e incluso meses. Cuando se ha ahorrado suficiente dinero, se celebran los funerales, donde se sacrifican cerdos y búfalos, (animal que ha sido tradicionalmente símbolo de riqueza y poder, aunque esto de sacrificar tantas cabezas en honor de los muertos para impresionar a los vivos, ha provocado que el gobierno indonesio establezca unas limitaciones y tasas por cada ejemplar sacrificado, ya que las ceremonias y sus grandes ostentaciones terminan por arruinar a las familias), se celebran cantos y danzas, peleas de gallos, banquetes para los invitados que son acomodados en palcos numerados, todo en mayor o menor medida dependiendo del rango y la posición económica del difunto. El último día de la celebración los ataúdes son enterrados, o bien en las cuevas que rodean las colinas, o en balcones excavados y esculpidos en las rocas donde se colocan los tau tau, figuras de gran tamaño, fabricadas en madera, que deben parecerse al máximo al fallecido. En los cortados de piedra que salpican la región de Tana Toraja podemos observar decenas de estas figuras adornadas con ropas y joyas que pertenecieron al muerto, llegando incluso a fabricarse las pelucas con su autentico cabello, aunque a causa de su elevado coste, los tau tau sólo son encargados por las personas más ricas.
Es interesante resaltar que los niños que han fallecido antes de que le salgan los dientes, son enterrados en los troncos de los árboles, porque para los toraja siguen perteneciendo a la madre naturaleza y como tal, deben permanecer en ella. El alma viajará al cielo a través del tronco.
A las nueve de la mañana nos ponemos en marcha, por carreteras bacheadas donde el tráfico, como en casi toda Indonesia, es intenso, y comenzamos a atravesar pequeñas aldeas formadas por bellas edificaciones idénticas, denominadas Tongkanan ( casa tradicional de Tana Toraja ), apoyadas en pilares, y con el tejado inclinado como un barco. La casa está muy presente en la tradición de los torajas, simbolizando la unidad del clan, y el lugar de reunión de las asambleas familiares, y no puede ser comprada ni vendida. Tana Toraja es junto a la zona del Lago Toba, cuna de los Batak, uno de los pocos lugares de Indonesia, donde las casas tradicionales son todavía construidas, aunque los dueños viven en casas más modernas, conservando el Tongkonan para estas asambleas.
En una hora llegamos a un pequeño poblado, cuyo nombre desconocemos, y que parece estar desperezándose; nadie habla inglés, así que por señas, creemos entender que hacia las once comenzaría algún tipo de ceremonia, por lo que nos sentamos en un lateral del poblado, y nos disponemos a observar atentamente, rodeados de niños alucinados con los globos y bolígrafos que les regalamos. Hay varios palcos numerados, donde se encuentras algunas personas, cintas negras en señal de luto, una Tongkonan enorme, custodiado por un búfalo, donde se supone se encuentra el difunto, sangre en el suelo, señal de que ayer hubo algún tipo de sacrificio, y un sistema de altavoces, a través del cual un speaker va dando información, para nosotros ininteligible, y se emiten algunos cánticos. Comienza a llegar más gente y sacrifican un cerdo, que es troceado rápidamente con ágiles golpes de machete, por tres o cuatro hombres, e introducido en ramas de bambú junto con algunos vegetales, para asarlo a fuego lento; mientras, las mujeres ofrecen té y pastas a los invitados (también a nosotros). De todo ello da buena cuenta una persona, que cámara de vídeo en mano, graba todo lo que acontece, como si de una boda española se tratara.
Sobre las doce decidimos marcharnos, en dirección a Kete Seku, un poblado al que se accede previo pago de 10.000 rupias, con casas típicas perfectamente alineadas, que están asentadas sobre pilotes, de manera que la parte baja hace las veces de establo para los búfalos; tenemos suerte, y nos permiten ver el interior de una de ellas que está habitada, donde una angosta y empinada escalera de madera lleva a la parte superior, a la que se entra por una especie de portezuela muy baja; el interior es el colmo de la sencillez, ya que solo hay una alfombra de esparto. En un cuarto contiguo, con ventanas a ras de suelo, un colchón sirve de cama.
Siguiendo un sendero llegamos a una pared rocosa, con varias tumbas en cuevas, y otras colgantes que parecen bastante antiguas. Algunos féretros podridos se hallan suspendidos de vigas de madera bajo los salientes, y varios de ellos aparecen en el suelo con los huesos desparramados. Una decena de tau tau nos observan con sus grandes ojos, causándonos el conjunto, una fuerte impresión.
Tomando un refresco, charlamos brevemente con unos jóvenes indonesios que van de camping en sus pequeñas motocicletas. Las chicas, como en otros lugares del archipiélago, me reclaman para hacerse una foto conmigo, y mi ego sigue creciendo.
De regreso a Rantepao, pasamos por una zona con una especie de menhires, que destacan entre el verde del arrozal sobre el que están situados. A las cuatro de la tarde nos acercamos a otros hoteles de la ciudad, y la única habitación que nos gusta, da a una calle muy ruidosa, así que decidimos quedarnos en Wisma María, de dónde después de ducharnos, salimos a echar un vistazo a un cibercafé que hay cruzando la calle, y donde conoceremos a Javier un ciclista madrileño, que lleva 2 años dando vueltas por el mundo, y que después de recorrer África, dio el salto a Indonesia para seguir tomando fotografías, que es de lo que vive (cuenta con una interesante página web, biciclying.com)
Cenamos en Mars Café, el lugar más emblemático de Rantepao, casi con más guías locales intentando vender sus servicios en todos los idiomas, que turistas.
Mientras degusto un sabroso bistec de búfalo, conversamos con un bilbaíno y una finlandesa que están en la mesa de al lado, para regresar a la habitación a las nueve de la noche.

DÍA 23. TANA TOROJA

A las siete estamos arriba. He dormido razonablemente bien, pero, como casi siempre, el ruido exterior provocado por el comienzo del ajetreo diario (como en todo el sureste asiático, se vive fundamentalmente, de sol a sol), y por el canto de los gallos, nos despierta muy temprano. El desayuno es fabuloso: zumo natural, café, huevos, tostadas de pan recién hecho y mermelada casera, así que lo disfrutamos tranquilamente. A las ocho, después de cambiar impresiones sobre el día de ayer con los españoles que se alojan en el hotel, salimos en nuestra moto hacia el norte, dirección Batutumonga, localidad asentada sobre un espectacular risco en las laderas del volcán Gunung Sesean. La carretera principal no está demasiado mal, pero en cuanto te sales de ella, el asfalto se convierte en tierra llena de baches y grandes piedras. A los cinco kilómetros notamos que hemos pinchado, y encontramos un taller a pocos metros, aunque lamentablemente está cerrado. Tenemos que arrastrar la moto durante un kilómetro hasta llegar a otro “arregla pinchazos”, que nos la repara con cambio de cámara por 20.000 rupias. No lo debió de hacer muy bien, porque diez kilómetros después, subiendo la ladera de la montaña, y en una zona bastante deshabitada, notamos de nuevo la rueda trasera en el suelo, y maldiciendo nuestra suerte, volvemos a buscar un taller, que se encuentra en el último pueblo que atravesamos, por lo menos a tres kilómetros de distancia (y menos mal que es cuesta abajo). Rápidamente nos vuelven a cambiar la cámara (el tipo habla inglés, y nos dice que la que llevábamos era de malísima calidad), por 35.000 rupias. Hemos perdido bastante tiempo pero insistimos en llegar donde nos habíamos propuesto, introduciéndonos en un estrecho camino para llegar primero a Pana, con algunas tumbas colgantes, así como sepulcros de niños en los árboles de los alrededores, y después a Lokomata, aldea con tumbas en cavernas talladas en roca, y un paisaje fascinante. Vamos parando en diversos puntos panorámicos, para observar las terrazas de arroz que descienden sobre el valle, y atravesamos diminutas localidades con altísimas tongkonanes, mujeres moliendo arroz, búfalos introducidos en el barro para protegerse del sol, y niños, muchos niños que, intentan comunicarse con nosotros, aunque solamente sea con la palabra Mister, regalándonos sus sonrisas, y explorando su curiosidad.
De regreso nos encontramos con Javier, que ha aparcado momentáneamente su bicicleta, para alquilar una vieja scooter con marchas. Nos cuenta que se ha pasado por el pueblo donde, en la oficina de turismo nos indicaron que había un funeral, pero que todavía no había movimiento; a pesar de ello, y como estamos a pocos kilómetros, nos acercamos por allí, justo cuando estaban despedazando dos enormes búfalos que acababan de sacrificar; me introduzco en el centro de la escena para grabar un vídeo, y el olor a sangre y vísceras, unido a la visión de los intestinos de uno de ello, me produce una arcada que hace que tenga que volver donde está Rosi. Es una pena, porque hemos llegado tarde, así que, como comienza a llover con fuerza, nos ponemos los chubasqueros para volver a Rantepao donde llegamos chorreando. Después de quitarnos la ropa mojada, y aunque tengo el pie bastante hinchado, damos un paseo por la localidad, para hacer algunas compras, incluido el billete para el bus nocturno de vuelta a Macassar (desde allí volamos a Kuala Lumpur), el lunes. Una cerveza, la consabida visita el garito de Internet, y una temprana cena finiquitan un día muy intenso.

DÍA 24. TANA TOROJA

De nuevo muy temprano nos dirigimos,después de desayunar, hacia el sur de Rantepao. El tráfico es fluido (se nota que es domingo), y en pocos kilómetros alcanzamos, tras un desvío, la aldea de Londa, donde hay una gran cueva funeraria situada en la base de una enorme pared de acantilado. Un balcón decorado con varios tau tau de imponente talla, vigila celosamente su entrada. A Rosi le da “yuyu” pasar, y la entiendo porque realmente impresiona, así que me introduzco en la misma con la exigua luz de mi pequeña linterna, y con bastante temor, para descubrir una colección de ataúdes, muchos de ellos podridos, con los huesos esparcidos o bien amontonados en pilas; algunos de ellos están colocados estratégicamente, para que puedan apreciarse mejor. La cueva es estrecha, y el ambiente un poco claustrofóbico, así que, a pesar de su indudable interés, no me recreo demasiado en la visita.
Después de adquirir un par de tallas de madera, en uno de los muchos comercios que existen en la zona, nos dirigimos hacia Lemo, seguramente la zona funeraria más conocida de Tana Toroja. La escarpada pared de su acantilado exhibe varios balcones decorados con desafiantes tau tau, con ojos blancos y enorme pupilas negras, muchos de ellos con los brazos en alto. Desde la base, el espectáculo es fascinante, máxime cuando, como durante casi todas nuestras visitas, nos encontramos solos en este lugar mágico.
Tras recorrer con nuestra scooter caminos cada vez más complicados, entre arrozales y pequeños pueblos, alcanzamos Tampangallo, entre Sangalla y Suaya, que cuenta con una enorme cueva escondida (la encontramos gracias a que nos acompañó un lugareño), en la que hay más de 40 tau tau. Sus tumbas pertenecen a los jefes de Sangalla, descendientes del divino y mitológico Tamborolangiq, a quien se atribuye la introducción del sistema de castas, los rituales funerarios y las técnicas agrícolas por estos lares. La cueva es menos agobiante que la de Lemo, ni siquiera hace falta linterna, pero es más impresionante todavía, ya que los tau tau están sobre repisas, muy cerca del suelo, y los podemos observar con claridad, y las calaveras y los ataúdes parecen que se van a desplomar sobre nuestras cabezas. Somos conscientes que estamos viendo en directo, algo que la mayoría de la gente sólo puede ver en los documentales de la 2.
Todavía impresionados por lo que hemos visto, cruzamos un pequeño arroyo para llegar a donde hemos aparcado la moto, y acercarnos a ver unas tumbas de bebes cercanas; allí conoceremos a tres americanos (dos chicas y un chico), profesores de inglés en distintos puntos de Sulawesi, y que están por la zona pasando el fin de semana. Creo necesario señalar, que en todos estos recintos, es necesario el pago de una entrada con un precio fijo de alrededor de 10.000 rupias si te dan el ticket, y negociable si no te lo dan.
Iniciamos el regreso, cruzándonos con una concentración de moteros ocupando toda la calzada, con sus pequeñas scooters, y observando que el trabajo en el campo no se detiene a pesar de ser domingo, con los campesinos desarrollando sus tareas en torno al cultivo del arroz, y levantando sus encorvadas espaldas, para ver con curiosidad a este par de “guiris” en moto. Hoy no llueve, y todavía es temprano, así que tras comer algo y descansar un rato en el hotel, decidimos acercarnos al funeral en el que estuvimos el primer día, a ver si había algo, con tan mala suerte que, a menos de dos kilómetros de llegar, volvemos a pinchar. De nuevo búsqueda de un taller, que en este caso está razonablemente cerca, aunque Rosi tiene que hacer el trayecto andando, mientras yo me adelanto cuesta abajo. Allí nos encontramos a un chico muy joven, junto a otra persona, que resultar ser un marino de vacaciones, y que nos servirá de intérprete. La cámara está hecha polvo, y no tiene repuesto, así que nos pone un parche y nos advierte que únicamente nos da tiempo a llegar a Rantepao, y repararla allí. Después de cobrarnos 10.000 rupias, salimos pitando, y efectivamente, cuando llegando a la capital toraja, la rueda está desinflada y nos detenemos en un taller, en el que nos vuelven a poner un parche (7.000 rupias). En vista de las circunstancias, decidimos devolver la moto con un día de anticipación sobre lo que habíamos previsto, y dar una vuelta que aprovecho para jugar un rato al badminton, el deporte nacional, con un grupo de chavales que me dan una auténtica paliza, antes de cenar en el Restaurante Miliko, dónde conoceremos a Raquel, una simpática pamplonica de 26 años que viaja sola por el país sin ningún tipo de problema, alquilando motocicletas como nosotros y que, desde aquí, partirá a la India. Increíble.

DÍA 25. TANA TOROJA

Hemos dormido peor, porque anoche había bastante ruido en la habitación de al lado, y además estaban tirando fuegos artificiales en alguna parte. El caso es que nos levantamos cerca de las ocho de la mañana (todo un record para nosotros), y desayunamos tranquilamente, antes de dirigirnos a pié al Mercado Pasar Belu, aunque está más lejos de lo que pensábamos, por lo que a medio camino paramos un Bemo.
El mercado es muy interesante, sobre todo la parte dedicada al ganado, con enormes búfalos, y piaras de cerdos grisáceos, que los lugareños se llevan vivos, nos imaginamos que destinados a ser sacrificados en algún funeral, atados en la parte trasera de las motocicletas. Mientras los atan chillan estruendosamente, imagino que suponiendo lo que les espera.
Los niños siguen saludándonos efusivamente, y después de dar una vuelta por la zona de ropa, mucho menos interesante, regresamos a Rantepao, donde tenemos que dejar la habitación a la una de la tarde. En recepción pido permiso para dejarla tres horas más tarde, y aunque inicialmente me solicitan el pago de medio día, al final, como no la va a ocupar nadie, nos dejan hacerlo gratuitamente.
A la hora prometida, dejamos las mochilas en recepción, y hacemos tiempo tomando unos zumos de frutas, navegando por Internet, donde intentamos reservar una habitación en Macassar, y aunque creo haberlo hecho correctamente, no recibo la confirmación en mi e-mail, y cenando un plato típico de la cocina toraja, que hemos tenido que encargar previamente, el papiong, bambú relleno de carne de cerdo o pollo, con verduras y coco, bastante bueno por cierto.
A las 8,30 de la tarde, nos recoge el autobús de que nos llevará a Macassar. Los asientos son bastante amplios y cómodos, pudiendo casi estirarse completamente, aunque dentro hace un frío que pela, por la maldita costumbre que tienen los orientales de poner a tope el aire acondicionado. Nos abrigamos como podemos (menos mal que hay mantas), disponiéndonos a pasar la noche lo mejor posible, aunque los continuos baches de la carretera impiden conciliar un sueño profundo; sobre las tres de la mañana, notamos un volantazo, un fuerte grito y un frenazo en seco; el bus se acaba de salir de la carretera, y hemos estado a punto de chocar con un poste de la luz metálico. Vaya susto. Después de una media hora parados, volvemos de nuevo a la carretera, para llegar sin más novedades a la estación de autobuses de la capital de Sulawesi, sobre las seis de la mañana.

DÍA 26. MACASSAR

En pocos segundos estamos a bordo de un taxi, que por 30.000 rupias nos lleva al hotel Horison, un cuatro estrellas donde habíamos hecho la reserva. Allí no saben nada de la misma, aunque hay habitaciones libres más baratas que por Internet; en cualquier caso, el recepcionista nos dice que hará las averiguaciones pertinentes, y que regresemos sobre las 10 de la mañana. Estamos muertos, pero, tras desayunar estupendamente en la cercana Holland Bakery nos damos un largo paseo por Macassar, hasta llegar a Pantai Losari, una cornisa que da al mar, aunque no tiene playa. El tráfico circula, fluido, por grandes avenidas, y vemos por primera vez en todo el viaje, rickshaws, que son esos cochecitos ligeros de dos ruedas adosados a una bicicleta, y que hacen la función de taxi. Todavía no hace demasiado calor y la gente (desde niños a policías) nos saluda por el camino, extrañándose de la presencia de extranjeros en una ciudad que no tiene demasiado que ver. Visitamos el antiguo fuerte holandés, en estado bastante deplorable, y hacemos alguna compra antes de volver en taxi que, como todos en la ciudad, tiene taxímetro, por lo que no necesitamos negociar, y además resultará muy económico. Nos registramos en el hotel, aunque no podemos entrar en la habitación hasta la una; mientras consulto mi e-mail, y veo que me ha llegado una comunicación de Agora, la empresa en la que hice la reserva, pidiéndome disculpas por no haber podido confirmarme la habitación. Después nos vamos a la piscina en la azotea, donde nos refrescamos y dormitamos un rato, hasta bajar de nuevo a por la llave y, por fin, podemos tomar posesión de una espléndida habitación (37 € con desayuno), en la que dormimos una buena siesta.
Tras el reparador descanso, salimos a la calle para dirigirnos de nuevo a Pantai Losari, a ver la puesta de sol, aunque intuimos que no vamos a poder observarla porque el cielo está muy nublado. Antes de llegar, atravesamos un interesante mercado de peces tropicales, hasta que alcanzamos un gran espacio abierto al mar en el que deambulan, ociosos, muchos lugareños, que nos miran con curiosidad, sobre todo los más jóvenes, y en algunos casos se atreven a decirnos el consabido “hello mister”. Sobre las cinco de la tarde comienza a diluviar, lo que hace que nos tengamos que refugiar en un café cercano, donde hacemos tiempo antes de ir a cenar al cercano Restaurante Lae Lae, un enorme local lleno de indonesios con una gran parrilla a la entrada, donde están asando pescados y mariscos de diferentes tipos, que eliges en una vitrina. Pedimos un pez parecido a la dorada y media docena de grandes gambas, con arroz, varias salsas y cerveza, todo al precio de 8 €. Volviendo al hotel, paramos en una pastelería, donde nos tomamos el postre, y temprano, estamos descansando en nuestra habitación.

DÍA 27. MACASSAR-KUALA LUMPUR

Después de dormir once horas, bajamos a desayunar a un salón con bastante gente de rasgos orientales, con aspecto de estar en viaje de negocios. El buffet es impresionante que una gran variedad de platos indonesios y de otras zonas asiáticas, (por ejemplo sushi japonés o rollitos de primavera), y algunos occidentales, y disfrutamos de la comida tranquilamente.
Son las doce del medio día, y me acerco a la Holland Bakery a comprar algunos pastelillos para el vuelo, mientras Rosi prepara las mochilas. A la una nos recoge un taxi, que en media hora nos deja en el aeropuerto (90.000 rupias), donde tras la facturación, hacemos algunas compras, y esperamos pacientemente la salida del avión, que se retrasa una hora. Cuando llegamos a Kuala Lumpur nos dirigimos andando al cercano Tune Hotel, donde habíamos reservado una habitación al precio de unos 30 €. Ésta es bastante funcional, aunque muy pequeña, y antes de acostarnos compro bebida y algo de comida en un seven-eleven cercano, y la degustamos en la habitación. Aunque mañana no volamos a Londres hasta las once de la noche, dudamos entre trasladarnos a la ciudad (el aeropuerto está a unos 60 Km.), o quedarnos todo el día en el hotel.

DÍA 28. KUALA-LUMPUR

Descansados vemos las cosas de otra manera y, después de dejar las mochilas en consigna, nos vamos a Kuala en el Skybus de Air Asia (poco más de 2 € trayecto), que en una hora nos deja en KL Sentral, centro neurálgico de transporte desde donde te puedes mover en metro por toda la ciudad, por un precio de entre 1 y 2 ringgit (1 € = 4 ringgits). Nos bajamos en Chinatown (parada Pasar Seni), con un interesante mercado cubierto, y decenas de comercios en la calle. Hay bastante animación, y no hace ese calor agobiante que nos encontramos el año pasado, así que compramos algunos recuerdos, y visitamos un par de templos, antes de ir paseando hasta Datran Merdeka (Plaza de la independencia), un espacio público de grandes dimensiones dominado por un alto mástil, que conmemora la independencia del país del Reino Unido el 31 de agosto de 1957. En ella también se encuentra el Royal Selangor Club, un excelente ejemplo de arquitectura colonial, mientras que el edificio Sultán Abdul Samad (la sede de la corte alta y suprema) constituye una interesante mezcla de arquitectura victoriana y árabe. Muy cerca está Masjid Negara (Mezquita Nacional), que nos encontramos cerrada, así que vamos a Little India, un escaparate de la comunidad hindú, con un gran mercado al aire libre, y muchos restaurantes, en uno de los cuales comemos bastante bien en plan tapas (arroz basmati y arroz blanco, calamares en salsa, verduras diversas, pescado rebozado y patatas, con un buenísimo pan chapati), al precio de 35 ringgits.
Después de comer, cogemos el metro para ir a las Torres Petronas (parada LLCC) que, aunque ya conocemos, no deja de impresionarnos de nuevo, así como el enorme centro comercial que hay en su interior, nada barato por cierto. Aún así, me compro una camiseta de Gap antes de dar una vuelta por los jardines exteriores, admirando la altura del edificio, y volver a Kl Sentral, para coger el bus de vuelta al aeropuerto.
Recogemos las mochilas, nos tomamos una cerveza en la terraza del Tune Hotel, y nos dirigimos a la terminal, donde facturamos rápidamente, aunque todavía nos quedan tres horas para la salida del vuelo. A las 10,30 embarcamos, pero poco después nos hacen bajar del avión para solucionar algún problema mecánico (es una auténtica putada, porque tenemos un vuelo Londres-Alicante a las siete de la mañana, y con este retraso es seguro que lo perdemos). Una hora después embarcamos de nuevo, y afortunadamente conseguimos otra vez asiento de tres para cada uno, por lo que logramos dormir unas cuantas horas seguidas.

DÍA 29. LONDRES

A las 6,30 horas hora local estamos aterrizando en el aeropuerto de Stansted. Así que, como hemos perdido el vuelo a Alicante, nos dirigimos al hotel Radisson, para dejar las mochilas, antes de coger el Easy Bus que en casi dos horas (es hora punta, y hay un monumental atasco de entrada a Londres) nos deja en Baker Street, donde nos tomamos un desayuno inglés en el primer bar que encontramos.

Después, cogemos el metro dirección Westminster, donde bajamos para iniciar un largo paseo a la orilla del Támesis; hace mucho frío y no llevamos demasiada ropa, por lo que nos dirigimos a la Tate Modern, en la que deambulamos durante un par de horas viendo arte moderno, al abrigo de su potente calefacción. Al salir, cruzamos el río hasta la Catedral de S. Paul, donde tras una breve visita, decidimos ir cogiendo autobuses (la tarjeta de transporte que compramos, permite un número ilimitado de viajes), para ir viendo la ciudad cómodamente sentados : la City, Trafalgar, Picadilly, Regent Street....., y volvemos al hotel sobre las siete de la tarde. Allí, bajo un rato al spa a darme una sauna y un baño relajante, antes de cenar en la habitación y acostarnos inmediatamente, ya que estamos rendidos.

DÍA 30. LONDRES-ALICANTE


A las siete de la mañana sale el vuelo sin novedad, y a las 10,30 aterrizamos en El Altet, donde nos esperan Anna y Merce para recogernos y llevarnos a casa, dando por finalizada nuestra aventura. Hogar, dulce hogar.


E. CONCLUSIÓN.

De nuevo, hemos disfrutado enormemente del sureste asiático, región de la que nos estamos haciendo especialistas. Teníamos grandes expectativas respecto a Indonesia, y realmente no nos ha defraudado. Quizá lo más sorprendente del país, y también lo que lo hace más atractivo sea, como ya apuntaba en el prólogo de este diario, su diversidad, tanto a nivel paisajístico con selvas impenetrables, abruptos volcanes, maravillosos arrozales, playas paradisíacas y caudalosos ríos, como a nivel humano, con multitud de grupos étnicos que profesan religiones distintas, y que tienen una percepción de la vida absolutamente diferente.
En cuanto a las islas visitadas, Sumatra es caótica y superpoblada, pero es el único lugar del mundo junto a Borneo donde se pueden ver orangutanes en libertad, tiene rincones apacibles como el Lago Toba, por los que merece la pena perderse y volcanes activos fácilmente accesibles; Sulawesi, remota y desconocida, con una fascinante cultura de la muerte que no habíamos visto en ninguna otra parte; Bali, una de las sorpresas más agradables, por una parte desarrollada, y por otra, si te alejas de los circuitos turísticos, deliciosamente rural y profundamente espiritual, y por último las Islas Gili, lo más parecido al paraíso que hemos conocido, y un lugar en el que no nos importaría pasar largas temporadas cuando nos jubilemos, no sé si a los 65, 67 o 70 años.

F. CONSEJOS PARA FUTUROS VIAJEROS A INDONESIA

1. Como en toda Asia, es posible regatear por casi todo, siendo muy útil llevar la mayor información posible sobre el coste de los servicios, para poder tener una idea aproximada de los mismos. En estancias largas, se ahorra mucho dinero, siendo especialmente útiles los foros en Internet de la guía de viajes Lonely Planet (www.foro.geoplaneta.es), Los Viajeros (www.losviajeros.com), así como los blogs que la gente crea en la red, especialmente el elaborado por José Miguel Redondo, (www.elrincondesele.com), un viajero empedernido, del que hemos extraído muchísima información, y al que le estamos muy agradecidos.

2. Utilizar lo máximo el avión para desplazarse, ya que las carreteras están un estado lamentable, y apenas hay ferrocarril.

3. No enfadarse demasiado por los continuos retrasos, o los arbitrarios cambios de horario o itinerario. Es mejor mantener lo que nosotros denominamos “calma lao”, expresión que acuñamos durante nuestra estancia en Laos, para referirnos a la pachorra de sus habitantes.

4. Comer en ocasiones en puestos de la calle y restaurantes locales, la comida está deliciosa y se interactúa mejor con los indonesios.
5. Antes de registrarse en un hotel, revisar la habitación y negociar el precio.
6. No tener miedo en alquilar motocicletas (aunque lógicamente hay que circular con precaución), y perderse por las aldeas. Es el mejor medio de percibir la esencia del país, y si tienes algún percance mecánico, siempre habrá alguien que te lo solucione.

7. A pesar de que pocos hablan inglés, no dudar en intentar comunicarse con la población local, sobre todo con los niños, cuya sonrisa permanente es uno de los mejores regalos del viaje.

8. En la planificación del recorrido, sobre todo antes del vuelo de regreso, dejar un día de seguridad por medio, para evitar que un eventual retraso o cancelación en un trayecto local, haga que lo perdamos.

9. No olvidar un forro polar o similar, para abrigarse del fuerte aire acondicionado de autobuses, taxis, aeropuertos y hoteles. En época de lluvias, llevar un chubasquero y un pequeño paraguas.

10. En cuanto al dinero, es mejor llevar euros que dólares, aunque si se tiene algún billete de la moneda norteamericana, no está demás llevarlo también. Si no se quiere ir con demasiado efectivo encima, hay cajeros automáticos a lo largo de todo el país, para sacar rupias en cualquier momento.

G. DATOS PRÁCTICOS

REQUISITOS DE ENTRADA:

En Malasia sólo es necesario pasaporte en vigor, con al menos 6 meses de vigencia
En Indonesia, además de pasaporte en vigor, se necesita visado que se obtiene a la entrada al país, por un precio de 25 €

NIVEL DE VIDA:El país resulta bastante barato, siendo las zonas turísticas de Bali e Islas Gili las más caras.
- Alojamiento en guest house (como un hostal en España): entre 10 y 15 €
- Alojamiento en hoteles: entre 20 y 30 €
- Comida en restaurante con cerveza: entre 5 y 12 €
- Comida en warung (restaurante local), sin cerveza : entre 2 y 3 €
- Botella de agua grande: 0,50 €
- Botella de cerveza de 610 ml.: entre 2 y 3 €
- Cóctel con alcohol: entre 4 y 6 €
- Litro de gasolina : 0,60 €
- Taxi exclusivo (2 horas): 25 €
- Taxi compartido (2 horas): 10 €
- Taxi (trayecto urbano): 1 €
- Bemo (furgoneta que realiza trayectos por las ciudades, como un autobús): 0,10 €
- Billete de barco (media hora): 1 €
- Alquiler de motocicletas: entre 3 y 6 €
- Alquiler de coche con conductor medio día (aunque nosotros no lo hicimos): 30 €
- Reparación de pinchazo en motocicleta: entre 1 y 4 €
- Billetes de entrada a lugares turísticos: entre 0,50 y 2 €
- Escultura elaborada en madera de ébano: 35 €
- Escultura elaborada en madera normal: 15 €
- Pañuelos de seda, o por lo menos eso indican: 6 €
- Fruta: mandarinas, piña, fruta de la pasión etc etc. entre 0,50 y 1,5 € el kilo
- Helados: entre 0.50 y 1 €
- Snacks (patatas fritas, doritos.....): entre 0,50 y 1,50 €
- Zumos naturales de frutas: entre 0,75 y 1,25 €
- Bronceadores, líquidos antimosquitos: entre 2 y 4 €

Todo ello en función de la capacidad de regateo que se tenga.




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comment_icon  Últimos comentarios al diario: INDONESIA EN 4 ISLAS: SUMATRA, BALI, SULAWESI Y GILI.
Total comentarios: 7  Visualizar todos los comentarios
Victormiguel  victormiguel  02/02/2011 10:06   📚 Diarios de victormiguel
Para Mj.
Hola Gracias por tus elogios al diario. te voy a intentar responder a todas las preguntas:
Fuimos de mitad de noviembre a mitad de diciembre de este año
El hotel de padangbai no es especialmente recomendable. Hay muchos, echa un vistazo a las habitaciones
En Amed no nos quedamos a dormir, y aunque es verdad que está un poco aislada toda la zona, tiene muy buena pinta y en padangbai tampoco había demasiado ambiente), y merece mucho la pena para hacer snorkel (ir donde nosotros, a Ass y Tulamben, vais a alucinar)
En cuanto a Padangbai, el snorkel es peor, aunque en la zona de blue lagoon, no está mal, y no necesitas ir en barco.
Por cierto, acabo de poner la 2ª parte del diario
MJ  MJ  03/02/2011 00:52   📚 Diarios de MJ
Gracias por tus consejos!

Ya me he leido la 2ª parte. Me ha gustado mucho!

La verdad es que tu diario me ha servido de mucha ayuda, sobre todo para ver cómo organizar el tiempo y cuanto da de sí. Muchas gracias por compartirlo!

Por cierto, os costó encontrar hotel en Gili? Yo me estoy pensando llevarlo reservado...

Gracias!
Victormiguel  victormiguel  03/02/2011 22:10   📚 Diarios de victormiguel
Mj, yo no llevaría reserva, búscalo alli, te saldrá mejor de precio, ya que puedes negociar. Yo iría al Gili Palm Resort, donde estuvimos nosotros y trata de sacar un precio parecido (unas 350.000 rupias por noche)
La máscara, regular, las fotos salen movidas, mejor comprate una bolsa estanca, para acoplar a tu cámara de fotos.
Pumamarkus  pumamarkus  25/10/2011 11:40
hola he leido tu diario y la verdad es que esta muy bien,con muchos detalles me gusta ,toda infomacion es util.yo tengo pensado ir a asia 3 meses pero dudaba,a que paises ir ,en principio parto de thailandia,ir a vietnam y camboya pero he leido tu diario y me apetece conocer bali quizas me puedas dar algunas referencias que me fueran bien espero tu respuesta gracias
Keparena  Keparena  09/08/2012 19:28
Hola pareja:
Muy interesante el diario y muy detallado, como debe ser si se quiere ayudar a quien está planeando el mismo viaje.
Es mi caso, y tengo una preocupación.
Me ha gustado la idea de alquilar una moto allí, pero el único carnet que tengo es el de coche (sólo habilita para conducir motos de 125 en España, aunque lleves el carnet internacional de conducir).
Vosotros tenéis carnet de moto o no?
Y, si no, hasta que punto mira la policía filipina que tu carnet internacinal te habilite para conducir motos?

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A mí 3 noches en el este de Bali me parece demasiado, con una noche, máximo 2 suficiente. Y a Ubud le daría 1 día más. Sí, hay mucha gente pero desde Ubud se lleva muy bien a un montón de sitios.
No te aconsejo coger el vuelo internacional de vuelta el mismo día que llegas de Komodo. Si te falla ei vuelo de Labuan Bajo date por jod****. Labuan tiene un aeropuerto minúsculo al que llegan pocos vuelos. Si te cancelaran el vuelo tienes pocas alternativas para conseguir llegar a tiempo. Te recomiendo llegar la noche antes.
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