Habíamos decidido terminar nuestro viaje con unos días en la playa. Aunque en la mayor parte de los folletos y viajes organizados recomendaban trasladarse hasta Zanzíbar, yo preferí quedarme en Kenia y después de mucho mirar, encontré un hotel regentado por Pepo, un catalán que llevaba varios años asentado allí. La verdad es que me gustó mucho lo que se veía en su página web y decidimos contratar con ellos. Kusini Cottage se llama el hotel y se encuentra a 8 km. de Diani.
Me resultó muy curiosa nuestra llegada a Mombasa pues, cuando te bajas del avión, tienes que recorrer la pista andando, cruzando por mitad en medio, como si estuvieras en medio de una calle. Una vez que salimos del aeropuerto nos encontramos con que no había nadie esperándonos; lo primero que pensé es que los de Impiripiri me la habían jugado


Llegamos a Kusini bajo una lluvia de órdago, una verdadera manta de agua. Nos llevaron hasta la zona de recepción (al aire libre, pero bajo techo) en donde nos esperaban Pepo y su esposa para hacer el cheking y conducirnos a nuestra habitación. Recuerdo que iniciaron la conversación en inglés y yo, como no me entero de nada, pregunté a mi marido ¿qué dicen?. La respuesta de ella fue inmediata ¿habláis español? En cuanto supieron que éramos españoles cambió la cualidad de la atención, nos trataron como si fuésemos “de casa”


Nos encantó el hotel: un conjunto de 5 casitas blancas con porche y balcones, madera en las ventanas y galerías, todo en un palmeral y cada casa rodeada de jardines llenos de flores. El conjunto está en primera línea de playa y tiene una piscina preciosa junto al mar que, cuando sube la marea, puedes meterte en el mar desde ella. También dispone de zona para lectura y bar. Un lugar ideal y tranquilo como ninguno.

Nuestro alojamiento constaba de una habitación con cama grande, baño, salón con cocina y porche abierto junto a la piscina.
Una vez instalados la mujer de Pepo (desgraciadamente no recuerdo su nombre) vino a buscarnos para acercarnos al centro comercial de Diani y pudiéramos comprar todo lo que necesitábamos para los 4 días que permaneceríamos allí. Una vez comprado todo regresamos a Kusini y le explicamos al cocinero qué queríamos comer y cuándo. Además, habían tenido el detallazo de comprar ellos la cena del primer día, por si nos retrasábamos y no podíamos hacerlo nosotros. Cenamos un estupedo filete de atún a la plancha y otras cosas que ya no recuerdo.
Habíamos elegido este sistema porque me pareció mucho mejor y, de hecho, estuvimos encantados con él. Nuestro cocinero era realmente bueno



Allí no teníamos nada que hacer, sólo disfrutar de las horas y dejarlas pasar, leer tumbados en los bancos del porche, ver pájaros y monos. Por cierto que uno de ellos, delante de nuestras narices nos birló un mango

La mujer de Pepo se acercaba muchas veces a conversar con nosotros y entre las muchas de las que hablamos me contó que por allí era muy normal ver a jubilados europeos que llegaban a instalarse definitivamente pues, con lo que les dan en su país por el alquiler de sus pisos, allí en Diani, pueden comprarse una vivienda estupenda y vivir como reyes. Estos jubilados suelen juntarse con mujeres keniatas (a veces se casan y otras no) que están deseando conseguir uno de estos europeos pues allí es normal que los hombres abandonen a las mujeres en cuanto tienen hijos y estas se encuentran cargadas de hijos y sin medios y se tienen que dar a la prostitución y, por tanto, al SIDA

Una de las mañanas decidimos dar un paseo por la playa y acercarnos hasta los tenderetes de pareos que veíamos desde nuestro alojamiento, pero nos dimos la vuelta en mitad del camino porque fue tal el aluvión de personal que se nos vino encima para ofrecernos todo tipo de cosas: desde jóvenes que os podéis imaginar lo que ofrecen, hasta camelleros que ofrecen paseos por la playa, vendedores de fruta, pareos, pescado, masajes, paseos en barco, etc, que nos sentimos atosigados y nos volvimos.

Esa misma tarde nos acercamos, de nuevo, al centro comercial de Diani aprovechando que iban del hotel a hacer compra y estuvimos mirando las diferentes tiendas que hay con todo tipo de productos, desde artesanía hasta ropa, pasamos un par de horas muy entretenidos y también aprovechamos para tomarnos un delicioso helado.
