16 de Agosto
Nos levantamos temprano (otra vez) y preparamos rápidamente un frugal desayuno en la terracita de uno de los bungalows acompañados por una tormenta que parecía bastante cerrada que nos desanimó un poco. Tomamos un cafecillo caliente en la cafetería del campo antes de salir un poco malhumorados por el tiempo.
Nuestro primer amigo fue un elefante completamente empapado que destrozaba algún que otro árbol. La lluvia fue amainando lo que mejoró nuestros estados de ánimo. La parada en el río Olifants nos dió como premio el baño de varios cocodrilos bastante cerca de la orilla.
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Poco después llegamos a la zona de la familia de leones. Era temprano pero el lugar ya estaba bastante lleno de coches, incluso alguno que otro que vimos el día anterior (por el pedazo de objetivo que llevaba). Conseguimos “aparcar” en una zona donde teníamos buen campo de visión así que estuvimos un buen rato viendo como la família pasaba los primeros ratos de la mañana.
Cámaras a toda pastillas, prismáticos,...el tiempo pasaba volando.
Cientos de fotos después seguimos rumbo sur por la H1-4. Elefantes, rinos durmiendo, manadas de búfalos,...impresionante.
!!Para para para!!!La intuición fue buena y descubrimos uno de los momentos álgidos del safari: un leopardo intentando atacar a un puercoespin. No lo podíamos creer. Si es bonito ver animales mientras comen, descansan,...cuando están interactuando es lo más, eres consciente de dónde estás. Encima estábamos sólos (hasta que más coches llegaron por detrás) y el momento fue mágico: el leopardo intenteaba atacar pero el puercoespin no se lo permitía, todo erizado, con sus púas en alto y zumbando para protegerse. Para nuestra sorpresa, el combate lo ganó el puercoespin, pues el leopardo huyó al poco a lo lejos. Esperamos un rato por si volvía pero no, así que a continuar con los ánimos por las nubes.
Decidimos entrar en Satara a comprar provisiones para comer. El plan era continuar por la H1-3 hasta Tshokwane, comer allí y seguir hasta Lower Sabie.
Vimos en el mapa que había un pequeño loop antes de llegar a Tshokwane y decidimos probar. Íbamos sólos por el camino de tierra pero los poco más de 4 km que indicaba el mapa se habían consumido y no encontramos la H1-3. Dedujimos que nos habíamos equivocado y que estábamos en la S-125. Bueno, nos hemos desviado un poco!!!La carretera no daba mucho de sí en cuanto a avistamientos, hacía bastante calorcito (quién nos lo hubiera dicho cuando salimos de Olifants) y algunos cayeron en brazos de Morfeo.
De repente un grito cerca de la S36. Para para!!!Jo.er!!!Una familia de leopardos!!!Los que dormían se despertaron de repente y el ánimo subió al 110%. Hacia delante, hacia atrás....estábamos solos nosotros y ellos...ahh y una familia de impalas también.
Bajo un sol de justícia ametrallamos a los leopardos. Se escondían, aparecían, nos miraban...¡¡esto es Kruger!!!Un “error” nos había proporcinado este momentazo
Pasamos un buen rato con ellos hasta que decidimos tirar hacia el Sur. Todavía nos quedaban km y eran casi las 2 pm. Paramos en la charca de Nhlanguleni a comer acompañados de los hornbills que esperaban impacientes que les diéramos algo.
Nos quedaban unos 100 km y eran casi las 2.30 pm, así que apretamos un poco hasta llegar a Lower Sabie por la H10. Rinocerontes, velvet monkeys, cocodrilos, facoceros y elefantes nos acompañaron hasta el destino, no sin antes parar en el mirador de Mlondozi, donde las vistas de la sabana son impresionantes.
Check-in sin complicaciones (queríamos hacer un morning walk pero no habían plzas así que reservamos un morning drive para el siguiente día)y a nuestros dos bungalows al ladito del río Sabie. Sencillamente mágico!!Esa noche preparamos nuestra barbacoa particular (leña, gel para encender, carne, patatas, aceite, sal, tostadiltas, paté de cebra y de cocodrilo, cervecita...todo disponible en la tienda) y ¡¡¡una tortilla de patatas!!. Buff, vaya cena...creo que de las mejores que hemos disfrutado en nuestra vida.
Para despedir este día, un paseíto al lado de la valla bajo un cielo impresionante con millones de estrellas como, almenos yo,nunca había visto. El veneno del Kruger ya nos tenía hipnotizados.
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