Llovió durante toda la noche. Por la mañana, cuando nos levantamos, seguía llovía de manera intermitente. No hacía día de playa.
Fuimos a desayunar a las nueve. El desayuno, sin ser excepcional, era el más completo de los que habíamos tomado hasta ese momento en Vietnam. Nos lo tomamos con calma, estaba lloviendo y el cielo estaba lleno de nubarrones negros.
Cuando paró de llover, ya eran más de las diez. Decidimos arriesgarnos y alquilar una moto enfrente del hotel. Era una tienda de ropa, pero tenían un letrero que ponía que alquilaban motos. Nos pidió 5 $. Le pagamos en dongs, 100.000 VND. Con el alquiler de la moto también incluían los cascos. Nos dijo que podíamos poner gasolina a unos 150 metros. Que le pusiéramos 50.000 VND, con lo que llenamos 3/4 de depósito. Ya estábamos listos para iniciar la aventura del día. La intención era llegar hasta las Montañas de Mármol. Salimos en dirección a la playa, para después seguir por la carretera de Danang.
Tuve la sensación de que la moto que acabábamos de alquilar era la de la dueña de la tienda, la que ella utilizaba en su vida diaria. Si la alquilaba eso que se ganaba. Y si después necesitaba una moto, siempre habría alguien que la acompañase o ya se buscaría una solución.
Un poco antes de llagar a la playa vimos una agencia de viajes. Nos paramos para comprar los billetes de bus para ir a Hué. Los dos chicos que estaban en la agencia nos dijeron que no vendían. Pero mi mujer insistió y les señaló un letrero que tenían en la pared en el que ponía que vendían billetes de autobús a Hué. Llamaron a una chica. Hizo una llamada de teléfono y nos pidió 10 $ por persona si venían a buscarnos al hotel y 8 $ si íbamos por nuestra cuenta a la estación de bus. Le dijimos que en el pueblo sólo cobraban 4 $ por billete. Y muy amablemente nos contestó que lo compremos en el pueblo. Ganas de vender, lo que se dice ganas de vender, no tenían muchas.
Decidimos volver al hotel y comprar los billetes allí. Nos pidieron 5 $ por personas. En el pueblo nos habían pedido 4 $. Por la diferencia no merecía la pena dar vueltas por las agencias de viaje. Los compramos en el hotel. El bus salía a las 13:30 por lo que 15 minutos antes teníamos que estar en la recepción. Nos llamarían un taxi para que nos acompañara a la estación. Los billetes podíamos recogerlos en la recepción esa misma tarde.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Salimos de nuevo en dirección a la playa. Pero a los pocos metros empezó a caer un diluvio. Tuvimos que dar media vuelta y volver al hotel. Dejamos la moto en la tienda donde la habíamos alquilado, y nos refugiamos en el hotel a esperar que amainase. Tardó bastante. Pero nosotros no nos desanimamos. Salimos de nuevo hacia la playa. Cuando estábamos a punto de llegar a la playa, empezó a llover de nuevo con fuerza. Otra vez media vuelta. Pero llovía con fuerza y nos estábamos empapando. Nos resguardamos debajo de una uralita. Cuando paró ya eran las doce. Ya era muy tarde para intentar llegar a las Montañas de Mármol. Además con el tiempo tan inestable nos pareció muy arriesgado. ¿y si nos pillaba un diluvio por en medio de la carretera?. Mejor nos quedabamos en Hoi An.
El agua no tardó mucho en volver a hacer presencia. Cuando entrábamos en el pueblo empezó a llover de nuevo. Cada vez con más fuerza. Paramos junto al río, y entramos a comer en el primer restaurante que vimos. Justo enfrente del puente peatonal. Comimos unos noodles con frutos del mar, gambas con cebolla y tomate, pollo con arroz (una pata de pollo sobre arroz) y un agua grande. Nos cobraron 159.000 VND. Las gambas estaban buenísimas, el resto no tanto.
A las dos seguía lloviendo. Nos montamos en la moto y fuimos a la tienda de ropa. Era la hora de la prueba. Todo le quedaba perfecto, no necesitaba ni un solo retoque. Pagamos los 50 $ que faltaban. Pero aquello no me iba a salir tan barato. A mi mujer le había gustado tanto el traje que encargó otro traje más y otro pantalón. Nos volvió a pedir 80 $ por todo. No quisimos regatear. Creo que un precio más correcto hubieran sido 75 $. Pero por 5 $ no valía la pena discutir. La tela parecía de buena calidad, y los acabados parecían bien hechos. Y sobre todo, el traje le quedaba como un guante ¡Ya está bien así! También se probó varios vestidos de seda, pero no le acabaron de convencer. ¡¡¡Menos mal!!!. El día anterior cuando no encontraba nada intentaba animarla para que comprara algo. En ese momento me estaba arrepintiendo. Teníamos que pasar a recoger el encargo a las siete. Antes de de irnos dejamos 40 $ a cuenta.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Seguía lloviendo. Dejamos la moto aparcada allí al lado, y nos fuimos a tomar algo al mismo bar del otro día, el Yelow River. De camino pasamos por delante del local donde vendían los tickets para visitar los lugares históricos. El precio era de 90.000 VND y daba derecho a visitar cinco lugares históricos. Podíamos elegir, los que quisiéramos. Nos indicaron los más interesantes sobre un mapa.
El primer sitio histórico estaba justo al lado, el Phuc Kien Assembly Hall. No era muy grande. Primero atravesamos dos patios, antes de llegar a la entrada. En el interior se visitaban un par de salas, con varios altares. Todo muy bien restaurado. Como era pequeñito la visita se acabó enseguida. Resultó bastante curioso. En los cinco sitios históricos que visitamos nos quedamos con la misma sensación. Son bonitos, visitarlos está bien como complemento a la visita a Hoi An, pero si no se ven tampoco pasa nada
Seguía lloviendo con fuerza. No paraba. ¡Vaya día que estábamos teniendo!. Entramos en el Yellow River y nos tomamos un zumo de piña y otro de limón. Zumos naturales, ricos, ricos, ricos. Nos cobraron 52.000 VND.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Por fin dejó de llover. No sabíamos cuanto tiempo iba a durar esa calma, así que aproveché para ir con la moto al hotel a buscar el dinero para pagar los trajes. Aproveché para recoger en la recepción los billetes de bus para Hué y para coger más dólares para cambiarlos en el pueblo. Por lo que habíamos visto paseando, el cambio era mejor que en Hanoi.
Parecía que por fin la lluvia se había cansado de nosotros. Intentamos aprovechar el poco tiempo que nos quedaba. Nos dirigimos a un nuevo sitio histórico, el Templo Quan Cong. Es el típico templo budista, muy colorido; pero muy pequeño y sencillo. Bastante flojito. Dentro había una mujer que vendía letras chinas. Compramos 3 por 1 $ cada una. Sólo eran papeles pintados, pero por ese precio que más quieres. Nuestros amplios conocimientos de chino nos permitieron saber rápidamente que representaban el Amor, la Longevidad, y la Prosperidad. ¿O fue la vendedora la que nos dijo lo que significaban?
Pasamos por la calle Bach Dang, la que corre paralela al río El agua se había desbordado en un par de lugares cubriendo la calle. Nada serio.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El tercer sitio histórico que visitamos fue la Casa Tradicional Tan Ky. También era muy sencilla. Consistía en una bonita entrada con varios muebles y un par de pequeños altares; un patio central, y un dormitorio en la parte trasera. Todo muy pequeño. Era una vivienda típica, con forma alargada y no muy grande. En 10 minutos, ya habíamos visto todos los rincones y volvíamos a estar en la calle.
Entre los sitios históricos había un par de museos. Nunca me han llamado mucho la atención, y si encima son pequeños y sin nada que llame poderosamente la atención, mucho menos. Así que nada de museos. Pasamos junto al Quang Trieu Assembly Hall. Y ya que estábamos nos metimos. Por dentro fue el más bonito de los que vimos. El patio de entrada del que visitamos en primer lugar era más bonito, sin embargo el interior me gustó más el de éste. Además en la parte trasera tenía un pequeño jardín japonés, con dos puentecitos sobre unas acequias, y una fuente central en forma de dragón. De los cinco sitios que visitamos ese día, sin duda aquel fue el más bonito.
Faltaba una última visita. No teníamos ninguna preferencia. Y como pasamos por delante de la casa tradicional Duc An la consumimos allí. Era muy parecida a la anterior. Según nos contaron en la entrada, su peculiaridad radicaba en que el arquitecto fue vietnamita y no chino. Al igual que la anterior tenía forma alargada. Se visitaban un par de salas con un patio interior que las separa.
Seguimos paseando por el casco antiguo. Entramos en el mercado y preguntamos el precio de unos salvamanteles. Nos pidieron 250.000 VND. En Hanoi sólo nos habían pedido 120.000 VND. No quisimos ni regatear.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El problema es que Hoi An son 3 calles y ya habíamos pasado por todas como unas mil veces. Ya nos las conocíamos de memoria. Por eso volvimos a la tienda de ropa y preguntamos como andaba nuestro encargo. Nos dijeron que aún no estaba listo, pero que podíamos pasar a las seis, que ya lo tendrían preparado. Faltaba una hora. Nos montamos en la moto y salimos en dirección a la playa. A medio camino cayeron cuatro gotas. Aquello era como una maldición. Bastaba que nos acercásemos a la playa para que empezase a llover. Al final sólo fue un susto, se paró a los pocos segundos. Bordemos la costa en dirección Danang. Desde la carretera no se veía la playa. Sólo se veían restaurantes y hoteles. Ya empezaba a anochecer cuando vimos un camino que conducía a la playa. Pero el camino era de arena y la moto era difícil de controlar. ¡Si por lo menos hubiera llevado ruedecitas como las bicicletas! Nos veíamos en el suelo. Desistimos de llegar a la playa. Dimos media vuelta y volvimos a la carretera.
Volvimos al pueblo. Cuando llegamos ya era de noche. Para hacer tiempo paseamos por Tran Phu. Compramos un donut en un puesto callejero por 10.000 VND. Aquello era un trozo de pan con azúcar. Al menos era dulce.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Todavía teníamos que cambiar dinero. El día anterior habíamos visto varios sitios donde cambiaban el dólar a 21.200. Pero habían desaparecido, como si se los hubiera tragado la tierra. En varios lugares anunciaban que cambiaban dinero, pero en ninguno decían a cuanto cambiaban. Entramos en uno al azar. Nos ofreció 20.500 VND por dólar. Le dijimos que en otros sitios cambiaban a 21.200. Como vio que nos íbamos nos dijo que de acuerdo. Le di 300 $, de los que 10 eran billetes de 1 $. Pero los billetes pequeños los pagaban más barato. Pues nada chica, te los cambio por uno de 10. En vez de pagarnos, cogió el teléfono e hizo una llamada. Sin colgar nos dijo que esa tarde el cambio había bajado y que sólo podía pagarnos a 21.050. ¿Qué hacemos, cambiamos o no? Me sentí como si me estuviesen toreando. Le dijimos que no, que nos devolviese los 300 $. ¡Ya cambiaremos en otro sitio!. Y de repente, como si no hubiera pasado nada, nos dice que de acuerdo, que nos cambia a 21.200. En total 6.300.000 VND. Con los últimos 60.000 se hizo la remolona, soltó 50.000, y nos miró como diciendo, “por lo menos perdonadme 10.000”. ¡Bueno venga!, quédatelos. Nos sorprendió mucho, que hasta para cambiar dinero hubiese que regatear.
Ya eran las seis y cuarto. ¡Corre, corre, que tenemos que ir a buscar los trajes!. Le quedaban clavados, ni hechos a medida. Bueno claro, es que estaban hechos a medida. Pagamos los 40 $ que faltaban. Le preguntamos a la dueña de la tienda si los trajes los hacía ella. Nos dijo que ella sólo cortaba la tela, pero que los cosía otra persona. Creo que el hecho de que la persona que toma las medidas sea la misma que corte la tela, ayuda a que queden mejor. Nadie como ella para interpretar las medidas que ha tomado, y para cortar la tela conforme a lo que ha visto. Si las medidas las toma una dependienta, el corte lo hace otra persona y lo cose una tercera, hay más posibilidades de que el traje no quede bien a la primera y haya que hacer retoques, o simplemente de que el traje no quede lo bien que esperábamos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Por ese día ya habíamos tenido suficiente. Nos fuimos al hotel. Devolvimos la moto, y dejamos la ropa en la habitación.
Bajamos a cenar a eso de las ocho y media. Entramos en uno de los restaurantes que había enfrente del hotel, el “Thanh Nhan”. Comimos un plato de arroz con frutos del mar, calamares rebozados, ternera con pimientos y cebolla, y un agua grande. El precio fue de 195.000 VND. La comida fue simplemente correcta, pero sin nada destacable. Se notaba que era su casa, que habían puesto cuatro mesas en la entrada, y ¡ya tenemos el negocio montado! La propietaria era simpática e intentaba hablar con nosotros. Nos contó que en el 2009, por esas mismas fechas el agua llegó a alcanzar medio metro de altura. Y nosotros que nos quejábamos del tiempo porque había llovido un día.
Los vietnamitas son gente simpática. Hablan muy mal inglés pero se esfuerzan en entenderte y en hacerse entender. Siempre saludan y no se les ve enfadados. En las tiendas y restaurantes te invitan a entrar desde la puerta, pero sin salir a perseguirte y sin que te estiren del brazo ni nada parecido. Si dices que no, por lo general, se dan por satisfechos y no insisten. También hay gente que vende paseando por la calle. Tampoco suelen ser muy insistentes. Si entras en una tienda y no compras tampoco suele haber malas caras ni te sientes insultado al salir. Y si lo hacen no se les nota. Si no fuera porque sabes que los precios son más altos de lo que toca, y que vas a tener que regatear, sería una delicia ir de compras por allí.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El casco antiguo de Hoi An es muy pequeño. Apenas son tres calles con varias travesías. Nos cansemos de dar vueltas por los mismos sitios cientos de veces.
Para ver la ciudad basta un día, e incluso media día es suficiente. Otra cosa es si se quiere ir de compras. En esa actividad se puede perder mucho tiempo.¡¡Y sobre todo dinero!! Para las compras lo suyo son dos días, para que haya tiempo de hacer pruebas y algún retoque si es necesario. Si se encargan por la mañana se pueden recoger por la tarde, pero resulta un poco precipitado. Si se quiere ir a la playa ya es una cuestión personal. Yo personalmente no cruzaría medio mundo para pasarme una semana en playa. Eso se puede hacer sin pegarse una paliza de avión.
[/align] Fuimos a desayunar a las nueve. El desayuno, sin ser excepcional, era el más completo de los que habíamos tomado hasta ese momento en Vietnam. Nos lo tomamos con calma, estaba lloviendo y el cielo estaba lleno de nubarrones negros.
Cuando paró de llover, ya eran más de las diez. Decidimos arriesgarnos y alquilar una moto enfrente del hotel. Era una tienda de ropa, pero tenían un letrero que ponía que alquilaban motos. Nos pidió 5 $. Le pagamos en dongs, 100.000 VND. Con el alquiler de la moto también incluían los cascos. Nos dijo que podíamos poner gasolina a unos 150 metros. Que le pusiéramos 50.000 VND, con lo que llenamos 3/4 de depósito. Ya estábamos listos para iniciar la aventura del día. La intención era llegar hasta las Montañas de Mármol. Salimos en dirección a la playa, para después seguir por la carretera de Danang.
Tuve la sensación de que la moto que acabábamos de alquilar era la de la dueña de la tienda, la que ella utilizaba en su vida diaria. Si la alquilaba eso que se ganaba. Y si después necesitaba una moto, siempre habría alguien que la acompañase o ya se buscaría una solución.
Un poco antes de llagar a la playa vimos una agencia de viajes. Nos paramos para comprar los billetes de bus para ir a Hué. Los dos chicos que estaban en la agencia nos dijeron que no vendían. Pero mi mujer insistió y les señaló un letrero que tenían en la pared en el que ponía que vendían billetes de autobús a Hué. Llamaron a una chica. Hizo una llamada de teléfono y nos pidió 10 $ por persona si venían a buscarnos al hotel y 8 $ si íbamos por nuestra cuenta a la estación de bus. Le dijimos que en el pueblo sólo cobraban 4 $ por billete. Y muy amablemente nos contestó que lo compremos en el pueblo. Ganas de vender, lo que se dice ganas de vender, no tenían muchas.
Decidimos volver al hotel y comprar los billetes allí. Nos pidieron 5 $ por personas. En el pueblo nos habían pedido 4 $. Por la diferencia no merecía la pena dar vueltas por las agencias de viaje. Los compramos en el hotel. El bus salía a las 13:30 por lo que 15 minutos antes teníamos que estar en la recepción. Nos llamarían un taxi para que nos acompañara a la estación. Los billetes podíamos recogerlos en la recepción esa misma tarde.
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Salimos de nuevo en dirección a la playa. Pero a los pocos metros empezó a caer un diluvio. Tuvimos que dar media vuelta y volver al hotel. Dejamos la moto en la tienda donde la habíamos alquilado, y nos refugiamos en el hotel a esperar que amainase. Tardó bastante. Pero nosotros no nos desanimamos. Salimos de nuevo hacia la playa. Cuando estábamos a punto de llegar a la playa, empezó a llover de nuevo con fuerza. Otra vez media vuelta. Pero llovía con fuerza y nos estábamos empapando. Nos resguardamos debajo de una uralita. Cuando paró ya eran las doce. Ya era muy tarde para intentar llegar a las Montañas de Mármol. Además con el tiempo tan inestable nos pareció muy arriesgado. ¿y si nos pillaba un diluvio por en medio de la carretera?. Mejor nos quedabamos en Hoi An.
El agua no tardó mucho en volver a hacer presencia. Cuando entrábamos en el pueblo empezó a llover de nuevo. Cada vez con más fuerza. Paramos junto al río, y entramos a comer en el primer restaurante que vimos. Justo enfrente del puente peatonal. Comimos unos noodles con frutos del mar, gambas con cebolla y tomate, pollo con arroz (una pata de pollo sobre arroz) y un agua grande. Nos cobraron 159.000 VND. Las gambas estaban buenísimas, el resto no tanto.
A las dos seguía lloviendo. Nos montamos en la moto y fuimos a la tienda de ropa. Era la hora de la prueba. Todo le quedaba perfecto, no necesitaba ni un solo retoque. Pagamos los 50 $ que faltaban. Pero aquello no me iba a salir tan barato. A mi mujer le había gustado tanto el traje que encargó otro traje más y otro pantalón. Nos volvió a pedir 80 $ por todo. No quisimos regatear. Creo que un precio más correcto hubieran sido 75 $. Pero por 5 $ no valía la pena discutir. La tela parecía de buena calidad, y los acabados parecían bien hechos. Y sobre todo, el traje le quedaba como un guante ¡Ya está bien así! También se probó varios vestidos de seda, pero no le acabaron de convencer. ¡¡¡Menos mal!!!. El día anterior cuando no encontraba nada intentaba animarla para que comprara algo. En ese momento me estaba arrepintiendo. Teníamos que pasar a recoger el encargo a las siete. Antes de de irnos dejamos 40 $ a cuenta.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Seguía lloviendo. Dejamos la moto aparcada allí al lado, y nos fuimos a tomar algo al mismo bar del otro día, el Yelow River. De camino pasamos por delante del local donde vendían los tickets para visitar los lugares históricos. El precio era de 90.000 VND y daba derecho a visitar cinco lugares históricos. Podíamos elegir, los que quisiéramos. Nos indicaron los más interesantes sobre un mapa.
El primer sitio histórico estaba justo al lado, el Phuc Kien Assembly Hall. No era muy grande. Primero atravesamos dos patios, antes de llegar a la entrada. En el interior se visitaban un par de salas, con varios altares. Todo muy bien restaurado. Como era pequeñito la visita se acabó enseguida. Resultó bastante curioso. En los cinco sitios históricos que visitamos nos quedamos con la misma sensación. Son bonitos, visitarlos está bien como complemento a la visita a Hoi An, pero si no se ven tampoco pasa nada
Seguía lloviendo con fuerza. No paraba. ¡Vaya día que estábamos teniendo!. Entramos en el Yellow River y nos tomamos un zumo de piña y otro de limón. Zumos naturales, ricos, ricos, ricos. Nos cobraron 52.000 VND.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Por fin dejó de llover. No sabíamos cuanto tiempo iba a durar esa calma, así que aproveché para ir con la moto al hotel a buscar el dinero para pagar los trajes. Aproveché para recoger en la recepción los billetes de bus para Hué y para coger más dólares para cambiarlos en el pueblo. Por lo que habíamos visto paseando, el cambio era mejor que en Hanoi.
Parecía que por fin la lluvia se había cansado de nosotros. Intentamos aprovechar el poco tiempo que nos quedaba. Nos dirigimos a un nuevo sitio histórico, el Templo Quan Cong. Es el típico templo budista, muy colorido; pero muy pequeño y sencillo. Bastante flojito. Dentro había una mujer que vendía letras chinas. Compramos 3 por 1 $ cada una. Sólo eran papeles pintados, pero por ese precio que más quieres. Nuestros amplios conocimientos de chino nos permitieron saber rápidamente que representaban el Amor, la Longevidad, y la Prosperidad. ¿O fue la vendedora la que nos dijo lo que significaban?
Pasamos por la calle Bach Dang, la que corre paralela al río El agua se había desbordado en un par de lugares cubriendo la calle. Nada serio.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El tercer sitio histórico que visitamos fue la Casa Tradicional Tan Ky. También era muy sencilla. Consistía en una bonita entrada con varios muebles y un par de pequeños altares; un patio central, y un dormitorio en la parte trasera. Todo muy pequeño. Era una vivienda típica, con forma alargada y no muy grande. En 10 minutos, ya habíamos visto todos los rincones y volvíamos a estar en la calle.
Entre los sitios históricos había un par de museos. Nunca me han llamado mucho la atención, y si encima son pequeños y sin nada que llame poderosamente la atención, mucho menos. Así que nada de museos. Pasamos junto al Quang Trieu Assembly Hall. Y ya que estábamos nos metimos. Por dentro fue el más bonito de los que vimos. El patio de entrada del que visitamos en primer lugar era más bonito, sin embargo el interior me gustó más el de éste. Además en la parte trasera tenía un pequeño jardín japonés, con dos puentecitos sobre unas acequias, y una fuente central en forma de dragón. De los cinco sitios que visitamos ese día, sin duda aquel fue el más bonito.
Faltaba una última visita. No teníamos ninguna preferencia. Y como pasamos por delante de la casa tradicional Duc An la consumimos allí. Era muy parecida a la anterior. Según nos contaron en la entrada, su peculiaridad radicaba en que el arquitecto fue vietnamita y no chino. Al igual que la anterior tenía forma alargada. Se visitaban un par de salas con un patio interior que las separa.
Seguimos paseando por el casco antiguo. Entramos en el mercado y preguntamos el precio de unos salvamanteles. Nos pidieron 250.000 VND. En Hanoi sólo nos habían pedido 120.000 VND. No quisimos ni regatear.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El problema es que Hoi An son 3 calles y ya habíamos pasado por todas como unas mil veces. Ya nos las conocíamos de memoria. Por eso volvimos a la tienda de ropa y preguntamos como andaba nuestro encargo. Nos dijeron que aún no estaba listo, pero que podíamos pasar a las seis, que ya lo tendrían preparado. Faltaba una hora. Nos montamos en la moto y salimos en dirección a la playa. A medio camino cayeron cuatro gotas. Aquello era como una maldición. Bastaba que nos acercásemos a la playa para que empezase a llover. Al final sólo fue un susto, se paró a los pocos segundos. Bordemos la costa en dirección Danang. Desde la carretera no se veía la playa. Sólo se veían restaurantes y hoteles. Ya empezaba a anochecer cuando vimos un camino que conducía a la playa. Pero el camino era de arena y la moto era difícil de controlar. ¡Si por lo menos hubiera llevado ruedecitas como las bicicletas! Nos veíamos en el suelo. Desistimos de llegar a la playa. Dimos media vuelta y volvimos a la carretera.
Volvimos al pueblo. Cuando llegamos ya era de noche. Para hacer tiempo paseamos por Tran Phu. Compramos un donut en un puesto callejero por 10.000 VND. Aquello era un trozo de pan con azúcar. Al menos era dulce.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Todavía teníamos que cambiar dinero. El día anterior habíamos visto varios sitios donde cambiaban el dólar a 21.200. Pero habían desaparecido, como si se los hubiera tragado la tierra. En varios lugares anunciaban que cambiaban dinero, pero en ninguno decían a cuanto cambiaban. Entramos en uno al azar. Nos ofreció 20.500 VND por dólar. Le dijimos que en otros sitios cambiaban a 21.200. Como vio que nos íbamos nos dijo que de acuerdo. Le di 300 $, de los que 10 eran billetes de 1 $. Pero los billetes pequeños los pagaban más barato. Pues nada chica, te los cambio por uno de 10. En vez de pagarnos, cogió el teléfono e hizo una llamada. Sin colgar nos dijo que esa tarde el cambio había bajado y que sólo podía pagarnos a 21.050. ¿Qué hacemos, cambiamos o no? Me sentí como si me estuviesen toreando. Le dijimos que no, que nos devolviese los 300 $. ¡Ya cambiaremos en otro sitio!. Y de repente, como si no hubiera pasado nada, nos dice que de acuerdo, que nos cambia a 21.200. En total 6.300.000 VND. Con los últimos 60.000 se hizo la remolona, soltó 50.000, y nos miró como diciendo, “por lo menos perdonadme 10.000”. ¡Bueno venga!, quédatelos. Nos sorprendió mucho, que hasta para cambiar dinero hubiese que regatear.
Ya eran las seis y cuarto. ¡Corre, corre, que tenemos que ir a buscar los trajes!. Le quedaban clavados, ni hechos a medida. Bueno claro, es que estaban hechos a medida. Pagamos los 40 $ que faltaban. Le preguntamos a la dueña de la tienda si los trajes los hacía ella. Nos dijo que ella sólo cortaba la tela, pero que los cosía otra persona. Creo que el hecho de que la persona que toma las medidas sea la misma que corte la tela, ayuda a que queden mejor. Nadie como ella para interpretar las medidas que ha tomado, y para cortar la tela conforme a lo que ha visto. Si las medidas las toma una dependienta, el corte lo hace otra persona y lo cose una tercera, hay más posibilidades de que el traje no quede bien a la primera y haya que hacer retoques, o simplemente de que el traje no quede lo bien que esperábamos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Por ese día ya habíamos tenido suficiente. Nos fuimos al hotel. Devolvimos la moto, y dejamos la ropa en la habitación.
Bajamos a cenar a eso de las ocho y media. Entramos en uno de los restaurantes que había enfrente del hotel, el “Thanh Nhan”. Comimos un plato de arroz con frutos del mar, calamares rebozados, ternera con pimientos y cebolla, y un agua grande. El precio fue de 195.000 VND. La comida fue simplemente correcta, pero sin nada destacable. Se notaba que era su casa, que habían puesto cuatro mesas en la entrada, y ¡ya tenemos el negocio montado! La propietaria era simpática e intentaba hablar con nosotros. Nos contó que en el 2009, por esas mismas fechas el agua llegó a alcanzar medio metro de altura. Y nosotros que nos quejábamos del tiempo porque había llovido un día.
Los vietnamitas son gente simpática. Hablan muy mal inglés pero se esfuerzan en entenderte y en hacerse entender. Siempre saludan y no se les ve enfadados. En las tiendas y restaurantes te invitan a entrar desde la puerta, pero sin salir a perseguirte y sin que te estiren del brazo ni nada parecido. Si dices que no, por lo general, se dan por satisfechos y no insisten. También hay gente que vende paseando por la calle. Tampoco suelen ser muy insistentes. Si entras en una tienda y no compras tampoco suele haber malas caras ni te sientes insultado al salir. Y si lo hacen no se les nota. Si no fuera porque sabes que los precios son más altos de lo que toca, y que vas a tener que regatear, sería una delicia ir de compras por allí.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El casco antiguo de Hoi An es muy pequeño. Apenas son tres calles con varias travesías. Nos cansemos de dar vueltas por los mismos sitios cientos de veces.
Para ver la ciudad basta un día, e incluso media día es suficiente. Otra cosa es si se quiere ir de compras. En esa actividad se puede perder mucho tiempo.¡¡Y sobre todo dinero!! Para las compras lo suyo son dos días, para que haya tiempo de hacer pruebas y algún retoque si es necesario. Si se encargan por la mañana se pueden recoger por la tarde, pero resulta un poco precipitado. Si se quiere ir a la playa ya es una cuestión personal. Yo personalmente no cruzaría medio mundo para pasarme una semana en playa. Eso se puede hacer sin pegarse una paliza de avión.