Después de desayunar y recoger el coche fuimos a ver el Tren Blindado. El valor que tiene es histórico, y de estar en Santa Clara hay que verlo.

Los vagones, por dentro, cuentan un poco la historia del descarrilamiento y tienen algunos objetos personales y de la batalla. Cobran si quieres hacer fotos dentro, aunque nadie vigila:

El último vagón está dedicado a exposiciones. Ésta era de una artista que hacía cosas para niños. No pegaba nada exponer eso ahí.

Volvimos al mausoleo del Ché y estuvimos paseando por allí y entramos en el museo, que está bastante bien (si bien es más propaganda de la Revolución). Está terminantemente prohibido hacer fotos o video dentro del museo, y ahí sí que hay bastante policía.
Finalmente cogimos el coche destino la Habana. Como curiosidad, teníamos que echar gasolina, y la gasolinera vimos que estaba al otro lado de la autopista. Pues bien, se cruza la mediana y se avanzan unos 15 metros en sentido contrario para cruzar los 3 carriles y meterse en la gasolinera. Menos mal que hay bastante visibilidad y el tráfico no suele ser mucho.
Llegamos a la Habana a medio día, devolviendo el coche sin contratiempos (tampoco miraron mucho si había desperfectos, firmé los papeles, me devolvieron el "troquelado" de la tarjeta, que había dejado como garantía, y listo).
Como quedaba cerca, decidimos ir a comer a La Roca, restaurante estatal pero con mucha fama en el foro, y fue todo un acierto. Buena comida, un pianista en directo, y el camarero más atento que te puedas imaginar, hasta se ofreció a hacernos una foto mientras comíamos. Se ganó la propina.

Pagamos 28 CUCs, más 3 de propina al camarero y otros 3 al pianista, 34 CUCs.
Fuimos paseando hasta el callejón de Hamel, muy colorista y que merece la pena una visita

Seguimos andando, hasta que decidimos coger un taxi para ir al Castillo del Morro (5 CUCs tras regatear un poco), que estuvimos visitando, siendo especialmente destacables las vistas de la Habana desde allí. La fortaleza en sí tiene algunos pequeños museos que no están mal, pero podría estar mucho más explotado. La entrada son 4 CUCs por persona.

No subimos al faro, pero sí es curioso un mirador que está justo debajo, con un sistema que consiste en una vara de hierro, y dependiendo del punto del suelo en que te coloques (marcados con un número), la punta de la vara te indica lo que estás viendo.

En la parte de arriba está un puesto de control de entrada al puerto, y como los tíos parece que se aburrían, me invitaron a subir y me estuvieron explicando que izaban la bandera de la nacionalidad del barco que entrara, el sistema de radar, la comunicación por radio, y un potente telescopio que tenían. Fue curioso.

La intención inicial era ir de ahí a la otra fortaleza de esta parte, la Cabaña, pero mis acompañantes estaban un poco cansados y decidimos coger otro taxi para volver a la Habana Vieja (4 CUCs).
Vuelta a la plaza de la Catedral, que de nuevo estaba cerrada (no llegamos a entrar) y seguimos paseando hasta volver a la Plaza Vieja y a la Factoría, donde esta vez sí nos pedimos el tubo de cerveza (12 CUCs), con el resultado que veis en la foto.

Volvimos andando hasta Vedado. Esta vez, aunque teníamos reservada la misma casa que cuando llegamos a la Habana, nos separó y nosotros estuvimos alojados en casa de una vecina.
Prontito a la cama, que al día siguiente nos despertaríamos a las 5 de la mañana para coger un vuelo destino Cayo Largo.