Se dice que las grandes historias terminan con un final feliz. Lo de Chiang Mai fué una buena historia, muy buena. Nos íbamos a Phuket casi sin ganas. La despedida fue muy, muy dura. Pat, su hijo y su nieta se despidieron de nosotros con palabras emotivas, y ella nos regaló un monedero hecho a mano a cada uno, con su eterna sonrisa en la cara. Sin duda en Tailandia habrá grandes personas, y creo que pudimos conocer a una de ellas. Recomiendo altísimamente Siri House a todos aquellos que no busquen lujo, que busquen integrarse en una familia Tailandesa y convivir con ellos para aprender sus costumbres en cómodas y bonitas habitaciones. Los echamos de menos todo el viaje.
Así que nos vamos a Phuket. Cogemos un avión de AirAsia que apenas dura 2 horitas. Nos plantamos allí con un ambiente muy nublado y caluroso. Nos recogen y nos llevan a nuestro hotel, situado en el centro de Karon Beach.
Está justo enfrente de la playa, nos reciben muy amablemente y nos alojan en nuestras habitaciones. Son amplias y limpias, la cama era bastante cómoda y tenía una terracita bastante chula. Aunque ni la usamos.


Decidimos ir a comer algo y a dar un paseo por la playa. Nos compramos una hamburguesa en un puesto callejero y terminamos la comida con una ensalada en un restaurante de la zona.
Karon está muy bien porque es un sitio muy tranquilo, sobre todo por las noches, y tiene una callecita de unos 200 metros donde hay buenos restaurantes, una farmacia y un par de tiendecitas. También tiene una oficina de excursiones y un par de centros de masajes. Por la noche ponen algunas paraditas y lo hacen muy bonito y familiar. Sin aglomeraciones. Comimos y cenamos ahí casi todos los días, y los precios, aunque pican…. compensan con comida muy buena.
La playa es muy bonita. Es lisa, lisa y lisa, su paisaje es muy simple: Arena y más arena fina y agua transparente, y sin rocas. Nos pusimos a merendar en la playa mientras se hacía de noche y la marea cambiaba su nivel, y empezamos a ver volar los típicos globos de papel con una llama en el centro. A los 5 minutos teníamos un vendedor ambulante ofreciéndonos tirar uno. Lo aceptamos por hacer la gracia y porque realmente tampoco nos costó tan caro. Pides un deseo, nos hacemos la típica foto superchuli, y a correr.



Seguimos paseando por la zona hasta la hora de cenar, nos compramos algún bañador falseti a buen precio en la calle que antes comenté, nos damos un bañito en la piscina, y nos vamos a dormir.