6:45 de la mañana nos levantamos para ver la salida del sol en el desierto. Abrimos el toldo de la jaima para salir y por fin vemos donde nos encontramos, rodeados de dunas, para alguien que nunca ha visto el desierto es una sensación indescriptible.

Desayunamos para poder caminar un rato por el desierto, no tenemos mucho tiempo ya que nuestra agenda es muy apretada hoy también. Para desayunar, café, zumos (bisap y pan de mono) y un bizcocho casero exquisito.
Salimos en dirección a la duna que nos parecía mas alta para poder tener una buena vista de todo lo que nos rodea. Es la primera vez que caminamos por un desierto y el primer impulso que uno tiene es descalzarse, la arena esta aun un poco fría, conseguimos llegar a lo que nos parecía la duna más alta y como es bien sabido después de coronar aparece otra aun más alta. Desde esta podíamos ver nuestro campamento y algún otro campamento más a lo lejos, se escuchaban ruidos de motos que recorrían las dunas (en los campamentos se pueden alquilar). Seguimos caminando hasta que los perros de otros campamentos nos divisaron y empezaron a ladrar y a gruñirnos, por lo que decidimos dar la vuelta. Una hora después regresamos al campamento no sin antes habernos tirado ladera abajo por las dunas mas cuestas, tendría que haber tablas viejas para hacer un poco de sandboard. Ya era hora de recoger y salir hacia el siguiente destino. Para la gente que llega aquí con mas tiempo hay actividades como alquiler de camellos, motos y 4x4, pero para nosotros se ha terminado el desierto por esta vez.
Nos montamos en el 4x4 en la parte trasera, cosa que les hace mucha gracia a los empleados que nos acompañan, ya que generalmente los turistas prefieren ir cómodamente sentados en el interior con el aire acondicionado. Desandamos el camino que hicimos de noche pero esta vez si que podemos ver el paisaje, una arboleda no muy espesa que contiene el avance de las dunas según nos comentan. Antes de llegar al pueblo Sam nos advierte de que habrá muchos vendedores esperando y que como ya sabíamos son muy muy pesados, por educación damos un paseo por los puestos pero no compramos nada. Como había pocos niños se nos ocurrió sacar uno de los pomperos que llevábamos (para hacer pompas de jabón). Sacamos la paleta y soplamos y antes de que desaparecieran las primeras pompas la madre más cercana nos lo arrebato de las manos para dárselo a su hijo, como dijo Sam no entienden el concepto de compartir por lo que hay que llevar suficientes para dar uno a cada uno, pero con la cantidad de niños que hay necesitarías una maleta solo para ellos. Nos montamos en nuestro 4x4 y dirección a Touba la ciudad santa. Por el camino vemos un colegio y le comentamos a Sam que traíamos material escolar para regalar a los niños, que si podíamos parar en algún colegio, nos dijo que sin problema pero que si no teníamos inconveniente se lo enseñáramos antes. Al verlo nos dijo que en Senegal por norma general las aulas tienen una media de 70 alumnos y que si no llevas una cosa para cada uno es un problema. Nos dijo que era mejor parar en alguna aldea y repartírselo a los niños que todos van a la escuela, que eligiéramos una aldea al azar y ellos pararían para darles las cosas. Hicimos una pequeña parada para comprar agua y un saco de bolsitas de galletas de mandioca para regalárselas a los niños, son mejor que los caramelos por no tener azúcar.
Vimos una aldea que nos pareció interesante y paramos, por la estructura de las casas Sam nos dijo que eran de la misma etnia que él Peul.

Nos bajamos y el se adelanto un poco para hablar con el jefe del poblado. Lo recibieron las mujeres ya que todos los hombres mayores estaban pastoreando el ganado o trabajando en los campos. Hablo 5 minutos con ellas y nos dijo que nos acercáramos. El poblado era muy pequeño, rodeado de una pequeña vaya de palos con 3 chozas de forma redonda y techos cónicos de paja y una zona común de sombra en el centro. Justo al lado se repetía la misma estructura, Sam nos comenta que cada familia tiene su propio recinto dentro del poblado. Nos presenta a la mujer del jefe y ella nos enseña la choza donde duermen ella y su marido en una cama y sus hijos menores de 7 años en una esterilla en el suelo. Tienen muy pocas cosas pero todo esta muy ordenado, nos llamaron la atención los pósters de modelos sacados de anuncios y propagandas. Sam nos dice que podemos hacer fotos a lo que queramos, pero decidimos no hacerlas, nos parecía que era su casa y no éramos nadie para tomarles fotos como si fueran una atracción de feria. Nos enseño la siguiente choza que es la choza de los solteros, donde duermen todos los niños mayores de 7 años. Esta choza no tiene cama solo esterillas para colocar en el suelo. La tercera y última choza es la cocina, donde preparan la comida y guardan enseres y almacenan grano. En el exterior tienen una gran vasija de barro donde guardan el agua que traen para cocinar y para beber, la llaman la nevera porque el agua se mantiene fresca dentro. Sam habla con la jefa y ella le da una calabaza cortada a la mitad vaciada y seca que utilizan a modo de cuenco y va a buscar las galletas y material escolar, previamente había contado el numero de niños que había, aunque los que había eran los que eran pequeños para ir al colegio, los otros estaban en la escuela. Trajo una parte del material escolar y se lo dimos, nos invitaron a sentarnos un rato en la zona común y aprovechamos para hinchar un globo para cada niño y hacer algunas pompas con otro pomperos. Pasamos un rato maravilloso rodeado de los niños con una sonrisa permanente en la cara, al llegar se mantenían alejados y tímidos pero luego era todo risas y juegos.

Nos despedimos porque no disponemos de mas tiempo tenemos que continuar que aun nos queda un largo recorrido.
Después de haber recorrido escasamente 20km, Sam se gira rápidamente y golpea la chapa del coche repetidamente para que nuestro conductor pare, cuando el coche se detiene nos señala a lo lejos y nos dice que son nómadas. Familias generalmente de la etnia Peul, que durante gran parte del año van moviéndose continuamente para llevar el ganado a pastar.
Nos bajamos del 4x4 y fuimos a su encuentro, primero bajo Sam para hablar con ellos, mientras que el conductor cogía unos cuantos paquetes de galletas para regalárselos.
Al principio el jefe dijo que no que no querían parar, pero luego acepto, y Sam nos llamo para que nos acercáramos. Nos explico que eran una familia que se dedicaban al pastoreo y todos los días montaban y desmontaban el campamento que trasportaban en unas carretas tiradas por burros. Se levantaban temprano para recorrer lo máximo posible por las mañanas para evitar el sol del medio día, y a las 2 más o menos buscaban sombra y agua y establecían el campamento hasta el día siguiente.
Una de las chicas tenia tatuajes alrededor de la boca, Sam nos dijo que significaban que no se había hecho la ablación. Esta practica esta prácticamente desterrada de Senegal según nos dice Sam aunque se sigue practicando en algunos sitios, pero muchas etnias mantienen los tatuajes y otros símbolos por tradición.
La verdad que nos pareció una familia encantadora, con una vida dura pero con una serenidad y alegría enorme.

Regresamos al 4x4 y ahora si que vamos muy tarde, y aun nos queda atravesar la ciudad santa de Touba.
Según nos vamos acercando Sam nos cuenta que es una ciudad especial dentro de Senegal. Es donde se concentra el poder religioso del país, a diferencia de otros países musulmanes en Senegal no hay sectas sino cofradías 7 principales para ser más exactos.
La ciudad esta libre de impuestos y el agua corriente es gratuita y hasta hace poco no tenían policía, por lo que muchos delincuentes se escondían aquí ya para no ser capturados. Todos los años hay una gran peregrinación hasta esta ciudad y por norma general la mayoría de las familias tiene una segunda casa aquí. Dicen que es la segunda peregrinación mas importante después de la Meca, aunque nosotros no nos lo creemos mucho, ya se sabe después de la principal todas luchan por ser la segunda mejor. Es una ciudad muy importante y si os fijáis todos los transportes públicos traen escrito Touba
Otra peculiaridad de esta ciudad es que produce la mayor parte del café senegales, aunque Senegal no tiene café lo traen de Guinea y lo envasan aquí no sin antes añadirle el toque especial senegales, pimienta negra.
Una vez en la ciudad nos detenemos para ver la Mayor mezquita de Senegal, impresiona verla, enorme y con una gran suntuosidad, mármoles de distintos colores y preciosos ornamentos en sus minaretes, la verdad que contrasta enormemente con el resto de la ciudad. No esta permitida la entrada a extranjeros, supongo que si eres extranjero musulmán te dejaran entrar.
Seguimos hacia Kaolack no sin antes pasar por una de las calles del famoso mercado de Touba, ya no nos daba tiempo a parar.
Como ya era muy tarde, Sam llamo a un restaurante para que nos tuvieran la comida hecha cuando llegáramos a Kaolack. El restaurante es de una familia libanesa y dan comida típica senegalesa. Comimos una salsa de pescado seco con cebolla y un plato de arroz con pollo en una salsa de pimienta exquisita. En el restaurante coincidimos con un grupo de españoles que estaban en Kaolack trabajando para una ONG.
Tras recuperar fuerzas retomamos el viaje, ya no nos da tiempo a visitar la ciudad, debemos seguir hacia Palmarin. La verdad que hicimos un recorrido demasiado intenso teníamos que haberlo planteado con mas calma para poder parar mas.
Por el camino vemos una gran cantidad de campos con sandias y Sam nos cuenta que hasta hace poco no las comían, las usaban para alimentar el ganado. Le comentamos que si podemos parar a comprar una, en el siguiente poblado paramos para comprarla, Bus
Nuestro conductor va a comprarla ya que según Sam el las elige mucho mejor. Mientras esperamos un grupo grande de niños se acerca al 4x4 gritando “Tubab Cadeau” (que significa Tubap regalo) nos rodean por completo muchos traen cosas para vender y aprovechamos para comprar una bolsa de flores de bisap y de pan de mono. Bus regresa con una sandia enorme y proseguimos la marcha.

La carretera cede paso a otra, peor asfaltada y luego a otra pista de tierra, justo en el comienzo de la pista paramos un segundo y aprovechamos para sacar unas fotos a los niños que jugaban.
Íbamos un poco cansados del viaje y de repente Sam golpea otra vez en el coche para que Bus pare, miramos y una enorme bandada de buitres estaba comiendo un perro muerto a la orilla de la carretera, son enormes y no se asustan de nuestra presencia. El líder come primero y los demás estaban esperando.
Ya estaba poniéndose el sol cuando entramos en la zona de Saloum, se veían muchas garzas, pelícanos y martines pescadores en las continuas zonas inundadas, ya muy cerca de nuestro destino volvemos a parar para ver los graneros. Los graneros son pequeñas cabañas sobre pilotes en el agua, pensábamos que se ponían en medio del agua para evitar que los ratones y otros animales se comieran el grano, pero Sam nos dice que es para evitar los continuos incendios que se producían en los poblados.


Otra vez era ya de noche cuando llegamos a nuestro campamento en Palmarin. Las habitaciones eran unas cabañas de adobe y paja, camas con mosquiteras ducha y baño, incluso tenían luz pero por desgracia esta noche no había ya que el generador estaba estropeado. Los caminos que comunicaban con la playa y con las otras cabañas eran todos de conchas blancas.

Nos duchamos para ir a cenar, Sam nos presento a las personas que llevaban el campamento, nos dijo que eran buenos amigos de él.
De primer plato nos trajeron unas gambas en una salsa de mostaza y pimienta que nos encantaron, de segundo brochetas de Lotte (rape) con una salsa de cebollas y un poco de salsa picante y para rematar la faena unas patatas fritas con ajo (las mejores patatas fritas que hemos comido en la vida), no nos quisieron dar el secreto.
Como no había luz nos fuimos para la cama, el viaje de hoy ha sido agotador, cada día aquí parecen 3 o 4. Fuera de nuestra cabaña oímos ruidos y vemos que hay muchísimas ranitas que vienen de los manglares cercanos. El cielo esta precioso totalmente despejado, con una enorme luna llena y plagado de estrellas.