Nos levantamos a las 5.30h y cogemos el taxi del hotel para ir a la estación de Cruz del Sur (15 soles). No hay tanto tráfico como el día anterior y sobre las 6.30h ya estamos en la estación. Facturamos las maletas y aprovechamos para desayunar (6soles). El bus sale a las 7.15h, con un cuarto de hora de retraso. Antes de subir a bordo te graban con una videocámara, el interior es muy cómodo, los asientos son totalmente reclinables y muy espaciosos, además te prestan una manta, una almohada y te sirven un pequeño refrigerio durante el trayecto. Las afueras de Lima son desoladoras, un sinfín de favelas que se amontonan a lo largo de un paisaje desértico. A medida que avanzamos hacia el sur por la Panamericana todo se vuelve más y más árido y polvoriento. El tráfico es lento ya que los autocares no pueden sobrepasar el límite de 90km/h, sólo hay un carril por sentido y también hay peajes que te obligan a parar cada cierto tiempo.
Sobre las 10.45h llegamos a Paracas, la estación es una especie de chiringuito playero, recuperamos nuestras maletas y allí mismo negociamos con uno de los taxistas que están esperando afuera, que nos lleve hasta el hotel El refugio del Pirata (5soles) y que una hora más tarde nos recoja para llevarnos a la Reserva Nacional. Hacemos el check-in en el hotel, en media hora estará lista nuestra habitación y podremos dejar dentro las maletas. En recepción hay un ordenador a disposición de los clientes, esto y el wifi es habitual en todos los alojamientos por muy cutres que sean. Mientras esperamos, aprovechamos para enviar unos mails confirmando las reservas de los días siguientes y yo ojeo el Hola edición Perú, cortesía del hotel. La habitación está bien y la terraza es muy guapa, con vistas al mar.
Bajamos a recepción y ya nos está esperando Freddy para llevarnos a la Reserva. La excursión nos cuesta s/60 + s/10 tasas. La hubiéramos conseguido mucho más barata de haberla contratado en el hotel o en una agencia, pero vamos como reyes con un chófer-guía en exclusiva para nosotros! La Reserva de Paracas es alucinante, forma parte del desierto de Atacama, miles de años atrás estuvo cubierta por el océano y quedan numerosos fósiles en la superficie. También hay restos de la cultura Paracas, una civilización antiquísima anterior a los Incas, pero nosotros no vimos nada de esto.
Comemos en Lagunillas, en unos chiringuitos muy rústicos al borde del mar. Pedimos una jalea mixta, que consiste en una fuente XXL de pescado fresco variado con verduras, papas y camote y para beber dos botellas de Fanta de 625ml (72 soles). Fue una de las comidas más ricas del viaje, además tuvimos la suerte de estar acompañados por un pelícano que se paseaba entre las mesas del restaurante con toda tranquilidad.
Visitamos todavía un rato más la reserva y de vuelta al pueblo paramos en el Hotel Hilton para sacar dinero, es el único cajero que hay. Tenemos que usar las dos tarjetas ya que solo permite sacar 450 soles de cada vez. De vuelta en el hotel, damos una vuelta por el paseo de la playa, que está llena de porquería, y vemos los puestos del mercadillo que hay en el paseo. Hay unos cuantos bares y restaurantes, pero no están muy animados en esta época. Estamos llenísimos después de la comilona y no podemos cenar, así que nos vamos pronto para el hotel a descansar, todavía no estamos acostumbrados al cambio de horario y nos caemos de sueño.
Sobre las 10.45h llegamos a Paracas, la estación es una especie de chiringuito playero, recuperamos nuestras maletas y allí mismo negociamos con uno de los taxistas que están esperando afuera, que nos lleve hasta el hotel El refugio del Pirata (5soles) y que una hora más tarde nos recoja para llevarnos a la Reserva Nacional. Hacemos el check-in en el hotel, en media hora estará lista nuestra habitación y podremos dejar dentro las maletas. En recepción hay un ordenador a disposición de los clientes, esto y el wifi es habitual en todos los alojamientos por muy cutres que sean. Mientras esperamos, aprovechamos para enviar unos mails confirmando las reservas de los días siguientes y yo ojeo el Hola edición Perú, cortesía del hotel. La habitación está bien y la terraza es muy guapa, con vistas al mar.
Bajamos a recepción y ya nos está esperando Freddy para llevarnos a la Reserva. La excursión nos cuesta s/60 + s/10 tasas. La hubiéramos conseguido mucho más barata de haberla contratado en el hotel o en una agencia, pero vamos como reyes con un chófer-guía en exclusiva para nosotros! La Reserva de Paracas es alucinante, forma parte del desierto de Atacama, miles de años atrás estuvo cubierta por el océano y quedan numerosos fósiles en la superficie. También hay restos de la cultura Paracas, una civilización antiquísima anterior a los Incas, pero nosotros no vimos nada de esto.
Comemos en Lagunillas, en unos chiringuitos muy rústicos al borde del mar. Pedimos una jalea mixta, que consiste en una fuente XXL de pescado fresco variado con verduras, papas y camote y para beber dos botellas de Fanta de 625ml (72 soles). Fue una de las comidas más ricas del viaje, además tuvimos la suerte de estar acompañados por un pelícano que se paseaba entre las mesas del restaurante con toda tranquilidad.
Visitamos todavía un rato más la reserva y de vuelta al pueblo paramos en el Hotel Hilton para sacar dinero, es el único cajero que hay. Tenemos que usar las dos tarjetas ya que solo permite sacar 450 soles de cada vez. De vuelta en el hotel, damos una vuelta por el paseo de la playa, que está llena de porquería, y vemos los puestos del mercadillo que hay en el paseo. Hay unos cuantos bares y restaurantes, pero no están muy animados en esta época. Estamos llenísimos después de la comilona y no podemos cenar, así que nos vamos pronto para el hotel a descansar, todavía no estamos acostumbrados al cambio de horario y nos caemos de sueño.