Antes de comenzar con esta etapa, tengo que dar especialmente las gracias a Ronh y a Marimerpa porque sus tips me animaron a hacer la excursión a La Graciosa y la Ruta de la Caldera Blanca que os voy a relatar ahora.
No me enrollaré mucho porque el tip contiene toda la información que necesitáis y está muy bien explicado, así que os aconsejo que lo leáis.
Como dije al principio del diario, el viaje a Lanzarote coincidía con la celebración de nuestro quinto aniversario de boda (hay que ver lo rápido que pasa el tiempo), así que íbamos a estar la mañana del día señalado subiendo un volcán.
En total, Jota y yo tardamos cuatro horas exactas en completar el recorrido, ya que salíamos de Tinajo a las 9.45 y estábamos de vuelta en el punto de partida a las 13.45h.
No me enrollaré mucho porque el tip contiene toda la información que necesitáis y está muy bien explicado, así que os aconsejo que lo leáis.
Como dije al principio del diario, el viaje a Lanzarote coincidía con la celebración de nuestro quinto aniversario de boda (hay que ver lo rápido que pasa el tiempo), así que íbamos a estar la mañana del día señalado subiendo un volcán.


En total, Jota y yo tardamos cuatro horas exactas en completar el recorrido, ya que salíamos de Tinajo a las 9.45 y estábamos de vuelta en el punto de partida a las 13.45h.

Dejamos el coche en Tinajo, en un aparcamiento que hay junto a una pista de tenis, y empezamos a andar siguiendo la carretera hasta el final del pueblo en dirección al Centro de Visitantes de Mancha Blanca. A unos cinco minutos y a mano derecha nos encontramos un camino de tierra con una señal que indica la Montaña Caldereta, así que tiramos por ahí.


Después el sendero deja de ser de tierra y avanzamos por un camino de rofe (así es como llaman al material volcánico fino que usan para hacer las carreteras y los bloques con que construyen los edificios) que discurre entre rocas de malpaís.
Enseguida llegamos a un ensanchamiento que hace las veces de aparcamiento, donde hay un panel informativo de la ruta y al fondo una panorámica de las casitas blancas del pueblo que han quedado atrás.
Enseguida llegamos a un ensanchamiento que hace las veces de aparcamiento, donde hay un panel informativo de la ruta y al fondo una panorámica de las casitas blancas del pueblo que han quedado atrás.


Junto a la Montaña Caldereta el camino de rofe casi desaparece entre el malpaís y hay que ir fijándose en los mojones de piedras que cada ciertos metros indican que vas por el camino correcto. Y un poco más adelante comenzamos el ascenso por la ladera de la Montaña Blanca siguiendo el estrecho sendero de tierra que se ve en la foto de debajo a la izquierda.


Y cuando llegas arriba te encuentras con la imponente Caldera del volcán.
Yo ya sabía lo que íbamos a encontrarnos (aunque obviamente no es lo mismo verlo en fotografía que vivirlo), pero mi marido se llevó una buena sorpresa.
Yo ya sabía lo que íbamos a encontrarnos (aunque obviamente no es lo mismo verlo en fotografía que vivirlo), pero mi marido se llevó una buena sorpresa.


Seguimos bordeando el cráter hasta la parte más alta, donde nos sentamos un rato a disfrutar de las vistas antes de iniciar el descenso.
Entre el párking y la Caldereta nos cruzamos con varios extranjeros que empezaban a subir, pero no recomiendo iniciar el ascenso en las horas centrales del día, especialmente si ha salido caluroso.
Imprescindible llevar calzado de montaña, una gorra que no se vuele con el viento, alguna chocolatina para picar, protector solar y sobre todo AGUA.
Yo eché de menos la funda térmica para botellas que nos dejamos en casita (si tenéis una llevadla), porque a pesar de que no hacía mucho calor, el agua que nos quedaba se fue calentando y al final era imposible beberla.
Por suerte, la tiendecilla que había al lado de donde habíamos aparcado estaba abierta y tenía agua fresca, porque parecía que veníamos del desierto.
Entre el párking y la Caldereta nos cruzamos con varios extranjeros que empezaban a subir, pero no recomiendo iniciar el ascenso en las horas centrales del día, especialmente si ha salido caluroso.
Imprescindible llevar calzado de montaña, una gorra que no se vuele con el viento, alguna chocolatina para picar, protector solar y sobre todo AGUA.
Yo eché de menos la funda térmica para botellas que nos dejamos en casita (si tenéis una llevadla), porque a pesar de que no hacía mucho calor, el agua que nos quedaba se fue calentando y al final era imposible beberla.
Por suerte, la tiendecilla que había al lado de donde habíamos aparcado estaba abierta y tenía agua fresca, porque parecía que veníamos del desierto.
Volvimos a comer al restaurante del apartamento y después, para compensar la escasez de líquido que habíamos pasado al final de la mañana, fuimos a relajarnos al SPA del hotel Beatriz Playa.
Y para terminar nuestra última tarde en Lanzarote, nada mejor que un bonito atardecer visto desde el paseo marítimo de Puerto del Carmen y una cenita romántica.
Y para terminar nuestra última tarde en Lanzarote, nada mejor que un bonito atardecer visto desde el paseo marítimo de Puerto del Carmen y una cenita romántica.

