Antes de retomar la Ruta 66, hoy vamos a hacer lo que aquí se conoce como scenic byway, una carretera con encanto que tengo muchas ganas de recorrer. De este modo, a la salida de Flagstaff cogemos la US 89A hacia el sur rumbo a Sedona. Cuando uno piensa en Arizona le viene a la mente la típica imagen del cine de una carretera en medio del desierto. Pues no es el caso de esta zona, una de las de mayor pluviometría de todo el estado y que cuenta con enormes zonas de bosque.
Conforme vamos avanzando por el bosque Coconino disfrutamos de un paisaje maravilloso pero una larga una fila de coches despierta nuestra curiosidad. Nuestra vista sólo alcanza a ver a un montón de gente en bañador. Como el día va a ser relajado decidimos entrar a “oler”, somos así de curiosones. Es el Slide Rock State Park, un lugar donde la gente va a pasar el día, todos con unas neveras inmensas con ruedas en plan “domingueros”, vamos. Está muy bien montado, con sus baños, zona de juegos, cancha de voley…
El Slide Rock es un Parque Estatal que debe su nombre a un enorme roca resbaladiza que hay junto al cañón Oak Creek. Los visitantes pueden deslizarse por un tobogán de agua natural o darse simplemente un chapuzón en el arroyo, que cuenta con diferentes profundidades. La zona de baño está situado en un terreno forestal nacional que es administrado conjuntamente por los parques estatales de Arizona y el Servicio Forestal de los Estados Unidos. En conjunto, esta zona ha visto la realización de numerosas películas de Hollywood como 'Flecha rota' (Delmer Daves, 1950), con James Stewart; "Fiebre de venganza" (Raoul Walsh, 1953) con Rock Hudson y Donna Reed; 'Tambores de guerra' (Delmer Daves, 1954), con Alan Ladd y Charles Bronson; y una escena de "El ángel y el pistolero" (1946), con John Wayne.
La entrada cuesta 20$ por coche. Seguimos el barullo de gente y llegamos a la zona de agua. Imaginaos la playa de Gandía, pero en un riachuelo con rocas. Vemos fauna diversa: lagartijas, culebrillas, gorditos de Arizona y señoras con rulos (o el equivalente americano). Los niños trepan sin miedo y se tiran desde las rocas al agua. Otros, no tan niños, optan por los toboganes y piscinas naturales que crea el cauce del arroyo. Es una especie de parque acuático natural. Aquí tenéis un video:
Nosotros simplemente observamos el panorama mientras nos tomamos un aperitivo. En su momento no fui consciente, pero al volver del viaje supe que el parque ha sido escenario en varias películas del Oeste. Tras un rato curioseando por la zona, cogemos el coche y continuamos la ruta. Hay que decir que para lo estrecho que es el recorrido, está muy bien explotado (recordad que estamos en una zona boscosa), con multitud de alojamientos y campings. El paisaje es precioso, con un espectacular contraste entre el rojo intenso de la roca y el verde de los árboles.
Tras atravesar la bella localidad de Sedona, cogemos la US 179 para hacer la Red Rock Scenic Byway, no sin hacer antes una parada en la Chapel of the Holy Cross, una impresionante iglesia anclada en la roca. Awesome!
Una vez terminada la mini ruta, volvemos a Flagstaff para retomar la 66. En Bellmont paramos a ver el árbol hecho con tubos de escape de Harley-Davidson. Se encuentra a medio camino entre Flagstaff y Williams, cerca de un taller y un restaurante de la marca, el Steak Roadhouse Bar & Grill, guapísimo. A la entrada del taller vemos un enorme bidón lleno cacahuetes y en las paredes, a modo de decoración, hay guardarraíles colgados. En una de las mesas, hechas con ruedas originales de moto, hay un grupo de viejos moteros muy auténticos tomando una cerveza. Detrás de la barra hay una ristra de diez o quince tiradores cada uno con un tipo diferente de cerveza, ¡el paraíso! Cuando nos acercamos a la barra a pedir, el camarero nos dice que nos tenemos que hacer nosotros mismos la comida ¿ein? esto es nuevo… El tema es que en un rincón del local hay varias planchas y una serie de cubetas con tomate, lechuga, cebolla, chile, col, toda clase de salsas, etcétera. Pues nada, nos ponemos y nos hacemos unas hamburguesas, que no es porque las hiciéramos nosotros, pero quedaron estupendas
A la salida, intentamos enganchar de nuevo con la 66 pero tenemos que tirar por la autovía porque la carretera está en muy mal estado. De hecho, llegamos a un callejón sin salida, algo que si intentáis seguir la Ruta original os pasará en más de una ocasión. Una vez llegados a nuestro destino, la ciudad de Williams, cogemos un motel y echamos la siesta por primera vez en este viaje. El motel se llama El Rancho, está regentado por una anciana, y he de decir que cuando entramos a la habitación nos recordó a las casas de nuestras respectivas abuelas.
Tras un sueño reparador nos acercamos al centro, al tramo de Ruta que discurre por el pueblo. Esta calle es como un parque temático de la 66. La ciudad fue la última en ser circunvalada por la autopista en 1984… y vive de ello. El caso es que está masificado de turistas, lo que choca con nuestra experiencia hasta ahora, donde la sensación es de que íbamos solos por la carretera. Pero a los de las tiendas y restaurantes les va genial, muchos viajeros que se acercan a la 66 hacen sólo este tramo, así que está petado de gente.
Nos paramos en un lugar donde la gente se agolpa para ver un espectáculo de vaqueros, que no sé muy bien que representan pero no paran de disparar… en definitiva, nada que no hayamos visto cien veces en los poblados western de Almería. Paseamos un rato por la calle, vemos alguna que otra cosa interesante, como el museo de gasolineras de Pete, y volvemos al motel. Mañana tenemos una etapa maratoniana a través del desierto de Mojave y hay que descansar.
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