Como nos sobra algo de tiempo ( en principio la idea era hacer noche en Augsburg, y dejar para hoy lo que hicimos ayer por la tarde ), nos vamos al castillo de Neuschwanstein, conocido como el del Rey loco ( Luis II de Baviera ), que ya conocemos de un viaje anterior, hace bastantes años, pero que de cualquier forma no está a mas de 25 kms.
Se distingue desde bastante lejos, hay que parar en el desvío que lleva hasta él, para hacerse la foto, todo el mundo lo hace.
Aparcamos en el parking de pago ( bastante caro, 5 € algo más de 2 h ), se podría dejar fuera, pero mas lejos. No lo visitamos por dentro, pero sí subimos al Marienbruke, cogiendo un bus ( 2,60 € ida y vuelta ) que deja muy cerca. Espectaculares vistas desde el puente,

algo más elevado que el castillo, fotos preciosas. En la zona hay muchas tiendas de recuerdos, cafeterías y algún hotel.
Y emprendemos camino hacia Munich, etapa final del viaje. ( unos 85 kms )
Llegamos a primera hora de la tarde. Una vez instalados en el hotel, cogemos el metro y en 5 paradas nos plantamos en la Marienplatz, el centro de la ciudad. Llegamos justo cuando está en marcha el carillón,

son las 17 h y hay mucha gente mirándolo. A la oficina de turismo, que por 0,40 € nos venden un plano muy útil. Visita a la plaza y alrededores, enseguida se ven las dos torres bulbosas de la catedral, la nave central alcanza gran altura, por Kaufingerstrasse, la calle mas animada de la ciudad, llena de comercios, luego pasa a llamarse Neuhauserstrasse, se llega a la puerta de Carlos, Karlstor. . Se pasa por un par de iglesias, S. Michael, con una bonita fachada, dentro se encuentra el mausoleo de Luis II, pero hay que pagar; y la Burgersaalkirche, con dos plantas, es mas bonita la superior.
Cenamos en Agustiner

( Neuhasestrasse, 27 ) , un lugar al que volveríamos el último día y que recomiendo sin reservas, es una cervecería antigua, mucho mas auténtica que la famosa Hofbrauhaus. Aunque también está siempre llena de gente, sirven con prontitud, hay traducción en español de la carta, aunque me parece que no completa. Todo un espectáculo ver a los numerosos camareros trasegando grandes jarras de cerveza, o platos de comida típica. Se come bien por 13 € o incluso por menos. El local es muy grande, con varias salas, madera oscura, lámparas antiguas, trofeos de caza en las paredes, muy acogedor