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Octava y última: Proumeyssac – Limeuil y Bergerac.
Desayunamos con tranquilidad, hacemos las maletas, nos despedimos de Sara y después de comprar pan y algo de embutido para el viaje, nos acercamos a la gruta de Proumeyssac. Nos cuesta un rato dar con ella porque las indicaciones desaparecen y no hay paneles informativos. Supongo que con GPS no habrá mucho problema. Llegamos a eso de las 11:30 y no hay cola ni nada pero al sacar las entradas (9,80 por persona) nos encontramos con la sorpresa de que hemos de aguardar casi dos horas para acceder. Aprovechamos para ir al pueblito que está al lado, Autrix creo que se llama, sacar unas fotos y hacer algo de tiempo. La gruta tiene un espectáculo de luz y sonido que está bien. Es bonita pero un poco caro. De todas formas el montaje que tienen es interesante y muy bello. La visita dura algo más de cuarenta minutos. Hay modo de bajar con una cesta que te introduce en la gruta por el agujero del techo de la misma, pero cuesta 17 euros por persona. A esta gruta le llaman la catedral de cristal y tiene estalactitas muy hermosas. Cuando subes desde el fondo de la cueva a la plataforma superior, hay un pasaje con montones de ellas. Es muy bonito. A nosotros nos pareció más espectacular la gruta de Padirac en todos los aspectos, pero esta también es bella. Si no te viene bien ir hasta Padirac, esta puede ser una opción.
Proumeyssac, la catedral de cristal.
Al salir arrancamos hacia Limeuil, que es el pueblo donde el río Vezére, el que conforma el valle prehistórico, desemboca en el Dordoña, el río de los castillos, el del medioevo. Comemos el bocata en la parte alta del pueblo, donde está la iglesia y los jardines por los que hay que pagar y tras dar una vuelta por el pueblo, que es bonito y con bonitas vistas a la confluencia de los dos ríos nos dirigimos a Bergerac.
Limeuil
Paramos en el parking de la zona vieja, al lado del río y del embarcadero de las gabarras. No hay que pagar. Han puesto en el río un chorro de agua, al estilo del Jet d’eau que hay en Ginebra. Bergerac nos gusta, tiene un casco viejo cuidado y encontramos bastante animación. Vamos hasta la iglesia de Notre Dame, recientemente remodelada paseando por la plaza Pélissiere y la iglesia de Sain Jacques. Saludamos a Cyrano, curioseamos por algunas tiendas, entramos en la iglesia protestante de la plaza del Dr. Cayla que es curiosa por contraste con lo que estamos acostumbrados a ver ya que la sobriedad es la nota predominante. En la zona un poco más moderna compramos una camiseta de de futbol a nuestro hijo. La dependienta es hija de extremeño y andaluza y comentamos con ella un poco. No nos pone la situación tan fea como la señora de Monpazier. Respiramos un poco y nos decimos que alguna esperanza queda. Para terminar nos tomamos un heladito en la plaza que está casi tan bueno como el que comimos en Domme.
Bergerac
Teníamos pensado acercarnos hasta Monbazillac, pero se nos está haciendo tarde y nos tenemos que ir despidiendo de estos valles maravillosos y tranquilos, en los que en cuanto sales del bullicio de los grandes centros turísticos encuentras tranquilidad y sosiego. Se nos quedan algunas cosas en el tintero pero siempre hay que dejar algo para así tener excusa y poder volver. Aunque para volver al Perigord no hace falta tener excusa si uno lo piensa bien.
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