El día amaneció despejado y soleado en Brujas. Consultamos la previsión meteorológica para Lovaina y nos pareció que merecía la pena asumir el riesgo de irnos hacia allá. Así que tras desayunar muy bien, por cierto, es en lo único que el NH Brugge gana a su hermano NH Atlanta de Bruselas, recogimos nuestras pertenencias y esperamos unos minutos en la parada de autobuses que está en la misma puerta del hotel nos dirigimos a la estación. Enseguida llegó el tren que nos llevaría a Lovaina, pasando por Gante, todas las estaciones de Bruselas, y creo que alguna más. Me parece que tardamos como una hora y algo. Sobre el tren, decir que era uno de los calificados turísticos, es muy parecido a los cercanías de dos pisos que hacen las rutas por la periferia de Madrid , y no tenía espacio para llevar el equipaje, por lo que la gente lo deja en los asientos con la consiguiente molestia, pero es que, verdaderamente, no hay donde colocarlo. Tras mi viaje de pie de Gante a Bruselas, ya me veía camino de Lovaina con la maleta en las rodillas.
Llegamos a Lovaina y dejamos las maletas en la consigna(dependiendo del tamaño de las ,maletas, sale a cuenta coger una sola, más grande, que dos pequeñas) (ojo la estación está en obras) salimos al exterior para comprobar que hacía un día magnífico. Nos encaminamos hacia el centro, que estará calculo que como a 1 Km. En Lovaina era el día sin coches, por lo que todo el mundo caminaba despreocupadamente por medio de las calles andando o en bicicleta, sobre todo en bicicleta, familias enteras, abuelos con nietos etc.
En Lovaina hacía un día espectacular.
Nada más llegar, y tras tomar alguna foto de su bonito ayuntamiento
nos acercamos a la oficina de turismo, que está al lado de este, donde una amable señora nos dio todo tipo de explicaciones (en español) sobre que visitar, facilitándonos además planos y folletos. Resultó que ese día a las tres de la tarde había visita guiada del Ayuntamiento y además era en español. La visita duraba 50 minutos y nuestro tren salía a las 4 y 7 minutos, un poco justo, teniendo en cuenta, además, que teníamos que rescatar las maletas de la consigna y averiguar por que andén vendría el tren, pero nos apetecía verlo, así que, pensamos en abandonar la visita unos minutos antes de su finalización.
Empezamos nuestro "tour" por Lovaina no sin antes tomar una cervecita al lado de la oficina de turismo. Siguiendo el plano, lo primero que nos encontramos fue una calle peatonal llena de restaurantes y bares en ambas aceras. Supongo que incluirla en el trayecto será para promocionar la hostelería local. Después vimos la Biblioteca de la universidad, delante de la cual estaba esta curiosa ¿escultura? no se si con carácter temporal o permanente, probablemente temporal porque la plaza estaba llena de caravanas de feriantes.
Desde allí, siguiendo el plano que nos habían dado y atravesando un parque, bastante descuidado y sucio, tras una buena caminata, llegamos al beaterio, que es mucho más grande que el de Brujas. La verdad es que no vimos nada monumental ni digno de mención entre la biblioteca de la universidad y el Beaterio.
Eran las 13:30 y la visita al ayuntamiento era a las 15:00, por lo que decidimos volver hacia la zona céntrica donde está este, para comer tranquilamente y sin prisas antes de la visita. El camino de vuelta tampoco tiene nada de especial.
Cerca de la plaza donde está el ayuntamiento hay otra con muchos restaurantes con terraza, elegimos uno llamado Metropole. No fue una buena elección, pedimos un plato de pasta, donde el queso te lo cobran a parte , que estaba un poco pasada y con un exceso tremendo de picante y un sándwich "Croque Monsieur" que resultó un sándwich mixto normal y corriente, pero lo peor fue la extremada lentitud con que nos atendieron, mientras veíamos pasar el tiempo y se nos echaba encima al hora de comenzar la visita guiada al ayuntamiento. Finalmente, a las 15 salimos del restaurante a la carrera y cogimos a la guía y el grupo de visitantes ya camino del ayuntamiento, pero bueno, nos unimos a ellos.
La visita comenzó delante de la fachada principal del edificio, construido en estilo gótico flamígero, donde nos explicaron todos los detalle de su abigarrada y muy ornamentada decoración, con sus 236 estatuas, aquí puedes encontrar desde Carlos V, que fue duque de Brabante, hasta Napoleón Bonaparte, puesto que estas estatuas se pusieron en el siglo XIX. No pasó por alto la guía la "rivalidad" existente entre Lovaina y Bruselas, poniendo como ejemplo sus respectivos ayuntamientos y calificando el de Lovaina como más equilibrado. No sabría que decir, ambos son preciosos y el de Lovaina debe lucir muy bonito iluminado por la noche.


La visita continuó por dentro del ayuntamiento, y yo que ya iba un poco preocupado porque el tren salía a las 16,07, me preocupé más cuando vi que, tras traspasar el umbral, la puerta quedó cerrada con llave, con lo que nuestra idea de abandonarla minutos antes del final, para ir tranquilamente a la estación, recoger las maletas y emprender camino al aeropuerto, se venía abajo.
Siendo bonito, el interior del Ayuntamiento no se acerca ni de lejos a la belleza exterior del edificio, de manera qué, en caso de ir con poco tiempo mi consejo es no visitarlo por dentro.
Vimos el salón de plenos, el despacho del alcalde y llegamos a una sala donde existe una réplica de un cuadro de Felipe II que está colgado en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial en Madrid. Frente al mismo, la guía hizo unos comentarios, a mi entender bastante desafortunados y escasamente fundados, acerca de este monarca español que también lo fue de Flandes.
Yo veía que la visita no terminaba nunca. No me apetecía nada perder el tren, tener que volver a Bruselas y desde allí al aeropuerto estando a escasos 15 minutos. Finalmente, cuando faltaban pocos minutos para las 16:00 se abrió la puerta y nosotros salimos los primeros, prácticamente a la carrera enfilamos la larga avenida que comunica la Grote Mark de Lovaina con la estación de tren esquivando ciclistas y paseantes que, aprovechaban la tarde de aquel domingo sin coches en su ciudad.
Llegamos sin fuelle, pero llegamos, recuperamos las maletas y emprendimos la carrera al andén, en ese momento escuché un ruido a mi espalda y al girarme vi que el iPad se me había caído de la parte posterior de la mochila, lo abrí y no tenía ningún daño aparente, menos mal pensé, pero al llegar a casa solo cogía la wi-fi pegándote al router, en fin, 239€ del ala que añadir al presupuesto del viaje. Cogimos el tren, escribimos por última vez nuestro itinerario en el Rail Pass, pagamos el suplemento diavolo, por acceder al aeropuerto y en unos minutos pasábamos el control de seguridad, donde a mí me cachearon, me hicieron quitar los zapatos y me abrieron la maleta, al parecer, el responsable era un pequeño bote de espuma de afeitar de viaje que compré en mercadona, las medidas son correctas, pero por algún motivo levantó sospechas.
Un rato después, tras degustar las últimas cervezas belgas y dar buena cuenta de una pizza, embarcábamos en el avión que nos traería puntual de vuelta a Madrid. El autobús que conecta la terminal T-4 con el aparcamiento de larga estancia donde habíamos dejado el coche llegó enseguida (atención: aunque dicen que hay un interfono junto a la parada para llamar si llegas después de las 00:00, no existe, hay que llamarles al móvil) pagamos los 36€ de la estancia de 4 días (sale barato haciendo reserva previa por internet o por teléfono, si no lo haces te cobran otras tarifas) recogimos nuestro coche y pusimos final a esta breve, pero maravillosa estancia en Bruselas y Flandes.