Nos levantamos más o menos pronto para ir a la Explanada de las Mezquitas. Desayunamos y salimos para la zona del Muro, donde se encuentra la entrada para turistas a la Explanada. La idea era visitar esta zona un par de horitas y volver al hotel a por el coche de alquiler, así aprovechábamos el tiempo al máximo.
Ya cuando llegamos veíamos a gente haciendo cola desde fuera de las murallas pero supusimos que era por alguna otra razón y no para entrar a la Explanada; pero no, así era. No podíamos perder todo el día allí y decidimos irnos y volver otro día. Como teníamos que dejar el coche, decidimos en lugar de visitar algo, volver al hotel, coger el coche y al estar por el centro nuevo, aprovechar para ver el Mercado de Yehuda.
Una vez hecho el trámite con el coche, cogimos el tranvía y llegamos al mercado. Es genial, lleno de gente de la ciudad que va a hacer su compra diaria, sin souvenirs. Hay una zona de restauración que estaba cerrada cuando lo visitamos pero leí que es un sitio muy bueno para comer.
De aquí vamos en dirección al barrio ultraortodoxo de Mea She´arim. La verdad es que era una de las cosas que más nos apetecía hacer antes de viajar a Israel después de ver los documentales y que sinceramente se acrecentó una vez que visitamos el Muro. El comienzo del barrio es más o menos normal, aunque poco a poco la gente que nos cruzamos va cambiando y casi todos van vestidos igual, de negro, las mujeres con las pelucas, aparecen tiendas de biblias y de fotos de algún santurrón que no entendemos ... Llegamos a una zona en la que había carteles que prohibían la entrada a la zona, que no querían turistas y blablabla. No nos lo pensamos, guardamos las cámaras, nos tapamos un poco más y entramos. Realmente no queríamos molestar y sólo éramos tres así tampoco hacíamos ningún mal por estar allí. La zona es bastante deprimente, bastante hecha polvo y poco más. Pero es alucinante que decidan vivir así cuando podrían hacerlo mucho mejor. Son las cosas de la religión que jamás entenderé.
Salimos de la zona y nos fuimos a ver la Iglesia Etíope. Bueno como anécdota está bien pero poco más. Llama la atención los cuadros colgados que parecen hechos por niños y los colores fosforitos de algunas partes de la iglesia.
De aquí nos fuimos a comer algo a Jaffa Rd. y descansar un rato en una terraza viendo la gente pasar. La gente aquí es totalmente occidental.
Después de un rato cogemos el tranvía de vuelta (no pagamos...) y volvemos al casco viejo, entrando por la Puerta de Damasco.
Nos fuimos dirección al barrio armenio para poder entrar. Lo primero la Catedral de Santiago, custodiada por unos monjes con capas que parecen draculín (alucino!). El caso es que mi amiga se sienta en la iglesia para verla mejor porque es impresionante y enseguida la riñen y le piden que se levante. Al principio creíamos que estaba prohibido sentarse, pero luego entendemos que lo que no podía era cruzarse de piernas!!! flipo en colores!! Total que allí se hizo un poco de lio con nosotros y otro grupo y nos echan a todos. Yo entendía que esto era el inicio del barrio y me dispuse a seguir hacía dentro del barrio, pero nos dijeron que estaba prohibido, así que esto fue todo lo que vimos del barrio armenio.
Continuamos hacia el barrio judío de nuevo a tomar algo; estuvimos un rato paseando y sentados en alguna terraza. Hay restos de la ciudad antigua bien conservados.
Seguimos caminando y acabamos delante del Hospicio Austriaco. Había leído que se podía tomar algo en la terraza, pero debí de entenderlo mal porque arriba solo está la terraza. Pero que terraza!! De las mejores vistas de todo Jerusalem.
Se hacía de noche y todo empezaba a cerrar. Seguimos paseando y acabamos delante de la Iglesia del Santo Sepulcro de nuevo y nos tomamos algo por la zona. Como poco más se podía hacer por la zona nos volvimos a cenar a la zona del hotel.